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EN LOS LIMITES DE LA REALIDAD

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martes, 25 de junio de 2013

GUÍA DE LOS MÉDIUMS Y DE LOS EVOCADORES - II

El libro

de los médiums



GUÍA DE LOS MÉDIUMS Y DE LOS EVOCADORES


CAPÍTULO XXI
INFLUENCIA DEL CENTRO

231. 1. ¿El Centro en el cual se encuentra el médium, ejerce alguna influencia sobre las manifestaciones?
"Todos los Espíritus que rodean al médium le ayudan, tanto en el bien como en el mal."
2. ¿Los Espíritus superiores no pueden triunfar de la mala voluntad del Espíritu encarnado que les sirve de intérprete y de los que le rodean?
"Sí, cuando lo juzgan útil y según la intención de la persona que se les dirige. Ya lo hemos dicho: los Espíritus más elevados pueden algunas veces comunicarse por un favor especial a pesar de la imperfección del médium y del centro, pero entonces éstos permanecen allí como extraños."
3. ¿Los Espíritus superiores procuran conducir las reuniones fútiles a ideas más formales?
"Los Espíritus superiores no van a las reuniones en las que saben que su presencia es inútil. En los centros poco instruidos, pero en los que hay sinceridad, vamos con gusto, aun cuando no encontremos sino medianos instrumentos; pero en los centros instruidos, en los que domina la ironía, no vamos. Allí es menester hablar a los ojos y a los oídos; este es el papel de los Espíritus golpeadores y burlones. Es bueno que las gentes engreídas por su ciencia sean humilladas por los Espíritus menos sabios y menos avanzados."
4. ¿La entrada en las reuniones formales está prohibida a los Espíritus inferiores?
"No, algunas veces permanecen en ellas para aprovecharse de las enseñanzas que allí se dan; pero se callan 'como los atolondrados en las asambleas de los sabios'."

232. Sería un error el creer que es menester ser médium para atraerse los seres del mundo invisible. El espacio está lleno de ellos; tenemos sin cesar a nuestro alrededor, a nuestro lado, que nos ven, nos observan, se mezclan en nuestras reuniones, nos siguen o huyen de nosotros según que los atraemos o rechazamos. La facultad medianimica nada tiene que ver con esto; sólo es un medio de comunicación. Acerca lo que nosotros hemos visto sobre la causa de simpatía o antipatía de los Espíritus, se comprenderá perfectamente que debemos estar rodeados de aquellos que tienen afinidad por nuestro propio Espíritu, según está elevado o degradado. Consideremos ahora el estado moral de nuestro globo, y se comprenderá cuál es la índole de los Espíritus que deben dominar entre los Espíritus errantes. Si vamos a ver cada pueblo en particular, podremos juzgar por el carácter dominante de los habitantes, por sus preocupaciones, sus sentimientos más o menos morales y "humanitarios", las órdenes de Espíritus que en ellos se dan cita.
Partiendo de este principio, supongamos una reunión de hombres ligeros, inconsecuentes, ocupados en sus placeres; ¿cuáles serán los Espíritus que se encontrarán allí de preferencia? Seguramente no serán Espíritus superiores, de la misma manera que nuestros sabios y nuestros filósofos no irían a pasar allí el tiempo. Así, pues, todas las veces que los hombres se reúnen, tienen con ellos una asamblea oculta que simpatiza con sus cualidades o extravagancias, y esto "haciendo abstracción de todo pensamiento de evocación". Admitamos ahora que tenga la posibilidad de hablar con los seres del mundo invisible por medio de un intérprete, es decir, por un médium; ¿cuáles son los que responderán a su llamamiento? Evidentemente los que están allí preparados y que no esperan sino una ocasión para comunicarse. Si en una asamblea fútil se llama a un Espíritu superior, podrá venir y aún hacer oír algunas palabras razonables, como un buen pastor viene entre su rebaño descarriado; pero desde el momento que no es comprendido ni escuchado, se va, como haríais vosotros mismos en su puesto, y entonces los otros tienen el paso franco.

233. No siempre basta que una asamblea sea formal para tener comunicaciones de un orden elevado; hay gentes que no ríen nunca, pero su corazón por esto no es más puro; así, pues, el corazón sobre todo es el que atrae a los buenos Espíritus. Ninguna condición moral excluye las comunicaciones espiritistas, pero si se está en malas condiciones se habla con sus iguales que no hacen falta para engañarnos y a menudo acarician nuestras preocupaciones.
Se ve por eso la enorme influencia del centro sobre la naturaleza de las manifestaciones inteligentes; pero esta influencia no se ejerce como lo han pretendido algunas personas, cuando aún no se conocía el mundo de los Espíritus como se conoce hoy, y antes que experimentos más concluyentes hayan venido a salvar las dudas.
Cuando las comunicaciones concuerdan con la opinión de los asistentes, no es porque esta opinión se refleje en el Espíritu del médium como en un espejo: es porque tenéis entre vosotros Espíritus que os son simpáticos tanto para el bien como para el mal, y que abundan en vuestro sentido; y lo que prueba es que si tenéis la fuerza de atraeros otros Espíritus que aquellos que os rodean, este mismo médium os tendrá un lenguaje enteramente diferente y os dirá las cosas que estén más lejos de vuestro pensamiento y de vuestras convicciones. En resumen, las condiciones del centro serán tanto más buenas cuanto más homogeneidad habrá para el bien, más sentimientos puros y elevados y más deseo sincero de instruirse sin ninguna segunda intención.

CAPÍTULO XXII
DE LA MEDIUMNIDAD DE LOS ANIMALES

234. ¿Los animales pueden ser médiums? Muchas veces se ha hecho esta pregunta y ciertos hechos parece que responden afirmativamente. Lo que sobre todo ha podido acreditar esta opinión son los signos notables de inteligencia de algunos pájaros adiestrados, que parece que adivinan el pensamiento y sacan de un paquete de cartas las que pueden contener la respuesta exacta a una pregunta hecha. Hemos observado estos experimentos con un cuidado muy particular, y lo que hemos admirado más es el arte que ha sido preciso desplegar para instruir a estos pájaros. Sin duda no se les puede negar cierta dosis de inteligencia relativa, pero sería preciso convenir que en esta circunstancia su perspicacia sobrepujaría de mucho a la del hombre, porque no hay nadie que pueda vanagloriarse de hacer lo que ellos hacen; aun sería preciso para ciertos experimentos suponerles un don de doble vista superior a los sonámbulos, que ven más claro. En efecto, se sabe que la lucidez es esencialmente variable y que está sujeta a frecuentes intermitencias, mientras que en los pájaros sería permanente y funcionaría a punto fijo con una regularidad y una precisión que no se ve en ningún sonámbulo; en una palabra, nunca les haría faIta. La mayor parte de los experimentos que hemos visto son de la misma naturaleza de los que hacen los prestidigitadores y no pueden dejarnos duda sobre el empleo de alguno de sus medios, particularmente el de las cartas forzadas. El arte de la prestidigitación consiste en disimular estos medios, sin lo que el hecho no tendría ningún atractivo. El fenómeno, aun reducido a esta proporción, no es menos interesante y queda siempre para admirar el talento del instructor lo mismo que la inteligencia del discípulo, porque la dificultad que queda por vencer es mucho más grande si el pájaro no obra sino en virtud de sus propias facultades; así, pues, haciendo que éste haga cosas que pasen los límites de lo imposible para la inteligencia humana, es probar, por esto sólo, el empleo de un proceder secreto. Por lo demás es un hecho constante que estos pájaros no llegan a este grado de habilidad sino al cabo de cierto tiempo y con la ayuda de cuidados particulares y perseverantes, lo que no seria necesario si sólo su inteligencia tomase parte. No es más extraordinario el adiestrarles en escoger cartas que el acostumbrarles a repetir aires musicales o palabras.
Lo mismo ha sucedido cuando la prestidigitación ha querido imitar la doble vista; se hacía demasiado con este objeto para que la ilusión fuese de larga duración. Desde la primera vez que nosotros asistimos a una reunión de esta clase, no vimos en ello sino una imitación muy imperfecta del sonambulismo, revelando la ignorancia de las condiciones más esenciales de esta facultad.

235. Sea lo que quiera de los experimentos citados más arriba, la cuestión principal no por esto queda menos intacta desde otro punto de vista; porque de la misma manera que la imitación del sonambulismo no impide la facultad de existir, la imitación de mediumnidad por medio de los pájaros nada probaría contra la posibilidad de una facultad análoga entre ellos o entre otros animales.
Se trata, pues, de saber, si los animales son aptos como los hombres, para servir de intermediarios a los Espíritus para sus comunicaciones inteligentes. Parece bastante lógico el suponer que un ser viviente, dotado de cierta dosis de inteligencia, sea más propio a este efecto que un cuerpo inerte sin vitalidad como una mesa, por ejemplo; sin embargo, esto no tiene lugar.

236. La cuestión de la mediumnidad de los animales se halla completamente resuelta en la disertación siguiente dada por un Espíritu, cuyo fondo y sagacidad se ha podido apreciar por las citas que hemos tenido la ocasión de hacer. Para conocer bien el valor de su demostración, es esencial el referirse a la explicación que ha dado del papel u oficio del médium en las comunicaciones que hemos reproducido más arriba. (Núm. 225).
Esta comunicación ha sido dada a consecuencia de una discusión que tuvo lugar sobre este objeto en la Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas.
"Hoy abordo la cuestión de la mediumnidad de los animales, promovida y sostenida por uno de vuestros más fervientes adeptos. Él pretende, en virtud de este axioma: "Quien puede lo más puede lo menos", que nosotros podemos medianimizar a los pájaros y a los otros animales y servirnos de ellos en nuestras comunicaciones con la especie humana. Esto es lo que vosotros llamáis en filosofía, o más bien en lógica, pura y simplemente un sofisma. "Vosotros animáis, dice él, la materia inerte, es decir, una mesa, una silla, un piano; 'a fortiori' debéis animar la materia ya animada de los pájaros". Pues bien; en el estado normal del Espiritismo no sucede esto, no puede ser.
"En primer lugar convengamos bien en nuestros hechos. ¿Qué es un médium? Es el "ser", es el individuo, que sirve de trazo de unión a los Espíritus para que éstos puedan comunicar con facilidad con los hombres: Espíritus encarnados. Por consiguiente, sin médium no hay comunicaciones tangibles, mentales, escritas, físicas ni de ninguna clase.
"Hay un principio que, estoy seguro, es admitido por todos los espiritistas: este es que los semejantes obran sobre sus semejantes y como sus semejantes. Así, pues, ¿cuáles con los semejantes de los Espíritus sino los Espíritus, encarnados o no encarnados? ¿Es menester repetíroslo sin cesar? Pues bien, yo os lo repetiré otra vez: vuestro periespíritu y el nuestro están sacados del mismo ambiente, son de una naturaleza idéntica, son semejantes en una palabra; poseen una propiedad de asimilación más o menos desarrollada, de imitación más o menos vigorosa, que nos permite a Espíritus y encarnados ponernos con mucha prontitud y con mucha facilidad en relación. En fin, lo que pertenece en propiedad a los médiums, lo que es de la misma esencia de su individualidad, es una afinidad especial, y al mismo tiempo una fuerza de expansión particular que aniquila en ellos toda refractibilidad y establecen entre ellos y nosotros una especie de corriente y de fusión que facilita nuestras comunicaciones. Por otra parte, esta refractibilidad de la materia es la que se opone al desarrollo de la mediumnidaden la mayor parte de aquellos que no son médiums.
"Los hombres siempre tienen propensión a exagerarlo todo; los unos, no hablo ahora de los materialistas, niegan un alma a los animales y otros quieren darles una, por decirlo así, semejante a la nuestra. ¿Por qué queréis confundir de este modo lo perfectible con lo imperfectible? No, no, esta bien convencidos, el fuego que anima a las bestias, el soplo que les hace obrar, mover, y hablar en su lengua, no tiene en cuanto al presente, ninguna disposición para mezclarse, para unirse, para confundirse con el soplo divino, el alma etérea, el Espíritu en una palabra, que anima el ser esencialmente perfectible: el hombre, este rey de la creación. Por lo demás, ¿no es esta condición esencial de perfectabilidad lo que constituye la superioridad de la especie humana, sobre las otras especies terrestres? Pues bien, reconoced que no puede asimilarse al hombre, sólo perfectible en sí mismo y en sus obras, ningún individuo de las otras razas vivientes sobre la Tierra.
"El perro, que su inteligencia superior entre los animales ha hecho el amigo y el comensal del hombre, ¿es perfectible por sí mismo y por su iniciativa personal? Nadie se atrevería a sostenerlo, porque el perro no hace progresar al perro; y aquel de entre ellos que mejor adiestrado está, lo es siempre por su mano. Desde que el mundo es mundo, la nutria construye su choza sobre las aguas; con las mismas proporciones, y siguiendo una regla invariable; los ruiseñores y las golondrinas jamás construyen sus nidos de otro modo que lo hicieron sus padres. Un nido de gorriones antes del diluvio, así como un nido de gorriones de la época moderna, siempre es un nido de gorriones edificado con las mismas condiciones y por el mismo sistema de entrelazamiento de hebras de yerbas y desperdicios recogidos en la primavera, en la época de los amores. Las abejas y las hormigas, estas pequeñas repúblicas caseras, nunca han variado en sus costumbres de provisiones, en su modo de andar, en sus hábitos y en sus producciones. En fin, la araña teje siempre su tela del mismo modo.
"Por otra parte, si buscáis las cabañas de follaje y las tiendas de las primeras edades de la Tierra, encontraréis en su lugar los palacios y las quintas de la civilización moderna; los vestidos de sucia piel han sido reemplazados por tejidos de oro y seda; en fin, a cada paso encontraréis la prueba de esta marcha incesante de la humanidad hacia el progreso.
"De este progreso constante, invencible, irrecusable de la especie humana y del modo de estacionarse indefinido de las otras especies animadas, convenid conmigo que si existen principios comunes en lo que vive y se mueve sobre la tierra, el aliento y la materia, no es menos verdad que vosotros, sólo Espíritus encarnados, estáis sometidos a esta inevitable ley del progreso que os empuja fatalmente hacia adelante y siempre adelante. Dios ha puesto los animales a vuestro lado como auxiliares para alimentaros, para vestiros, para secundaros. Les ha dado cierta dosis de inteligencia porque para ayudaros les es necesaria la comprensión, y ha proporcionado su inteligencia a los servicios que están llamados a prestaros; pero en su sabiduría no ha querido que estuviesen sometidos a la misma ley del progreso; tales como fueron creados, tales han quedado y quedarán hasta la extinción de sus razas.
"Se ha dicho: los Espíritus medianimizan y hacen mover la materia inerte, las sillas, las mesas, los pianos; hacen mover, sí, pero, ¿medianimizan? No! Porque, lo repito, sin médium ninguno de estos fenómenos pueden producirse. ¿Qué tiene de extraordinario el que con el auxilio de uno o de muchos médiums, hagamos mover la materia inerte, pasiva, que justamente en razón de ser pasiva e inerte es, por lo mismo, propia a sufrir los movimientos y las impulsiones que deseamos imprimirle? Para esto tenemos necesidad de los médiums, es positivo, pero no es necesario que el médium esté presente o tenga "conciencia" de ello, porque nosotros podemos obrar con los elementos que nos proporciona, sin él saberlo y fuera de su presencia sobre todo en los hechos tangibles y de los aportes. Nuestra capa fluídica, más imponderable y más sutil que el más sutil y más imponderable de vuestros gases, uniéndose, casándose, combinándose con la capa fluídica más "animalizada" del médium y cuya propiedad de expansión y de penetración es impalpable para vuestros sentidos groseros y casi inexplicable para vosotros, nos permite el mover los muebles y aun romperlos, en las piezas o habitaciones que no están habitadas.
"Ciertamente los Espíritus pueden hacerse visibles y tangibles para los animales, y a menudo el espanto repentino de que se ven poseídos y que os parece sin motivo, está causado por la vista de uno o de muchos de estos Espíritus mal intencionados para los individuos presentes o para aquellos a quienes pertenecen estos animales. Muy a menudo veis caballos que no quieren avanzar ni retroceder, o que se encabritan ante un obstáculo imaginario; pues bien: tened por cierto que el obstáculo imaginario es muchas veces un Espíritu o un grupo de Espíritus que se complacen impidiéndoles adelantar.
Acordaos de la burra de Balaam, que viendo un ángel delante de ella blandiendo su brillante espada, se obstinaba en no menearse del puesto; fue porque quería el ángel que antes de manifestarse a Balaam visiblemente, sólo el animal le viese; pero, lo repito, nosotros no medianimizamos directamente ni a los animales ni a la materia inerte; siempre nos hace falta de concurso de un médium, sabiéndolo o sin que lo sepa, porque nos hace falta la unión de fluidos homogéneos, lo que nosotros no encontramos ni en los animales ni en la materia bruta.
"Mr. T... dijo haber magnetizado a su perro; ¿hasta dónde llegó? lo mató; porque este desgraciado animal murió después de haber caído en una especie de atonía, de languidez, consecuencia de su magnetización. En efecto, inundándole de un fluido absorbido en una esencia superior a la esencia especial de su naturaleza, lo ha aplastado y ha obrado sobre él, aunque más lentamente, de la misma manera que el rayo. Pues como que no hay homogeneidad posible entre nuestro periespíritu y la capa fluídica de los animales propiamente dichos les aplastaríamos instantáneamente medianimizándolos.
"Establecido esto, reconozco perfectamente que en los animales existen aptitudes diversas; que ciertos sentimientos, ciertas pasiones idénticas a las pasiones y a los sentimientos humanos se desarrollan en ellos; que son sensibles y reconocidos, vengativos e iracundos, según se les trata. Es que Dios, que no hace nada incompleto, ha dado a los animales compañeros o servidores del hombre, cualidades de sociabilidad que falta completamente a los animales salvajes que habitan los desiertos. Pero de esto a poder servir de intermediarios para la transmisión del pensamiento de los Espíritus, hay un abismo: la diferencia de las naturalezas.
"Vosotros sabéis que sacamos del cerebro de los médiums los elementos necesarios para dar a nuestra idea una forma sensible y comprensible para vosotros; con el auxilio de los materiales que posee, el médium traduce nuestro pensamiento a la lengua vulgar; pues bien: ¿qué elementos encontraríamos en el cerebro de un animal?
¿Hay en él palabras, nombres, letras, cualquiera de las señales parecidas a las que existen en el hombre, aun en el menos inteligente? Sin embargo, vosotros diréis que los animales comprenden el pensamiento del hombre, aun lo adivinan; sí, los animales adiestrados comprenden ciertos pensamientos. Pero ¿nunca habéis visto que los reproduzcan? No; saca, pues, de esto, la consecuencia de que los animales no pueden servirnos de intérpretes.
Para resumir: los hechos medianímicos no pueden manifestarse sin el concurso sabido o ignorado de los médiums; y sólo entre los encarnados, Espíritus como nosotros, podemos encontrar los que pueden servirnos de médiums. En cuanto a adiestrar a los perros, a los pájaros y a otros animales para que hagan tales o cuales ejercicios, es tarea vuestra y no nuestra. ERASTO."
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Nota. - Se encontrarán en la Revista Espiritista de septiembre de 1861, los detalles de un proceder empleado por los adiestradores de pájaros sabios, para hacerles sacar de un paquete las cartas pedidas.


CAPÍTULO XXIII
DE LA OBSESIÓN
Obsesión simple. - Fascinación. - Subyugación.
- Causas de la obsesión. - Medios de combatirla.

237. En el número de los escollos que presenta la práctica del Espiritismo, es menester poner en primera linea la "obsesión", es decir, el imperio que algunos Espíritus saben tomar sobre ciertas personas. Esta nunca tiene lugar sino por los Espíritus inferiores que procuran dominar; los Espíritus buenos no hacen experimentar ninguna contrariedad; aconsejan, combaten las influencias de los malos, y si no se les escucha se retiran. Los malos, por el contrario, se unen a aquellos sobre los cuales pueden hacer presa; si llegan a tomar imperio sobre alguno, se identifican con su propio Espíritu y le conducen como a un verdadero niño.
La obsesión presenta caracteres diversos que es muy necesario distinguir, y que resultan del grado de opresión y de la naturaleza de los efectos que produce.
La palabra obsesión es de algún modo un término genérico por el cual se designa este especie de fenómeno cuyas principales variedades son: la "obsesión simple", la "fascinación" y la "subyugación".

238. La obsesión simple tiene lugar cuando un Espíritu malhechor engaña a un médium, se mezcla contra su voluntad en las comunicaciones que recibe, le impide en comunicarse con otros Espíritus y sustituye a aquellos que se evocan.
No se está obcecado por el sólo hecho de ser engañado por un Espíritu mentiroso; el mejor médium está expuesto a esto, sobre todo al principio, cuando aun le falta la experiencia necesaria, de la misma manera que entre nosotros las gentes más honradas pueden ser engañadas por los tunantes. Se puede, pues, ser engañado sin estar obcecado; la obsesión está en la tenacidad del Espíritu, del cual no se puede desembarazar.
En la obsesión simple, el médium sabe muy bien que tiene que habérselas con un Espíritu mentiroso, y éste no se oculta, no disimula sus malas intenciones y su deseo de contrariar. El médium reconoce sin pena la artimaña, y como está preparado, rara vez es engañado. Esta especie de obsesión es simplemente desagradable, y no tiene otro inconveniente que el oponer un obstáculo a las comunicaciones que se quisieron tener con Espíritus formales o con aquellos por quienes se tiene afección.
Se pueden colocar en esta categoría los casos de "obsesión física", es decir, la que consiste en las manifestaciones ruidosas y obstinadas de ciertos Espíritus que hacen oír espontáneamente golpes u otros ruidos. Nos remitimos sobre este fenómeno al capitulo de las "Manifestaciones físicas espontáneas". (Núm. 82).

239. La "fascinación" tiene consecuencias mucho más graves. Es una ilusión producida por la acción directa del Espíritu sobre el pensamiento del médium, y que de algún modo paraliza su juicio, con respecto a las comunicaciones. El médium fascinado no se cree engañado; el Espíritu tiene la maña de inspirarle una confianza ciega que le impide el ver la superchería y comprender el absurdo de lo que escribe, aun cuando todo el mundo lo conozca; la ilusión puede ir hasta hacerle ver lo sublime en el lenguaje más ridículo. Se estaría en el error si se creyera que este género de obsesión no puede alcanzar sino a las personas sencillas, ignorantes y desprovistas de juicio; los hombres más discretos, más instruidos y más inteligentes bajo otros conceptos no están exentos de esto, lo que prueba que esta aberración es el efecto de una causa extraña, de la que sufren la influencia.
Ya hemos dicho que las consecuencias de la fascinación son mucho más graves; en efecto, a favor de esta ilusión que es el resultado, el Espíritu conduce aquel a quien ha logrado dominar como lo haría con un ciego, y puede hacerle aceptar las doctrinas más extravagantes y las teorías más falsas como siendo la única expresión de la verdad; aún más: puede excitarle a que haga acciones ridículas, de compromiso y aún perniciosas.
Se comprende fácilmente toda la diferencia que hay entre la obsesión simple y la fascinación; se comprende también que los Espíritus que producen estos dos efectos deben diferir de carácter. En la primera, el Espíritu que se une a vosotros sólo es un ser importuno por su tenacidad, y se desea con impaciencia poderse desembarazar de él. En la segunda es otra cosa; para llegar a tales fines es necesario un Espíritu hábil, vivo y profundamente hipócrita, porque no puede chasquear y hacerse aceptar sino con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de virtud; las grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como credenciales; pero a través de todo esto deja penetrar las señales de inferioridad, que es necesario estar fascinado para no ver; teme también a todas las personas que ven demasiado claro; así es que su táctica es casi siempre la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la seguridad de tener razón.

240. La "subyugación" es una restricción que paraliza la voluntad del que la sufre y le hace obrar a pesar suyo. En una palabra, es su verdadero "yugo".
La subyugación puede ser "moral o corporal". En el primer caso, el subyugado es solicitado a tomar determinaciones muchas veces absurdas y comprometidas, que por una especie de ilusión las cree sensatas; es una especie de fascinación. En el segundo caso el Espíritu obra sobre los órganos materiales y provoca los movimientos involuntarios.
Se traduce en el médium escribiendo por una necesidad incesante de escribir, aún en los momentos más inoportunos. Nosotros los hemos visto que, en defecto de pluma o de lápiz, escribían con el dedo por todas partes en donde se encontraban, en las mismas calles, en las puertas y en las paredes.
La subyugación corporal va algunas veces más lejos; puede conducir a los actos más ridículos. Hemos conocido a un hombre que no era joven ni hermoso, que bajo el imperio de una obsesión de esta naturaleza se veía obligado por una fuerza irresistible a ponerse de rodillas delante de una joven, con la cual no había tenido ninguna entrevista y pedirla en matrimonio. Otras veces sentía en las espaldas y en las piernas una presión enérgica, que le forzaba contra su voluntad y sin embargo de la resistencia que hacía al ponerse de rodillas y besar el suelo en los parajes públicos y en presencia de la multitud.
Este hombre pasaba por loco entre sus relaciones; pero nosotros nos hemos convencido de que no lo era, porque tenía el pleno convencimiento del ridículo, de lo que hacía contra su voluntad, por lo que sufría horriblemente.

241. En otro tiempo se daba el nombre de posesión al imperio ejercido por malos Espíritus, cuando su influencia llegaba hasta la aberración de las facultades. La posesión sería para nosotros sinónimo de subyugación. Si no adoptamos este término es por dos razones: la primera porque implica la creencia de seres creados para el mal y entregados perpetuamente a él, mientras que no hay sino seres más o menos imperfectos y que todos pueden mejorarse. La segunda, porque implica igualmente la idea de la toma de posesión de un cuerpo por un Espíritu extraño, de una especie de cohabitación, mientras que sólo hay una sujeción. La palabra "subyugación" expresa perfectamente el pensamiento. De este modo para nosotros no hay poseídos en el sentido vulgar de la palabra: sólo hay "obcecados", "subyugados" y "fascinados".

242. La obsesión, como ya lo hemos dicho, es uno de los más grandes escollos de la mediumnidad; es también uno de los más frecuentes; así es que todos los cuidados serían pocos para combatirla, porque además de los inconvenientes personales que pueden resultar de esto, es un obstáculo absoluto para la bondad y la veracidad de las comunicaciones. La obsesión, en cualquier grado que esté, es siempre el efecto de una sujeción y esta sujeción, no pudiendo nunca ser ejercida por un Espíritu bueno, resuelta de esto que toda comunicación dada por un médium obcecado es de origen sospechoso y no merece ninguna confianza. Si alguna vez se encuentra algo bueno, es menester tomarlo y arrojar todo lo que es simplemente dudoso.

243. Se conoce la obsesión con los caracteres siguientes:
1º Persistencia de un Espíritu en comunicarse contra la voluntad del médium, por la escritura, el oído, la tiptología, etc., oponiéndose a que otros Espíritus puedan hacerlo.
2º Ilusión que, no obstante la inteligencia del médium, le impide el reconocer la falsedad y el ridículo de las comunicaciones que recibe.
3º Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas o absurdas.
4º Confianza del médium en los elogios que hacen de él los Espíritus que se le comunican.
5º Propensión a separarse de las personas que pueden darle avisos útiles.
6º Tomar a mal la crítica con respecto a las comunicaciones que reciben.
7º Necesidad incesante e inoportuna de escribir.
8º Sujeción física dominando la voluntad de cualquiera y forzándole a obrar o a hablar a pesar suyo.
9º Ruidos y trastornos de cosas persistentes a su alrededor y de los que se es la causa o el objeto.
244. En presencia del peligro de la obsesión se dice uno que el ser médium será una cosa desagradable; ¿no es esta facultad la que la provoca, en una palabra, no es esto una prueba inconveniente de las comunicaciones espiritas?
Nuestra contestación es fácil y rogamos que se medite con cuidado.
No son los médiums ni los espiritistas los que han creado a los Espíritus, sino que los Espíritus son la causa de que haya espiritistas y médiums; no siendo los Espíritus otra cosa que las almas de los hombres, hay, pues, Espíritus desde que hay hombres, y por consiguiente han ejercido en todo tiempo su influencia saludable o perniciosa sobre la humanidad. La facultad medianímica no es para ellos sino un medio para manifestarse; en defecto de esta facultad lo hacen de mil maneras distintas más o menos ocultas. Sería, pues, un error creer que los Espíritus ejercen su influencia sólo por las comunicaciones escritas o verbales; esta influencia es de todo los instantes, y aquellos que no se ocupan de los Espíritus y que ni creen en ellos están expuestos como los otros y aún más porque no tienen contrapeso. La mediumnidad es para el Espíritu un medio de hacerse conocer; si es malo se hace siempre traición por hipócrita que sea; puede, pues, decirse, que la mediumnidad permite que se vea a su enemigo frente a frente si uno puede expresarlo así, y combatirle con sus propias armas; sin esta facultad obra en la oscuridad y al favor de su invisibilidad puede hacer, y hace en realidad, mucho mal. ¡A cuántos actos no está uno impulsado por su desgracia, y que se hubieron evitado si hubiese habido un medio de ilustrarse! Los incrédulos no creen decir tanta verdad cuando dicen de un hombre que se extravía con obstinación: "Un mal genio e empuja hacia la perdición". De este modo el conocimiento del Espiritismo, lejos de dar imperio a los malos Espíritus, debe tener por resultado en un tiempo más o menos próximo, y cuando se habrá propagado, "el destruir este imperio" dando a cada uno los medios de ponerse en guardia contra sus sugestiones, y el que sucumba a nadie podrá culpar sino a sí mismo.
Regla general: cualquiera que tenga malas comunicaciones espiritistas, escritas o verbales, está bajo una mala influencia; esta influencia se ejerce sobre él, que escriba o deje escribir, es decir, que sea o no médium, que crea o no crea. La escritura da el medio de asegurarse de la naturaleza de los Espíritus que obran sobre él y de combatirles si son malos, lo que se hace aun con más éxito cuando viene a conocer el motivo que les hace obrar. Si es demasiado ciego para comprenderle, otros podrán hacerle abrir los ojos.
En resumen, el peligro no está en el mismo Espiritismo, puesto que puede, por el contrario, servir de comprobante y preservarnos del que corremos sin cesar, sin que los sepamos; está en la orgullosa propensión de ciertos médiums en creerse, con demasiada ligereza, los instrumentos exclusivos de Espíritus superiores, y en la especie de fascinación que no les permite comprender las tonterías de los que son los intérpretes. Aquellos mismos que no son médiums pueden dejarse engañar. Citemos una comparación. Un hombre tiene un enemigo secreto que no conoce y que esparce contra él, por bajo mano, la calumnia y todo lo que la más negra maldad puede inventar; ve perder su fortuna, alejarse sus amigos, turbada su felicidad interior, no pudiendo descubrir la mano que le hiere, no puede defenderse y sucumbe; pero viene un día que este enemigo secreto le escribe, y sin embargo de su astucia se hace traición. He aquí, pues, a su enemigo descubierto y puede confundirle y remontarse. Tal es el papel de los malos Espíritus, que el Espiritismo nos da la posibilidad de conocer y descubrir.

245. Los motivos de la obsesión varían según el carácter del Espíritu; muchas veces es una venganza que ejerce sobre un individuo de quien ha tenido que quejarse durante su vida o en otra existencia; a menudo no tiene otra razón que el deseo de hacer mal; como sufre, quiere hacer sufrir a los demás; halla una especie de gozo en atormentarles, en vejarles; de este modo la impaciencia que se le demuestra le excita, porque tal es su objeto, mientras que se le cansa por la paciencia; irritándose, demostrando despecho, se hace precisamente lo que él quiere. Estos Espíritus obran algunas veces por ira y por celos del bien; por esto dirigen sobre las gentes honradas sus intenciones maléficas. Uno de ellos se ha unido como una polilla a una honrada familia conocida nuestra, que por lo demás no tiene la satisfacción de tomarla por juguete; preguntado por el motivo que tenía para atacar a las buenas gentes, más bien que a los hombres malos como él, contestó: "estos no me causan envidia. Otros están guiados por un sentimiento de maldad que les conduce a aprovecharse de la debilidad moral de ciertos individuos que saben que son incapaces de resistirles. Uno de estos últimos que subyugaba a un joven de inteligencia muy limitada, preguntado por los motivos de la elección, nos contestó: "Tengo una necesidad muy grande de atormentar a alguno; una persona razonable me rechazaría; me arrimo a un idiota que no me opone ninguna virtud".

246. Hay Espíritus obsesores sin malicia, que son algo buenos, pero que tienen el orgullo del falso saber; tienen sus ideas y sus sistemas sobre la ciencia, la economía social, la moral, la religión, la filosofía; quieren hacer prevalecer su opinión y al efecto buscan médiums bastante crédulos para que les acepten con los ojos cerrados, a quienes fascinan para impedirles que puedan distinguir lo verdadero de lo falso. Estos son los más perjudiciales, porque los sofismas no les cuestan nada y de este modo pueden acreditar las utopías más ridículas; como conocen el prestigio de los grandes nombres no tienen ningún escrúpulo en servirse de aquellos ante los cuales uno se inclina con respeto, y tampoco retroceden por el sacrilegio de nombrarse Jesús, Virgen María o un santo venerado. Procuran deslumbrar por un lenguaje pomposo, más pretencioso que profundo, erizado de términos técnicos y adornado de grandes palabras de caridad y de moral: se guardarán de dar un mal consejo, porque saben bien que serían despedidos; además, los que son sus víctimas les defienden porfiadamente diciendo: ya veis que nada dicen de malo. Pero la moral no es para ellos sino un pase; es el menor de sus cuidados; lo quieren ante todo es dominar e imponer sus ideas aunque estén
desprovistas de razón.

247. Los Espíritus sistemáticos generalmente son bastante aficionados a escribir; por esto buscan los médiums que escriben con facilidad y de los que procuran hacerse instrumentos dóciles y sobre todo entusiastas, fascinándoles. Son casi siempre habladores, muy prolijos, procurando compensar la calidad por la cantidad. Se complacen en dictar a sus intérpretes escritos voluminosos e indigestos y a menudo poco inteligibles, que felizmente tienen por antídoto la imposibilidad material de ser leídos por las masas. Los Espíritus verdaderamente superiores son sobrios de palabras; escriben poco y dicen mucho; además esta prodigiosa fecundidad debe ser siempre sospechosa.
No podríamos ser bastante circunspectos cuando se trata de publicar estos escritos; las utopías y las excentricidades, de las que abundan mucho, y que chocan con el buen sentido, producen una molesta impresión sobre las personas novicias, dándoles una idea falsa del Espiritismo, sin contar que estas son armas de las cuales se sirven sus enemigos para ponerlo en ridículo. Entre estas publicaciones las hay que sin ser malas y sin dimanar de una obsesión pueden ser miradas como imprudentes, "intempestivas" o poco hábiles.

248. Acontece muchas veces que un médium no puede comunicarse sino con un solo Espíritu, que se une a él y responde por aquellos que son llamados por su mediación.
Esta no es siempre una obsesión, porque puede dimanar de una falta de flexibilidad del médium y de una afinidad especial de su parte por tal o cual Espíritu. No hay obsesión propiamente dicha sino cuando el Espíritu impone y aleja a los otros por su voluntad; lo que nunca es el hecho de un Espíritu bueno. Generalmente el Espíritu que se apodera del médium con la idea de dominarle, no sufre el examen critico de sus comunicaciones; cuando ve que no son aceptadas y que se discuten, no se retira pero inspira al médium el pensamiento de aislarse y muchas veces se lo manda. Todo médium que se resiente de la crítica de las comunicaciones que recibe es el eco del Espíritu que le domina, y este Espíritu no puede ser bueno desde el momento que le inspira un pensamiento ilógico, el de rehusar su examen. El aislamiento del médium es siempre una cosa mala para él, porque no tiene ninguna comprobación para sus comunicaciones. No solamente debe cerciorarse por el aviso de un tercero, sino que le es necesario el estudiar todas las clases de comunicaciones para compararlas; aislándose en las que obtiene, por muy buenas que le parezcan, se expone a hacerse ilusión sobre su valor sin contar que no puede conocerlo todo y que versan siempre, poco más o menos, sobre un mismo asunto. (Núm. 192; "Médiums exclusivos").

249. Los medios de combatir la obsesión varían según el carácter que reviste. El peligro, realmente, no existe para todo médium que está bien convencido de que debe habérselas con un Espíritu mentiroso, como esto tiene lugar en la obsesión simple; para él no es más que una cosa desagradable. Pero por lo mismo que esto le es desagradable, con tanta más razón el Espíritu se encarniza con él para vejarle. Dos cosas esenciales deben hacerse en este caso. Primero, probar al Espíritu que uno no es su juguete, y que le es "imposible" el engañarnos; segundo, gastar su paciencia, mostrándose más paciente que él; si está bien convencido que pierde el tiempo, concluirá por retirarse, como lo hacen los importunos cuando no se les escucha.
Pero no siempre basta esto, y puede ser largo porque los hay que son tenaces, y para ellos los meses y los años son poca cosa. En tal caso el médium debe hacer una evocación ferviente a su buen ángel guardián, lo mismo que a los buenos Espíritus que le son simpáticos, y rogarles que le asistan. Con respecto al Espíritu obsesor, por malo que sea, es menester tratarle con severidad, pero con benevolencia, y vencerle con buenos procederes, rogando por él. Si realmente es perverso, se burlará al principio; pero moralizándole con perseverancia, finirá por enmendarse: es la empresa de una conversión, tarea muy a menudo penosa, ingrata, aun repugnante, pero cuyo mérito está en la dificultad, y que si se cumple bien queda siempre la satisfacción de haber llenado un deber de caridad y muchas veces el haber conducido al buen camino un alma perdida.
Conviene igualmente interrumpir toda comunicación escrita desde el momento que se reconoce que viene de un Espíritu malo que no quiere entender la razón, a fin de no darle el placer de ser escuchado. Aun en ciertos casos puede ser útil el dejar de escribir por algún tiempo; cada uno debe conducirse según las circunstancias. Pero si el médium escribiente puede evitar estas conversaciones, absteniéndose de escribir, no sucede lo mismo con el médium auditivo que el Espíritu obsesor persigue algunas veces a cada momento con sus palabras groseras u obscenas, y que ni siquiera tiene el recurso de taparse los oídos. Por los demás es menester reconocer que ciertas personas se divierten con el lenguaje trivial de esta clase de Espíritus, que anima y provocan, riéndose de sus necesidades en lugar de imponerles silencio y moralizarles. Nuestros consejos no pueden aprovechar a los que quieren perderse.

250. No hay, pues, peligro, sino fastidio, para todo médium que no se deja dominar, porque no puede ser engañado; todo lo contrario sucede en la "fascinación", porque entonces el imperio que toma el Espíritu sobre aquel de quien se apodera no tiene límites. Lo único que puede hacerse con él es procurar convencerle porque está supeditado, y hacer que su obsesión venga a ser simple; pero esto no es siempre fácil, y algunas veces es imposible. El ascendiente del Espíritu puede ser tal que haga sordo al fascinado a toda clase de reflexiones y puede llegar hasta hacerle dudar, cuando el Espíritu comete alguna grosera herejía científica, si no se engaña la ciencia. Como lo hemos dicho ya, generalmente acoge muy mal los consejos; la crítica le fastidia, le irrita y le hace aborrecer a los que no toman parte en su admiración. Sospechar de su Espíritu es casi una profanación a sus ojos y esto es, precisamente, lo que quiere el Espíritu; porque lo que él desea es que doblen la rodilla ante su palabra. Uno de ellos ejercía una fascinación extraordinaria sobre una persona de nuestras relaciones; lo evocamos, y luego después de algunas farsas, viendo que no podía negar o disfrazar su identidad, concluyó por confesar que no era aquel cuyo nombre tomaba. Habiéndole preguntado por qué abusaba de esta persona, contestó estas palabras que pintan claramente el carácter de esta clase de Espíritus: "Buscaba un hombre que pudiera conducir; lo he encontrado y me quedo con él". - Pero si se le hace ver claro os echará fuera. - "¡Esto lo veremos!" Como no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, cuando se reconoce la inutilidad de toda tentativa para abrir los ojos del fascinado, lo mejor es dejarle en sus ilusiones. No puede curarse un enfermo que se obstina en conservar su enfermedad y se complace en ella.

251. La subyugación corporal quita a menudo al obcecado la energía necesaria para dominar al Espíritu malo; por esto es necesaria la intervención de una tercera persona, obrando sea por el magnetismo, sea por el imperio de su voluntad. En defecto del concurso del obcecado, esta persona debe tomar el ascendiente sobre el Espíritu; pero como este ascendiente no puede ser sino moral, sólo es dado el ejercerlo a un ser "moralmente superior" al Espíritu, y su poder será tanto más grande cuanto mayor será su superioridad moral, porque impone al Espíritu que se ve forzado a inclinarse ante él; por esto Jesús tenía tan grande poder para sacar lo que entonces llamaban demonios, es decir, los malos Espíritus obsesores.
Nosotros no podemos dar aquí sino consejos generales, porque no hay ningún proceder material, sobre todo ninguna fórmula, ni menos ninguna palabra sacramental que tenga el poder de echar a los Espíritus obsesores. Lo que le falta muchas veces al obcecado, es una fuerza fluídica suficiente; en este caso la acción magnética de un buen magnetizador puede serle útil y servirle de ayuda. Por otra parte, siempre es bueno tomar por la mediación de un médium seguro, los consejos de un Espíritu superior o de su ángel de la guarda.

252. Las imperfecciones morales del obcecado son, a menudo, un obstáculo para su libertad.
He aquí un ejemplo notable que puede servir de instrucción para todos: Hacía ya algunos años que varias hermanas eran víctimas de pillajes muy desagradables. Dispersados sin cesar sus vestidos por todos los rincones de la casa, hasta por el tejado, cortados, rotos y acribillados de agujeros, por más que tuviesen buen cuidado de encerrarlos bajo llave. Estas señoras, relegadas en una pequeña localidad de provincia, nunca habían oído hablar de Espiritismo. Naturalmente su primer pensamiento fue que eran el blanco de burlas de mal género; pero esta persistencia y las precauciones que tomaban les quitaron esta idea.
Después de mucho tiempo, con motivo de algunas indicaciones, creyeron oportuno dirigirse a nosotros para conocer la causa de estas desgracias y los medios de remediarlas si era posible. La causa no era dudosa; el remedio era más difícil. El Espíritu que se manifestaba por actos semejantes era evidentemente malévolo. Se mostró en la evocación de una grande perversidad e inaccesible a todo buen sentimiento. La oración pareció, sin embargo, ejercer una influencia saludable; pero después de algún tiempo de descanso, el pillaje empezó de nuevo. Aquí está el consejo que con este motivo dio un Espíritu superior.
"Lo mejor que pueden hacer estas señoras es rogar a sus Espíritus protectores que no las abandonen; no tengo otro consejo mejor para darles; que examinen su conciencia para confesarse a sí mismas y ver si han practicado siempre el amor del prójimo y la caridad; no quiero decir la caridad que da y distribuye, sino la caridad de la lengua; porque desgraciadamente ellas no saben retener la suya, y no justifican, por sus actos piadosos, el deseo que tienen de quedar libres del que les atormenta. Les gusta mucho decir mal del prójimo, y el Espíritu que les obceca se venga, porque le hicieron padecer mucho cuando vivía. Que repasen su memoria y verán muy pronto con quién tienen que habérselas.
"Sin embargo, si consiguen mejorarse, sus ángeles guardianes se les acercarán, y su sola presencia bastará para echar fuera al Espíritu malo que se ha apoderado de una de ellas sobre todo, porque su ángel de la guarda ha tenido que alejarse en vista de los actos reprensibles o de los pensamientos malos. Lo que les falta son fervientes oraciones por los que sufren, y sobre todo la práctica de las virtudes impuestas por Dios a cada uno, según su condición".
Sobre la observación que hicimos de que estas palabras nos parecían un poco severas, y que quizá sería necesario endulzarlas para transmitirlas, el Espíritu añadió:
"Yo debo decir lo que he dicho y del modo como lo digo, porque las personas en cuestión tienen la costumbre de creer que no hacen mal con la lengua, y hacen mucho.
Por esto es menester impresionar su Espíritu de manera que sea para ellos una advertencia formal".
De esto se desprende una enseñanza de una gran importancia, y es que las imperfecciones morales dan lugar a los Espíritus obsesores, y que el medio más seguro de desembarazarse de ellos es el atraer a los buenos por la práctica del bien. Los Espíritus buenos tienen, sin duda, más poder que los malos, y su voluntad basta para alejarlos; pero no asisten sino a los que les secundan por los esfuerzos que hacen para mejorarse; de otro modo se alejan y dejan el campo libre a los Espíritus malos que vienen a ser de este modo, en ciertos casos, instrumentos de castigo, porque los buenos les dejan obrar con este fin.

253. Por lo demás, es menester guardarse de atribuir a la acción directa de los Espíritus todos los disgustos que pueden ocurrir; estos disgustos son, a menudo, la consecuencia de la incuria o de la imprevisión. Un labrador nos hizo escribir que hacía doce años era la víctima de toda suerte de desgracias con respecto a su ganado; tan pronto se le morían las vacas como no daban leche; lo mismo le sucedía con los caballos, los carneros o los cerdos. Hizo muchos novenarios que no remediaron el mal, lo mismo que las misas que hizo celebrar, ni los exorcismos que hizo practicar.
Entonces, según las preocupaciones de los campesinos, se persuadió que se había echado una maldición sobre sus animales. Creyéndonos, sin duda, dotados de un poder para conjurar, mayor que el del cura de su lugar, nos consultó. Aquí está la contestación que obtuvimos:
"La mortalidad o las enfermedades de los ganados de este hombre provienen de que sus cuadras están infestadas y no las hace reparar porque esto 'cuesta dinero' ".

254. Terminaremos este capítulo con las respuestas dadas por los Espíritus a algunas preguntas, viniendo en apoyo de lo que hemos dicho.
1. ¿Por qué ciertos médiums no pueden desembarazarse de los Espíritus malos que se unen a ellos, y cómo los Espíritus buenos que evocan no son bastante poderosos para alejar a los otros y comunicarse directamente?
"No es el poder el que falta al Espíritu bueno; muchas veces es el médium que no es bastante fuerte para secundarle; su naturaleza se presta mejor a ciertas relaciones; su fluido se identifica más bien con un Espíritu que con otro; esto es lo que da mucho imperio a los que quieren mortificar."
2. ¿Nos parece, sin embargo, que hay personas muy meritorias, de una moralidad irreprochable, y con todo se ven imposibilitadas de comunicarse con los Espíritus buenos? "Esta es una prueba; ¿y quién os ha dicho que su corazón no esté manchado con un poco de mal, que el orgullo no domine un poco la apariencia de la bondad? Estas pruebas, mostrando al obcecado su debilidad, deben conducirle a la humildad.
¿Hay alguno sobre la Tierra que pueda llamarse perfecto? Habrá quien tenga todas las apariencias de la virtud, y aun puede tener muchos defectos ocultos, un antiguo germen de imperfección. Por ejemplo, vosotros decís de aquel que no hace mal y que es leal en sus relaciones sociales: es un hombre bueno y digno. ¿Pero sabéis vosotros si sus buenas cualidades están empañadas por el orgullo, si hay en él un fondo de egoísmo, si es avaro, celoso, rencoroso, maldiciente y cien otras cosas que vosotros no apercibís, porque vuestras relaciones con él no os han puesto en este caso? El medio más poderoso para poder combatir la influencia de los Espíritus malos es el acercarse todo lo posible a la naturaleza de los buenos."
3. La obsesión que se opone a que un médium obtenga las comunicaciones que desea, ¿es siempre una señal de ser indigno por su parte?
"Yo no he dicho que esta fuese una señal de poca dignidad, sino que puede ponerse un obstáculo a ciertas comunicaciones; lo que debe procurar es quitar el obstáculo que está en él; sin esto, sus oraciones y sus súplicas nada hacen. No basta que un enfermo diga a su médico: Dadme la salud, yo quiero estar bueno; el médico no puede nada si el enfermo no hace lo que es necesario."
4. ¿La privación de comunicarse con ciertos Espíritus sería, acaso, una especie de castigo?
"En ciertos casos esto podría ser un verdadero castigo, así como la posibilidad de comunicarse con ellos es una recompensa que debéis esforzaros en merecer." (Véase 'Pérdida y suspensión de la mediumnidad, número 220').
5. ¿Pueden combatirse las influencias de los Espíritus malos, moralizándoles?
"Sí; esto es lo que no se hace y es lo que no debe olvidarse de hacer, porque a menudo es una tarea que se os ha dado y que vosotros debéis cumplir caritativa y religiosamente. Por sabios consejos puede excitárseles al arrepentimiento y activar su adelantamiento."
- ¿Cómo puede un hombre con relación a esto tener una influencia que no tienen los mismos Espíritus?
"Los Espíritus perversos se aproximan más bien a los hombres que procuran atormentar, que a los Espíritus, de los que se alelan todo lo posible. En este contacto con los humanos, cuando encuentran quien los moraliza, en un principio no le escuchan, se ríen; después, si se les sabe conducir, concluyen por dejarse conmover. Los Espíritus elevados no pueden hablarles sino en nombre de Dios, y esto les asusta. El hombre no tiene, ciertamente, más poder que los Espíritus superiores, pero su lenguaje se identifica mejor con su naturaleza, y viendo el ascendiente que puede ejercer en los Espíritus inferiores, comprende mejor la solidaridad que existe entre el cielo y la tierra.
Por lo demás, el ascendiente que el hombre puede ejercer sobre los Espíritus está en razón de su superioridad moral. No domina a los Espíritus superiores, ni aún a aquellos que, sin ser superiores, son buenos o benévolos, pero puede dominar a los Espíritus que le son inferiores en moralidad." ('Véase número 279').
6. ¿La subyugación corporal, llevada hasta cierto grado, podría tener por consecuencia la locura?
"Sí, una especie de locura cuya causa no es conocida de la gente, pero que no tiene relación con la locura ordinaria. Entre los que se tienen por locos hay muchos que no son más que subyugados, les sería necesario un tratamiento moral, mientras que se les vuelve verdaderamente locos con los tratamientos corporales. Cuando los médicos conozcan bien el Espiritismo, sabrán hacer esta distinción y curarán más enfermos que con los baños de chorro." ('221').
7. ¿Qué debemos pensar de aquellos que, viendo algún peligro en el Espiritismo, creen que el medio de evitarlo es prohibir las comunicaciones espiritistas?
"Si pueden impedir a ciertas personas el comunicarse con los Espíritus, no pueden impedir las manifestaciones espontáneas, hechas a estas mismas personas, porque no pueden suprimir los Espíritus ni impedir su influencia oculta. Esto se parece a los niños que se tapan los ojos y creen que nadie les ve. Sería locura el querer suprimir una cosa que ofrece grandes ventajas, porque los imprudentes pueden abusar; el medio de evitar estos inconvenientes, es, al contrario, el hacer conocer el fondo de esta cosa."

CAPÍTULO XXIV
IDENTIDAD DE LOS ESPÍRITUS
Pruebas posibles de identidad - Distinción de los buenos y de los malos Espíritus. - Cuestiones sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus.
Pruebas posibles de identidad

255. La cuestión de la identidad de los Espíritus es una de las más controvertidas entre los mismos adeptos del Espiritismo; en efecto, los Espíritus no nos traen una prueba de notoriedad, y se sabe con cuánta facilidad algunos de ellos toman nombres supuestos; después de la obsesión, es también una de las más grandes dificultades del Espiritismo práctico; por lo demás, en muchos casos, la identidad absoluta es una cuestión secundaria y sin importancia real.
La identidad del Espíritu de los personajes antiguos es la más difícil de comprobar y muchas veces imposible, concretándonos a la apreciación puramente moral. Se juzga a los Espíritus como a los hombres, por su lenguaje; si un Espíritu se presenta bajo el nombre de Fenelón, por ejemplo, y dice trivialidades o puerilidades, es muy cierto que no puede ser él; pero si dice cosas dignas del carácter de Fenelón y que este mismo no desmintiera, hay en este caso, sino una prueba material, al menos toda la probabilidad moral que pueda ser él. Sobre todo en este caso la identidad real es una cuestión accesoria; desde el momento que el Espíritu sólo dice cosas buenas, poco importa el nombre del que las da.
Se objetará, sin duda, que el Espíritu que tomase un nombre supuesto, aún cuando sólo fuese para decir cosas buenas, no por eso dejaría de cometer un fraude y en tal caso no puede ser un Espíritu bueno. Aquí es en donde hay matices delicados bastante difíciles de comprender, y que trataremos de desenvolver.

256. A medida que los Espíritus se purifican y se elevan en la jerarquía, los caracteres distintivos de su personalidad se borran de cierto modo en la uniformidad de perfección y, sin embargo, no dejan de conservar su individualidad; esto tiene lugar en los Espíritus superiores y en los Espíritus puros. En esta posición, el nombre que tenía en la tierra, en una de las mil existencias corporales "efímeras" por las cuales pasaron, es una cosa enteramente insignificante. Notemos también que los Espíritus son atraídos los unos hacia los otros por la semejanza de sus cualidades, y que de este modo forman grupos o familias simpáticas. Por otra parte, si se considera el número inmenso de Espíritus que desde el origen de los tiempos deben haber llegado al primer puesto, y si se compara con el número tan corto de hombres que dejaron un gran nombre sobre la tierra, se comprenderá que entre los Espíritus superiores que pueden comunicarse, la mayor parte no debe tener nombre para nosotros; pero como necesitamos nombres para fijar nuestras ideas, pueden tomar el de un personaje conocido, cuya naturaleza se identifica del mejor modo con la suya; por esto nuestros ángeles guardianes se dan a conocer muy a menudo con el nombre de uno de los santos que nosotros veneramos y generalmente con el de aquel por quien tenemos más simpatía. De esto se sigue que si el ángel de la guarda de una persona toma el nombre de San Pedro, por ejemplo, no hay ninguna prueba material que éste sea, precisamente, el apóstol de este nombre; lo mismo puede ser el que un Espíritu enteramente desconocido, perteneciendo a la familia de los Espíritus de los que San Pedro forma parte; de aquí se sigue que cualquiera que sea el nombre bajo el cual se evoca a su ángel de la guarda vendrá al llamamiento que se le hace, porque se le atrae por el pensamiento, siéndole indiferente el nombre.
Lo mismo sucede siempre que un Espíritu superior se comunica espontáneamente bajo el nombre de un personaje conocido; nada prueba que este sea el Espíritu de aquel personaje; pero si no dice nada que desmienta la elevación de carácter de este último, hay "presunción" que sea él y en todo caso puede decirse que sino lo es debe ser un Espíritu del mismo grado y quizás enviado por él. En resumen, la cuestión del nombre es secundaria, pudiendo ser el nombre considerado como un simple indicio del lugar que ocupa el Espíritu en la escala espiritista.
La posición es otra cuando un Espíritu de un orden inferior se reviste de un nombre respetable para dar autoridad a sus palabras, y esto sucede con tanta frecuencia que no podríamos prevenimos bastante contra esta clase de substituciones; porque a favor de estos nombres prestados y sobre todo con la ayuda de la fascinación, ciertos Espíritus sistemáticos, más orgullosos que sabios, procuran acreditar las ideas más ridículas.
La cuestión de identidad es, pues, como lo hemos dicho, poco menos que indiferente cuando se trata de instrucciones generales, puesto que los mejores Espíritus pueden substituirse los unos a los otros sin que esto tenga consecuencias. Los Espíritus superiores forman, por decirlo así, un todo colectivo, cuyas individualidades, con pocas excepciones, nos son completamente desconocidas. Lo que nos interesa no es su
persona, sino su enseñanza; pues desde el momento que esta enseñanza es buena, poco importa que el que la da se llame Pedro o Pablo; se le juzga por su calidad y no por su título. Si un vino es malo, el rótulo no lo hará mejor. En cuanto a las comunicaciones íntimas, ya es otra cosa, porque es el individuo, su misma persona, la que nos interesa, y con razón en este caso procuramos asegurarnos si el Espíritu que viene a nuestro llamamiento es realmente el que se desea.

257. La identidad se puede comprobar con mucha más facilidad, cuando se trata de Espíritus contemporáneos cuyo carácter y costumbres se conocen, porque no habiendo tenido aun tiempo de despojarse de sus costumbres, precisamente se dan a conocer por las mismas y decimos en seguida que son una de las señales más ciertas de identidad. El Espíritu puede, sin duda, dar las pruebas sobre la pregunta que se le ha hecho, pero no lo hace nunca sino cuando le conviene, y generalmente esto le hiere; por lo que debe evitarse. Dejando su cuerpo, el Espíritu no se ha despojado de su susceptibilidad, y se incomoda de toda pregunta que tiene por objeto ponerle a prueba. Se hacen "tales preguntas que no se atreverían a hacérselas si se presentaba vivo" por temor de faltar a la educación; ¿por qué, pues, ha de tenérsele menos respeto después de la muerte? Si un hombre se presenta en un salón diciendo su nombre, ¿se le irá a decir a quemarropa que pruebe que es tal, exhibiendo sus títulos bajo el pretexto de que hay impostores? Este hombre tendría, seguramente, el derecho de recordar al preguntador las reglas de buena crianza.
Esto es lo que hacen los Espíritus, no contestando o retirándose. Pongamos un ejemplo por comparación. Supongamos que el astrónomo Arago, cuando vivía, se hubiese presentado en una casa que no le conocieron y que se le apostrofase de este modo: Decís que sois Arago, pero como no os conocemos, hacednos el favor de probárnoslo contestando a nuestras preguntas; resolved tal problema de astronomía; decidnos vuestros nombres, apellidos, los de vuestros hijos, lo que hicisteis tal día, a tal hora, etc.
¿Qué hubiera contestado? Pues bien! como Espíritu hará lo que hubiera hecho viviendo, y los otros Espíritus hacen lo mismo.

258. Mientras que los Espíritus se niegan a contestar a preguntas pueriles y descabelladas, que se hubiera tenido reparo en hacérselas cuando vivían, ellos mismos dan a menudo, y espontáneamente, pruebas irrecusables de su identidad, por su carácter, que se revela en su lenguaje, por el empleo de las palabras que le eran familiares, por la cita de diferentes hechos, particularidades de su vida, algunas veces desconocidas de los asistentes, y cuya exactitud ha podido probarse. Además las pruebas de identidad resaltan de una multitud de circunstancias imprevistas, que no siempre se presentan al primer golpe de vista, sino continuando la conversación.
Conviene, pues, esperarlas sin provocarías, observando con cuidado todas aquellas que pueden desprenderse de la naturaleza de las comunicaciones. (Véase el hecho referido número 70).

259. El medio que se emplea algunas veces con buen resultado para asegurar la identidad, cuando el Espíritu que se comunica es sospechoso, consiste en hacerle afirmar, "en nombre de Dios Todopoderoso", que es el mismo que se nombra. Sucede a menudo que el que toma un nombre supuesto retrocede ante un sacrilegio, y después de haber empezado a escribir: "Yo afirmo, en nombre de...", se para y traza con cólera líneas insignificantes, o rompe el lápiz; si es más hipócrita, evade la cuestión por una restricción mental, escribiendo por ejemplo: "Os certifico que digo la verdad"; o bien: "Atestiguo en nombre de Dios, que soy yo el que os hablo", etc. Pero los hay que no son tan escrupulosos y juran todo lo que se quiere. Uno de ellos se comunicó a un médium diciendo que era "Dios" y el médium, muy honrado por tan alto favor, no vaciló en creerle. Evocado por nosotros no se atrevió a sostener tal impostura, y dijo: Yo no soy Dios, pero soy, su hijo. - Entonces, ¿sois Jesús? Esto no es probable porque Jesús está colocado muy alto para emplear un subterfugio. ¿Os atrevéis, pues, a afirmar, en nombre de Dios que sois Cristo? - Yo no digo que sea Jesús; yo digo que soy el hijo de Dios, porque soy una de sus criaturas.
Debe deducirse de esto que si rehúsa un Espíritu el afirmar su identidad en nombre de Dios, es siempre una prueba manifiesta de que el nombre que ha tomado es una impostura, pero que la afirmación sólo es una presunción y no una prueba cierta.

260. Puede también colocarse entre las pruebas de identidad la semejanza de escritura y de la firma, pero como por otra parte no es dado a todos los médiums el obtener este resultado, esto no es siempre una garantía suficiente; en el mundo de los Espíritus hay tantas falsedades como en éste; no es, pues, sino una presunción de identidad, que no adquiere valor sino por las circunstancias que la acompañan. Lo mismo sucede con todas las señales materiales que algunos dan como talismanes inimitables por los Espíritus mentirosos. Para los que se atreven a jurar a Dios en falso o falsificar una firma, un signo material cualquiera que sea, no puede ofrecerles mayor obstáculo. La mejor de todas las pruebas de identidad está en el lenguaje y en las circunstancias casuales.

261. Sin duda se dirá que si un Espíritu puede imitar una firma, del mismo modo puede imitar el lenguaje. Esto es verdad; nosotros hemos visto que tomando descaradamente el nombre de Cristo, y para engañar, simulaban el estilo evangélico y prodigaban a diestro y a siniestro estas palabras bien conocidas: "En verdad, en verdad yo os lo digo"; pero cuando se estudiaba el conjunto "sin prevenciones", cuando se escudriñaba el fondo de los pensamientos, la importancia de las expresiones; cuando al lado de las bellas máximas de caridad se veían recomendaciones pueriles y ridículas, hubiera sido preciso estar "fascinado" para engañar-se. Sí; ciertas partes de la forma material del lenguaje pueden ser imitadas pero no el pensamiento; jamás la ignorancia imitará el verdadero saber, y jamás el vicio imitará la verdadera virtud; siempre habrá algo que hiera el oído; entonces es cuando el médium, así como el que evoca, tienen necesidad de toda la perspicacia y de todo su criterio para distinguir la verdad de la mentira. Deben persuadirse que los Espíritus perversos son capaces de todas las estratagemas, y cuando más elevado es el nombre bajo el cual se manifiestan, más debe
inspirar desconfianza. ¡Cuántos médiums ha habido que han tenido comunicaciones apócrifas firmadas por Jesús, María o de un santo venerado!

Distinción de los buenos y de los malos Espíritus

262. Si la identidad absoluta de los Espíritus es, en muchos casos, una cuestión accesoria y sin importancia, no sucede lo mismo con la distinción de los buenos o malos Espíritus; su individualidad puede sernos indiferente, su cualidad no lo es jamás. En todas las comunicaciones instructivas es en donde debe concentrarse más la atención, porque esta sola es la que puede darnos la medida de la confianza que debemos tener con el Espíritu que se manifiesta, cualquiera que sea el nombre que tome. ¿El Espíritu que se manifiesta, es bueno o malo? ¿A qué grado de la escala espiritista pertenece? Aquí está la cuestión principal. (Véase "Escala Espiritista", Libro de los Espíritus, número 100).

263. Se juzga a los Espíritus, hemos dicho, como se juzga a los hombres, por su lenguaje. Supongamos que un hombre reciba veinte cartas de personas que le son desconocidas; por el estilo, por los pensamientos, por una multitud de señales conocerá, en fin, las que son instruidas o ignorantes, finas o mal educadas, superficiales, profundas, frívolas, orgullosas, formales, ligeras, sentimentales, etc. Lo mismo sucede con los Espíritus; debe considerárseles como corresponsales que jamás han visto, y preguntarse qué es lo que se pensaría del saber y del carácter de un hombre que dijera o escribiera semejantes cosas. Se puede poner como regla invariable y sin excepción, "que el lenguaje de los Espíritus está siempre en razón de su grado de elevación". Los Espíritus realmente superiores no sólo dicen grandes cosas, sino que las dicen en término que excluyen, de la manéra más absoluta, toda trivialidad; por buenas que sean estas cosas, si están empañadas con una sola expresión que resienta la bajeza, es una señal indudable de su inferioridad y con mucha más razón si el conjunto de las comunicaciones hiere la decencia por su grosería. El lenguaje descubre siempre su origen, sea por el pensamiento que manifiesta, sea por su forma, y aun cuando un Espíritu quisiera engañarnos sobre su pretendida superioridad, basta conversar algún tiempo con él para conocerle.

264. La bondad y benevolencia son también atributos esenciales de Espíritus depurados; no odian ni a los hombres ni a los Espíritus; compadecen las debilidades, critican los errores, pero siempre con moderación, sin aversión ni animosidad. Si se admite que los Espíritus verdaderamente buenos sólo pueden querer el bien y decir cosas buenas, se deducirá en consecuencia que el lenguaje de los Espíritus que manifieste falta de bondad y benevolencia, no dimana de un Espíritu bueno.

265. La inteligencia está lejos de ser una señal cierta de superioridad, porque la inteligencia y la moral no siempre marchan juntas. Un Espíritu puede ser bueno, benévolo y tener conocimientos limitados, mientras que un Espíritu inteligente e instruido puede ser muy inferior en moralidad.
Se cree con bastante generalidad que, preguntando al Espíritu de un hombre que ha sido sabio en una especialidad sobre la Tierra, se obtendrá con más facilidad la verdad; esto es lógico y, sin embargo, no es siempre verdadero. La experiencia demuestra que los sabios, lo mismo que los otros hombres, sobre todo aquellos que han dejado la Tierra hace poco, están aun bajo el imperio de las preocupaciones de la vida corporal; no se desprenden inmediatamente del Espíritu de sistema. Puede, pues, suceder, que bajo las influencias de las ideas que tuvieron cuando vivían y con las cuales se hicieron un título de gloria, vean menos claro de lo que nosotros lo pensamos. No damos este principio como una regla, mucho le falta; decimos únicamente que esto se ve, y que por consiguiente su ciencia humana no siempre es una prueba de infalibilidad como Espíritu.

266. Sometiendo todas las comunicaciones a un examen escrupuloso, escudriñando y analizando el pensamiento y las expresiones, como se hace cuando se trata de juzgar una obra literaria, rechazando "sin vacilar" todo lo que peca por la lógica y el buen sentido, todo lo que desmiente el carácter del Espíritu que se tiene por presentado, desanima a los Espíritus falaces que acaban por retirarse, bien convencidos de que no pueden engañarnos. Lo repetimos, este medio es el sólo, pero infalible, porque no hay malas comunicaciones que puedan resistir a una crítica rigurosa. Los Espíritus buenos nunca se ofenden por esto, puesto que ellos mismos lo aconsejan, y porque nada tienen que temer del examen; sólo los malos son los que se formalizan y quieren disuadir, porque lo pierden todo y por lo mismo prueban lo que son.
Sobre este asunto aquí está el consejo dado por San Luis: "Cualquiera que sea la confianza legítima que os inspiren los Espíritus que presiden vuestros trabajos, la recomendación que no nos cansaríamos de repetir y que tendríais que tener siempre en la memoria cuando os entregáis a vuestros estudios, es que penséis y maduréis, que sometáis a la prueba de la razón más severa, todas las comunicaciones que recibís; que no descuidéis, desde que un punto os parece sospechoso, dudoso u oscuro, el pedir las explicaciones necesarias para poderos fijar".

267. Se pueden resumir los medios de reconocer la cualidad de los Espíritus en los principios siguientes:
1º No hay otro criterio para discernir el valor de los Espíritus, que el buen sentido.
Toda fórmula dada a este efecto por los mismos Espíritus es absurda y, no puede dimanar de Espíritus superiores.
2º Se juzga a los Espíritus por su lenguaje y por sus acciones. Las acciones de los Espíritus son los sentimientos que inspiran y los consejos que dan.
3º Siendo admitido que los Espíritus buenos no pueden decir ni hacer sino bien, todo lo que es malo no puede venir de un Espíritu bueno.
4º O Los Espíritus superiores tienen un lenguaje siempre digno, noble, elevado, sin mezcla de ninguna trivialidad; todo lo dicen con sencillez y modestia; jamás se alaban ni hacen nunca ostentación de su saber ni de su posición entre los otros. El de los Espíritus inferiores o vulgares tiene siempre algún reflejo de las pasiones humanas; toda expresión que resienta la bajeza, la suficiencia, la arrogancia, la presunción y la acrimonia, es un indicio característico de inferioridad, o de superchería, si el Espíritu se presenta bajo un nombre respetable y venerado.
5º No es menester juzgar a los Espíritus bajo la forma material y la corrección de su estilo, pero si el sondear el sentido íntimo, examinar sus palabras, pesarías fríamente, con madurez y sin prevención. Toda separación de la lógica, de la razón y de la prudencia, no puede dejar duda sobre su origen, cualquiera que sea el nombre con que se disfrace el Espíritu. (224).
6º El lenguaje de los Espíritus elevados es siempre idéntico, sino en la forma, al menos en el fondo. Los pensamientos son los mismos, cualquiera que sean los tiempos y el lugar, pueden estar más o menos desarrollados, según las circunstancias, las necesidades y la facilidad de comunicar, pero no serán contradictorios. Si dos comunicaciones que llevan el mismo nombre están en oposición la una con la otra, la una de las dos es evidentemente apócrifa y la verdadera será aquella en la que NADA desmiente el carácter conocido del personaje. Entre dos comunicaciones firmadas, por ejemplo, de San Vicente de Paúl, que la una predicase la unión y la caridad, y la otra se dirigiese a sembrar la discordia, no hay persona de sensatez que pudiese engañarse.
7º Los Espíritus buenos no dicen sino lo que saben; se callan o confiesan su ignorancia sobre lo que ellos no saben. Los malos hablan de todo con seguridad, sin cuidarse de la verdad. Toda herejía científica notoria, todo principio que choque el buen sentido, manifiesta el fraude si el Espíritu quiere pasar por un Espíritu ilustrado.
8º Se reconocen también los Espíritus ligeros con la facilidad que profetizan el porvenir y precisan los hechos materiales que no nos está permitido conocer. Los Espíritus buenos pueden hacer presentir cosas futuras cuando este conocimiento puede ser útil, pero jamás precisan las fechas; todo anuncio de un acontecimiento a época fija es indicio de una mixtificación.
9º Los Espíritus superiores se expresan sencillamente, sin ser prolijos; su estilo es conciso, sin excluir la poesía de las ideas y de las expresiones, claro, inteligible para todos, y no necesita esfuerzos para ser comprendido; tienen el arte de decir muchas cosas en pocas palabras, porque cada palabra tiene su comprensión. Los Espíritus inferiores o falsos sabios, ocultan con palabras huecas y el énfasis vacío de los pensamientos. Su lenguaje es a menudo pretencioso, ridículo u oscuro a fuerza de querer parecer profundo.
10º Los Espíritus buenos nunca mandan; no se imponen, sino que aconsejan, y si no se les escucha, se retiran. Los malos son imperiosos, dan órdenes, quieren ser obedecidos, pero no se van aun cuando no lo sean. Todo Espíritu que quiera hacerse respetar hace traición a su origen. Son exclusivos y absolutos en sus opiniones y pretenden tener ellos solos el privilegio de la verdad. Exigen una creencia ciega, y no quieren sujetarse a la razón, porque saben que la razón les quitaría la máscara.
11º Los Espíritus buenos no adulan; cuando se hace el bien lo aprueban, pero siempre con reserva; los malos hacen el elogio exagerado, estimulan el orgullo y la vanidad predicando la humildad, y procuran "exaltar la importancia personal" de aquellos cuya voluntad quieren captarse.
12º Los Espíritus superiores no hacen caso de las puerilidades de la forma "en todas las cosas". Sólo los Espíritus vulgares pueden dar importancia a los detalles mezquinos incompatibles con las ideas verdaderamente elevadas. "Toda prescripción meticulosa" es una señal cierta de inferioridad y superchería de parte de un Espíritu que toma un nombre imponente.
13º Es preciso desconfiar de las palabras extravagantes y ridículas que toman ciertos Espíritus que quieren imponer a la credulidad; y seria soberanamente absurdo el tomar estos nombres por lo serio.
14º Igualmente es preciso desconfiar de los Espíritus que se presentan muy fácilmente bajo nombres extremadamente venerados y no aceptar sus palabras sino con la más grande reserva; en esto, sobre todo, se necesita una comprobación severa, porque a menudo es una máscara que se ponen para hacer creer sus relaciones íntimas con Espíritus adelantados. Por este medio adulan la vanidad del médium y se aprovechan de ella para inducirle muchas veces a cosas extrañas o ridículas.
15º Los Espíritus buenos son muy escrupulosos sobre las cosas que puedan aconsejar; en todo caso siempre tienen un objeto "formal y eminentemente útil". Deben, pues, mirarse como sospechosas todas aquellas que no tuviesen este carácter o estuvieron condenados por la razón, y reflexionar maduramente antes de emprenderlas, porque se expondría cualquiera a desagradables mixtificaciones.
16º Se reconocen también los buenos Espíritus por su prudente reserva sobre todas las cosas que pueden comprometer; repugnan en descubrir el mal; los Espíritus ligeros o malévolos se complacen en aumentarlo. Mientras que los buenos procuran endulzar las contrariedades y predican la indulgencia, los malos las exageran y siembran la cizaña con insinuaciones pérfidas.
17º Los Espíritus buenos prescriben sólo el bien. Toda máxima, todo consejo que no esté "estrechamente conforme con la pura caridad evangélica", no puede ser la obra de Espíritus buenos.
18º Los Espíritus buenos aconsejan siempre cosas perfectamente racionales; toda recomendación que se apartase de la "línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de la naturaleza", indica un Espíritu limitado y por consiguiente poco digno de confianza.
19º Los Espíritus malos o simplemente imperfectos se hacen traición a sí mismos aún por señales materiales con las cuales nadie podría engañarse. Su acción sobre el médium es algunas veces violenta y provoca en él movimientos bruscos y sacudimientos, una agitación febril y convulsiva que hace contraste con la calma y la dulzura de los Espíritus buenos.
20º Los Espíritus imperfectos aprovechan muchas veces los medios de comunicación, de los cuales disponen para dar consejos pérfidos; excitan la desconfianza y la animosidad contra los que les son antipáticos; aquellos que pueden quitar la máscara a sus imposturas son, sobre todo, el objeto de su animadversión.
Los hombres débiles son su punto de mira para inducirles al mal. Empleando sucesivamente los sofismas, los sarcasmos, las injurias y hasta señales materiales de su poder oculto para convencer mejor, procuran separarles de la senda de la verdad.
21º El Espíritu de los hombres que han tenido en la Tierra una preocupación única, moral y material, si no están separados de la influencia de la materia, están aún bajo el imperio de las ideas terrestres y llevan consigo una parte de sus preocupaciones, de las predilecciones y "aun de las manías" que tenían aquí bajo. Esto es lo que puede muy bien conocerse en su lenguaje.
22º Los conocimientos que muchas veces ostentan ciertos Espíritus no son la señal de su superioridad. La inalterable pureza de sentimientos morales es en cuanto a esto la verdadera piedra de toque.
23º No es menester preguntar a un Espíritu para conocer la verdad. Ante todo es necesario saber a quién se dirige uno; porque los Espíritus inferiores también ignorantes, tratan con frivolidad las cuestiones más formales.
No basta tampoco que un Espíritu haya sido un gran hombre sobre la Tierra para tener en el mundo de los Espíritus la soberana ciencia. Sólo la virtud puede, purificándole, hacerle aproximar a Dios y extender sus conocimientos.
24º La chanza de los Espíritus superiores es, a menudo, fina y picante, pero nunca trivial. En los Espíritus burlones que no son groseros la sátira mordaz es, a menudo, oportuna.
25º Estudiando con cuidado el carácter de los Espíritus que se presentan, sobre todo al punto de vista moral, se reconocerá su naturaleza y el grado de confianza que puede concedérseles. El buen sentido no podría engañar.
26º Para juzgar a los Espíritus, así como para juzgar a los hombres, antes es preciso saberse juzgar a si mismo. Desgraciadamente hay muchas personas que toman su opinión personal por medida exclusiva de lo bueno y lo malo, de lo verdadero y lo falso; todo lo que contradice su manera de ver, sus ideas, el sistema que han concebido o adoptado, es malo a sus ojos. Tales gentes faltan evidentemente a la primera cualidad para una sana apreciación: la rectitud del juicio; pero no se lo creen así; es el defecto sobre el cual uno se hace más ilusión.
Todas estas instrucciones dimanan de la experiencia y de la enseñanza dada por los Espíritus; nosotros las completamos con las contestaciones dadas por ellos sobre los puntos más importantes.

268. Preguntas sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus
1ª ¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus?
"Con su lenguaje, así como vosotros distinguís a un atolondrado de un hombre sensato. Ya lo hemos dicho: los Espíritus superiores no se contradicen nunca y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es su preocupación.
Los Espíritus inferiores están aún bajo el Imperio de las ideas materiales; sus discursos se resienten de su ignorancia y de su imperfección. Sólo es dado a los Espíritus superiores el conocer todas las cosas y juzgarlas sin pasión."
2ª La ciencia en un Espíritu, ¿es siempre la señal cierta de su elevación?
"No, porque si aún está bajo la influencia de la materia, puede tener vuestros vicios y vuestras preocupaciones, Hay personas en este mundo que son excesivamente celosas y orgullosas. ¿Crees, acaso, que dejan estas imperfecciones desde que mueren?
Después de la salida de aquí queda una especie de atmósfera que les envuelve y les deja todas estas cosas malas; sobre todo aquellas que han tenido pasiones muy marcadas.
"Estos Espíritus medio imperfectos son más temibles que los Espíritus malos, porque la mayor parte reúnen la astucia y el orgullo a la inteligencia, Por su pretendido saber imponen a las gentes sencillas e ignorantes, que aceptan sin comprobar sus teorías absurdas y mentirosas; aun cuando estas teorías no pudiesen prevalecer contra la verdad, no por eso dejan de hacer un mal momentáneo, porque ponen trabas a la marcha del Espiritismo y los médiums se ciegan voluntariamente sobre el mérito de lo que se les comunica. Esto es lo que requiere un gran estudio de parte de los espiritistas ilustrados y de los médiums; toda la atención debe dirigirse a distinguir lo verdadero de lo falso."
3ª Muchos Espíritus protectores se designan bajo nombres de santos o personas conocidas; ¿qué debemos creer con respecto a esto?
"Todos los nombres de santos y personales conocidos no bastarían para dar a cada hombre un protector; entre los Espíritus hay pocos que tengan un nombre conocido sobre la Tierra; por esto muchas veces no se nombran, pero vosotros casi siempre queréis un nombre; entonces, para satisfaceros, toman el de un hombre que vosotros conocéis y respetáis."
4ª Este nombre prestado, ¿puede ser considerado como un engaño?
"Sería un fraude de parte de un Espíritu malo que quisiera abusar; pero cuando es para el bien, Dios permite que suceda de este modo entre los Espíritus de un mismo orden, porque entre ellos hay solidaridad y semejanza de pensamientos."
5ª De este modo, cuando un Espíritu protector dice llamarse San Pablo, por ejemplo, ¿no es cierto que sea el mismo Espíritu o el alma del apóstol de este nombre?
"De ninguna manera, porque encontraréis millares de personas a quienes se ha dicho que su ángel guardián era San Pablo u otro; pero, ¿qué os importa si el Espíritu que os protege está tan elevado como San Pablo? Ya os lo he dicho: os hace falta un nombre, toman uno para hacerse llamar y conocer, así como vosotros tomáis nombres de bautismo para distinguiros de los otros miembros de vuestra familia. De la misma manera pueden tomar los de los arcángeles Rafael, San Miguel, etc., sin que esto tenga consecuencias.
"Por lo demás, cuanto más elevado es un Espíritu tanto más se multiplica su radiación; creed, pues, que un Espíritu protector de un orden superior puede tener bajo su tutela a centenares de encarnados. Entre vosotros, sobre la Tierra, tenéis notarios que se encargan de los negocios de cien y doscientas familias; ¿por qué quisierais que nosotros, espiritualmente hablando fuésemos menos aptos para la dirección moral de los hombres que aquellos para la dirección material de sus intereses?"
6ª ¿Por qué los Espíritus que se comunican toman a menudo nombres de santos?
"Se identifican con la costumbre de aquellos a quienes hablan, y toman los nombres que son de tal naturaleza que puedan hacer sobre el hombre la mayor impresión en razón de sus creencias."
7ª ¿Ciertos Espíritus superiores que se evocan, vienen siempre en persona, o bien, como algunos lo creen, no vienen sino por medio de mandatarios encargados de transmitir el pensamiento?
"¿Por qué no han de venir en persona si pueden hacerlo? Pero si el Espíritu no puede venir, entonces por fuerza será un mandatario."
8ª ¿El mandatario es siempre bastante ilustrado para contestar como lo haría el Espíritu que le envía?
"Los Espíritus superiores ya saben a quién confían el cuidado de reemplazarles.
Por lo demás, cuanto más elevados son los Espíritus, más se confunden en un pensamiento común, de tal modo que para ellos la personalidad es una cosa indiferente, y lo mismo debe ser para vosotros, ¿Creéis, acaso, que en el mundo de los Espíritus superiores sólo hay los que vosotros habéis conocido en la Tierra capaces de instruiros?
Estáis de tal modo inclinados a creeros los tipos del Universo, que siempre pensáis que, fuera de vuestro mundo, no hay nada. Verdaderamente os parecéis a aquellos salvajes que no han salido de su isla y creen que el mundo no va más allá."
9ª Comprendemos que sea así cuando se trata de una enseñanza formal. ¿Pero cómo los Espíritus elevados permiten a los Espíritus de baja esfera el que tomen nombres respetables para inducir en error por máximas muchas veces perversas?
"Lo hacen sin su permiso. ¿No sucede lo mismo entre vosotros? Los que engañan de este modo serán castigados, creedlo bien, y su castigo será proporcionado a la gravedad de su impostura. De otro modo, si vosotros no fueseis imperfectos, no tendríais alrededor vuestro sino buenos Espíritus; y si sois engañados, a nadie debéis culpar sino a vosotros mismos. Dios permite que suceda de este modo para probar vuestra perseverancia y vuestro juicio y enseñaros a distinguir la verdad del error; si no lo hacéis, es porque no estáis bastante elevados y tenéis aun necesidad de lecciones de experiencia."
10ª Los Espíritus poco avanzados, pero animados de buenas intenciones y del deseo de progresar, ¿están algunas veces delegados para reemplazar a un Espíritu superior a fin de proporcionarle la ocasión de ejercitarse en la enseñanza?
"Nunca en los grandes centros; quiero decir en los centros formales y para una enseñanza general; aquellos que se presentan lo hacen siempre por su propia cuenta y, como tú dices, para ejercitarse; por esto sus comunicaciones, aunque buenas, llevan siempre las marcas de su inferioridad. Cuando son delegados, lo son únicamente para las comunicaciones poco importantes, y las que se pueden llamar personales."
11ª Las comunicaciones espiritistas ridículas están algunas veces mezcladas de máximas muy buenas. ¿Cómo se concilia esta anomalía que parecería indicar el pensamiento simultáneo de buenos y malos Espíritus?
"Los Espíritus malos o ligeros se mezclan también en dar sentencias sin reparar mucho en el fondo o la significación. ¿Todos aquellos que las hacen entre vosotros, los tenéis por hombres superiores? No; los Espíritus buenos y malos no se rozan: la presencia de los buen os Espíritus la reconoceréis en la uniformidad constante de buenas comunicaciones."
12ª ¿Los Espíritus que inducen en el error, lo hacen siempre sabiéndolo?
"No; hay Espíritus buenos, pero ignorantes y que pueden engañarse de buena fe, cuando tienen la conciencia de su insuficiencia se convencen de ello y sólo dicen lo que saben."
13ª ¿Cuando un Espíritu da una comunicación falsa, lo hace siempre con una intención malévola?
"No, si es un Espíritu ligero, se divierte mixtificando y no tiene otro objeto."
14ª Puesto que ciertos Espíritus pueden engañar por su lenguaje, ¿pueden también a la vista de un médium vidente, tomar una apariencia falsa?
"Esto se hace pero con más dificultad. En todos los casos nunca tiene lugar sino con un objeto que los mismos Espíritus malos no conocen. Sirven de instrumentos para dar una lección. El médium vidente puede ver Espíritus ligeros y mentirosos, así como otros los oyen o escriben bajo su influencia. Los Espíritus ligeros pueden aprovecharse de esta disposición para abusar con apariencias engañosas; esto depende de las cualidades de su propio Espíritu."
15ª ¿Para no ser engañado basta estar animado de buenas intenciones, y los hombres verdaderamente formales, que no mezclan en sus estudios ningún sentimiento de vana curiosidad, están expuestos a ser engañados?
"Evidentemente menos que los otros; pero el hombre tiene siempre algunas extravagancias que atraen a los Espíritus burlones; se cree fuerte y muchas veces no lo es; debe, pues, desconfiar de la debilidad que nace del orgullo y de las preocupaciones.
Nunca se toman bastante en cuenta estas dos causas, de las que los Espíritus se aprovechan; adulando las manías, están seguros de salir con la suya."
16ª ¿Por qué permite Dios que los Espíritus malos se comuniquen y digan cosas malas?
"Aun en aquello que es muy malo hay una enseñanza; a vosotros toca el sacar provecho de ello es muy necesario que haya comunicaciones de todas clases para aprender a distinguir los Espíritus buenos de los malos y serviros a vosotros mismos de espejo."
17ª ¿Pueden los Espíritus, por medio de las comunicaciones escritas, inspirar desconfianza injusta sobre ciertas personas y hacer que riñan los amigos?
"Los Espíritus perversos y celosos, en cuanto a mal pueden hacer lo que hacen los hombres; por esto es menester tener cuidado. Los Espíritus superiores son siempre prudentes y reservados cuando tienen que reprender; no dicen mal; advierten con miramiento. Si quieren que, en su interés, dos personas dejen de verse, harán nacer incidentes que les separarán de una manera natural. Un lenguaje propio para sembrar la turbación y la desconfianza es siempre el hecho de un Espíritu malo, cualquiera que sea el nombre que tome. Así, pues, no acojáis sino con circunspección el mal que un Espíritu puede decir de cualquiera de vosotros, sobre todo cuando un Espíritu bueno os ha hablado bien de él, y desconfiad de vosotros mismos y de vuestras propias prevenciones. En las comunicaciones de los Espíritus no toméis sino lo que tengan de bueno, de grande, de racional, y lo que vuestra conciencia apruebe."
18ª Por la facilidad con la cual los Espíritus malos se mezclan en las comunicaciones, ¿parece que nunca debe uno estar cierto de obtener la verdad?
"Sí, puesto que tenéis un juicio para apreciarlas. Al leer una carta sabéis conocer si es un grosero o un hombre bien educado, un zote o un sabio aquel que os escribe; ¿por qué no podríais hacerlo cuando los Espíritus os escribe? Si recibís una carta de un amigo que está lejos, ¿qué es lo que os prueba que es suya? Su escritura, diréis vosotros; ¿pero no hay falsarios que imitan todas las escrituras, y tunantes que pueden conocer vuestros negocios? Sin embargo hay señales con las cuales no os engañaréis; lo mismo sucede con los Espíritus. Figuráos, pues, que un amigo es el que os escribe, o que leéis la obra de un escritor, y juzgad por los mismos medios."
19ª ¿Podrían los Espíritus superiores impedir que los Espíritus malos tomasen nombres falsos?
"Ciertamente lo pueden; pero cuando peores son los Espíritus, más testarudos son, y a menudo se resisten a las órdenes. Es muy necesario también que sepáis que los Espíritus superiores se interesan por unas personas más que por otras, y cuando lo juzgan necesario saben preservarlas de la mentira; contra estas personas los Espíritus mentirosos son impotentes."
20ª ¿Cuál es el motivo de esta parcialidad?
"No es parcialidad, es justicia; los Espíritus buenos se interesan por aquellos que hacen caso de sus avisos, y trabajan formalmente para su propia mejora; son sus preferidos y les secundan, pero se cuidan poco de aquellos con los cuales pierden su tiempo con hermosas palabras."
21ª ¿Por qué permite Dios a los Espíritus malos cometer el sacrilegio de tomar falsamente nombres venerados?
"También podríais preguntar por qué Dios permite a los hombres mentir y blasfemar. Los Espíritus, así como los hombres, tienen su libre albedrío, tanto en el bien como en el mal; pero ni a los unos ni a los otros les hará falta la justicia de Dios."
22ª ¿Hay fórmulas eficaces para echar fuera a los Espíritus mentirosos?
"Fórmula es la materia; buen pensamiento hacia Dios, vale más."
23ª Ciertos Espíritus han dicho que tenían señales gráficas inimitables, especie de emblemas que pueden hacerles reconocer y hacer constar su identidad. ¿Esto es verdad?
"Los Espíritus superiores no tienen otras señales para hacerse reconocer que la superioridad de sus ideas y de su lenguaje. Todos los Espíritus pueden imitar una señal material. En cuanto a los inferiores, se hacen traición de tantos modos, que es menester ser ciego para dejarse engañar."
24ª ¿Los Espíritus mentirosos pueden también fingir el pensamiento?
"Fingen el pensamiento como las decoraciones del teatro fingen la naturaleza."
25ª ¿Parece de este modo que siempre es fácil el descubrir la falsificación por medio de un estudio atento?
"No lo dudéis; los Espíritus no engañan sino a los que se dejan engañar. Pero es necesario tener los ojos de comerciante de diamantes para distinguir la verdadera piedra de la falsa; así pues, el que no sepa distinguir la piedra fina de la falsa, que se dirija al lapidario."
26ª Hay personas que se dejan seducir por un lenguaje enfático; que se pagan de palabras más que de ideas; que toman también las ideas falsas y vulgares por ideas sublimes; ¿cómo estas personas, que ni siquiera son aptas para juzgar las obras de los hombres, pueden juzgar las de los Espíritus?
"Cuando estas personas tienen bastante modestia para reconocer su insuficiencia, no se fían de ellas mismas; cuando por el orgullo se crean más capaces de lo que son, sufren la pena de su tonta vanidad. Los Espíritus mentirosos saben a quién se dirigen; hay personas sencillas y poco instruidas que son más difíciles de engañar que otras que tienen genio y saber. Adulando las pasiones hacen del hombre todo lo que quieren.
27ª En la escritura, ¿los Espíritus malos se hacen traición algunas veces por señales materiales involuntarias?
"Los hábiles no lo hacen; los torpes se descubren. Toda señal inútil y pueril es un indicio cierto de inferioridad; los Espíritus elevados nada hacen inútil."
28ª Muchos médiums reconocen los buenos y los malos Espíritus con la impresión agradable o desagradable que resienten al acercarse. Preguntamos si la impresión desagradable, la agitación convulsiva, el malestar, en una palabra, ¿son siempre indicios de la mala naturaleza de los Espíritus que se manifiestan?
"El médium experimenta las sensaciones del estado en que se encuentra el Espíritu que viene a él. Cuando el Espíritu es feliz, está tranquilo, ligero, sosegado; cuando es desgraciado, está agitado, febril, y esta agitación pasa, naturalmente, al sistema nervioso del médium. Por lo demás, lo mismo sucede al hombre en la Tierra: el
que es bueno está sereno y tranquilo; el que es malo, sin cesar está agitado.
Observación. - Hay médiums de una impresión nerviosa más o menos grande; por esto la agitación no podría ser mirada como una regla absoluta; en esto como en todas las cosas es menester tomar en cuenta las circunstancias. El carácter penoso y desagradable de la impresión es un efecto de contraste, porque si el Espíritu del médium simpatiza con el Espíritu malo que se manifiesta, estará poco o nada afectado. Por lo demás, es preciso no confundir la rapidez de la escritura, que tiende a la extrema flexibilidad de ciertos médiums, con la agitación convulsiva que los médiums más lentos pueden experimentar al contacto de los Espíritus imperfectos

CAPÍTULO XXV
DE LAS EVOCACIONES
Consideraciones generales. - Espíritus que se pueden evocar. – Lenguaje que debe tenerse con los Espíritus. - Utilidad de las evocaciones particulares. –Preguntas sobre las evocaciones. - Evocaciones de los animales. - Evocación de las personas vivientes. - Telegrafía humana.
Consideraciones generales

269. Los Espíritus pueden comunicarse espontáneamente o venir a nuestro llamamiento, es decir, por medio de la evocación. Algunas personas piensan que deben abstenerse de evocar tal o cual Espíritu, y que es preferible esperar al que quiera buenamente comunicarse. Fundan esta opinión en que llamando a un Espíritu
determinado no se tiene certeza que se presente el mismo, mientras que el que viene espontáneamente y por su propia voluntad prueba mejor su identidad, y puesto que de este modo manifiesta su deseo de hablarnos. Creemos que esto es un error: primeramente, porque hay siempre alrededor nuestro Espíritus lo más a menudo de baja esfera, que no desean otra cosa que comunicarse; en segundo lugar, y también por la última razón, no llamando a nadie en particular, se abre la puerta a todos los que quieren entrar. En una reunión el no conceder la palabra a nadie es dejarla a todos y se sabe lo que resulta. El llamamiento directo que se hace a un Espíritu determinado, es un lazo entre él y nosotros; le llamamos por nuestro deseo y de este modo oponemos una especie de barrera a los intrusos.
Sin un llamamiento directo, un Espíritu no tendría muchas veces ningún motivo para venir a nosotros, no siendo nuestro Espíritu familiar.
Estos dos modos de obrar tiene cada uno sus ventajas, y el inconveniente no estaría sino en la exclusión absoluta del uno de los dos. Las comunicaciones espontáneas no tienen ningún inconveniente cuando se conocen los Espíritus y se tiene la certeza que los malos no tomarán ningún imperio; entonces es muchas veces útil esperar la complacencia de los que quieran manifestarse, porque su pensamiento no sufre ninguna opresión, y de este modo se pueden obtener cosas admirables; mientras que no se sabe si el Espíritu que llamáis está dispuesto para hablar o sea capaz de hacerlo en el sentido que se desea. El examen escrupuloso que hemos aconsejado es, por lo demás, una garantía para las malas comunicaciones. En las reuniones regulares, sobre todo en aquellas que uno se ocupa de un trabajo continuo, hay siempre Espíritus acostumbrados que se van a la cita sin que nadie les llame, porque en razón a la regularidad de las sesiones, ya están prevenidos; a menudo toman la palabra espontáneamente para tratar algún asunto, desarrollar una proposición o prescribir aquello que debe hacerse, y entonces se les reconoce con facilidad, sea por la forma del lenguaje, que siempre es idéntico, sea por la escritura, sea por ciertas costumbres que les son familiares.

270. Cuando uno desea comunicarse con un Espíritu "determinado", es de toda necesidad evocarlo. (Número 203). Si puede venir, generalmente se obtiene por respuesta:
"Sí; o Estoy aquí"; y también: "¿Qué me queréis?" Algunas veces entra directamente en materia contestando con anticipación a las preguntas que querían hacérsele.
Cuando un Espíritu es evocado por la primera vez, conviene designarlo con alguna precisión. En las preguntas que se le dirigen, es menester evitar las fórmulas secas e imperativas, que sería para él un motivo para alejarle. Estas fórmulas deben ser afectuosas o respetuosas, según el espíritu y en todos los casos atestiguar el evocador su benevolencia.

271. Nos sorprendemos muchas veces con la prontitud con que se presenta un Espíritu evocado, aun por la primera vez; se diría que estaba prevenido; en efecto, esto es lo que tiene lugar cuando uno se ha ocupado anticipadamente de su evocación. Esta preocupación es una especie de evocación anticipada, y como tenemos siempre nuestros Espíritus familiares que se identifican con nuestro pensamiento, preparan el camino
de tal modo, que si no hay nada que se oponga, el Espíritu que se quiere evocar está ya presente. En caso contrario, es el Espíritu familiar del médium, o el del evocador, o uno de los que están acostumbrados, el que va a buscarle, y para esto no necesita mucho tiempo. Si el Espíritu evocado no puede venir instantáneamente, el mensajero (los paganos dirían "Mercurio") señala un tiempo, algunas veces de cinco minutos, un cuarto de hora, una hora y aun muchos días; cuando ha llegado, entonces dice: "Aquí está", y es cuando pueden dirigírsele las preguntas que quieran hacérsele.
El mensajero no es siempre un intermediario necesario, porque el llamamiento del evocador puede ser oído directamente por el Espíritu, como se dirá más abajo número 282, pregunta 5ª, sobre la manera de la transmisión del pensamiento.
Cuando decimos que debe hacerse la evocación en nombre de Dios, entendemos que nuestra recomendación debe ser hecha formalmente y no a la ligera; los que no vieron en ello sino una fórmula sin consecuencia, harían mejor absteniéndose.

272. Las evocaciones ofrecen muchas veces más dificultades a los médiums, que los dictados espontáneos, sobre todo cuando se trata de obtener respuestas precisas a preguntas circunstanciadas. Para esto son necesarios médiums especiales, a la vez "flexibles y positivos", y se ha visto (núm. 193) que estos últimos son bastante raros, porque como lo hemos dicho ya, las relaciones fluídicas no se establecen siempre instantáneamente con el primer Espíritu que llega. Por esto es útil que los médiums no se entreguen a las evocaciones detalladas, sino después que estén seguros del desarrollo de su facultad y de la naturaleza de los Espíritus que les asisten, porque entre aquellos que están mal acompañados las evocaciones no pueden tener ningún carácter de autenticidad.

273. Los médiums, generalmente, son mucho más buscados para las evocaciones de un interés privado que para las comunicaciones de un interés general; esto se explica por el deseo muy natural de conversar con los seres que nos son queridos. Creemos deber hacer, con este motivo, muchas recomendaciones importantes a los médiums. En primer lugar no acceder a este deseo, sino con reserva, delante de personas sobre cuya sinceridad no estén bien seguros, y ponerse en guardia contra las trampas que pudieran tenderles gentes malévolas. En segundo lugar no prestarse, bajo ningún pretexto, si entrevén un objeto de curiosidad o de interés, y no una intención formal de parte del evocador; rehusar toda pregunta ociosa o que saliese del círculo de aquellas que pueden dirigirse racionalmente a los Espíritus. Las preguntas deben ser puestas con claridad, limpieza y sin segunda intención, si se quieren respuestas categóricas.
Es, pues, menester rechazar todas aquellas que tengan un carácter insidioso, porque se sabe que los Espíritus no quieren a los que tienen por objeto el ponerles a prueba; insistir sobre las preguntas de esta naturaleza es querer ser engañado. El evocador debe marchar franca y abiertamente al objeto, sin subterfugios y sin medios capciosos; si teme explicarse, haría mejor que se abstuviera.
Conviene, además, no hacer evocaciones en ausencia de las personas que hacen la demanda, sino con mucha prudencia, y a menudo es preferible el abstenerse del todo, siendo estas personas las solas aptas para examinar las respuestas, juzgar de su identidad, provocar aclaraciones si hay lugar a ello y hacer las preguntas incidentales que traen consigo las circunstancias. Además su presencia es un lazo que atrae al Espíritu, muchas veces poco dispuesto a comunicarse con extraños, por los cuales no tiene ninguna simpatía. El médium, en una palabra, debe evitar todo lo que pudiera transformarle en un agente de consulta, lo que a los ojos de mucha gente es sinónimo de decidor de la buenaventura.

Espíritus que se pueden evocar

274. Se pueden evocar todos los Espíritus a cualquier grado de la escala que pertenezcan; lo mismo los buenos que los malos; tanto los que hace poco que murieron como los que vivieron en los tiempos más remotos, a los hombres ilustres como a los más oscuros, a nuestros parientes, a nuestros amigos, lo mismo que a aquellos que nos son indiferentes; pero no se dice por esto que quieran o puedan venir siempre a nuestro llamamiento; independientemente de su propia voluntad o del permiso que puede serles negado por un poder superior, pueden estar impedidos por motivos que no siempre nos está permitido penetrar. Queremos decir que no hay impedimento absoluto que se oponga a las comunicaciones, salvo el que se dirá después; los obstáculos que pueden impedir a un Espíritu el manifestarse, casi siempre son individuales y dependen a menudo de las circunstancias.

275. Entre las causas que pueden oponerse a la manifestación de un Espíritu, las unas les son personales y las otras les son extrañas. Es menester colocar entre las primeras sus ocupaciones o las misiones que cumple y de las que no puede separarse para ceder a nuestros deseos; en este caso, su visita sólo queda aplazada.
Hay, además, su propia situación. Bien que el estado de encarnación no sea un obstáculo absoluto, puede ser un impedimento en ciertos momentos dados, sobre todo cuando la encarnación tiene lugar en mundos inferiores y cuando el mismo Espíritu está poco desmaterializado. En los mundos superiores, en aquellos en que los lazos del Espíritu y de la materia son muy sutiles, la manifestación es casi tan fácil que en el estado errante y en todos los casos más fácil que en aquellos en que la materia corporal es más compacta.
Las causas extrañas tienen relación, principalmente, con la naturaleza del médium, con la de la persona que evoca, con el centro en el cual se hace la evocación, y finalmente con el fin que uno se propone. Ciertos médiums reciben más particularmente comunicaciones de sus Espíritus familiares, que pueden ser más o menos elevados; otros son aptos para servir de intermediarios para todos los Espíritus; esto depende de la simpatía o de la antipatía, de la atracción, o de la repulsión, que el Espíritu personal del médium ejerce sobre el Espíritu extraño, que puede tomarle por intérprete con gusto o con repugnancia. Esto depende también, haciendo abstracción de las cualidades intimas del médium, del desarrollo de la facultad medianímica. Los Espíritus vienen con más gusto, y sobre todo son más explícitos con un médium que no les ofrezca ningún obstáculo material. Por lo demás, lo mismo sucede en cuanto a las condiciones morales; cuanta más facilidad tiene un médium para escribir o para expresarse, más se generalizan sus relaciones con el mundo de los Espíritus.

276. Es menester tomar también en cuenta la facilidad que debe dar la costumbre de comunicarse con tal o cual Espíritu; con el tiempo, el Espíritu extraño se identifica con el del médium, y del mismo modo con el del que le llama. Dejando aparte la cuestión de simpatía, se establecen entre ellos relaciones fluídicas que hacen las comunicaciones más prontas; por esto la primera conversación no es siempre tan satisfactoria como se podría esperar, y es también porque los mismos Espíritus piden que se les vuelva a llamar. El Espíritu que tiene costumbre de venir está como en su casa, familiarizado con sus oyentes y sus intérpretes; habla y obra más libremente.

277. En resumen, de lo que acabamos de decir resulta: que la facultad de evocar a cualquier Espíritu no implica para el Espíritu la obligación de estar a nuestras ordenes; que él pueda venir en un momento y no en otro, con tal médium o tal evocador que le plazca y no con tal otro; decir lo que él quiere sin que se le pueda obligar a decir lo que él no quiera, marcharse cuando le convenga; en fin, que por causas dependientes o no de su voluntad, después de haberse manifestado asiduo durante algún tiempo, de repente puede dejar de venir.
Por todos estos motivos, cuando uno quiere llamar a un Espíritu nuevo, es necesario preguntar a su guía protector si la evocación es posible; en el caso de que no lo sea, generalmente da los motivos y entonces es inútil insistir.

278. Aquí se presenta una grande cuestión: la de saber si hay o no inconveniente en evocar a los Espíritus malos. Esto depende del objeto que uno se propone y del ascendiente que se puede tener sobre ellos. El inconveniente es nulo cuando se les llama con un objeto formal, instructivo y con el fin de mejorarles; por el contrario, es muy grande si es por pura curiosidad o diversión, o si uno se pone bajo su dependencia pidiéndoles algún servicio. Los Espíritus buenos, en tal caso, pueden darles el poder de hacer aquello que se les pide, dejando a salvo y para más tarde el castigar severamente al temerario que se hubiera atrevido a invocarles en su socorro y creerles con más poder que Dios. En vano se prometería hacer un buen uso para lo sucesivo, y despedir al servidor una vez obtenido el servicio; aun este servicio que se ha solicitado, por pequeño que sea, es un verdadero pacto hecho con un Espíritu malo, y éste no deja la presa fácilmente (número 212).

279. El ascendiente sólo se ejerce sobre los Espíritus inferiores por la "superioridad moral". Los Espíritus perversos reconocen a los hombres de bien por sus señores; frente a frente de aquellos que no les oponen sino la energía de la voluntad, especie de fuerza brutal, luchan y a menudo son los más fuertes. Uno que quería de este modo dominar a un Espíritu rebelde, por su voluntad, el Espíritu le contestó: "Déjame tranquilo con tu aspecto de matamoros; tú, que no vales más que yo, ¿no se diría que un ladrón moraliza a otro ladrón?"
Nos asombramos de que el nombre de Dios que se invoca contra ellos sea, a menudo, impotente; San Luis ha dado la razón en la respuesta siguiente:
"El nombre de Dios no tiene influencia sobre los Espíritus imperfectos sino en la boca de aquel que puede servirse de él con autoridad por sus virtudes; en la boca del hombre que no tuviera sobre el Espíritu ninguna superioridad moral, es una palabra como otra cualquiera. Lo mismo sucede con las cosas santas que se les opone. El arma más terrible es inofensiva cuando está en manos inhábiles para poderse servir de ella o incapaces de llevarla".

Lenguaje que debe tenerse con los Espíritus

280. El grado de inferioridad o superioridad de los Espíritus, naturalmente, indica el tono que conviene tenerse con ellos. Es evidente que cuanto más elevados están, más derecho tienen a nuestro respecto, a nuestras consideraciones y a nuestra sumisión. No les debemos menos deferencia que cuando vivían y además por otros motivos: en la Tierra hubiéramos considerado su rango y su posición social; en el mundo de los Espíritus nuestro respeto sólo se dirige a la superioridad moral. Su misma elevación les pone sobre las puerilidades de nuestras formas aduladoras. Por las palabras no es como podemos captar su benevolencia; es por la sinceridad de sentimientos. Sería, pues, ridículo, darles los títulos que nuestros usos consagran a la distinción de las clases y que, viviendo, podrían haber lisonjeado su vanidad; si realmente son superiores, no solamente no hacen caso de eso, sino que les disgusta. Un buen pensamiento les es más agradable que los honores más laudables; si fuese de otro modo no estarían más elevados que la humanidad. El Espíritu de un venerable eclesiástico que en la Tierra fue un príncipe de la iglesia, hombre de bien, y que practicaba la ley de Jesús, respondió un día a uno que le evocaba, dándole el titulo de Monseñor: "Al menos deberías decir ex Monseñor, porque aquí no hay otro señor que Dios; debes saber que yo veo algunos aquí que en la Tierra se arrodillaban delante de mi y ante los cuales yo mismo me inclino ahora".
En cuanto a los Espíritus inferiores, su carácter nos traza el lenguaje que conviene tener con ellos. En el número los hay que, aunque inofensivos y aún benévolos, son ligeros, ignorantes y atolondrados; tratarles del mismo modo que a los Espíritus formales, como lo hacen ciertas personas, sería lo mismo que si nos inclináramos delante de un aprendiz o de un asno cubierto con el birrete de doctor. En tono familiar es el más adecuado para ellos, y no se formalizan por esto; al contrario, se prestan a ello con gusto.
Entre los Espíritus inferiores los hay que son infelices. Cualesquiera que puedan ser las faltas que expían, sus sufrimientos son títulos tanto más grandes para nuestra conmiseración, pues ninguna persona puede vanagloriarse de evadirse de esta palabra de Jesús: "Que el que esté sin pecado le eche la primera piedra". La benevolencia que les manifestamos es un consuelo para ellos; a falta de simpatía, deben encontrar la indulgencia que quisiéramos que se tuviera por nosotros.
Los Espíritus que revelan su inferioridad por el cinismo de su lenguaje, sus mentiras, la bajeza de sus sentimientos, la perfidia de sus consejos, seguramente son menos dignos de nuestro interés que aquellos cuyas palabras manifiestan su arrepentimiento; al menos les debemos la piedad que concedemos a los más grandes criminales, y el medio de reducirles al silencio es el de manifestarse superior a ellos. No se dedican sino a la persona que ellos creen que nada tienen que temer; porque los Espíritus perversos reconocen a sus señores en los hombres de bien como en los Espíritus superiores.
En resumen, seria tanta irreverencia el tratar de igual a igual a los Espíritus superiores, como ridículo el tener una misma deferencia para todos sin excepción.
Tengamos veneración para los que lo merecen, reconocimiento para los que nos protegen y nos asisten; para todos los otros una benevolencia de la cual necesitaremos, puede ser, nosotros mismos un día. Penetrando en el mundo incorpóreo, aprendemos el modo de conocerle, y este conocimiento debe arreglar nuestras relaciones con aquellos que lo habitan. Los antiguos, en su ignorancia, les levantaron altares; para nosotros sólo son criaturas más o menos perfectas y no elevamos altares sino a Dios.

Utilidad de las evocaciones particulares

281. Las comunicaciones que se obtienen de los Espíritus muy superiores o de aquellos que han animado los grandes personajes de la antigüedad, son preciosas por la alta enseñanza que encierran. Estos Espíritus han adquirido un grado de perfección que les permite abrazar una esfera de ideas más extensa, penetrar los misterios que están fuera del alcance vulgar de la humanidad y por consiguiente iniciarnos mejor que los otros en ciertas cosas. No se sigue de esto que las comunicaciones de los Espíritus de un orden menos elevado sean inútiles; el observador saca de ellas más de una instrucción. Para conocer las costumbres de un pueblo es menester estudiar todos los grados de la escala. El que no lo viera sino bajo una faz, lo conocería mal. La historia de un pueblo no es la de los reyes y personajes sociales; para juzgarle es preciso verle en la vida íntima, en sus costumbres privadas. Así es que los Espíritus superiores son los personajes del mundo de los Espíritus; su elevación misma les coloca de tal modo sobre nosotros, que la distancia que nos separa nos asusta. Los Espíritus más burgueses (permítasenos esta expresión) nos hacen más palpables las circunstancias de su nueva existencia. Entre ellos el lazo de la vida corporal con la vida del Espíritu es más intimo, la comprendemos mejor porque nos toca de más cerca. Sabiendo por ellos mismos lo que son, lo que piensan, lo que experimentan los hombres de todas las condiciones y de todos los caracteres, los hombres de bien como los viciosos, los grandes como los pequeños, los felices y los infelices del siglo, en una palabra, los hombres que han vivido entre nosotros, que hemos visto y conocido, cuya vida real sabemos, sus virtudes y extravagancias, comprendemos sus goces y sus sufrimientos, nos asociamos a ellos y sacamos una enseñanza moral tanto más provechosa cuanto más íntima son las relaciones entre ellos y nosotros. Nos ponemos más fácilmente en el lugar de aquel que ha sido nuestro igual, que no en el de aquel que sólo vemos a través de la ilusión de una gloria celeste. Los Espíritus vulgares nos enseñan la aplicación práctica de las grandes y sublimes verdades cuya teoría nos enseñan los Espíritus superiores. Por lo demás, en el estudio de una ciencia nada hay inútil: Newton encontró la ley de las fuerzas del universo en el fenómeno más sencillo.
La evocación de los Espíritus vulgares tiene, por otra parte, la ventaja de ponernos en relación con los Espíritus que sufren, que uno puede aliviar y cuyo adelantamiento podemos facilitar por medio de consejos útiles. Podemos, pues, hacernos útiles instruyéndonos nosotros mismos; cuando sólo se busca nuestra propia satisfacción, hay egoísmo en la conversación con los Espíritus, y el que se desdeña de tender una mano caritativa a los que son desgraciados, da pruebas de orgullo. ¿Para qué le sirve tener buenas recomendaciones de los Espíritus de importancia, si esto no le hace mejor, más caritativo y más benévolo para sus hermanos de este mundo y del otro?
¿Qué seria de los pobres enfermos si los médicos rehusaban tocar sus llagas?

282. Preguntas sobre las evocaciones
1. ¿Se puede evocar a los Espíritus sin ser médium?
"Todo el mundo puede evocar a los Espíritus, y si los que vosotros llamáis no pueden manifestarse materialmente, no por esto dejan de estar cerca de vosotros y os escuchan."
2. ¿El Espíritu evocado viene siempre al llamamiento que se le hace?
"Esto depende de las condiciones en que se encuentra, porque hay circunstancias en que no puede."
3. ¿Cuáles son las causas que pueden impedir a un Espíritu el venir a nuestro llamamiento?
"Su voluntad, la primera; después su estado corporal si está reencarnado, las misiones que pueda tener a su cargo y además puede no concedérsele permiso.
"Hay Espíritus que no pueden comunicarse nunca; éstos son aquellos que por su naturaleza pertenecen aun a los mundos inferiores a la Tierra. Los que están en las esferas del castigo tampoco lo pueden a menos de un permiso superior que no se concede sino con un fin útil y general. Para que un Espíritu pueda comunicarse, es menester que haya alcanzado el grado de adelanto del mundo en que es llamado; de otro modo es extraño a las ideas de este mundo y no tiene ningún punto de comparación. No sucede lo mismo con los que son enviados en misión o en expiación en los mundos inferiores; éstos tienen las ideas necesarias para contestar."
4. ¿Por qué motivos puede rehusarse a un Espíritu el permiso de comunicarse?
"Esto puede ser una prueba o un castigo para él o para quien lo llama."
5. ¿Estando los Espíritus diseminados por todo el espacio o en los diferentes mundos, cómo pueden oír las evocaciones que se les hacen de todos los puntos del Universo?
"Muy a menudo son avisados por los Espíritus familiares que os rodean y van a buscarles; pero en esto hay un fenómeno que es difícil de explicaros, porque vosotros no podéis aún comprender el modo de transmisión del pensamiento entre los Espíritus.
Lo que puedo deciros es que el Espíritu que vosotros evocáis, por lejos que esté, recibe, por decirlo así; el choque del pensamiento como una especie de conmoción eléctrica que llama su atención a la parte de donde viene el pensamiento que se le dirige. Se puede decir que oye el pensamiento, así como vosotros oís la voz en la Tierra."
¿El fluido universal es el vehículo del pensamiento, así como el aire lo es del sonido?
"Sí, con la diferencia de que el sonido no puede hacerse oír sino en un radio muy limitado, mientras que el pensamiento alcanza el Infinito. El Espíritu, en el espacio, es como el viajero en medio de un vasto campo que, oyendo de repente pronunciar su nombre, se vuelve del lado que le llaman."
6. Sabemos que las distancias son poca cosa para los Espíritus; sin embargo causa admiración el verles responder algunas veces tan pronto como si estuviesen esperando que se les llame.
"Es que, en efecto, están dispuestos algunas veces. Si la evocación es premeditada, el Espíritu está avisado anticipadamente y se encuentra allí a menudo antes de llamarle."
7. El pensamiento del evocador, según las circunstancias, ¿puede ser oído con más o menos facilidad?
"Sin duda ninguna; el Espíritu que es llamado por un sentimiento simpático y benévolo se conmueve con más viveza; es como una voz amiga que reconoce; sin esto sucede a menudo que la evocación no 'llega'. El pensamiento que brota de la evocación impresiona al Espíritu; si es mal dirigido se pierde en el vacío. Lo mismo sucede con los Espíritus que con los hombres, si el que les llama les es indiferente o antipático, pueden
oírle, pero muchas veces no le escuchan."
8. ¿El Espíritu evocado viene voluntariamente o se ve obligado?
"Obedece a la voluntad de Dios, es decir, a la ley general que rige el universo; y, sin embargo, obligado no es la palabra, porque él juzga si es útil venir; aquí está también el libre albedrío. El Espíritu superior viene siempre cuando es llamado con un fin útil; no se resiste a responder sino en los centros de gentes poco formales y que tratan las cosas como diversión."
9. ¿El Espíritu evocado puede rehusar el venir al llamamiento que se le hace?
"Sí por cierto. ¿En dónde estaría su libre albedrío sin esto? ¿Creéis vosotros que todos los seres del Universo están a vuestras órdenes? ¿ Vosotros mismos os creéis obligados a responder a todos aquellos que pronuncian vuestro nombre? Cuando digo que puede negarse a ello entiendo decir sobre la demanda del evocador, porque un Espíritu inferior puede ser obligado a venir por un Espíritu superior."
10. ¿Hay un medio para el evocador que obligue al Espíritu a venir contra su voluntad?
"Ninguno, si este Espíritu es igual vuestro o superior en moralidad - digo en 'moralidad' y no en inteligencia - porque no tenéis sobre él ninguna autoridad; si es vuestro inferior, lo podéis si es para su bien, porque entonces los otros Espíritus os secundarán." ('Número 279').
11. ¿Hay inconveniente en evocar a Espíritus inferiores, y puede temerse, llamándoles, el ponerse bajo su dominio?
"No dominan sino a los que se dejan dominar. El que está asistido por buenos Espíritus no tiene nada que temer; impone respeto a los Espíritus inferiores, pero éstos no se lo imponen a él. En el aislamiento los médiums, sobre todo los que empiezan, deben abstenerse de esta especie de evocaciones." ('Núm. 278').
12. ¿Son necesarias algunas disposiciones particulares en las evocaciones?
"La más esencial de todas las disposiciones es el recogimiento cuando se quiere comunicar con Espíritus formales. Con la fe y el deseo del bien se tiene más poder para evocar a los Espíritus superiores. Elevando su alma por algunos instantes de recogimiento en el momento de la evocación, se identifica con los buenos Espíritus y les dispone a que vengan."
13. ¿Es necesaria la fe para las evocaciones?
"La fe en Dios, sí; la fe para lo demás vendrá, si queréis el bien y tenéis el deseo de instruiros."
14. Los hombres reunidos en una comunión de pensamientos y de intenciones, ¿tienen más poder para evocar a los Espíritus?
"Cuando todos están reunidos por la caridad y para el bien, obtienen grandes cosas. Nada es más nocivo para el resultado de las evocaciones que la divergencia de pensamientos."
15. La precaución de hacer la cadena, dándose la mano durante algunos minutos al empezar las reuniones, ¿es útil?
"La cadena es un medio material que no pone la unión entre vosotros si ésta no existe en el pensamiento; lo que es más útil que lo demás es el unirse en un mismo pensamiento común llamando cada uno por su parte a los buenos Espíritus. Vosotros no sabéis todo lo que pudiera obtener una reunión formal de la que estuviera desterrado todo sentimiento de orgullo y de personalidad y en donde reinase un perfecto sentimiento de mutua cordialidad."
16. ¿Las evocaciones en días y horas fijas son preferidas?
"Sí, y si es posible en el mismo lugar. Los Espíritus van allí más a gusto; el deseo constante que tenéis ayuda mucho a que vengan los Espíritus y se pongan en comunicación con vosotros. Los Espíritus tienen sus ocupaciones que no pueden dejar de 'improviso' por vuestra satisfacción personal. He dicho en el mismo lugar, pero no creáis que sea una obligación absoluta, porque los Espíritus vienen por todas partes; digo que un lugar destinado a esto es preferible porque el recogimiento es más perfecto."
17. Ciertos objetos, tales como medallas y talismanes, ¿tienen la propiedad de atraer o rechazar a los Espíritus como algunos lo pretenden?
"Esta cuestión es inútil, porque vosotros sabéis bien que la materia no tiene ninguna acción sobre los Espíritus. Estad bien seguros que un Espíritu bueno jamás aconseja semejantes absurdos; la virtud de los talismanes de cualquier naturaleza que sean, jamás ha existido sino en la imaginación de las gentes crédulas."
18. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que dan citas en tugares lúgubres y en horas impropias?
"Estos Espíritus se divierten a expensas de aquellos que les escuchan. Es siempre inútil y a menudo pernicioso el ceder a tales sugestiones; inútil porque no se gana absolutamente nada más que ser mixtificado; pernicioso, no por el mal que puedan hacer los Espíritus, sino por la influencia que esto puede ejercer sobre las imaginaciones débiles.
19. ¿Hay días y horas más propicias para las evocaciones?
"Para los Espíritus esto es completamente indiferente, como todo lo que es material, y sería una superstición el creer en la influencia de los días y de las horas. Los momentos más propicios son aquellos en que el evocador puede estar menos distraído por sus ocupaciones habituales, en que su cuerpo y su Espíritu están con más calma."
20. ¿La evocación es una cosa agradable o penosa para los Espíritus? ¿Vienen con gusto cuando se les llama?
"Esto depende de su carácter y del motivo por que se les llama. Cuando el objeto es laudable y cuando el centro les es simpático, para ellos es una cosa agradable y atractiva; los Espíritus son siempre felices por la afección que se les tiene. Para algunos es una gran felicidad el comunicarse a los hombres y sufren por el abandono en que se les deja. Pero como he dicho ya, esto depende igualmente de su carácter; entre los Espíritus los hay también misántropos, que no les gusta que les estorben y cuyas respuestas indican su malhumor, sobre todo cuando son llamados por personas que les son indiferentes y por las cuales no se interesan. Muchas veces un Espíritu no tiene ningún objeto para venir al llamamiento de un desconocido que le es indiferente y casi siempre está movido por la curiosidad; si viene, generalmente hace cortas apariciones, a menos que no haya un objeto formal e instructivo en la evocación."
Observación. - Hay personas que sólo evocan a sus parientes para preguntarles las cosas más vulgares de la vida material; por ejemplo, el uno por saber si alquilará o venderá su casa, el otro para conocer los beneficios que podrá sacar de su comercio, el paraje en que se ha escondido dinero, si tal negocio será o no ventajoso. Nuestros parientes de ultratumba se interesan por nosotros en razón a la afección que les tenemos. Si todo nuestro pensamiento se limita a creerles hechiceros, si sólo nos acordamos de ellos para pedirles indicios, no pueden tener por nosotros grande simpatía y no debe uno maravillarse si nos demuestran poca benevolencia.
21. ¿Hay diferencia entre los buenos y malos Espíritus con respecto a venir pronto al llamamiento que se les hace?
"La hay muy grande; los Espíritus malos sólo vienen a gusto cuando esperan dominar y engañar; pero experimentan una viva contrariedad cuando están obligados a venir para confesar sus faltas; sólo desean marcharse, como cuando se llama a un estudiante para reprenderle. Pueden ser obligados por Espíritus superiores, como castigo, y para la instrucción de los encarnados. La evocación es penosa para los buenos Espíritus cuando se les llama inútilmente por cosas de ninguna importancia; entonces no vienen, o bien se retiran.
"Vosotros podéis decir que, en principio, los Espíritus, cualquiera que sean, no les gusta como a vosotros, servir para la distracción de los curiosos. Muchas veces no tenéis otra idea evocando a un Espíritu que el saber lo que os dirá, o preguntarle sobre las particularidades de su vida que no desea haceros conocer, porque no tiene ningún motivo para haceros sus confidencias. ¿Creéis que va a sentarse en el banquillo para
que os divierta? Desengañáos: lo que él no os hubiera dicho cuando vivía tampoco os lo dirá como Espíritu."
Observación. - La experiencia prueba, en efecto, que la evocación es siempre agradable a los Espíritus cuando se hace con un objeto formal y útil; los buenos vienen con placer para instruirnos; los que sufren encuentran consuelo en la simpatía que se les manifiesta; los que hemos conocido están satisfechos de nuestro recuerdo. Los Espíritus ligeros quieren ser evocados por las personas frívolas, porque esto les proporciona una ocasión de divertirse a sus expensas; están poco a gusto con personas graves.
22. ¿Los Espíritus, para manifestarse, tienen siempre necesidad de ser evocados?
"No, porque se presentan muchas veces sin ser llamados y esto prueba que vienen espontáneamente."
23. ¿Cuando un Espíritu se presenta por su propia voluntad, se está más seguro de su identidad?
"De ninguna manera, porque los Espíritus mentirosos emplean a menudo este medio para engañaros mejor."
24. Cuando por el pensamiento se evoca el Espíritu de una persona, aún cuando no haya manifestación por la escritura ni de otro modo cualquiera, ¿viene a nosotros?
"La escritura es un medio material para que el Espíritu pueda atestiguar su presencia, pero el pensamiento es el que le atrae y no la acción de escribir."
25. Cuando un Espíritu inferior se manifiesta, ¿puede obligársele a que se retire?
"Sí, no escuchándole. Pero, ¿cómo queréis que se retire cuando os divertís con sus torpezas? Los Espíritus inferiores se unen a los que les escuchan con gusto, como los necios entre vosotros."
26. La evocación hecha en nombre de Dios, ¿es una garantía contra la intervención de los Espíritus?
"El nombre de Dios no es un freno para todos los Espíritus perversos, pero detiene a muchos; por este medio siempre alejáis a algunos y aun alejarías a muchos más si la evocación fuese hecha desde el fondo del corazón y no como una fórmula ligera."
27. ¿Podrían evocarse nominalmente muchos Espíritus a la vez?
"Ninguna dificultad hay en esto, y si vosotros tuviérais tres o cuatro manos para escribir, tres o cuatro os responderían al mismo tiempo; lo que sucede cuando hay muchos médiums."
28. Cuando son evocados muchos Espíritus simultáneamente y sólo hay un médium, ¿quién es el que contesta?
"Uno de ellos contesta por todos y manifiesta el pensamiento colectivo."
29. ¿Podría el mismo Espíritu comunicarse a la vez con dos médiums diferentes, estando en sesión?
"Tan fácilmente como vosotros tenéis hombres que a la vez dictan muchas cartas."
Observación. - Hemos visto a un Espíritu contestar al mismo tiempo por conducto de dos médiums a las preguntas que se le han dirigido, al uno en inglés y al otro en francés, y las respuestas eran idénticas en el sentido; algunas eran la traducción literal la una de la otra.
Dos Espíritus evocados simultáneamente por dos médiums pueden establecer entre ellos una conversación; esta especie de comunicación no siendo necesaria para ellos, puesto que leen recíprocamente su pensamiento, se prestan a ello sólo para nuestra instrucción. Si son Espíritus inferiores, como aun están imbuidos de pasiones terrestres y de ideas corporales, puede llegar el caso que se disputen y apostrofen con palabras groseras, se echen en cara sus faltas, y aun se tiren los lápices, cestitas o planchitas, etcétera, el uno contra el otro.
30. El Espíritu evocado al mismo tiempo sobre diferentes puntos, ¿puede contestar simultáneamente a las varias preguntas que se le hacen?
"Sí, si es un Espíritu elevado.
- ¿En este caso se divide el Espíritu o tiene el don de ubicuidad?
"El sol es uno y sin embargo irradia alrededor y lleva lejos sus rayos sin subdividirse; lo mismo sucede con los Espíritus. El pensamiento del Espíritu es como una chispa que proyecta a lo lejos su claridad y puede ser apercibida en todos los puntos del horizonte. Cuanto más puro es el Espíritu, más irradia su pensamiento y se extiende como la luz. Los Espíritus inferiores son demasiado materiales; no pueden contestar sino a una sola persona a la vez, y si se les llama en otra parte tampoco pueden ir.
"Un Espíritu superior, llamado a un mismo tiempo en dos puntos diferentes, responderá las dos evocaciones si son tan formales y fervientes la una como la otra; en el caso contrario, da preferencia a la más formal."
Observación. - Lo mismo sucede con un hombre que, sin cambiar de puesto, puede transmitir su pensamiento por medio de señales vistas de diferentes lados.
En una sesión de la Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas en que se había discutido la cuestión de ubicuidad, un Espíritu dictó espontáneamente la comunicación siguiente:
"Preguntábais esta noche cuál era la jerarquía de los Espíritus para la ubicuidad.
Comparadnos a un aeróstato que se eleva poco a poco por los aires. Cuando toca a tierra sólo puede verle un pequeño círculo; a medida que se eleva el círculo se ensancha para él, y cuando ha llegado a cierta altura aparece a un número infinito de personas. Lo mismo sucede con nosotros; un Espíritu malo que aun está unido a la tierra queda en un círculo estrecho en medio de las personas que le ven. Aumenta en gracia, se mejora, y puede hablar con muchas personas; cuando llega a ser Espíritu superior, puede irradiar como la luz del sol, manifestarse a muchas personas y en muchas partes a la vez. Chaning."
31. ¿Puede evocarse a los Espíritus puros que han terminado la serie de sus encarnaciones?
"Sí, pero rara vez; no se comunican sino a los corazones puros y sinceros, y no a los 'orgullosos' y 'egoístas' ; es menester desconfiar de los Espíritus inferiores que toman esta cualidad para darse más importancia a vuestros ojos."
32. ¿En qué consiste que el Espíritu de los hombres más ilustres venga tan fácil y familiarmente al llamamiento de los hombres más obscuros?
"Los hombres juzgan a los Espíritus como ellos, y es un error; después de la muerte del cuerpo, las categorías terrestres no existen; no hay más distinción entre ellos que la bondad, y los que son buenos van por todas partes en donde puede hacerse bien."
33. ¿Cuánto tiempo después de la muerte puede tardarse en evocar a un Espíritu?
"Puede hacerse en el mismo instante de la muerte, pero como en este momento el Espíritu está aun en la turbación responde imperfectamente."
Observación. - Siendo la duración de la turbación muy variable, no puede haber plazo fijo para hacer la evocación; es raro, sin embargo, que al cabo de ocho días el Espíritu no se reconozca bastante para poder responder; algunas veces lo pueda muy bien dos o tres días después de la muerte; en todos los casos se puede ensayar con respecto.
34. ¿La evocación en el instante de la muerte es mas penosa para el Espíritu que la que se hace más tarde?
"Algunas veces es como si os quitasen el sueño antes de despertaros completamente. Sin embargo hay algunos que no son contrariados y aun les ayuda a salir de la turbación."
35. Un niño que muere a corta edad, ¿cómo puede su Espíritu responder con conocimiento de causa, si cuando vivía no tenía aun conciencia de sí mismo?
"El alma del niño es un Espíritu 'envuelto aún en los lazos de la materia' ; pero separado de ella goza de las facultades del Espíritu, porque los Espíritus no tienen edad; lo que prueba que el Espíritu del niño ha vivido ya. Sin embargo, hasta que esté completamente desprendido, puede conservar en su lenguaje algunas trazas del carácter de la infancia."
Observación. - La influencia corporal que se hace sentir más o menos tiempo sobre el Espíritu del niño se hace igualmente notar algunas veces sobre el Espíritu de aquellos que mueren en estado de locura. El Espíritu, por sí mismo, no es loco, pero ya se sabe que ciertos Espíritus creen durante algún tiempo estar aun en este mundo; no es, pues, extraño, que en el loco el Espíritu se resienta aun de las trabas que durante la vida se oponían a su libre manifestación, hasta que esté completamente desprendido. Este efecto varía según las causas de la locura, porque hay locos que recobran toda la lucidez de sus ideas inmediatamente después de su muerte.

283. Evocaciones de los animales
36. ¿Puede evocarse el Espíritu de un animal?
"Después de la muerte del animal, el principio inteligente que estaba en él, está en un estado latente; al momento es utilizado por ciertos Espíritus encargados de este cuidado para animar nuevos seres, en los cuales continúa la obra de su elaboración. De este modo en el mundo de Los Espíritus no hay Espíritus de animales errantes, sino únicamente Espíritus humanos.
Este contesta a vuestra pregunta.
- ¿En qué consiste, pues, que ciertas personas, habiendo evocado a los animales han obtenido contestación?
"Evocad a una peña y os responderá. Hay siempre una turba de Espíritus dispuestos a tomar la palabra para todo."
Observación. - Por la misma razón si se evoca un mito, o un personaje alegórico, responderá, es decir, responderán por él, y el Espíritu que se presentará tomará el carácter y las maneras. Uno tuvo un día la idea de evocar a 'Tartufo' y 'Tartufo' vino en seguida; hizo más, habló de Orgon, de Elmira, de Damis y de Valeria, de quienes dio noticias; en cuanto a él, imitó el hipócrita con tanto arte como si Tartufo hubiese sido un personaje real. Más tarde dijo ser el Espíritu de un actor que había hecho este papel. Los Espíritus ligeros se aprovechan siempre de la inexperiencia de los que preguntan; pero se guardan de dirigirse a aquellos que saben que son ilustrados para descubrir sus imposturas y que no creerían sus cuentos. Lo mismo sucede entre los hombres.
Un caballero tenía en su jardín un nido de jilgueros por los que se interesaba mucho; un día desapareció el nido; persuadido de que nadie de su casa era culpable de este delito, como él era médium, tuvo la idea de evocar a la madre de los pequeñuelos; vino, y le dijo un muy buen francés: "No culpes a nadie, y sosiégate sobre la suerte de mis pequeños; ha sido el gato que saltando ha hecho caer el nido; lo encontrarás en la yerba, lo mismo que los pequeños que no han sido comidos". Averiguado, se encontró exacto. ¿Es menester por esto sacar en consecuencia que fue el pájaro el que contestó?
Seguramente que no; sino un Espíritu que conocía la historia. Esto prueba cuanto debe uno desconfiar de las apariencias y cuán justa es la respuesta anterior: "Evocad una roca y os responderá". - Véase más arriba el capítulo de la "Mediumnidad en los animales", núm. 234).

284. Evocación de las personas vivientes
37. La encarnación del Espíritu, ¿es un obstáculo absoluto para su evocación?
"No, pero es preciso que el estado del cuerpo permita al Espíritu el desprenderse de la materia en este momento. El Espíritu encarnado viene con tanta más facilidad cuanto más elevado es el mundo en que se encuentra, porque los cuerpos son allí menos materiales."
38. ¿Puede evocarse el Espíritu de una persona viviente?
"Sí; puesto que puede evocarse un Espíritu encarnado. El Espíritu de un viviente puede también en sus momentos de libertad presentarse, sin ser evocado; esto depende de su simpatía por las personas con las cuales se comunica." ("Véase número 115", la historia del hombre de la caja de polvo).
39. ¿En qué estado está el cuerpo de la persona cuyo Espíritu se evoca?
"Duerme o dormita; entonces es cuando el Espíritu es libre."
- ¿Podría despertarse el cuerpo mientras que el Espíritu está ausente?
"No; el Espíritu está obligado a volver a 'entrar en él' ; si en este momento está hablando con vosotros, os deja y algunas veces os dice el motivo."
40. ¿El Espíritu ausente del cuerpo, ¿cómo es advertido de la necesidad de su presencia?
"El Espíritu de un cuerpo viviente nunca está completamente separado; a cualquiera distancia que se transporte, está unido a él por un lazo fluídico que sirve para llamarle cuando es necesario; este lazo no se rompe sino con la muerte."
Observación. - Este lazo fluídico ha sido apercibido a menudo por médiums videntes. Es una especie de rastro fosforescente que se pierde en el espacio y en la dirección del cuerpo. Ciertos Espíritus han dicho que en esto se reconocen aquellos que pertenecen al mundo corporal.
41. ¿Qué sucedería si durante el sueño y en ausencia del Espíritu, el cuerpo fuese herido mortalmente?
"El Espíritu sería advertido y volvería a entrar antes que la muerte se consumase."
- De este modo, ¿no podría suceder que el cuerpo muriese en la ausencia del Espíritu, y que éste, a su vuelta, no pudiese volver a entrar?
"No; esto sería contrario a la ley que rige la unión del alma y del cuerpo."
- ¿Pero si fuese el golpe dado súbitamente y de improviso?
"El Espíritu sería avisado antes que se diera el golpe mortal."
Observación. - Preguntado el Espíritu de un vidente sobre este hecho, respondió: "Si el cuerpo podía morir en ausencia del Espíritu, esto sería un médium muy cómodo de cometer suicidios hipócritas".
42. ¿El Espíritu de una persona evocada durante el sueño, es tan libre de comunicarse como el de una persona muerta?
"No; la materia influye siempre poco o mucho."
Observación. - Una persona en este estado a la que se dirigía esta pregunta, contestó: "Estoy siempre encadenado a la bala que arrastro tras de mí".
- En este estado, ¿podría ser impedimento al Espíritu para venir, el que estuviese en otra parte?
"Sí; puede suceder que el Espíritu esté en paraje que se complaciera en permanecer allí, entonces no viene a la evocación, sobre todo cuando es hecha por alguno que no le interesa."
43. ¿Es enteramente imposible evocar el Espíritu de una persona despierta?
"Aunque difícil, no es absolutamente imposible, porque si la evocación 'llega' , puede suceder que la persona se duerma; pero el Espíritu no puede comunicarse, como Espíritu, sino en los momentos en que su presencia no es necesaria para la actividad inteligente del cuerpo."
Observación. - La experiencia nos prueba que la evocación hecha durante el estado de vela puede provocar el sueño, o al menos una absorción vecina del sueño, pero este efecto no puede tener lugar sino por una voluntad muy enérgica y existen lazos de simpatía entre las dos personas; de otro modo la evocación 'no tiene resultado'. En el mismo caso en que la evocación podría provocar el sueño, si el momento es inoportuno, no queriendo dormir, la persona opondrá resistencia, y si sucumbe, su Espíritu estará turbado y responderá difícilmente. Resulta de esto que el momento más favorable para la evocación de una persona viviente es el de su sueño natural, porque siendo libre, su Espíritu puede venir al que le llama de la misma manera que podría ir a otra parte.
Cuando la evocación se hace con el consentimiento de la persona y que ésta procura dormirse con este objeto, puede suceder que esta preocupación retarde el sueño y turbe al Espíritu; por esto el sueño no forzado es el preferido.
44. Una persona viviente evocada, ¿tiene de ello conciencia al despertar?
"No; vosotros lo sois más a menudo que creéis, Sólo su Espíritu lo sabe y puede algunas veces dejarle una vaga impresión como de un sueño."
- ¿Quién es el que puede evocarnos si somos seres obscuros?
"En otras existencias podéis haber sido personas conocidas en este mundo o en otros, y además vuestros parientes y vuestros amigos igualmente en este mundo o en otros. Supongamos que tu Espíritu haya animado el cuerpo del padre de otra persona; pues bien: cuando esta persona evoque a su padre, será tu Espíritu el que será evocado y responderá."
45. ¿El Espíritu evocado de una persona viviente responde como Espíritu o según las ideas de cuando está despierto?
"Esto depende de su elevación, pero juzga más sanamente y con menos preocupaciones, absolutamente como los sonámbulos; es un estado parecido a poca diferencia."
46. ¿Si el Espíritu de un sonámbulo en el estado del sueño magnético fuese evocado, sería más lucido que el de otra persona?
"Sin duda respondería con más facilidad porque esta más desprendido; todo depende del grado de independencia del Espíritu y del cuerpo."
¿El Espíritu de un sonámbulo podría responder a una persona que le invocase a distancia, al mismo tiempo que respondería verbalmente a otra persona?
"La facultad de comunicarse simultáneamente sobre dos puntos diferentes no pertenece sino a los Espíritus completamente desprendidos de la materia."
47. ¿Se podrían modificar las ideas de una persona en el estado de vela, obrando sobre su Espíritu durante el sueño?
"Sí, algunas veces; el Espíritu no está ya unido a la materia por lazos tan íntimos; por esto es más accesible a las impresiones morales y es tas impresiones pueden influir sobre su manera de ver en el estado ordinario. Desgraciadamente sucede muy a menudo que al despertarse, la naturaleza corporal le conduce a hacerle olvidar las buenas resoluciones que ha podido tomar."
48. El Espíritu de una persona viviente ¿es libre de decir lo que quiere?
"Tiene sus facultades de Espíritus y por consiguiente su libre albedrío, y como tiene más perspicacia, es también más circunspecto que cuando está despierto."
49. ¿Podría obligarse a una persona, evocándola a decir lo que ella quisiera callar?
"He dicho ya que el Espíritu tiene su libre albedrío, pero puede ser que como Espíritu dé menos importancia a ciertas cosas que en el estado ordinario; su conciencia puede hablar con más libertad. Por lo demás, si no quiere hablar, puede siempre evadirse de las impertinencias marchándose, porque no puede detenerse su Espíritu como se retiene su cuerpo."
50. ¿El Espíritu de una persona viviente no podría ser obligado por otro Espíritu a venir y hablar del mismo modo que tiene lugar con los Espíritus errantes?
"Entre los Espíritus, que estén muertos o vivos, no hay supremacía sino por la superioridad moral, y debéis creer bien que un Espíritu superior jamás prestaría su apoyo a una fea indiscreción."
Observación. - Este abuso de confianza sería en efecto una mala acción, pero no podría tener resultado, puesto que no se puede arrancar un secreto que el Espíritu quisiera callar, a menos que, dominado por un sentimiento de justicia, confesase lo que en otras circunstancias callaría.
Una persona quiso saber, por este medio, de uno de sus parientes, si el testamento de este último estaba en su favor. El Espíritu contestó: "Sí, mi amada sobrina, y muy pronto tendrás la prueba". En efecto, la cosa era real, pero pocos días después, el pariente destruyó su testamento y tuvo la malicia de hacerlo saber a la persona, sin que supiese que había sido evocado. Un sentimiento instintivo le condujo, sin duda, a ejecutar la resolución que el Espíritu había tomado según la pregunta que se le había hecho. Hay bajeza en pedir al Espíritu de un muerto o de un vivo, lo que uno no se atrevería a pedir a su persona; y esta bajeza por lo mismo no tiene por compensación el resultado que se promete.
51. ¿Puede evocarse un Espíritu cuyo cuerpo está aun en el seno de su madre?
"No; sabéis bien que en este momento el Espíritu está en una turbación completa."
Observación. - La encarnación no tiene lugar definitivamente sino en el momento en que el niño respira; pero desde la concepción el Espíritu designado para animarle, está sobrecogido de una turbación que aumenta cuando se aproxima el nacimiento y le quita la conciencia de sí mismo y por consecuencia la facultad de responder. (Véase Libro de los Espíritus: Vuelta a la vida corporal; unión del alma y del cuerpo, núm. 344)
52. ¿Un Espíritu mentiroso podría tomar el puesto de una persona viviente que se evocase?
"Esto no es dudoso y sucede muy a menudo, sobre todo cuando la intención del evocador no es pura. Por lo demás la evocación de las personas vivientes sólo tiene el interés de un estudio psicológico; conviene abstenerse siempre que no pueda tener un resultado instructivo."
Observación. - Si la evocación de los Espíritus errantes no siempre da resultado, para servirnos de su expresión, esto es mucho más frecuente para los que están encarnados; entonces sobre todo es cuando los Espíritus mentirosos toman su puesto."
53. La evocación de una persona viviente ¿tiene inconvenientes?
"Nunca deja de tener peligro; esto depende de la posición de la persona, porque si está enferma puede aumentar sus sufrimientos."
54. ¿En qué caso la evocación de una persona viviente puede tener más inconvenientes?
"Debe abstenerse de evocar a los niños de muy corta edad, a las personas gravemente enfermas, a los ancianos achacosos, en una palabra, puede tener inconvenientes todas las veces que el cuerpo está muy debilitado."
Observación. -- La brusca suspensión de las facultades intelectuales durante el estado de vela, podría también ofrecer peligro si la persona se encontraba en este momento en la necesidad de tener toda su presencia de espíritu.
55. ¿Durante la evocación de una persona viviente, experimenta su cuerpo fatiga por consecuencia del trabajo al que se entrega el Espíritu aunque ausente?
Una persona en este estado y que pretendía que su cuerpo se fatigaba, respondió a esta pregunta: "Mi Espíritu es como un globo cautivo atado a un poste; mi cuerpo es el poste que se estremece por las sacudidas del globo."
56. ¿Puesto que la evocación de las personas vivientes puede tener inconvenientes cuando se hace sin precaución, el daño existe también cuando se evoca a un Espíritu que no se sabe si está encarnado y que podría no encontrarse en condiciones favorables?
"No; las circunstancias no son las mismas; no vendrá si no está en disposición de hacerlo. Y, además, ¿no os he dicho que preguntéis antes de hacer una evocación, si podéis hacerla?"
57. Cuando nosotros experimentamos en los momentos más inoportunos, una irresistible pasión de sueño, ¿dimana de que nos evocan en alguna parte?
"Sin duda esto puede tener lugar, pero lo más a menudo es un efecto puramente físico, sea que el cuerpo tenga necesidad de descanso, sea que el Espíritu tenga necesidad de libertad."
Observación. - Una señora conocida nuestra, médium, tuvo un día la idea de evocar al Espíritu de su nieto que dormía en la misma habitación. La identidad se hizo constar por el lenguaje, las expresiones familiares del niño y por el relato muy exacto de muchas cosas que le habían sucedido en su pensión, pero una circunstancia vino a confirmarlo. De repente la mano de la médium se paró en medio de una frase, sin que fuera posible obtener nada más; en este momento, el niño medio despierto hizo muchos movimientos en la cama; algunos instantes después, volviéndose a dormir, la mano marchó otra vez continuando la conversación interrumpida. La evocación de las personas vivientes, hecha en buenas condiciones, prueba de la manera más patente la acción distinta del Espíritu y del cuerpo y por consiguiente la existencia de un principio inteligente, independiente de la materia. (Véase la "Revista Espiritista" de 1860, págs. 11 y 81, muchos ejemplos notables de evocación de personas vivientes).

285. Telegrafía humana
58. Evocándose dos personas recíprocamente, ¿podrían transmitir sus pensamientos y establecer una correspondencia?
"Sí; y esta telegrafía humana un día será el medio universal de correspondencia."
- ¿Por qué no ha de ser desde ahora?
"Ya lo es para ciertas personas, pero no para todo el mundo; es menester que los hombres 'se depuren' para que su Espíritu se desprenda de la materia, y esta es también una razón para hacer la evocación en nombre de Dios. Hasta entonces está circunscrito 'a las almas elegidas' y desmaterializadas, lo que encuentra raramente en el estado actual de los habitantes de la Tierra."

CAPÍTULO XXVI
PREGUNTAS QUE PUEDEN HACERSE A LOS ESPÍRITUS
Observaciones preliminares. - Preguntas simpáticas o antipáticas a los Espíritus. - Preguntas sobre el porvenir. - Sobre las existencias pasadas y futuras. - Sobre los intereses morales y materiales. - Sobre la suerte de los Espíritus. - Sobre la salud. - Sobre las invenciones y descubrimientos. - Sobre
los tesoros ocultos. - Sobre los otros mundos.
Observaciones preliminares

286. No podría encarecerse bastante la importancia que debe darse al modo de hacer tas preguntas, y más aun a la naturaleza de ellas. Dos cosas deben considerarse en las que se dirigen a los Espíritus: la forma y el fondo. Con respecto a la forma deben ser redactadas con claridad y precisión, evitando las preguntas complejas. Pero hay otro punto no menos importante: es el orden que debe presidir para su colocación. Cuando un asunto requiere una serie de preguntas es necesario que se encadenen con método, de manera que dimanen naturalmente las unas de las otras; los Espíritus responden a ellas con mucha más facilidad y con más claridad que cuando se hacen al acaso, pasando sin transición de un objeto al otro. Por esta razón es siempre útil el prepararlas con anticipación, sin perjuicio de intercalar durante la sesión las que provengan de las circunstancias. Además de que la redacción debe ser mejor cuando se hace con calma, este trabajo preparatorio es, como lo hemos dicho ya, una especie de evocación anticipada a la que el Espíritu puede haber asistido y disponerse a responder. Se notará que muy a menudo el Espíritu responde anticipadamente a ciertas demandas, lo que prueba que ya tenía de ellas conocimiento anticipado.
El fondo de la cuestión requiere una atención aun más seria, porque la naturaleza de la pregunta provoca a menudo una respuesta justa o falsa; hay algunas a la que los Espíritus no pueden o no deben responder por motivos que nos son desconocidos; es, pues, inútil, insistir; pero lo que se debe evitar, sobre todo, son las preguntas hechas con el fin de poner su perspicacia a prueba. Cuando una cosa existe se dice que deben saberla; pues precisamente porque vosotros conocéis la cosa o que tenéis los medios de comprobarla vosotros mismos, es por lo que no se toman el trabajo de responder; esta sospecha les incomoda y no se obtiene nada satisfactorio. ¿No tenemos todos los días ejemplos entre nosotros? Hombres superiores que tienen conciencia de lo que valen, ¿se ocuparían en contestar a todas las preguntas necias que tuviesen por objeto el someterles a un examen, como a los estudiantes? El deseo de hacer un adepto de tal o cual persona no es un motivo para los Espíritus de satisfacer una vana curiosidad; saben que la convicción llegará pronto o tarde y los medios que ellos emplean para conducirle no son siempre los que nosotros pensamos.
Suponeos un hombre grave ocupado en cosas útiles y formales, incesantemente atormentado por las pueriles demandas de un niño, y tendréis una idea de lo que deben pensar los Espíritus superiores de todas las simplezas que se les dice. No se sigue de esto que no pueden obtenerse de parte de los Espíritus noticias útiles y sobre todo muy buenos consejos, pero ellos contestan más o menos bien, según los conocimientos que ellos mismos poseen, el interés que nosotros merecemos de su parte y el afecto que nos tienen y, en fin, según el objeto que se proponen y la utilidad que ellos ven en el asunto; pero si todo nuestro pensamiento se limita creerles más aptos que a los otros para darnos una reseña útil sobre las cosas de este mundo, no pueden tener por nosotros una profunda simpatía; desde entonces sólo hacen apariciones muy cortas, y a menudo, siguiendo el grado de su imperfección, atestiguan su mal humor por haberles incomodado inútilmente.

287. Ciertas personas piensan que es preferible el abstenerse de hacer preguntas y que conviene esperar la enseñanza de los Espíritus sin provocarlas; esto es un error.
Los Espíritus dan, sin que quepa duda, instrucciones espontáneas de muy grande importancia y que se haría muy mal en descuidar, pero hay explicaciones que muchas veces se esperarían mucho tiempo si no se solicitasen. Sin las preguntas que hemos propuesto, el Libro de los Espíritus y el Libro de los Médiums estaría aun por hacer, o sería menos completo, y una multitud de problemas de gran importancia estaría por resolver. Las preguntas, lejos de tener el menor inconveniente, son de muy grande utilidad al punto de vista de la instrucción, cuando se las sabe poner en los límites que se requieren. Tienen otra ventaja, ayudan a descubrir a los Espíritus mentirosos que, siendo más vanos que sabios, raramente sufren con ventaja por su parte la prueba de las cuestiones de una lógica cerrada por las cuales se les empuja hasta sus últimas trincheras. Como los Espíritus verdaderamente superiores no tienen nada que temer de semejante prueba, son los primeros en provocar explicaciones sobre los puntos obscuros; los otros, al contrario, temiendo tener que habérselas con mayores fuerzas, ponen gran cuidado en evitarlas; así es que recomiendan en general a los médiums que tratan de dominar y a los cuales quieren hacer aceptar sus utopías, el que se abstengan de toda controversia con respecto a sus enseñanzas.
Si se ha comprendido lo que hemos dicho hasta ahora en esta obra, puede ya formarse una idea del círculo en el cual conviene concretar las preguntas que se pueden dirigir a los Espíritus; sin embargo, para más seguridad, damos a continuación las respuestas que se han dado sobre los principales asuntos que las personas poco experimentadas generalmente están dispuestas a preguntar.

288. Preguntas simpáticas o antipáticas a los Espíritus
1. ¿Los Espíritus responden de buen grado a las preguntas que se les hacen?
"Según las preguntas; los Espíritus formales responden siempre con placer a los que tienen por objeto el bien y los medios de haceros adelantar. No escuchan las preguntas frívolas."
2. ¿Basta que una pregunta sea formal para obtener la respuesta?
"No, esto depende del Espíritu que contesta."
¿Pero una cuestión formal no aleja, acaso, a los Espíritus ligeros?
"No es la pregunta la que aleja a los Espíritus ligeros, es el carácter del que la hace."
3. ¿Cuales son las preguntas particularmente antipáticas a los Espíritus buenos?
"Todas aquellas que son inútiles o que se hacen con un objeto de curiosidad y de prueba; entonces no responden y se alejan."
- ¿Hay preguntas que sean antipáticas a los Espíritus imperfectos?
"Sólo hay las que pueden hacer descubrir su ignorancia o su superchería cuando procura engañar; de todos modos contestan a todo sin cuidarse de la verdad."
4. ¿Qué hemos de pensar de las personas que no ven en las comunicaciones espiritistas más que una distracción y un pasatiempo, o un medio de obtener revelaciones sobre lo que les interesa?
"Estas son las personas que gustan mucho a los Espíritus inferiores, que, como ellas, quieren divertirse y están contentos cuando las han mixtificado."
5. Cuando los Espíritus no contestan a ciertas preguntas, ¿es por efecto de su voluntad o bien porque un poder superior se opone a ciertas revelaciones?
"Lo uno y lo otro; hay cosas que no pueden revelarse y otras que el mismo Espíritu no conoce."
- Insistiendo con fuerza, ¿el Espíritu llegaría a responder?
"No; el Espíritu que no quiere responder tiene siempre la facilidad de marcharse.
Por esto es menester esperar cuando se os dice, y sobre todo no os empeñéis en querer hacernos responder. Insistir para obtener una contestación que no se os quiera dar, es el medio seguro de ser engañado."
6. ¿Todos los Espíritus son aptos para comprender las preguntas que se les hacen?
"Lejos de esto, los Espíritus inferiores son incapaces de comprender ciertas cuestiones, lo que no les impide el contestar bien o mal, como tiene lugar entre vosotros."
Observación. - En ciertos casos, y cuando es útil, sucede con frecuencia que un Espíritu más elevado viene en ayuda del Espíritu ignorante y le indica lo que debe decir.
Se conoce esto por el contraste de ciertas respuestas, y además porque a menudo el mismo Espíritu conviene en ello. Esto sólo tiene lugar con Espíritus ignorantes de buena fe, pero nunca con los que hacen gala de un falso saber.

289. Preguntas sobre el porvenir
7. ¿Pueden los Espíritus hacernos conocer el porvenir?
"Si el hombre conociera el porvenir descuidaría el presente.
"Este es un asunto sobre el cual insistís siempre para obtener una respuesta precisa; es un gran mal, porque la manifestación de los Espíritus no es un medio de adivinación. Si os empeñáis en querer una respuesta se os dará por un Espíritu duende; os lo decimos a cada momento." (Véase El Libro de los Espíritus, "conocimiento del porvenir, número 868").
8. ¿No hay, sin embargo, algunos acontecimientos futuros que se han anunciado espontáneamente y con verdad por los Espíritus?
"Puede suceder que el Espíritu prevea cosas que juzga útil hacer conocer, o que tenga misión de hacéroslo saber; pero hay mucho que desconfiar de los Espíritus mentirosos que se divierten en hacer predicciones. Sólo el conjunto de circunstancias puede hacer apreciar el grado de confianza que merecen."
9. ¿De qué clase de predicciones se debe desconfiar más?
"De todas aquellas que no tienen un objeto de utilidad 'general'. Las predicciones personales casi siempre pueden ser consideradas como apócrifas."
10. ¿Cuál es el objeto de los Espíritus que anuncian espontáneamente acontecimientos que no tienen lugar?
"Lo más a menudo es para divertirse de la credulidad, del miedo o de la alegría que causan; después se ríen de la contrariedad. Estas predicciones engañosas tienen, sin embargo, algunas veces, un objeto más formal, y es el de poner a prueba a aquel a quien se hacen, a fin de ver el modo como toma la cosa y la naturaleza de sentimientos buenos o malos que hacen nacer en él."
Observación. - Tal podría ser, por ejemplo, el anuncio de lo que pueda lisonjear la concupiscencia o la ambición, como la muerte de una persona, la perspectiva de una herencia, etc.
11. ¿Por qué los Espíritus formales, cuando hacen presentir un acontecimiento, ordinariamente no fijan la techa, esto es, impotencia o voluntad por su parte?
"Lo uno y lo otro; pueden en ciertos casos hacer 'presentir' un acontecimiento; entonces es una advertencia que os hacen. En cuanto a precisar la época, a menudo no lo deben, y muchas veces no lo pueden, porque ellos mismos no lo saben. El Espíritu puede prever que una cosa tendrá lugar, pero el momento preciso puede depender de los acontecimientos, que aún no se han cumplido y que sólo Dios sabe. Los Espíritus ligeros que no tienen escrúpulo en engañaros os indican los días y las horas sin que les inquiete el resultado. Por esto toda predicción 'circunstanciada' debe seros sospechosa.
"Repito, nuestra misión es la de haceros progresar; ayudándoos tanto como podemos. El que pida a los Espíritus superiores la prudencia, nunca será engañado; pero no creáis que perdamos nuestro tiempo en escuchar todas vuestras necedades y en deciros la buena ventura; dejamos esto para los Espíritus ligeros que se divierten como los niños traviesos.
"La Providencia ha puesto límites a las revelaciones que pueden hacerse al hombre. Los Espíritus graves guardan silencio sobre todo lo que está prohibido hacer conocer. Insistiendo para obtener una respuesta os exponéis a las bellaquerías de los Espíritus inferiores, siempre dispuestos para aprovechar las ocasiones de tender la red a vuestra credulidad."
Observación - Los Espíritus ven, o presienten por inducción los acontecimientos futuros; ven que se cumplirán en un tiempo que no cuentan como nosotros; para precisar la época, les sería necesario que se identificaran con nuestro modo de calcular la duración, lo que no siempre juzga necesario; de aquí toma a menudo origen la causa de muchos errores aparentes.
12. ¿Hay hombres dotados de una facultad especial que les hace entrever el porvenir?
"Sí, aquellos cuyas almas se desprenden de la materia; entonces el Espíritu ve; y cuando es útil, Dios les permite revelar ciertas cosas para el bien; pero entre ellos hay muchos impostores y charlatanes. Esta facultad será más común en el porvenir."
13. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que se complacen en pronosticar la muerte de alguno en día y hora fija?
"Estos Espíritus son bromistas de mal género que no tienen otro objeto que divertirse por el miedo que hacen. Nunca debe hacerse caso de lo que digan."
14. ¿En qué consiste que ciertas personas sean advertidas por presentimiento de la época de su muerte?
"Muchas veces su propio Espíritu lo sabe en sus momentos de libertad, y al despertar conserva la intuición. Estas personas, estando preparadas, no se asustan ni se conmueven. No ven en esta separación del cuerpo y del alma sino un cambio de situación o, si queréis, para ser más vulgar, el abandono de un vestido grosero en cambio de otro de seda. El miedo de la muerte disminuirá a medida que se arraigarán las creencias espiritistas."

290. Preguntas sobre las existencias pasadas y futuras 15. ¿Los Espíritus pueden hacernos conocer nuestras existencias pasadas?
"Dios permite algunas veces que sean reveladas según el objeto; si es para vuestra edificación y vuestra instrucción, serán verdaderas, y en este caso la revelación se hace casi siempre espontánea y de una manera enteramente imprevista; pero no lo permite nunca para satisfacer la vana curiosidad."
- ¿Por qué ciertos Espíritus no rehúsan nunca el hacer esta clase de revelaciones?
"Estos son Espíritus bromistas que se divierten a vuestras expensas. En general vosotros debéis mirar como falsas, o al menos sospechosas, todas las revelaciones de esta naturaleza que no tengan un objeto eminentemente formal y útil. Los Espíritus burlones se complacen en Iisonjear el amor propio con pretendidos orígenes. Hay médiums y creyentes que aceptan como moneda corriente todo lo que se les dice sobre este punto, y que no ven que el estado actual de su Espíritu en nada justifica el rango que pretenden haber ocupado; pequeña vanidad, con la que se divierten los Espíritus burlones lo mismo que los hombres. Seria más lógico y más conforme a la marcha progresiva de los seres el que hubiesen subido y no descendido, lo que sería más honroso para ellos. Para que pudieran creerse esta especie de revelaciones sería preciso que se hicieran espontáneamente por diferentes médiums extraños los unos a los otros, ignorando lo que se hubiese revelado anteriormente; entonces parece que hay una razón evidente para creer."
- Si uno no puede conocer su individualidad anterior, ¿sucede lo mismo con la clase de existencia que ha tenido de la posición social que ha ocupado, de las cualidades y defectos que han dominado en nosotros?
"No; esto puede ser revelado, porque de ello podéis sacar provecho para vuestro mejoramiento; pero, por otra parte, estudiando vuestro presente, vosotros mismos podéis deducir vuestro pasado." (Véase El Libro de los Espíritus: "Olvido del pasado, núm. 392").
16. ¿Puede sernos revelada alguna cosa sobre nuestras existencias futuras?
"No; todo lo que os digan ciertos Espíritus con este objeto sólo será una burla; y esto se comprende: vuestra existencia futura no puede decretarse antes, puesto que será lo que vosotros mismos habréis merecido por vuestra conducta sobre la Tierra, y por las resoluciones que habréis tomado cuando seréis Espíritus. Cuanto menos tendréis que expiar, más feliz será, pero saber cómo y en dónde será esta existencia, repito que es imposible, salvo el caso especial y raro de los Espíritus que sólo están en la Tierra para cumplir una misión importante, porque entonces su ruta está de algún modo trazada con anticipación."

291. Preguntas sobre los intereses morales y materiales
17. ¿Pueden pedirse consejos a los Espíritus?
"Sí, ciertamente; los Espíritus buen os jamás rehúsan ayudar a aquellos que les evocan con confianza, principalmente por lo que concierne al alma; pero rechazan a los hipócritas, 'aquellos que parece que quieren pedir la luz y se complacen en las tinieblas'."
18. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre las cosas de intereses privados?
"Alguna vez, según el motivo. Esto depende de aquellos a quienes uno se dirige. Los consejos concernientes a la vida privada, se dan con más exactitud por los Espíritus familiares, porque unen a una persona y se interesan por lo que la concierne; es el amigo, el confidente de vuestros pensamientos más secretos; pero a menudo les fatigáis con preguntas tan descabelladas, que os dejan. Seria también absurdo el pedir cosas íntimas a Espíritus que os son extraños, lo mismo que si para esto os dirigierais al primer individuo que encontraseis en la calle. Vosotros no deberíais olvidar jamás que la puerilidad de las demandas es incompatible con la superioridad de los Espíritus. Es también preciso tomar en cuenta las cualidades del Espíritu familiar que puede ser bueno o malo, según sus simpatías por la persona con quien se comunica. El Espíritu familiar de un hombre malo es un mal Espíritu, cuyos consejos pueden serle perniciosos, pero que se alela y cede el puesto a un Espíritu mejor, si el hombre se mejora a sí mismo. A los semejantes, sus semejantes."
19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones?
"Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias, pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y en seguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud,
vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a soportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en el interés de vuestro porvenir no le es permitido el libraros de ella. De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea."
Observación. - Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos.
En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción.
Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses. Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro.
Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que se pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres.
20. Si una persona deja al morir sus negocios en confusión, ¿puede pedirse a su Espíritu el que ayude a ponerlos en claros y se puede también preguntar sobre el haber real que ha dejado, en el caso que este haber no sea conocido, si es en interés de la justicia?
"¿Vosotros olvidáis que la muerte es salir de los cuidados de la Tierra? ¿Creéis vosotros que el Espíritu que es feliz por su libertad venga voluntariamente a volver a tomar su cadena y a ocuparse de cosas que ya no le pertenecen, para satisfacer la ambición de sus herederos que pueden haberse alegrado de su muerte con la esperanza de que les sería más provechosa? Habla de justicia; pero la justicia está en la decepción de su codicia; es el principio de los castigos que Dios reserva a su ambición por los bienes de la Tierra. Por otra parte, los enredos que algunas veces deja la muerte de una persona hacen parte de las pruebas de esta vida, y no está en el poder de ningún Espíritu el libraros, porque están en los decretos de Dios."
Observación. - La contestación anterior contrariará sin duda aquellos que se figuran que los Espíritus no tienen otra cosa que hacer que el servirnos de auxiliares lúcidos para guiarnos, no hacia el cielo, sino sobre la Tierra. Otra consideración viene en apoyo de esta respuesta. Si un hombre ha dejado durante su vida sus negocios en desorden por incuria, no es verosímil que después de la muerte tenga por ello cuidado, porque debe ser feliz de haber quedado libre de las incomodidades que le causaban, y por poco que esté elevado les dará menos importancia como Espíritu que como hombre. En cuanto a los bienes desconocidos que ha podido dejar, no tienen ningún motivo de interesarse por sus ávidos herederos que seguramente no se acordarían de él, si no esperasen sacar algún provecho, y si aun está imbuido de las pasiones humanas, puede tener un placer pernicioso por su contrariedad.
Si por el interés de la justicia y de las personas que afecciona, un Espíritu juzga útil hacer revelaciones de esta clase, lo hace espontáneamente, y para esto no tiene necesidad de ser médium, ni valerse de otro que lo sea; conduce al conocimiento de las cosas por circunstancias inesperadas, pero esto no es por las preguntas que se le hacen, atendido que esta pregunta no puede cambiar la naturaleza de las pruebas que se deben sufrir; seria más bien a propósito para agravarlas, porque casi siempre es un indicio de avaricia, y prueba al Espíritu que se ocupan de él por interés. (Véase 295).

292. Preguntas sobre la suerte de los Espíritus
21. ¿Pueden pedirse a los Espíritus noticias sobre su situación en el mundo de los Espíritus?
"Sí, y las dan con gusto cuando la pregunta se hace por simpatía o el deseo de serles útil, y no por curiosidad."
22. ¿Pueden los Espíritus describir la naturaleza de sus sufrimientos o de su felicidad?
"Perfectamente, y esta clase de revelaciones son una gran instrucción para vosotros, porque os inician en la verdadera naturaleza de las penas y de las recompensas futuras; destruyendo las ideas falsas que os hacéis con este motivo, sirven para reanimar la fe, y vuestra confianza en la voluntad de Dios. Los Espíritus buenos son felices cuando os describen la felicidad de los elegidos; los malos pueden ser obligados a describir sus sufrimientos, a fin de provocar el arrepentimiento entre ellos; algunas veces encuentran también en esto una especie de consuelo; es el infeliz que exhala su queja con la esperanza de la compasión.
"No olvidéis que el objeto esencial, exclusivo del Espiritismo, es vuestro mejoramiento, y para conseguirlo está permitido a los Espíritus el iniciaros en la vida futura, ofreciéndoos ejemplos de los que podéis aprovecharos. Cuanto más os identificaréis con el mundo que os espera, menos hallaréis a faltar el que vosotros habitáis ahora. En suma, este es el actual objeto de la revelación."
23. ¿Evocando a una persona cuya suerte es desconocida, puede saberse por ella misma si existe aún?
"Sí, si la incertidumbre de su muerte no es una 'necesidad' o una prueba para aquellos que tienen interés en saberlo."
- Si es muerta, ¿puede hacer conocer las circunstancias de su muerte de una manera que se pueda comprobar?
"Si ella da a esto alguna importancia, lo hará; de otro modo hace poco caso."
Observación. - La experiencia prueba que en este caso, el Espíritu no está de ninguna manera excitado por motivos del interés que se puede tener por conocer las circunstancias de su muerte; si tiene intención de revelarlas, lo hace por su propia voluntad; sea por conducto medianímico, sea por visiones o apariciones, y entonces puede dar las indicaciones más precisas; en caso contrario un Espíritu mentiroso puede engañar perfectamente y divertirse haciendo buscar inútilmente.
Sucede a veces que la desaparición de una persona cuya muerte no puede hacerse constar oficialmente, pone trabas a los negocios de familia. Sólo en casos muy raros y excepcionales hemos visto a los Espíritus poner el camino de la verdad según la demanda que se les ha hecho; si ellos quisieron hacerlo, sin duda lo podrían, pero, a menudo, esto no les es permitido si estos inconvenientes son pruebas para aquellos que estuviesen interesados en eximirse de ellas.
Es, pues, el artificio de una esperanza quimérica el procurar por este medio la posesión de herencia, y lo más positivo es el dinero que se gasta con este objeto.
No faltan Espíritus dispuestos a lisonjear semejantes esperanzas, y que no tienen escrúpulo en inducir a que se gestione, dándose uno algunas veces por muy satisfecho, salvándose con un poco de ridículo.

293. Preguntas sobre la salud
24. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre la salud?
"La salud es una condición necesaria para el trabajo que debe uno hacer en la Tierra; por esto se ocupan de la salud con gusto; pero como entre ellos hay ignorantes y sabios, tanto para esto como para lo demás, no conviene dirigirse al primero que llega."
25. Dirigiéndose al Espíritu de una celebridad en medicina, ¿se puede tener más seguridad en un buen consejo?
"Las celebridades terrestres no son infalibles y muchas veces tienen ideas sistemáticas que no siempre son justas y de las que la muerte no les libra en seguida. La ciencia terrestre es muy poca cosa con respecto a la ciencia celeste; sólo los Espíritus superiores tienen la última; sin que tengan nombres conocidos para vosotros, pueden saber mucho más que vuestros sabios en todas las cosas. La ciencia sola no hace a los Espíritus superiores, y os asombraríais del puesto que ocupan ciertos sabios entre nosotros. El Espíritu de un sabio puede, pues, no saber más que lo que sabía en la Tierra, si no ha progresado como Espíritu."
26. ¿El sabio, cuando es Espíritu, reconoce sus errores científicos?
"Si ha llegado a un grado bastante elevado para quedar desembarazado de su vanidad y comprender que su desarrollo no es completo, los reconoce y los confiesa sin que le cause pena; pero si no está bastan te desmaterializado, puede conservar alguna de las preocupaciones de que estaba imbuido en la Tierra."
27. ¿Podría un médico, evocando a sus enfermos que murieron, obtener aclaraciones sobre la causa de su muerte, las faltas que pudo haber cometido en el tratamiento, y adquirir de este modo mayor experiencia?
"Lo puede y le sería muy útil, sobre todo si se hacía asistir por Espíritus ilustrados que supliesen la falta de conocimientos de ciertos enfermos. Pero para esto sería preciso que hiciese este estudio de una manera formal, asidua, con objeto humanitario y no como un medio de adquirir sin pena saber y fortuna."
294. Preguntas sobre las invenciones y los descubrimientos
28. ¿Los Espíritus pueden guiar en las averiguaciones científicas y en los descubrimientos?
"La ciencia es la obra del genio; no debe adquirirse sino por el trabajo, porque sólo por el trabajo el hombre adelanta en su camino. ¿Qué mérito tendría si para saberlo todo no tenía más que preguntar a los Espíritus? A este precio el imbécil puede ser sabio. Lo mismo sucede con las invenciones y descubrimientos de la industria. Otra consideración: cada cosa debe venir a su tiempo y cuando las ideas están en disposición de recibirle; si el hombre tuviese este poder, trastornaría el orden de las cosas, haciendo que viniese el fruto antes de la estación.
"Dios ha dicho al hombre: Tú sacarás de la tierra tu alimento con el sudor de tu frente; admirable figura que pinta su condición aquí abajo, debe progresar en todo por el esfuerzo de su trabajo; si se le diesen las cosas hechas, ¿para qué serviría su inteligencia? Sería como un estudiante que otro le hace lo que le corresponde hacer a él."
29. ¿El sabio y el inventor no están nunca asistidos por los Espíritus en sus investigaciones?
" iOh! esto es muy diferente. Cuando ha llegado el tiempo de un descubrimiento, los Espíritus encargados de dirigir la marcha, buscan el hombre capaz de conducirlo a buen fin, y le inspiran las ideas necesarias, de manera que le dejan todo el mérito, porque estas ideas, es menester que las elabore y las ponga en obra. Así sucede con todos los grandes trabajos de la inteligencia humana. Los Espíritus dejan a cada hombre en su esfera; de aquél que sólo es a propósito para cavar la tierra no le harán el depositario de los secretos de Dios; pero sabrán sacar de la oscuridad el hombre capaz de secundar sus designios. No os dejéis pues, arrastrar por la curiosidad o ambición por un camino que no es el objeto del Espiritismo y que terminaría para vosotros en las más ridículas mixtificaciones."
Observación - El conocimiento más esclarecido del Espiritismo, ha calmado el ardor de los descubrimientos que en el principio se habían lisonjeado algunos de hacer por este medio. Hasta se habían pedido a los Espíritus recetas para teñir y hacer crecer el pelo y curar los callos, etc. Nosotros hemos visto muchas gentes que creían haber hecho su fortuna y sólo han recogido procedimientos más o menos ridículos. Lo mismo sucede cuando se quiere con la ayuda de los Espíritus, penetrar los misterios del origen de las cosas; ciertos Espíritus tienen sobre estas materias, su sistema, que no vale más que el de los hombres, y es muy prudente el no acogerle sino con la más grande reserva.

295. Preguntas sobre los tesoros ocultos
30. ¿Pueden los Espíritus hacer que se descubran los tesoros ocultos?
"Los Espíritus superiores no se ocupan de estas cosas, pero los Espíritus burlones, a menudo indican tesoros que no existen, o pueden también hacer ver que hay uno en un paraje, mientras que está a la parte opuesta; y esto tiene su utilidad para demostrar que la verdadera fortuna está en el trabajo. Si la Providencia destina riquezas ocultas a alguno, las encontrará naturalmente; pero no de otro modo."
31. ¿Qué hemos de pensar de la creencia de los Espíritus guardianes, de los tesoros ocultos?
"Los Espíritus que aún no están desmaterializados se aficionan a las cosas. Los avaros que han ocultado sus tesoros pueden aun vigilarlos y guardarlos después de la muerte, y la perplejidad en que están de verlos llevar es uno de sus castigos, hasta que comprenden la inutilidad para ellos. Hay también Espíritus de la tierra encargados de dirigir las transformaciones interiores y de los que por alegoría se han hecho los guardianes de las riquezas naturales."
Observación. - La cuestión de los tesoros ocultos está en la misma categoría que la de las herencias desconocidas; bien loco sería el que contase con las pretendidas revelaciones que pueden hacérsele por los bromistas del mundo invisible. Hemos dicho que cuando los Espíritus tienen o pueden hacer semejantes revelaciones, las hacen espontáneamente, y no tiene necesidad de médium para esto. Aquí tenéis un ejemplo:
"Una señora acababa de perder a su marido después de treinta años de matrimonio, y se encontraba en vísperas de ser expulsada de su domicilio, sin ningún recurso, por sus hijastros, a los que había hecho de madre. Su desespero llegaba a su colmo, cuando una tarde se le apareció su marido y la dijo que le siguiera a su gabinete; allí le enseñó su secreter que estaba aun con los sellos del embargo, y por un efecto de doble vista, le hizo ver el interior; le indicó un cajón secreto que ella no conocía y cuyo mecanismo le explicó, añadiendo: 'he previsto lo que sucedería, y he querido asegurar vuestra suerte; en este cajón están mis últimas disposiciones; os cedo el usufructo de esta casa y una renta de . . . ' ; después desapareció. El día que se quitaron los sellos nadie pudo abrir el cajón; entonces la señora contó lo que la había sucedido. Lo abrió siguiendo las instrucciones que le había dado su marido, y se encontró el testamento conforme a lo que le había sido anunciado".

296. Preguntas sobre los otros mundos
32. ¿Qué grado de confianza puede haber en las descripciones que los Espíritus hacen de los diferentes mundos?
"Esto depende del grado de adelantamiento 'real' de los Espíritus que dan estas descripciones; porque vosotros comprendéis que los Espíritus vulgares son tan incapaces de daros noticias con respecto a esto, como un ignorante entre vosotros para describiros todos los países de la Tierra. Muchas veces dirigís preguntas científicas sobre estos mundos a Espíritus que no las pueden resolver; si son de buena fe, hablan de ellos según sus ideas personales; si son Espíritus ligeros, se divierten dándoos descripciones extravagantes y fantásticas, tanto más que estos Espíritus que no están desprovistos de imaginación en la erraticidad como en la Tierra, sacan de esta facultad la narración de muchas cosas que nada tienen de real. Sin embargo, no creáis en la imposibilidad absoluta de tener sobre estos mundos, algunas aclaraciones, los mismos Espíritus buenos se complacen en describiros aquellos que ellos habitan, a fin de serviros de enseñanza para mejoraros, y convidaros a seguir el camino que puede conduciros a ellos; es un medio de fijar vuestras ideas sobre el porvenir y no dejaros en la vaguedad."
¿Qué comprobación puede haber para la exactitud de estas descripciones?
"La mejor comprobación es la concordancia que puede haber entre ellas; pero acordáos que tienen por objeto vuestra mejora moral y que por consiguiente podéis ser informados mejor sobre el estado moral de sus habitantes que sobre el estado físico o geológico de estos globos. Con vuestros conocimientos actuales, ni aun podríais comprenderlo; este estudio no serviría para vuestro progreso en la Tierra, y cuando estaréis allí tendréis toda la posibilidad de hacerlo."
Observación. - Las cuestiones sobre la constitución física y los elementos astronómicos de los mundos, entran en el orden de las investigaciones científicas de las que los Espíritus no deben ahorrarnos el trabajo; sin esto, un astrónomo encontraría muy cómodo el hacerles hacer sus cálculos, con lo que se guardaría muy bien de convenir sin duda. Si por la revelación podan los Espíritus ahorrar el trabajo de un descubrimiento, es probable que lo hicieran en favor de un sabio bastante modesto para reconocer abiertamente el origen, más bien que en provecho de los orgullosos que los niegan, y a los que por el contrario conducen a menudo las decepciones de amor propio.

CAPÍTULO XXVII
DE LAS CONTRADICCIONES Y DE LAS MIXTIFICACIONES

De las contradicciones

297. Los adversarios del Espiritismo, no se descuidan de echar en cara a los adeptos del Espiritismo, que no están acordes entre ellos; que no todos participan de las mismas creencias; en una palabra, que se contradicen. Ellos dicen: Si la enseñanza se os ha dado por los Espíritus, ¿en qué consiste que no es idéntica? Un estudio formal y profundo de la ciencia es lo único que puede reducir este argumento a su justo valor.
Démonos prisa en decir primeramente que estas contradicciones, de las que ciertas personas hacen un grande aparato, en general son más aparentes que reales; que a menudo tienden más a la superficie que al fondo de la cosa y que por consiguiente, no tienen importancia. Las contradicciones provienen de dos orígenes: los hombres y los Espíritus.

298. Las contradicciones de origen humano se han explicado suficientemente en el capítulo de los "sistemas", num. 36, al que nos remitimos. Todos comprenderán que en el principio, cuando las observaciones eran aun incompletas, se originaron opiniones divergentes sobre las causas y las consecuencias de los fenómenos espiritistas, opiniones cuyas tres cuartas partes han caído ante un estudio más formal y más profundo. Con muy pocas excepciones y aparte de algunas personas que no quieren abandonar fácilmente las ideas que han abrigado o creado ellas mismas, se puede decir que hoy hay unidad en la inmensa mayoría de los espiritistas, al menos en cuanto a los principios generales, a excepción puede ser, de algunos detalles insignificantes.

299. Para comprender la causa y el valor de las contradicciones de origen espiritista, es menester haberse identificado con la naturaleza del mundo invisible, y haberlo estudiado en todas sus fases. En un principio, puede parecer extraño que los Espíritus no piensen todos del mismo modo, pero esto no puede sorprender al que se haya hecho cargo del número infinito de grados que deben recorrerse antes de llegar a lo último de la escala. Suponerles una apreciación igual de las cosas, sería suponerles también en un mismo nivel; pensar que todos deben ver justo, sería admitir que todos han llegado a la perfección, lo que no es así ni puede ser, si se considera que no son otra cosa sino la humanidad despojada de la cubierta corporal. Pudiendo manifestarse los Espíritus de todas clases, resulta de esto que las comunicaciones llevan el sello de su ignorancia o de su saber, de su inferioridad, o de su superioridad moral. Es preciso distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, según las instrucciones que hemos dado.
Es menester no olvidar que entre los Espíritus hay, como entre los hombres, falsos y semi-sabios, orgullosos, presuntuosos y sistemáticos. Como sólo es dado a los Espíritus perfectos el conocerlo todo, para los otros, así como para nosotros, hay aún misterios que explican a su modo, según sus ideas, y sobre las cuales pueden hacerse opiniones mas o menos justas, que su amor propio se empeña en hacer prevalecer y que desean reproducir en sus comunicaciones. El mal consiste en que algunos de sus intérpretes han admitido con demasiada ligereza opiniones contrarias al buen sentido y en haberse constituido los editores responsables. De este modo las contradicciones de origen espiritista no reconocen otra causa que la diversidad en la inteligencia, los conocimientos, el juicio y la moralidad de ciertos Espíritus, que aun no son aptos para conocerlo y comprenderlo todo. (Véase Libro de los Espíritus, "Introducción", § XIII; "Conclusión , párrafo IX)..367

300. Algunos dirán, ¿para qué sirve la enseñanza de los Espíritus, si no nos ofrece más certeza que la enseñanza de los hombres? La respuesta es muy fácil. No aceptamos con igual confianza la enseñanza de todos los hombres y entre dos doctrinas, damos la preferencia a aquella cuyo autor nos parece más ilustrado, más capaz, más juicioso, menos accesible a las pasiones; lo mismo debe hacerse con los Espíritus. Si en el número no los hay más adelantados que la humanidad, hay también muy crecido número que han ido más allá y éstos pueden darnos instrucciones que en vano quisiéramos recibir de los hombres más instruidos. Es menester que nos dediquemos a distinguirles de la turba de Espíritus inferiores, si uno quiere ilustrarse, y esta distinción conduce al conocimiento profundo del Espiritismo. Pero estas instrucciones tienen también un límite, y si a los Espíritus no les es dado el saberlo todo, con mucha más razón debe suceder lo mismo con los hombres. Hay, pues, cosas que se preguntarían en vano, sea porque les está prohibido revelarlas, sea porque las ignoran ellos mismos, y sobre las cuales sólo pueden darnos su opinión personal; los Espíritus orgullosos dan estas opiniones personales como verdades absolutas. Insisten sobre todo en querer decir lo que debe estar oculto, como el porvenir y el principio de las cosas con el fin de darse la importancia de estar en posesión de los secretos de Dios; en estos puntos sobre todo es en donde hay más contradicciones. (Véase el capítulo precedente).

301. He aquí las respuestas dadas por los Espíritus a las preguntas siguientes relativas a las contradicciones:
1. ¿Comunicándose el mismo Espíritu en dos centros diferentes, puede sobre un mismo asunto transmitir respuestas contradictorias?
"Si los dos centros difieren entre sí de opiniones y de pensamientos, la respuesta podrá ser disfrazada, porque están bajo la influencia de diferentes columnas de Espíritus: la respuesta no es la que es contradictoria, sino el modo como se da."
2. Se concibe que una respuesta pueda ser alterada; pero cuando las cualidades del médium excluyen toda idea de mala influencia, ¿en qué consiste que los Espíritus superiores tengan un lenguaje diferente y contradictorio sobre un mismo asunto con personas perfectamente formales?
"Los Espíritus realmente superiores no se contradicen nunca, y su lenguaje es el mismo siempre, con las mismas personas. Puede ser diferente según las personas y los lugares; pero es menester tener cuidado, que a menudo la contradicción sólo es aparente; está más en las palabras que en los pensamientos; porque reflexionando se ve que la idea fundamental es la misma. Además el mismo Espíritu puede responder diferentemente sobre la misma cuestión, según el grado de perfección de los que le evocan, porque no siempre es bueno que todos tengan la misma contestación, puesto que no están tan adelantados. Es exactamente como si un sabio y un niño te hicieran la misma pregunta; ciertamente contestaría al uno y al otro de manera que pudieran comprenderte y satisfacerles, la contestación, aunque diferente, tendría sin embargo el mismo fondo."
3. ¿Con qué objeto los Espíritus formales parece que quieren acreditar con respecto a unas personas, ideas y aun preocupaciones que combaten respecto a otras?
"Es menester que nos hagamos comprender Si alguno tiene una convicción bien fija sobre una doctrina aunque sea falsa, es menester que le separemos de esta convicción, pero poco a poco; por esto nos servimos muchas veces de "sus términos" y parece que abundamos en las mismas ideas, con el fin de que no se ofusque de repente y cese de instruirse por nosotros.
"Por lo demás, no es bueno contradecir bruscamente las preocupaciones; éste sería el medio de no ser escuchado por esto los Espíritus hablan muchas veces según la opinión de aquellos que les escuchan con el fin de conducirles poco a poco a la verdad. Apropian su lenguaje a las personas, como tú mismo lo haces si eres orador un poco hábil; por esto no hablarán a un chino o a un mahometano como a un francés o a un cristiano, porque estarían seguros de ser rechazados.
"No puede tomarse por contradicción lo que muchas veces sólo es una parte de la elaboración de la verdad. Todos los Espíritus tienen su tarea señalada por Dios; la cumplen con las condiciones que juzgan convenientes para el bien de aquellos que reciben sus comunicaciones."
4. Las contradicciones, aun aparentes, pueden poner dudas en el Espíritu de ciertas personas. ¿Qué comprobación puede haber para conocer la verdad?
"Para discernir el error de la verdad, es menester profundizar estas respuestas y meditar mucho tiempo formalmente; debe hacerse todo un estudio. Para éste como para estudiar las demás cosas, es necesario el tiempo.
"Estudiad, comparad, profundizad; os lo decimos sin cesar, el conocimiento de la verdad se adquiere a este precio. ¿Cómo queréis llegar a la verdad cuando lo interpretáis todo según vuestras ideas limitadas que vosotros tomáis por grandes? Pero no está lejos el día en que la enseñanza de los Espíritus será uniforme por todas partes, así en los detalles como en las cosas principales. Su misión es de destruir el error, pero esto no puede venir sino sucesivamente."
5. Hay personas que no tienen ni el tiempo ni las aptitudes necesarias para un estudio formal y profundo, y que aceptan lo que se les enseña sin examen. ¿Hay inconveniente para ellas en comunicarle los errores?
"Que practiquen el bien y que no hagan mal, esto es lo esencial; para esto no hay dos doctrinas. El bien es siempre el bien, que lo hagáis en nombre de Allah o de Jheo-vah, porque sólo hay un Dios en todo el Universo."
6. ¿Cómo Espíritus que parecen desarrollados en inteligencia, pueden tener ideas evidentemente falsas sobre ciertas cosas?
"Ellos tienen su doctrina. Los que no están bastante adelantados, y creen estarlo, toman sus ideas por verdades. Sucede lo mismo que entre vosotros."
7. ¿Qué hemos de pensar de las doctrinas según las cuales podría comunicarse un solo Espíritu y que éste seria o Dios o Jesús?
"El Espíritu que enseña esto quiere dominar, por esto quiere hacer creer que es solo, pero el desgraciado que se atreve a tomar el nombre de Dios expiará caro su orgullo. En cuanto a estas doctrinas, se refutan por sí mismas, porque están en contradicción con los hechos más verídicos; no merecen examen formal porque no
tienen raíces.
"La razón os dice que el bien procede de un buen origen y el mal de un origen malo. ¿Por qué quisierais que un buen árbol diese mal fruto? ¿Habéis cogido nunca un racimo de uvas de un manzano? La diversidad de comunicaciones es la prueba más patente de la diversidad de su origen. Por lo demás, los Espíritus que pretenden comunicarse solos se olvidan de decir el porqué los otros no pueden hacerlo. Su pretensión es la negación de aquello que el Espiritismo tiene por más hermoso y consolador: las relaciones del mundo visible y del mundo invisible, de los hombres con los seres que les son queridos, y que de este modo se habrían perdido para ellos sin ninguna esperanza. Estas son las relaciones que identifican al hombre con su porvenir, que lo separan del mundo material; suprimir estas relaciones es sumergirle en la duda que es lo que hace su tormento; es dar pábulo a su egoísmo. Examinando con cuidado la doctrina de estos Espíritus, a cada paso se encontrarán contradicciones injustificables, las señales de su ignorancia sobre las cosas más evidentes, y por consiguiente los signos ciertos de su inferioridad. El Espíritu de Verdad."
8. De todas las contradicciones que se notan en las comunicaciones de los Espíritus, una de las más notables es la que hace relación a la reencarnación. Si la reencarnación es una necesidad de la vida de los Espíritus, ¿en qué consiste que no todos los Espíritus la enseñan?
"¿No sabéis que hay Espíritus, cuyas ideas son limitadas, por ahora, como entre muchos hombres de la Tierra? Creen que lo que pasa por ellos debe durar siempre; no ven más allá del círculo de sus percepciones y les tiene sin cuidado el no saber ni de dónde vienen ni a dónde van, y por lo mismo deben sufrir la ley de la necesidad. La reencarnación es para ellos una necesidad con la que no piensan hasta que llega; saben que el Espíritu progresa, pero ¿de qué modo? Para ellos es un problema. Entonces si les preguntáis, os hablarán de los siete cielos, sobrepuestos como pisos; aun habrá quien os hable de la esfera de fuego, de la esfera de las estrellas, después de la ciudad de las flores y de la ciudad de los elegidos."
9. Concebimos que los Espíritus poco adelantados, no comprendan esta cuestión; pero ¿en qué consiste que Espíritus de una inferioridad moral e intelectual notoria, hablen espontáneamente de sus diferentes existencias, y de su deseo de reencarnarse para rescatar su pasado?
"En el mundo de los Espíritus pasan cosas que es bien difícil que podáis comprender ¿No tenéis entre vosotros, personas muy ignorantes sobre ciertas cosas, y que están ilustradas sobre otras; personas que tienen más criterio que instrucción, y otras que tienen más genio que criterio? ¿No sabéis también que ciertos Espíritus se complacen en mantener a los hombres en la ignorancia, haciendo como que les instruyen, y que se aprovechan de la facilidad con que dan crédito a sus palabras?
Podrán seducir a aquellos que no buscan el fondo de las cosas, pero cuando se les conduce al fin por el razonamiento, no sostienen su papel por mucho tiempo.
"Por lo demás es menester tener cuidado con la prudencia que en general los Espíritus ponen en la promulgación de la verdad: la luz demasiado viva y repentina deslumbra y no da claridad. Pueden, pues, en ciertos casos juzgar útil el esparcirla sino gradualmente según los tiempos, los lugares y las personas. Moisés no enseñó todo lo que enseñó Cristo: y el mismo Cristo dijo muchas cosas, cuya inteligencia estaba reservada a las generaciones futuras. Habláis de la reencarnación y os admiráis que este principio no se haya enseñado en ciertos parajes; pero es menester que penséis que en un país en el que la preocupación del color tiene su reinado absoluto, en donde la esclavitud está arraigada en las costumbres, se hubiera rechazado el Espiritismo sólo porque proclamaba la reencarnación, porque la idea de que el que es amo o señor puede ser esclavo, y recíprocamente, hubiera parecido monstruosa. ¿No valía más hacer aceptar el principio general, para después sacar las consecuencias? iOh, hombres! qué corta es vuestra vista para juzgar los designios de Dios; sabed, pues, que no se hace nada sin su permiso y sin un fin que vosotros muchas veces no podéis penetrar. Ya os he dicho que la unidad se hará en la creencia del Espiritismo; y tened por cierto que las disidencias, ya menos profundas, se disiparán poco a poco a medida que los hombres se ilustrarán y que al fin desaparecerán completamente, porque tal es la voluntad de Dios, contra lo cual no puede prevalecer el error.
El Espíritu de Verdad".
10. ¿Las doctrinas erróneas que pueden enseñarse por ciertos Espíritus, tienen por objeto el retardar el progreso de la ciencia verdadera?
"Vosotros quisiérais tenerlo todo sin trabajo; sabed que no hay campo en que no crezcan malas yerbas que el labrador debe extirpar. Estas doctrinas erróneas son una consecuencia de la inferioridad de vuestro mundo; si los hombres fuesen perfectos, sólo aceptarían la verdad; los errores son como las piedras falsas que sólo un ojo ejercitado puede distinguir; os falta, pues, un aprendizaje para distinguir lo verdadero de lo falso; pues bien, las falsas doctrinas son útiles para que os ejerciten en la práctica de distinguir la verdad del error."
- ¿Los que adoptan el error, retrasan su adelantamiento?
"Si adoptan el error es que no están bastante adelantados para comprender la verdad."

302. Esperando que se haga la unidad, todos creen que la verdad está de su parte y sostienen estar ellos solos en lo verdadero; ilusión que no deja de ocupar a los Espíritus mentirosos; ¿en qué puede basarse el hombre imparcial y desinteresado para formar juicio?
"La más pura luz no la obscurece ninguna nubecilla, el diamante sin mancha es el que tiene más valor: juzgad, pues, a los Espíritus por la pureza de su enseñanza. La unidad se hará del lado en que el bien no habrá estado nunca mezclado con el mal; a este lado se reunirán los hombres por la fuerza de las cosas porque juzgarán que es en donde está la verdad. Observad, por lo demás, que los principios fundamentales por todas partes son los mismos y deben reuniros en un pensamiento común: el amor de Dios y la práctica del bien. Cualquiera que sea, pues, el modo de progresar que se suponga para las almas, el objeto final es el mismo y el medio de conseguirlo es también el mismo: hacer el bien; no hay, pues, dos modos de hacerlo. Si nacen disidencias capitales en cuanto al principio de la doctrina, tenéis una regla cierta para apreciarlas. Esta regla es la siguiente: La mejor doctrina es aquella que más satisface al corazón y a la razón, y que más elementos tiene para conducir a los hombres al bien; yo os aseguro que es la que prevalecerá. El Espíritu de Verdad".
Observación. - Las contradicciones que se presentan en las comunicaciones espiritistas pueden depender de las siguientes causas: de la ignorancia de ciertos Espíritus; de la superchería de Espíritus inferiores, que por malicia o maldad dicen lo contrario de aquello que ha dicho en otra parte el Espíritu cuyo nombre usurpan; de la voluntad del mismo Espíritu que habla según los tiempos, los lugares y las personas, y puede juzgar útil no decirlo todo a todo el mundo; de la insuficiencia del lenguaje humano para expresar las cosas del mundo incorporal; de la insuficiencia de los medios de comunicación que no siempre permiten al Espíritu manifestar todo su pensamiento; en fin, de la interpretación que cada uno puede dar a una palabra o a una explicación, según sus ideas, sus preocupaciones o el punto de vista desde el cual mira la cosa. El estudio, la observación, la experiencia y la abnegación de todo sentimiento de amor propio, pueden solos enseñar a distinguir estas diferencias.

De las mixtificaciones

303. Si es desagradable el ser engañado, lo es más aun el ser mixtificado; por otra parte es uno de los inconvenientes más fáciles de salvar. Los medios de descubrir las astucias de los Espíritus mentirosos se han manifestado en todas las instrucciones precedentes; por esto hablaremos poco sobre el particular. Aquí están las respuestas de los Espíritus sobre este asunto:
1. Las mixtificaciones son uno de los escollos más desagradables del Espiritismo práctico; ¿hay un medio de preservarse de ellas?
"Me parece que podéis encontrar la respuesta en todo aquello que se os ha enseñado. Sí, cierto, hay para esto un medio sencillo, es no pedir al Espiritismo más que aquello que puede y debe daros; su objeto es el mejoramiento moral de la humanidad; si no os separáis de esto nunca seréis engañados, porque no hay dos modos de comprender la verdadera moral, la que puede admitir todo hombre de buen sentido.
"Los Espíritus vienen a instruiros y a guiaros por el camino del bien, y no por el de los honores y de la fortuna o para serviros en vuestras mezquinas pasiones. Si nunca se les pidiera nada trivial o que esté fuera de sus atribuciones, no se daría motivo a los Espíritus mentirosos; de donde debéis sacar en consecuencia que el que es mixtificado es porque lo merece.
"La misión de los Espíritus no es para enseñaros las cosas de este mundo, sino para guiaros con seguridad en lo que pueda seros útil para el otro. Cuando os hablan de cosas de aquí abajo, es porque lo juzgan necesario, pero esto no es según vuestra pregunta. Si viéseis en los Espíritus los substitutos de los adivinos y de los hechiceros, entonces sería cuando quedaríais engañados.
"Si los hombres sólo tenían que dirigirse a los Espíritus para saberlo todo, no tendrían ya su libre albedrío y se saldrían de la vía que Dios ha trazado a la humanidad.
El hombre debe obrar por si mismo; Dios no envía a los Espíritus para allanarles el camino material de la vida, sino para preparar el del porvenir."
- ¿Pero hay personas que no piden nada y son engañadas indignamente por los Espíritus que vienen espontáneamente sin que nadie les llame?
"Si no piden nada, dejan que digan, que viene a ser lo mismo. Si acogiesen con reserva y desconfianza todo lo que se separa del objeto esencial del Espiritismo, los Espíritus ligeros no les engañarían tan fácilmente."
2. Por qué permite Dios que personas sinceras que aceptan el Espiritismo de buena fe sean mixtificadas? ¿no podría esto tener por inconveniente el hacerles vacilar en su creencia?
"Si esto hiciera vacilar su creencia, su fe no sería muy sólida; las que renunciasen al Espiritismo por una simple contrariedad, probarían que no lo comprenden y que no se dedican a la parte formal. Dios permite las mixtificaciones para probar la perseverancia de los verdaderos adeptos, y castigar a aquellos que hacen de él un objeto de diversión. El Espíritu de Verdad".
Observación. - La truhanería de los Espíritus mixtificadores, sobrepuja muchas veces a todo lo que uno puede imaginarse; el arte con que dirigen sus tiros y combinan los medios de persuadir, sería una cosa curiosa, si sólo se tratase siempre de bromas inocentes, pero estas mixtificaciones pueden tener consecuencias desagradables para aquellos que se descuidan; somos bastante felices por haber podido abrir a "tiempo" los ojos a muchas personas que quisieron pedirnos nuestro consejo y haberles evitado acciones ridículas y comprometidas. Entre los medios que emplean estos Espíritus, es menester colocar en primera línea, como a más frecuentes, los que tienen por objeto tentar la avaricia, como la revelación de los pretendidos tesoros ocultos, el anunciar herencias u otros bienes de fortuna. También es menester mirar como sospechosos en primer grado los pronósticos en épocas fijas, así como todas las indicaciones precisas tocante a intereses materiales; guardarse de dar ningún paso prescrito o aconsejado por los Espíritus, cuando el objeto nos es eminentemente racional; no dejarse nunca cegar por los hombres que toman los Espíritus para dar una apariencia de verdad a sus palabras; desconfiar de las teorías y sistemas científicos aventurados; en fin, de todo lo que separa del objeto moral de las manifestaciones. Podríamos llenar un volumen muy curioso con la historia de todas las mixtificaciones que han venido a nuestro conocimiento.

CAPÍTULO XXVIII
CHARLATANISMO Y JUGLERÍA
Médiums interesados. - Fraudes espiritistas

Médiums interesados

304. Como todo puede llegar a ser un objeto de explotación, nada tendría de extraño que se quisieran explotar a los Espíritus; falta saber cómo tomarían ellos la cosa si alguna vez se intentara introducir semejante especulación. Diremos en primer lugar que nada se prestaría más al charlatanismo y a la truhanería que semejante negocio. Si se ven falsos sonámbulos, aun se verían más falsos médiums y esta sola razón sería un
motivo fundado de desconfianza. El desinterés, por el contrario, es la respuesta más perentoria que pueda oponerse a aquellos que sólo ven en los hechos una hábil maniobra. No hay charlatanismo desinteresado. ¿Cuál sería, pues, el objeto de las personas que usasen la superchería sin provecho, con más motivo, cuando su honradez notoria no permite sospechar de ellos?
Si las ganancias que un médium sacara de su facultad podían ser un motivo de sospecha, no sería una prueba que esta sospecha fuese fundada; podría, pues, tener una aptitud real y obrar de muy buena fe aun haciéndose retribuir: veamos si en este caso podemos razonablemente esperar un resultado satisfactorio.

305. Si se ha comprendido bien lo que hemos dicho sobre las condiciones necesarias para servir de intérprete a los buenos Espíritus, las causas numerosas que pueden alejarles, las circunstancias independientes de su voluntad que muchas veces son un obstáculo para que vengan, en fin, todas las condiciones "morales" que pueden ejercer una influencia sobre la naturaleza de las comunicaciones, ¿cómo podría suponerse que un Espíritu por poco elevado que fuese viniese a todas horas del día a ponerse bajo las órdenes de un empresario de reuniones y someterse a sus exigencias para satisfacer la curiosidad del primero que se presente?
¡Se sabe la aversión de los Espíritus por todo lo que es concupiscencia y egoísmo, el poco caso que hacen de las cosas materiales, y se quisiera que ayudasen a traficar su presencia! Esto lo repugna el pensamiento, y sería necesario conocer muy poco la naturaleza del mundo de los Espíritus para creer que pueda ser de este modo. Pero como los Espíritus ligeros son menos escrupulosos y sólo desean ocasiones de divertirse a nuestras expensas, resulta que si uno no es mixtificado por un falso médium, corre todo el peligro de serlo por alguno de entre ellos. Estas solas reflexiones dan la medida del grado de confianza que debería concederse a las comunicaciones de este género. Por lo demás, ¿para qué servirían los médiums pagados, puesto que si uno mismo no tiene esta facultad, puede encontrarla en su familia, entre sus amigos o conocidos?

306. Los médiums interesados no son únicamente aquellos que podrían exigir una retribución fija; el interés no se traduce siempre por la esperanza de una ganancia material, sino por las miras ambiciosas de todas las clases sobre las cuales se pueden fundar esperanzas personales; éste es también un mal paso del que saben muy bien aprovecharse los Espíritus burlones, con una destreza y una truhanería verdaderamente notables, entreteniendo con engañosas ilusiones a los que de este modo se ponen bajo su dependencia. En resumen, la mediumnidad es una facultad dada para el bien, y los buenos Espíritus se alejan de cualquiera que pretenda hacer de ella una maravilla para conseguir cualquier cosa que sea que no esté conforme con las miras de la Providencia.
El egoísmo es la plaga de la sociedad; los buenos Espíritus la combaten, no se puede suponer que vengan a servirle. Esto es tan racional, que sería inútil insistir más sobre este punto.

307. Los médiums de efectos físicos no están en la misma categoría;  generalmente estos efectos son producidos por Espíritus inferiores menos escrupulosos. No decimos que estos Espíritus sean necesariamente malos por esto: se puede ser mozo de cordel y hombre muy honrado; un médium de esta categoría, que quisiera explotar su facultad, podría, pues, tener quien le asistiera sin gran repugnancia; pero aun en esto se presenta otro inconveniente. El médium de efectos físicos, lo mismo que el de comunicaciones inteligentes, no ha recibido la facultad para su recreo; se le ha dado a condición de hacer de ella un buen uso, y si abusa puede serle retirada, o volverse en perjuicio suyo porque en definitiva los Espíritus inferiores están a las órdenes de los Espíritus superiores.
A los Espíritus inferiores les gusta mucho mixtificar, pero no quieren ser mixtificados; si se prestan voluntariamente a la broma y a las cosas de curiosidad, es porque quieren divertirse; no quieren que se les explote más que a los otros, ni servir de figurantes para que marche la conducta, y prueban a cada momento que tienen su voluntad, que obran cuando y como mejor les parece, lo que hace que el médium de efectos físicos esté aun menos seguro de la regularidad de las manifestaciones que el médium escribiente. Pretender el producirlas en días y horas fijas sería probar la mayor ignorancia. ¿En este caso qué es lo que se hace para ganar su dinero? Simular los fenómenos; es lo que puede suceder no solamente a aquellos que harían de esto un oficio reconocido, si que también a personas sencillas en apariencia que encuentran este medio más fácil y más cómodo que el trabajar. Si el Espíritu no da de sí, se le suple: ¡la imaginación es tan fecunda cuando se trata de ganar dinero! Siendo el interés un motivo legitimo de sospecha, da un derecho para el examen riguroso, de que uno no podría ofenderse sin justificar las sospechas. Pero cuanto más legítima es la sospecha en este caso, tanto más ofensiva es frente a frente de personas honradas y desinteresadas.

308. La facultad medianímica, aún limitada a las manifestaciones físicas, no se ha dado para hacer aparato sobre las tablas, y el que pretendiera tener a sus órdenes a los Espíritus para exhibirles en público, con mucho derecho puede ser sospechoso de charlatanismo o de prestidigitación más o menos hábil. No se olvide que todas las veces que se verán anuncios de pretendidas sesiones de "espiritismo" o de "espiritualismo" a tanto la entrada, debe recordarse el derecho que se compra al entrar.
De todo lo que precede, sacamos en consecuencia que el desinterés más absoluto es la mejor garantía contra el charlatanismo: si no asegura siempre la bondad de las comunicaciones inteligentes, quita a los Espíritus malos un poderoso medio de acción, y cierra la boca a ciertos detractores.

309. Quedaría lo que puede llamarse escamoteo de aficionados, es decir los fraudes inocentes de algunos bromistas del mal género. Sin duda podría practicarse como pasatiempo en las reuniones ligeras y frívolas, pero no en los grupos formales en los que no se admiten sino personas de carácter. Por lo demás, puede uno proporcionarse el placer de una mixtificación momentánea; pero sería menester estar dotado de una singular paciencia para hacer este papel durante meses y años, y cada vez durante muchas horas consecutivas. Sólo algún interés puede dar esta perseverancia, y lo repetimos, el interés puede hacerlo sospechar todo.

310. Puede que se diga que un médium que da su tiempo al público por interés de la cosa, no puede darlo si no le pagan, porque es menester vivir. ¿Pero es en el interés de la cosa o en "el suyo" que lo da, no es más bien porque en ello entrevé un oficio lucrativo? A este precio se encontrarán siempre personas adictas. ¿No hay más que esta industria a su disposición? No olvidemos que los Espíritus, cualquiera que sea su superioridad o su inferioridad, son las almas de los muertos, y cuando la moral y la religión hacen un deber de respetar sus restos, la obligación de respetar a su Espíritu es aun mayor.
¿Qué se diría del que sacase un cuerpo de la tumba y lo exhibiese por el dinero, porque este cuerpo había de llamar la atención? ¿Es menos irrespetuoso exhibir el Espíritu que el cuerpo bajo el pretexto de que es curioso el ver trabajar a un Espíritu? Notad bien que el precio de entrada estará en relación de las cosas que podrá hacer y del atractivo del espectáculo. Ciertamente si cuando vivía hubiese sido cómico, regularmente no hubiera creído que después de su muerte hubiera encontrado un director que le haría representar gratis, en su provecho.
No olvidar que las manifestaciones físicas lo mismo que las manifestaciones inteligentes, no las permite Dios sino para nuestra instrucción.
311. Prescindiendo de estas comunicaciones morales, no podemos negar que haya médiums interesados, honrados y concienzudos, porque en todos los oficios hay personas buenas; sólo hablamos de los abusos; pero se convendrá, por los motivos que hemos expuesto, que el abuso tiene más razón de estar entre los médiums retribuidos que entre aquellos que, mirando su facultad como un favor, no la emplean sino para hacer un servicio.
El grado de confianza o de desconfianza que puede concedérsele a un médium retribuido, ante todo depende del aprecio que se hace de su carácter y de su moralidad y además de las circunstancias. El médium que con un fin eminentemente formal y provechoso, estuviese impedido de utilizar el tiempo de otro modo y por esta razón "exhonerado", no puede confundirse con el médium "especulador", aquel que con designio premeditado se hiciera una industria de la mediumnidad. Según el "motivo" y el "objeto", los Espíritus pueden pues, condenar, absolver y aun favorecer; juzgan más bien la intención que el hecho material.

312. Los sonámbulos que utilizan su facultad de un modo lucrativo, no están en el mismo caso. Aunque esta explotación esté sujeta a abusos y que el desinterés sea una gran garantía de sinceridad, la posición es diferente, atendido a que su propio Espíritu es el que obra; de consiguiente le tiene siempre a su disposición, y en realidad se explotan a si mismos, porque son libres de disponer de sus personas, como ellos lo entienden, mientras que los médiums especuladores, explotan las almas de los difuntos. (Véase núm. 172, "médiums sonámbulos").

313. No ignoramos que nuestra severidad con respecto a los médiums interesados amotina contra nosotros a todos aquellos que explotan o tendrán intención de explotar esta nueva industria, y se nos hacen enemigos encarnizados, lo mismo que sus amigos que naturalmente toman su defensa; nos consolamos de ello, pensando que los mercaderes arrojados del templo por Jesús no debían mirarle con muy buenos ojos. Tenemos además contra nosotros a las personas que no miran la cosa con la misma gravedad; sin embargo, nos creemos con el derecho de tener una opinión y emitiría; no forzamos a nadie para que la adopte. Si se ha unido a ella una inmensa mayoría es que la encuentra justa; porque en efecto, no vemos cómo se podría probar que no hay más suerte en encontrar el fraude y los abusos en la especulación que en el desinterés. En cuanto a nosotros, si nuestros escritos han contribuido a poner en Francia y en otras partes el descrédito en la mediumnidad interesada, creemos que no será uno de los menores servicios que habrán hecho al Espiritismo "formal".

Fraudes Espiritistas

314. Los que no admiten la realidad de las manifestaciones físicas, generalmente atribuyen a fraude los efectos que se producen. Se fundan en que los prestidigitadores hábiles, hacen cosas que parecen prodigios cuando uno no conoce sus secretos; de aquí sacan la consecuencia que los médiums no son otra cosa que escamoteadores.
Hemos refutado ya este argumento, o más bien esta opinión, notablemente en nuestros artículos sobre Mr. Home y en los números de la "Revista" de enero y febrero de 1858; no diremos, pues, sino algunas palabras antes de hablar de una cosa más formal.
Por lo demás, hay una consideración que no puede pasar desapercibida a cualquiera que reflexione un poco. Sin duda hay prestidigitadores de una habilidad prodigiosa, pero son raros. Si todos los médiums practicaban el escamoteo, sería preciso convenir en que este arte hubiera hecho en poco tiempo progresos inauditos y hubiera venido a ser de repente muy común, puesto que se encontraría en estado innato entre gentes que no lo pensaban y aun entre los niños.
¿Por que hayan charlatanes que venden drogas en las plazas públicas, porque haya también médicos que sin ir a la plaza pública, abusan de la confianza, se sigue de esto que todos los médicos sean charlatanes y el cuerpo facultativo de medicina quede perjudicado en su consideración? ¿Por que haya gentes que venden tinte por vino, todos los taberneros son falsificadores y no puede haber vino puro? Se abusa de todo, aun de las cosas más respetables, y puede decirse que el fraude tiene también su genio. Pero el fraude tiene siempre un fin, un interés material cualquiera; en donde no hay nada que ganar, no hay ningún interés en engañar. Hemos dicho también a propósito de los médiums mercenarios, que la mejor de todas las garantías es un desinterés absoluto.

315. De todos los fenómenos espiritistas, los que más se prestan al fraude son los fenómenos físicos por motivos que es útil tomar en consideración. En primer lugar, porque se dirigen más a los ojos que a la inteligencia, éstos son los que la prestidigitación puede imitar muy fácilmente. En segundo lugar, llamando más la curiosidad que los otros, son más propios para atraer a la multitud, y por consiguiente más productivos. A este doble punto de vista, los charlatanes ponen todo el interés en simular esta clase de manifestaciones; los espectadores extraños a la ciencia en su mayor parte, generalmente van para procurarse una diversión más bien que una instrucción formal, y se sabe ya que se paga más lo que divierte que lo que instruye.
Pero además de esto hay otro motivo no menos perentorio. Si la prestidigitación puede imitar efectos materiales, para los que sólo necesita la destreza, no le conocemos, hasta el presente, el don de improvisación que requiere una dosis de inteligencia poco común, ni el de producir estos bellos y sublimes dictados, llenos a menudo de cosas que vienen muy a tiempo, que los Espíritus dan en sus comunicaciones. Esto nos recuerda el siguiente hecho.
Un letrado bien conocido vino un día a vernos y nos dijo que era muy buen médium escribiente "intuitivo", y que se ponía a la disposición de la sociedad espiritista.
Como tenemos por costumbre el no admitir en la sociedad sino médiums cuyas facultades nos son conocidas, le rogamos que viniera más adelante para hacer las pruebas en una reunión particular. En efecto, vino; muchos médiums experimentados dieron ya sea disertaciones, ya sea contestaciones de una notable precisión sobre las preguntas propuestas y asuntos desconocidos para ellos. Cuando a este señor le tocó el turno, escribió algunas palabras insignificantes; dijo que este día estaba mal dispuesto, y no lo hemos visto más; seguramente vio que el papel de médiums de efectos inteligentes era más difícil de representar de lo que había creído.

316. En todas las cosas, las personas más propensas a ser engañadas son aquellas que no son del oficio; y lo mismo sucede con el Espiritismo; los que no le conocen, son engañados muy fácilmente por las apariencias, mientras que un estudio preparatorio y atento les inicia, no solamente en la causa de los fenómenos, si que
también en las condiciones normales en las cuales se pueden producir, y de este modo les proporciona el medio de reconocer el fraude, si existe.

317. Los médiums mentirosos son sellados como lo merecen en la siguiente carta que hemos reproducido en la "Revista" del mes de agosto de 1861.
"París, 21 julio 1861.
"Señor:
"Puede uno no estar acorde en ciertos puntos, y estarlo perfectamente sobre otros. Acabo de leer en la página 213 del número último de su diario, reflexiones sobre fraudes en materia de experimentos espiritualistas (o espiritistas) y tengo la satisfacción de asociarme a ellas con todas mis fuerzas. Allí toda disidencia en materia de teorías y de doctrinas desaparece como por encanto.
"Puede que yo no sea tan severo como usted con respecto a los médiums que bajo una forma digna y conveniente, aceptan una remuneración como indemnización del tiempo que consagran a los experimentos, muchas veces muy largos y pesados; pero lo soy tanto - y no podría uno serlo bastante - con respecto a aquellos que en semejante caso, suplen en momentos dados, por la fullería y el fraude, la ausencia o la insuficiencia de los resultados prometidos y esperados. (Véase número 311).
"Mezclar lo verdadero con lo falso, cuando se trata de fenómenos obtenidos por la intervención de los Espíritus, es una infamia y habría alteración del sentido moral en el médium que creyese poderlo hacer sin escrúpulo. De la misma manera que usted lo hace observar "perfectamente, es desacreditar la cosa en el espíritu de los indecisos, desde el momento en que se conoce el fraude". Añadiré que es comprometer del modo más deplorable a los hombres honrados que prestan a los médiums el apoyo desinteresado de sus conocimientos y de sus luces que se declaran garantes de su buena fe, y de algún modo les apadrinan; es cometer con ellos un verdadero delito.
"Todo médium que estuviese convicto de maniobras fraudulentas; que se sorprendiese para servirme de una expresión trivial, con la mano en el saco, merecería ser proscripto por todos los espiritualistas o espiritistas del mundo, porque éste sería un deber riguroso para quitarles la máscara o para avergonzarles.
"Si a usted le conviene insertar estas cuantas líneas en su periódico, las pongo a su servicio.
"Reciba usted, etc.
Matieu".

318. No todos los fenómenos espiritistas se imitan con la misma facilidad, hay algunos que desafían evidentemente a toda la habilidad de la prestidigitación: tales son notablemente el movimiento de los objetos sin contacto, la suspensión de los cuerpos graves en el espacio, los golpes que se dan en diferentes partes, las apariciones, etc., salvo el empleo de los secretos y la inteligencia con algunos amigos; por esto decimos que lo que conviene hacer en casos semejantes, es observar con atención las circunstancias, y sobre todo hacerse cargo del carácter y de la posición de las personas, del objeto y del interés que podrían tener en engañar: este es el mejor de los comprobantes, porque hay ciertas circunstancias que quitan todo motivo de sospecha. Creemos, pues, en principio, que es menester desconfiar de aquel que hiciere de estos fenómenos un espectáculo o un objeto de curiosidad o de diversión y pretendiera producirlos a su gusto y en un punto dado como lo hemos dicho ya. No sabemos cómo repetirlo, las inteligencias ocultas que se nos manifiestan tienen sus susceptibilidades, y quieren probarnos que tienen también su libre albedrío y que no se someten a nuestro capricho. (Núm. 38).
Nos bastará el señalar algunos subterfugios empleados, o que es posible que se empleen en ciertos casos, para prevenir contra el fraude a los observadores de buena fe.
En cuanto a las personas que se obstinan en juzgar sin profundizar, sería perder el tiempo procurar desengañarles.

319. Uno de los fenómenos más ordinarios es el de los golpes íntimos dados en la sustancia misma de la madera, con el movimiento de la mesa o sin moverla, o de otro objeto del que se sirva para el caso. Este efecto es uno de los más fáciles de imitar, sea por el contacto de los pies, sea provocando pequeños crujidos en el mueble; pero es una pequeña maña especial que es muy útil de manifestar. Basta poner las dos manos extendidas sobre la mesa y bastante juntas para que las uñas de los pulgares se apoyen con fuerza el uno contra el otro; entonces, por un movimiento muscular casi imperceptible, se les hace experimentar una frotación que hace un pequeño ruido seco, que tiene una gran analogía con el de la tiptología íntima. Este ruido se refleja en la madera y produce una ilusión completa. Nada hay más fácil que hacer oír tantos golpes como se deseen, una banda de tambores, etc., responder a varias preguntas por "sí" o por "no", por nombres y también con la indicación de las letras del alfabeto.
Una vez sabido, el modo de reconocer el fraude es muy sencillo. No es posible si las manos están separadas la una de la otra y se tiene la seguridad que ningún otro contacto puede producir el ruido. Los golpes reales se caracterizan también porque cambian de punto y timbre a voluntad, lo que no puede tener lugar cuando se debe a la causa que hemos dicho o a otra cualquiera análoga; que salga de la mesa para trasladarse a otro mueble cualquiera que nadie toque, en las paredes, en el techo, etc., o que responde a preguntas no previstas. (Véase núm. 41).

320. La escritura directa es aún más fácil de imitar; sin hablar de los agentes químicos bien conocidos para hacer aparecer la escritura en un tiempo dado en el papel blanco, lo que puede descubrirse con las precauciones más vulgares, podría suceder que por medio de un escamoteo hábil, se substituyera un papel por otro. Podría suceder también que aquel que quisiera cometer el fraude, tuviese la maña de distraer la atención mientras que escribiese con destreza algunas palabras. Se nos ha dicho también haber visto escribir de este modo con un pedazo de lapicero de plomo metido disimuladamente en la uña.

321. El fenómeno de aportes no se presta menos al artificio, y se puede con mucha facilidad ser engañado por un escamoteador más o menos diestro, sin que por esto sea necesario habérselas con un prestidigitador de profesión. En el artículo especial que hemos publicado más arriba (núm. 96) los mismos Espíritus han determinado las condiciones excepcionales con las cuales se puede producir, de donde debe sacarse la consecuencia que la obtención "fácil" y "facultativa" puede poco o mucho tenerse por sospechosa. La escritura directa está en el mismo caso.

322. En el capitulo de los "médiums especiales" hemos mencionado con respecto a los Espíritus, las aptitudes medianímicas comunes y las que son raras. Conviene, pues, desconfiar de los médiums que pretenden tener estas últimas con demasiada facilidad, o que ambicionan la multiplicidad de facultades, pretensión que rara vez se justifica.

323. Las manifestaciones inteligentes son, según las circunstancias, las que ofrecen más garantía y sin embargo no están al abrigo de la imitación, al menos por lo que toca a las comunicaciones ligeras y vulgares. Se cree tener más seguridad en los médiums mecánicos, no sólo por la independencia de las ideas, sino también contra las supercherías; por esta razón ciertas personas prefieren los intermediarios materiales.
Pues bien, es un error. El fraude se desliza por todo, y sabemos que con la habilidad se puede también dirigir un cestito o una tablita que escriba y dar todas las apariencias de los movimientos espontáneos. Lo que quita todas las dudas, son los pensamientos que se expresan, que vengan de un médium mecánico, intuitivo, auditivo, parlante o vidente.
Hay comunicaciones que están de tal modo fuera de las ideas, de los conocimientos y aun del alcance intelectual del médium, que sería preciso engañarse de un modo extraño para hacerle honor. Reconocemos al charlatanismo una gran habilidad y fecundos recursos, pero aun no le reconocemos el don de dar sabiduría a un ignorante o genio al que no lo tiene.
En resumen, lo repetimos, la mejor garantía está en la moralidad notoria de los médiums y en la ausencia de toda causa de interés material o de amor propio, que podrían estimular en él el ejercicio de las facultades medianímicas que posee; porque estas mismas causas pueden inducirle a simular las que no tiene.

CAPÍTULO XXIX
REUNIONES Y SOCIEDADES ESPIRITISTAS
De las reuniones en general. - De las sociedades propiamente dichas. -Objetos
de estudio. - Rivalidad entre las sociedades

De las reuniones en general

324. Las reuniones espiritistas pueden tener grandes ventajas, porque permiten ilustrarse por el cambio recíproco de pensamientos, por las preguntas y las observaciones que cada uno puede hacer y de las que se aprovechan todos; pero para sacar de ellas todo el fruto que se desea, requieren condiciones especiales que vamos a examinar, porque no se tendría razón en asimilarías a las sociedades ordinarias. Por otra parte, formando las reuniones un todo colectivo, lo que les concierne es la consecuencia natural de las instrucciones precedentes; tienen que tomar las mismas precauciones y preservarse de los mismos escollos que los individuos; por esto hemos colocado este capítulo en último lugar.
Las reuniones espiritistas tienen caracteres muy diferentes según el objeto que se proponen, y por lo mismo su condición de ser debe diferir también. Según su naturaleza pueden ser "frívolas", "experimentales" o "instructivas".

325. Las "reuniones frívolas" se componen de personas que sólo ven el lado complaciente de las manifestaciones, que se divierten con los chistes de los Espíritus ligeros muy amantes de esta clase de asambleas, en las que tiene toda la libertad de producirse y no hacen falta a ellas. Allí se piden toda clase de ligerezas, se hacen decir la buenaventura por los Espíritus, se pone su perspicacia a prueba para adivinar la edad, lo que se lleva en el bolsillo, descubrir pequeños secretos y mil otras cosas de esta importancia.
Estas reuniones son sin consecuencias; pero como los Espíritus ligeros son algunas veces muy inteligentes y que por lo general son de humor fácil y jovial, se producen a menudo cosas muy curiosas de las que el observador puede sacar provecho; el que no hubiese visto otra cosa y juzgase el mundo de los Espíritus según esta muestra, se haría una idea tan falsa, como aquel que juzgase a toda la sociedad de una ciudad por la de ciertos barrios. El simple buen sentido dice que los Espíritus elevados no pueden venir a tales reuniones, en las que los espectadores son tan formales como los actores. Si se quiere ocupar de cosas triviales, es menester llamar francamente a Espíritus ligeros, como se llamaría a farsantes para divertir una sociedad, pero habría profanación convidando nombres venerados, mezclando lo sagrado con lo profano.

326. Las "reuniones experimentales" tienen por objeto la producción de manifestaciones físicas. Para muchas personas es un espectáculo más curioso que instructivo; los incrédulos salen de ellas más maravillados que convencidos cuando no han visto otra cosa, y todo su pensamiento se dirige a buscar los hilos, porque no pudiendo hacerse cargo de nada, suponen desde luego subterfugios. Lo contrario sucede con aquellos que han estudiado; comprenden anticipadamente la posibilidad y los hechos positivos determinan en seguida o acaban su convicción; si hubiese subterfugio, estarían en disposición de descubrirlo.
Sin embargo de esto, esta clase de experimentos tienen una utilidad que nadie podría desconocer, porque ellos son los que han hecho descubrir las leyes que rigen el mundo invisible y para muchas gentes son sin contradicción un poderoso motivo de convicción; pero nosotros sostenemos que ellos solos no pueden iniciar en la ciencia Espiritista, como la vista de un ingenioso mecanismo, no podrá hacer conocer la mecánica, si no se conocen sus leyes; sin embargo, si estuviesen dirigidos con método y prudencia, se obtendrían resultados mucho mejores. Volveremos luego al mismo asunto.

327. Las "reuniones instructivas" tienen un carácter muy diferente, y como de ellas es de donde puede sacarse la verdadera enseñanza, insistiremos más sobre las condiciones que deben llenar.
La primera de todas, es el permanecer formales en toda la extensión de la palabra. Es preciso convencerse que los Espíritus a los cuales queremos dirigirnos son de una naturaleza enteramente especial; que no pudiéndose aliar lo sublime con lo trivial, ni el bien con el mal, si se quieren obtener cosas buenas, es menester dirigirse a Espíritus buenos; pero no basta pedir buenos Espíritus; es menester condición expresa; estar en disposición propicia para que "quieran venir", así, pues, los Espíritus superiores no irán a las asambleas de hombres ligeros y superficiales, como tampoco hubieran ido cuando vivían.
Una sociedad no es verdaderamente formal sino a condición de ocuparse de cosas útiles con exclusión de todas las otras; si aspira a obtener fenómenos extraordinarios por curiosidad o pasatiempo, los Espíritus que los producen podrán ir, pero los otros se alejarán. En una palabra, cualquiera que sea el carácter de una reunión, encontrará siempre Espíritus dispuestos a secundar sus tendencias. Una reunión formal se separa, pues, de su objeto si deja la enseñanza por la diversión. Las manifestaciones físicas como ya lo hemos dicho, tienen su utilidad; los que quieren ver, que vayan a las reuniones experimentales, y los que quieran comprender, que vayan a las reuniones de estudio; de este modo los unos y los otros podrán completar su instrucción espiritista, como en el estudio de la medicina los unos van a la clase y los otros a la clínica.

328. La instrucción espiritista, no comprende sólo la enseñanza moral dada por los Espíritus, si que también el estudio de los hechos; a ella incumbe la teoría de todos los fenómenos, la investigación de las causas, y como consecuencia, la confirmación de lo que es posible y de lo que no lo es; en una palabra, la observación de todo aquello que puede hacer adelantar la ciencia. Así, pues, sería engañarse el creer que los hechos estén limitados a los fenómenos extraordinarios; que aquellos que hieren más los sentidos sean los solos dignos de atención; se encuentran a cada paso en las comunicaciones inteligentes y que los hombres reunidos para el estudio no sabrían despreciar; estos hechos, que sería imposible enumerar, surgen de una multitud de circunstancias fortuitas; aunque menos ingeniosas, no dejan de tener interés para el observador que encuentre en ellas o la confirmación de un principio conocido, o la revelación de un principio nuevo que le hace penetrar más adelante en los misterios del mundo invisible esto pertenece también a la filosofía.

329. Las reuniones del estudio son además de una inmensa utilidad para los médiums de manifestaciones inteligentes, sobre todo para aquellos que tienen deseo formal de perfeccionarse y que no van a ellas con una vana presunción de infalibilidad. Uno de los grandes escollos de la mediumnidad, es como lo hemos dicho ya, la obsesión y la fascinación; pueden, pues, hacerse ilusión de muy buena fe sobre el mérito de lo que ellos obtienen, y se concibe que los Espíritus mentirosos encuentran el camino expedito cuando tienen que habérselas con un ciego; por esto alejan a su médium de toda comprobación; que también le hace tomar aversión a cualquiera que pueda ilustrarle; a favor del aislamiento y de la fascinación, pueden a su gusto hacerle aceptar todo lo que quieren.
No nos cansaremos de repetirlo; aquí está no sólo el escollo sino el peligro; sí, lo decimos, un verdadero peligro. El sólo medio de librarse de él, es la comprobación de personas desinteresadas y benévolas que juzgando las comunicaciones con sangre fría e imparcialidad, pueden abrirle los ojos y hacerle ver lo que él no puede por si solo. Así, pues, todo médium que teme este juicio está ya en el camino de la obsesión; el que cree que la luz sólo se ha hecho para él, está completamente bajo el yugo; si toma a mal las observaciones, si las rechaza, si le irritan, no puede quedar duda sobre la mala naturaleza del Espíritu que le asiste.
Lo hemos dicho, a un médium pueden faltarle los conocimientos necesarios para comprender los errores; puede dejarse engañar por grandes palabras y por un lenguaje pretencioso, ser seducido por los sofismas y esto con toda la buena fe del mundo; por esto, en defecto de sus propias luces, debe modestamente buscar el recurso de otros, según estos dos adagios que cuatro ojos ven más que dos y que uno nunca puede ser juez de su propia causa. A este punto de vista las reuniones son para el médium de una grande utilidad si es bastante sensato para escuchar las amonestaciones, porque allí se encontrarán personas más ilustradas que él, que observarán las diferencias a menudo muy delicadas por donde el Espíritu hace traición a su inferioridad.
Todo médium que desee sinceramente no ser el juguete de la mentira, debe, pues, buscar producirse en las reuniones formales y llevar a ellas lo que obtenga en particular; aceptar con reconocimiento y solicitar del mismo modo el examen crítico de las comunicaciones que recibe; si es el objeto de Espíritus mentirosos, es el medio más seguro de desembarazarse de ellos probándoles que no pueden engañarle. Por lo demás, el médium que se irrita de la crítica es con tan poco fundamento como que su amor propio no debe resentirse por nada, puesto que lo que él dice no es suyo, y que no es más responsable que si leía los versos de un mal poeta.
Hemos insistido sobre este punto, porque si éste es un escollo para los médiums, lo es también para las reuniones a las cuales conviene no conceder confianza ligeramente a todos los intérpretes de los Espíritus. El concurso de todo médium obcecado o fascinado les sería más pernicioso que útil; no deben, pues, aceptarle. Creemos haber entrado en los desarrollos suficientes para que les sea imposible engañarse sobre los caracteres de la obsesión, si el mismo médium no puede conocerla; uno de los más marcados es, sin contradicción, la pretensión de tener sólo razón contra todo el mundo. Los médiums obcecados que no quieren convenir en que lo están, se parecen a aquellos enfermos que se hacen ilusión sobre su salud y se pierden por no querer someterse a un régimen saludable.

330. Lo que debe proponerse una reunión formal es separar a los Espíritus mentirosos; estaría en el error si se creyese al abrigo por su objeto y por la cualidad de sus médiums; no lo alcanzará hasta que ella misma se halle en condiciones favorables.
Para comprender bien lo que pasa en esta circunstancia, rogamos que se atienda a lo que hemos dicho más arriba, núm. 231 sobre la "influencia del centro". Es menester representarse a cada individuo como rodeado de cierto número de acólitos invisibles que se identifican con su carácter, sus gustos y sus inclinaciones; pues toda persona que entra en una reunión lleva con ella Espíritus que le son simpáticos. Según su número y su naturaleza, estos acólitos pueden ejercer sobre la asamblea y sobre las comunicaciones una influencia buena o mala. Una reunión perfecta sería aquella en que todos sus miembros, animados por un mismo amor al bien, no llevasen consigo sino buenos Espíritus; a falta de la perfección, la mejor será aquella en que el bien sobrepujará al mal. Esto es demasiado lógico para que sea necesario insistir en ello.
331. Una reunión es un ser colectivo cuyas cualidades y propiedades son la resultante de todas las de sus miembros, y forman como un manojo; así, pues, este manojo tendrá tanta más fuerza cuanto más homogéneo sea. Si se ha comprendido bien lo que se ha dicho (núm. 282, pregunta 5a.) sobre la manera que los Espíritus son advertidos de nuestro llamamiento, se comprenderá fácilmente el poder de la asociación del pensamiento de los asistentes. Si el Espíritu es de algún modo herido por el pensamiento como nosotros lo somos por la voz, uniéndose veinte personas con la misma intención, necesariamente tendrán más fuerza que una sola; pero para que todos estos pensamientos concurran a un mismo fin, es menester que vibren unísonos; que se confundan por decirlo así, en uno solo; lo que no puede tener lugar sin el recogimiento.
Por otra parte, llegando el Espíritu a un centro simpático, está más a gusto; no encontrando allí sino amigos, va con más voluntad y está mejor dispuesto a contestar. El que haya seguido con alguna atención las manifestaciones espiritistas inteligentes se habrá podido convencer de esta verdad. Si los pensamientos son divergentes, resulta un choque de ideas desagradables para el Espíritu, y de consiguiente pernicioso para la manifestación. Lo mismo sucede con un hombre que debe hablar en una asamblea; si siente que todos los pensamientos le son simpáticos y benévolos, la impresión que de ello recibe obra sobre sus propias ideas y le dan más verbosidad; la unanimidad de este concurso ejerce sobre él una especie de acción magnética que duplica sus medios, mientras que la indiferencia o la hostilidad le turba y le paraliza; así es que los actores están electrizados por los aplausos; luego los Espíritus mucho más impresionables que los humanos deben sentir aun mucho mejor la influencia del centro.
Toda reunión Espiritista debe, pues, procurar la mayor homogeneidad posible; bien entendido que hablamos de aquellas que quieren llegar a resultados formales y verdaderamente útiles; si se quieren obtener simplemente comunicaciones, aun cuando sea sin reparar en la cualidad de aquellos que las dan, es evidente que todas estas precauciones no son necesarias, pero en tal caso no hay que quejarse tampoco de la cualidad
del producto.

332. El recogimiento y la comunión de pensamientos, siendo las condiciones esenciales de toda reunión formal, se comprende que el número demasiado crecido de los asistentes, debe ser una de las causas más contrarias a la homogeneidad.
Ciertamente no hay ningún limite absoluto para este número, y se concibe que cien personas, suficientemente recogidas y atentas, estarán en mejores condiciones que diez que estuviesen distraídas y en desorden; pero también es evidente que cuanto más grande es el número, más difícil es que las condiciones tengan efecto. Es un hecho probado por la experiencia que los pequeños grupos íntimos están siempre más favorecidos por hermosas comunicaciones, y es por los motivos que hemos explicado.

333. Hay también otro punto que no es menos necesario: la regularidad de las reuniones. En todas hay siempre Espíritus que podrían llamarse los "acostumbrados" a la asistencia, y no se entienda por esto que queremos decir que estos Espíritus se encuentran por todo y se mezclan en todo; estos son ya Espíritus protectores, ya aquellos a quienes se pregunta más a menudo. No debe creerse que estos Espíritus no tengan otra cosa que hacer que escucharnos; tienen sus ocupaciones y también pueden encontrarse en condiciones poco favorables para ser evocados. Cuando las reuniones tienen lugar en días y horas fijas se disponen en consecuencia, y es raro que falten. Los hay también que llevan la puntualidad hasta el exceso; se formalizan si se retardan un cuarto de hora, y si ellos mismos señalan el momento de una conversación, se les llamaría en vano algunos minutos más pronto. Sin embargo, añadamos que aun cuando los Espíritus prefieren la regularidad, los que verdaderamente son superiores, no son meticulosos sobre este punto. La exigencia de una puntualidad rigurosa es una señal de inferioridad, como todo lo que es pueril. Fuera de las horas consagradas sin duda pueden venir, y aun vienen con gusto si el objeto es útil; pero nada es más pernicioso para las buenas comunicaciones que el llamarles a diestro y siniestro, cuando se apodera de nosotros la fantasía y sobre todo sin motivo formal; como no están obligados a someterse a nuestros caprichos, podría ser muy bien que no quisieran incomodarse, y entonces es cuando sobre todo otros pueden tomar su puesto y su nombre.

De las sociedades propiamente dichas

334. Todo lo que hemos dicho sobre las reuniones en general, naturalmente se aplica a las sociedades regularmente constituidas; éstas, sin embargo, tienen que luchar contra algunas dificultades especiales que nacen del mismo lazo que une los miembros. Habiéndosenos pedido algunas veces consejos sobre su organización, los reasumiremos a continuación con pocas palabras.
El Espiritismo que apenas acaba de nacer se aprecia aun diversamente, y es aun poco comprendido en su esencia por un gran número de adeptos, para ofrecer un lazo poderoso entre los miembros de lo que podría llamarse una asociación. Este lazo sólo puede existir entre aquellos que ven en él un objeto moral, lo comprenden y se "lo aplican a si mismos". Entre aquellos que sólo ven en si hechos más o menos curiosos, no podría establecerse nada formal; poniendo los hechos sobre los principios, una simple divergencia en el modo de verlos pudiera dividirles. No sucede lo mismo con los primeros, porque sobre la cuestión moral no puede haber dos modos de ver; también es de notar que por todas partes en donde éstos se encuentran, una confianza recíproca atrae los unos hacia los otros; la benevolencia mutua que reina entre ellos destierra el disgusto y la violencia que nacen de la susceptibilidad, del orgullo que se resiente de la menor contradicción y del egoísmo, que todo se lo atribuye. Una sociedad en la que reinasen tales sentimientos sin división, en donde se fuera únicamente con el fin de instruirse en la enseñanza de los Espíritus, y no con la esperanza de ver las cosas más o menos interesantes, o para hacer prevalecer su opinión, una sociedad así, decimos, no sólo seria viable, sino que sería indisoluble. La dificultad también de reunir numerosos elementos homogéneos desde este punto de vista, nos obliga a decir que, en interés de los estudios, y por el bien de la cosa misma, las reuniones espiritistas deben procurar multiplicarse por pequeños grupos, más bien que constituirse en grandes aglomeraciones. Estos grupos correspondiéndose entre si, visitándose y transmitiéndose sus observaciones pueden desde luego formar el núcleo de la grande familia espiritista, que un día fusionará todas las opiniones y unirá a los hombres en un mismo sentimiento de fraternidad sellado por la caridad cristiana.

335. Hemos visto la importancia de la uniformidad de sentimientos para obtener buenos resultados; esta uniformidad necesariamente es tanto más difícil de obtener cuanto más grande es el número. En las pequeñas reuniones se conoce uno mejor, se está más seguro de los elementos que se introducen en ellas el silencio y recogimiento son más fáciles; y todo se pasa allí como entre familia. Las grandes asambleas excluyen la intimidad por la variedad de los elementos de que se componen; exigen locales especiales, recursos pecuniarios y un aparato administrativo inútil en los grupos pequeños; la divergencia de caracteres, de ideas y de opiniones se manifiesta mejor y ofrece a los Espíritus enredadores más facilidad para sembrar la discordia. Cuanto más numerosa es la reunión, más difícil es poder contentar a todo el mundo; todos quisieran que los trabajos fuesen dirigidos a su gusto, que con preferencia se ocupasen de los asuntos que más les interesan; algunos creen que el título de asociado les da el derecho de imponer su manera de ver las cosas; de aquí se sigue la tirantez, una causa de malestar que conduce tarde o temprano a la desunión, después a la disolución: suerte de todas las sociedades, cualquiera que sea su objeto.
Las pequeñas reuniones no están sujetas a las mismas fluctuaciones; la caída de una grande sociedad sería una desgracia aparente para la causa del Espiritismo y sus enemigos no dejarían de aprovechar la ocasión; la disolución de un grupo pequeño pasa desapercibida, además que si uno se dispersa, al lado de él se forman otros veinte; así, pues, veinte grupos de quince a veinte personas, obtendrán más y harán más para la propagación, que una asamblea de tres a cuatrocientas.
Sin duda se dirá que los miembros de una sociedad que obrasen del modo que acabamos de manifestar no serían verdaderos espiritistas, puesto que el primer deber que impone la doctrina, es la caridad y la benevolencia. Esto es perfectamente justo; también aquellos que piensan de este modo son más bien espiritistas de nombre que de hecho; seguramente no pertenecen a la tercera categoría (véase número 28). ¿Pero quién dice que éstos sean ni siquiera espiritistas? Aquí se presenta una consideración que no deja de tener alguna gravedad.

336. No olvidemos que el Espiritismo tiene enemigos interesados en contrarrestarle y que ven su buena marcha con despecho; los más peligrosos no son los que atacan abiertamente, sino los que trabajan en secreto; éstos con una mano lo acarician, y con otra lo destrozan. Estos seres mal intencionados se introducen por todas partes en donde puedan hacer mal; como saben que la unión es la fuerza, procuran destruirla poniendo la tea de la discordia. ¿Quién no pensará, pues, que aquellos que en las reuniones siembran la turbación y cizaña no sean los agentes provocadores que procuran el desorden? Seguramente éstos no son ni verdaderos ni buenos espiritistas; nunca pueden hacer bien y pueden hacer mucho mal. Se comprende que tienen mucha más facilidad en insinuarse en las reuniones numerosas que en los pequeños grupos en los que todo el mundo se conoce; a favor de sordos manejos que pasan desapercibidos, siembran la duda, la desconfianza y la defección; bajo la apariencia de un hipócrita interés por la cosa, todo lo critican, forman conciliábulos y corrillos que muy pronto rompen la armonía del conjunto; esto es lo que ellos quieren.
Con respecto a estas personas, acudir a los sentimientos de caridad y de fraternidad es como si se hablase a sordos voluntarios, porque su objeto es precisamente el destruir estos sentimientos, que son el más grande obstáculo para sus manejos. Este estado de cosas, fastidioso en todas las sociedades, loes aun más en las sociedades espiritistas, porque si no conduce a un rompimiento, causa una preocupación incompatible con el recogimiento y la atención.

337. Si la reunión, se dirá, está en mal camino, ¿los hombres sensatos y bien intencionados no tienen el derecho de la crítica, y deben dejar pasar el mal sin decir nada y aprobarlo con su silencio? Sin duda están en su derecho: además es un deber; pero si su intención es verdaderamente buena, admiten su parecer con prudencia y benevolencia, abiertamente y no ocultamente; si no se les secunda, se retiran; porque no se podría concebir que aquel que no tuviese una segunda intención, se obstinase en quedarse en una sociedad en la que se hicieran cosas que no le convinieran.
Pueden, pues, establecerse en principio que cualquiera que en una reunión espiritista provocase el desorden o la desunión, ostensiblemente o bajo mano, por cualesquiera medios, o es un agente provocador, o al menos muy mal espiritista del que debe desembarazarse muy pronto; pero las mismas obligaciones que atan a todos los miembros a menudo son un obstáculo para ello; por esto conviene evitar las obligaciones indisolubles; los hombres de bien siempre están bastante obligados, los mal intencionados lo son siempre demasiado.

338. Además de las personas notoriamente malévolas que se entrometen en las reuniones, hay aquellos que por carácter, llevan la turbación en si mismos por todas partes en donde se encuentran: no se podía pues ser bastante circunspecto sobre los elementos nuevos que se introducen en ellas. Los más incómodos en este caso, no son los ignorantes en la materia, ni tampoco los que no creen: la convicción no se adquiere sino por la experiencia, y hay personas que quieren ilustrarse de buena fe. De los que uno debe guardarse es de las gentes que tienen un sistema preconcebido; de los incrédulos que dudan de todo, aun de la evidencia; de los orgullosos, que pretendiendo tener ellos solos la ciencia infusa, quieren imponer en todo su opinión y miran con desdén a cualquiera que no piense como ellos. No os dejéis seducir por su pretendido deseo de ilustrarse; hay más de uno que se incomodaría si se le forzara en convenir que se le engaña; guardáos sobre todo de esos peroradores insípidos que quieren ser siempre los últimos y de aquellos que sólo se complacen en la contradicción; los unos y los otros hacen perder el tiempo sin provecho para ellos mismos; los Espíritus no quieren palabras inútiles.

339. Vista la necesidad de evitar toda causa de turbación y de distracción, una sociedad espiritista que se organice debe llamar toda su atención sobre los medios propios para quitar a los promovedores de desórdenes los medios de incomodar y en dar la más grande facilidad para separarlos. Las reuniones pequeñas sólo tienen necesidad de un reglamento disciplinario muy sencillo para el orden de las sesiones; las sociedades regularmente constituidas exigen una organización más completa; la mejor será aquella cuyas ruedas serán menos complicadas; las unas y las otras encontrarán aquello que les será aplicable, o lo que creerán útil, en el reglamento de la Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas, que damos más abajo.

340. Las sociedades, pequeñas o grandes, y todas las reuniones, cualquiera que sea su importancia, tienen que luchar contra otro escollo. Los promovedores de disturbios no sólo están en su seno, están también en el mundo invisible. De la misma manera que hay Espíritus protectores para las sociedades, las ciudades y los pueblos, los Espíritus malhechores se unen a los grupos lo mismo que a los individuos; primeramente atacan a los más débiles, a los más accesibles, de los cuales procuran hacer sus instrumentos, y poco a poco intentan invadir las masas; porque su alegría perversa está en razón del número de aquellos que tienen bajo su yugo. Todas las veces, pues, que en un grupo, una persona cae en un lazo, es preciso decir que hay un enemigo en el campo, un lobo en el redil, y que debe uno prevenirse, porque es más que probable que multiplicará sus tentativas; si no se le corta el vuelo por una resistencia enérgica, la obsesión viene a ser entonces un mal contagioso que se manifiesta en los médiums por la perturbación de la mediumnidad, y en los otros por la hostilidad de sentimientos, la perversión del sentido moral y la turbación de la armonía. Como el más poderoso
antídoto de este veneno es la caridad, tratan de sofocarla. Es preciso, pues, no esperar que el mal sea incurable para poner remedio, tampoco es menester esperar los primeros síntomas, es preciso saberlo precaver; para esto hay dos medios eficaces si se emplean bien: la oración de corazón y el estudio atento de las menores señales que revelan la presencia de los Espíritus mentirosos; el primero atrae a los buenos Espíritus que no asisten con celo sino a los que les secundan por su confianza en Dios; el otro prueba a los Espíritus malos que tienen que habérselas con personas que ven bastante claro para que se dejen engañar. Si uno de los miembros sufre la influencia de la obsesión, todos los esfuerzos deben dirigirse, desde los primeros indicios, a abrirle los ojos por temor de que el mal no se agrave, a fin de convencerle de que es engañado y con el deseo de secundar a los que quieren desembarazarle.

341. La influencia del centro es la consecuencia de la naturaleza de los Espíritus y de su modo de acción sobre los seres vivientes; de esta influencia cada uno puede deducir las condiciones más favorables para una sociedad que aspira a conciliar la simpatía de los buenos Espíritus, y a no obtener sino buenas comunicaciones separando las malas.
Estas condiciones están todas en las disposiciones morales de los asistentes; se resumen en los puntos siguientes:
Perfecta comunidad de miras y de sentimientos;
Benevolencia recíproca entre todos los miembros;
Abnegación de todo sentimiento contrario a la verdadera caridad cristiana;
Deseo único de instruirse y mejorarse por la enseñanza de los buenos Espíritus y sacar provecho de sus consejos. Cualquiera que se persuada que los Espíritus superiores se manifiestan con el objeto de hacernos progresar y no para nuestro placer, comprenderá que deben retirarse de aquellos que se limitan a admirar su estilo sin sacar de él ningún fruto, y no toman el atractivo de las sesiones, sino por el mayor o menor interés que les ofrecen según sus gustos particulares;
Exclusión de todo lo que en las comunicaciones pedidas a los Espíritus, sólo tendrían un objeto de curiosidad;
Recogimiento y silencio respetuosos durante la conversación con los Espíritus;
Asociación de todos los asistentes, por el pensamiento, al llamamiento que se hace de los Espíritus que se evocan;
Concurso de los médiums de la asamblea con abnegación de todo sentimiento de orgullo, de amor propio y de supremacía y por el único deseo de hacerse útiles.
¿Son tan difíciles de llenar estas condiciones que no se puedan encontrar? No lo creemos así; esperamos, por el contrario, que las reuniones verdaderamente formales, como las que existen ya en diferentes partes se multiplicarán, y no nos escondemos para decir que a ellos deberá el Espiritismo su más poderosa propagación; reuniendo a los hombres de bien y de conciencia, impondrán silencio a la crítica y cuanto más puras serán sus intenciones, más respetadas serán también de sus adversarios; cuando la burla ataca lo bueno, cesa de hacer reír: se vuelve despreciable. Entre las reuniones de este género un verdadero lazo simpático, una solidaridad mutua, se establecerá por la fuerza de las cosas y contribuirán al progreso general.
342. Sería un error el creer que las reuniones que se ocupan especialmente de manifestaciones físicas, estén fuera de este concierto fraternal, y que excluyen todo pensamiento formal; si no requieren condiciones tan rigurosas, tampoco se asiste a ellas impunemente cuando hay ligereza, y se engañaría cualquiera si creyera que el concurso de los asistentes sea absolutamente nulo; si tiene la prueba de lo contrario en el hecho de que a menudo las manifestaciones de este género, aun cuando sean provocados por excelentes médiums, no pueden producirse en ciertas reuniones. Hay, pues, también  influencias contrarias para esto, y estas influencias sólo pueden estar en la divergencia o en la hostilidad de los sentimientos que paralizan los esfuerzos de los Espíritus.
Las manifestaciones físicas, como hemos dicho, son de una gran utilidad, abren un vasto campo al observador, porque es todo un orden de fenómenos insólitos que se desarrollan a sus ojos, y cuyas consecuencias son incalculables. Una asamblea, puede, pues, ocuparse de ello con miras muy formales, pero no podría conseguir su objeto, sea como estudio, sea como medio de convicción, si no se coloca en condiciones favorables; la primera de todas es, no la fe de los asistentes, sino su deseo de recibir la luz sin segunda intención, sin haber tomado el partido de rechazar la misma evidencia; la segunda es la restricción de su número para evitar la mezcla de elementos heterogéneos.
Si las manifestaciones físicas son producidas en general por los Espíritus menos avanzados, no por esto tienen un objeto menos providencial, y los Espíritus buenos las favorecen todas las veces que pueden tener un resultado útil.

Objetos de estudio

343. Cuando evocamos a nuestros parientes y amigos, y a algunos personajes célebres para comparar sus opiniones de ultratumba con las que tenían cuando vivían, se halla uno embarazado para continuar la conversación sin que se caiga en las ligerezas y en las fruslerías. Muchas personas creen también, que el Libro de los Espíritus ha agotado la serie de preguntas de moral y de filosofía; esto es un error; por esto puede ser útil indicar el manantial de donde pueden sacarse motivos de estudio, por decirlo así, ilimitados.

344. Si la evocación de los hombres ilustrados, de los Espíritus superiores, es eminentemente útil para la enseñanza que nos dan, la de los Espíritus vulgares no lo es menos, bien que sean incapaces de resolver las cuestiones de alta importancia; por su inferioridad se pintan ellos mismos, y cuanto menos es la distancia que nos separa, más reacciones encontramos con nuestra propia situación, sin contar que muchas veces nos ofrecen rasgos característicos de la más alta importancia, como lo hemos explicado más arriba, número 281, hablando de la utilidad de las evocaciones particulares. Es, pues, una mina inagotable de observaciones, no tomando aun sino los hombres cuya vida presenta alguna particularidad con respecto al género de muerte, a la edad, a las buenas o malas cualidades, a su posición, feliz o infeliz sobre la tierra, a sus costumbres, al estado mental, etc.
Con los Espíritus elevados, el cuadro de los estudios se ensancha; además de las cuestiones psicológicas que tienen un límite, se les pueden proponer una multitud de problemas morales que se extienden hasta el infinito sobre todas las posiciones de la vida, sobre la conducta mejor que puede observarse sobre tal o cual circunstancia dada, sobre nuestros deberes recíprocos, etc. El valor de la instrucción que se recibe sobre algún asunto moral, histórico, filosófico, científico, depende enteramente del estado del Espíritu a quien se pregunta; a nosotros toca el juzgar.

345. Además de las evocaciones propiamente dichas, los dictados espontáneos, ofrecen objetos de estudio hasta el infinito. Consisten en esperar el asunto que quieran tratar los Espíritus. Muchos médiums pueden en este caso trabajar simultáneamente.
Alguna vez puede llamarse a un Espíritu determinado; lo más regular es esperar a los que quieran presentarse, y algunas veces vienen del modo más imprevisto. Estas comunicaciones pueden dar lugar en seguida a una multitud de cuestiones, cuyo tema se encuentra de este modo preparado. Deben ser comentadas con cuidado para estudiar todos los pensamientos que encierran y juzgar si llevan el sello de la verdad. Este examen hecho con severidad es, como hemos dicho, la mejor garantía contra la instrucción de los Espíritus mentirosos; con este motivo y también para la instrucción de todos, podrá darse conocimiento de las comunicaciones obtenidas fuera de a reunión.
Hay en esto, como se ve, un manantial inagotable de elementos eminentemente formales e instructivos.

346. Las ocupaciones de cada sesión pueden arreglarse del modo que sigue:
1º Lectura de las comunicaciones espiritistas obtenidas en la última sesión, puestas en limpio.
2º Noticias diversas. - Correspondencia. - Lectura de las comunicaciones obtenidas fuera de las sesiones. - Relación de los hechos interesantes del Espiritismo.
3º Trabajos de estudio - Dictados espontáneos. - Cuestiones diversas y problemas morales propuestos a los Espíritus. - Evocaciones.
4º Conferencia - Examen crítico y analítico de las diversas comunicaciones. –Discusión sobre los diferentes puntos de la ciencia espiritista.

347. Los grupos que empiezan tienen que pararse muchas veces por falta de médiums. Los médiums son seguramente uno de los elementos esenciales de las reuniones espiritistas, pero no son elementos indispensables, y no se tendría razón en creer que en defecto de ellos nada haya que hacer. Sin duda aquellos que no se reúnen, sino con el objeto de hacer experimentos, no pueden hacerlo sin médiums, como los músicos en un concierto, sin instrumentos; pero aquellos que llevan la mira de un estudio formal tienen mil motivos de ocupación tan útiles y provechosos, como si pudiesen obrar con los mismos. Además las reuniones que tienen médiums pueden accidentalmente encontrarse sin ellos y seria enojoso que creyesen, en este caso, no tener que hacer otra cosa que retirarse. Los mismos Espíritus pueden, de tiempo en tiempo, dejarles en esta posición, con el fin de enseñarles a pasarse sin ellos. Diremos más; es necesario para aprovecharse de su enseñanza, consagrar algún tiempo en meditarla. Las sociedades científicas no siempre tienen los instrumentos de observación a la vista, y sin embargo encuentran objetos de discusión; en ausencia de poetas y oradores, las sociedades literarias, leen y comentan las obras de autores antiguos y modernos; las sociedades religiosas meditan sobre las Escrituras; las sociedades Espiritistas deben hacer lo mismo, y sacarán un gran provecho para su adelantamiento, estableciendo conferencias en las cuales se lea y comente todo lo que pueda tener relación con el Espiritismo en pro o en contra. De esta discusión en la que cada uno lleva el tributo de sus reflexiones, brotan rayos de la luz que pasan desapercibidos en la lectura individual. Al lado de estas obras especiales, los periódicos abundan de hechos, relaciones, acontecimientos, rasgos de virtudes o vicios que suscitan grandes problemas morales, que sólo el Espiritismo puede resolver, y éste es también un medio de probar que tiene relación con todos los ramos del orden social. Aseguramos que una sociedad espiritista que organizase sus trabajos en este sentido, procurándose los materiales necesarios, no tendría bastante tiempo para las comunicaciones directas de los Espíritus; por lo que llamamos la atención sobre este punto de las reuniones verdaderamente formales, de aquellas que toman más empeño en instruirse que en buscar un pasatiempo. (Véase núm. 207, capítulo de la "Formación de los médiums").

Rivalidad entre las sociedades

348. Las reuniones que se ocupan exclusivamente de comunicaciones inteligentes y las que se entregan al estudio de las manifestaciones físicas, tienen cada una su misión; ni las unas ni las otras estarían en el verdadero espíritu del Espiritismo si se mirasen con mal ojo, y la que echase la piedra a la otra, probaría por esto solo la mala influencia que la domina; todas deben concurrir, aunque por caminos diferentes, al objeto común que es la investigación y la propagación de la verdad; su antagonismo, que no sería sino un efecto de orgullo sobrexcitado, entregando armas a los detractores, sólo haría daño a la causa que pretenden defender.
349. Estas últimas reflexiones se aplican igualmente a todos los grupos que pudiesen diferir sobre algunos puntos de la doctrina. Como lo hemos dicho ya en el capitulo de las "Contradicciones", estas divergencias no se refieren, en la mayoría de los casos, sino a los accesorios y muchas veces a simples palabras; habría, pues, puerilidad en formar opinión aparte, porque no se pensase exactamente del mismo modo. Sería aun peor que esto, si los diferentes grupos o sociedades de una misma población se mirasen con envidia. La envidia se comprende entre las gentes que se hacen competencia y pueden acarrearse un perjuicio material; pero cuando no hay especulación, la envidia no puede ser sino una rivalidad mezquina de amor propio. Como en definitiva, no hay sociedad que pueda reunir en su seno a todos los adeptos, los que están animados por un verdadero deseo de propagar la verdad y cuyo objeto es únicamente moral, deben ver con placer multiplicarse las reuniones, y si hay en ellas concurrencia debe ser para ver quien hará más bien. Las que pretendieran estar en lo verdadero con exclusión de las otras deberían probarlo tomando por divisa "amor y caridad" ; porque tal es el sello de verdadero espiritista. ¿Quieren prevalecerse de la superioridad de los Espíritus que les asisten?
Que lo prueben por la superioridad de las enseñanzas que reciben, y por la aplicación que se hace de las mismas; este es un criterio infalible para distinguir a los que marchan por el mejor camino.
Ciertos Espíritus, más presuntuosos que lógicos, prueban algunas veces de imponer sistemas extraños e impracticables a favor de nombres venerados de los que se amparan. El buen sentido hace muy pronto justicia a estas utopías, pero esperando, pueden sembrar la duda y la incertidumbre entre los adeptos; de aquí viene a menudo una causa de disentimiento momentáneo. Además de los medios que hemos dado para apreciarles, hay otro criterio que da la medida de su valor; es el número de partidarios que reclutan. La razón dice que el sistema que encuentra más eco en las masas, debe estar más cerca de la verdad que aquel que es rechazado por la mayoría y ve disminuir sus filas; así, pues, tened por cierto que los Espíritus que rehúsan la discusión de su enseñanza es porque comprenden su debilidad.

350. Si el Espiritismo debe, así como está anunciado, conducir a la transformación de la humanidad, esto sólo será posible por el mejoramiento de las masas, y no llegará sino gradualmente y poco a poco por el de sus individuos. ¿Qué importa el creer en la existencia de los Espíritus, si esta creencia no hace mejor, más benévolo, más indulgente para con sus semejantes, más humilde y más paciente en la advertencia? ¿Para qué le sirve al avaro el ser espiritista, si siempre es avaro; al orgulloso, si siempre está lleno de si mismo; al envidioso, si siempre tiene celos? Todos los hombres podrían, pues, creer en las manifestaciones, y la humanidad quedar estacionada pero no son estos los designios de Dios. Todas las sociedades espiritistas formales deben dirigirse hacia el objeto providencial agrupándose alrededor de ellas los que tienen unos mismos sentimientos; entonces habrá unión entre ellas, simpatía, fraternidad, y no un vano y pueril antagonismo de amor propio, de palabras más bien que de cosas; entonces serán fuertes y poderosos, porque se apoyarán sobre una base inalterable: el bien para todos; entonces serán respetadas e impondrán silencio al torpe sarcasmo, porque hablarán en nombre de la moral evangélica respetada por todos.
Tal es el camino por el cual nos esforzamos en hacer entrar al Espiritismo. El estandarte que enarbolamos muy alto, es el del "espiritismo cristiano y humanitario" y nos consideramos felices al ver reunirse a su alrededor tantos hombres en todos los puntos del globo, porque comprenden que aquí está el áncora de salvación, la salvaguardia del orden público, la señal de una era nueva para la humanidad. Invitamos a todas las sociedades espiritistas a que concurran a esta grande obra; que de una a otra parte del mundo se tiendan la mano fraternal y confundirán el mal encerrándole en confusas redes.

CAPITULO XXX
REGLAMENTO
DE LA SOCIEDAD PARISIENSE DE ESTUDIOS ESPIRITISTAS
fundada en 1º de Abril de 1858 y autorizada por decreto del señor Prefecto de Policía con fecha 13 de
Abril de 1858, según el dictamen del Excmo, Sr. Ministro del Interior y de la seguridad general.

Nota. - Aunque este reglamento sea el fruto de la experiencia, no lo damos como una ley absoluta, sino únicamente para la facilidad de las sociedades que quieran formarse y que podrán sacar las disposiciones que crean útiles y aplicables a las circunstancias que les sean propias. Por sencilla que sea su organización, puede aún serlo mucho más cuando se trata, no de sociedades regularmente constituidas, sino de simples reuniones íntimas que sólo tienen necesidad de establecer medidas de orden, de precaución y de regularidad en los trabajos.
Igualmente lo damos para gobierno de las personas que quisieran ponerse en relación con la Sociedad Parisiense, sea como corresponsales, sea a título de miembros de la sociedad.

CAPÍTULO 1 - Objeto y formación de la Sociedad
ARTÍCULO 1º - La Sociedad tiene por objeto el estudio de todos los fenómenos relativos a las manifestaciones espiritistas y su aplicación a las ciencias morales, físicas, históricas y psicológicas. Las cuestiones políticas, de controversia religiosa y de economía social, están prohibidas.
Toma por título: "Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas".
ART. 2º La Sociedad se compone de miembros titulares, de socios libres y de miembros corresponsales.
Puede conferir el titulo de miembro honorario a las personas que residan en Francia o en el extranjero que por su posición o por sus trabajos, puedan prestarle servicios señalados.
Los miembros honorarios están sujetos a reelección todos los años.
ART. 3º La sociedad sólo admite a las personas que simpaticen con sus principios y con el objeto de sus trabajos; aquellas que están ya iniciadas en los principios fundamentales de la ciencia espiritista, o que estén formalmente animadas del deseo de instruirse. En consecuencia, excluye a cualquiera que pueda llevarle elementos de turbación en el seno de las reuniones, sea por espíritu de hostilidad y de oposición sistemática, sea por cualquiera otra causa, haciendo de este modo perder el tiempo en discusiones inútiles.
Todos los miembros se deben benevolencia y buenos procederes recíprocamente; y en todas circunstancias han de anteponer el bien general a las cuestiones personales y de amor propio.
ART. 4º Para ser admitido como socio libre, es menester dirigir al Presidente una demanda escrita firmada por dos miembros titulares que garanticen las intenciones del solicitante.
La carta de demanda debe relatar someramente: 1º Si el solicitante posee ya conocimientos en materia de Espiritismo; 2º El estado de sus convicciones sobre los puntos fundamentales de la ciencia; 3º La obligación de conformarse en todo con el reglamento.
La demanda se somete a la comisión que la examina, y propone, si hay lugar, la admisión, el aplazamiento o la negación.
El aplazamiento es de rigor para todo candidato que no posea ninguno de los elementos de la ciencia espiritista y no simpatizase con los principios de la Sociedad.
Los asociados libres tienen derecho de asistir a todas las sesiones, tomar parte en los trabajos y en las discusiones que tengan por objeto el estudio; pero en ningún caso, tienen voto deliberativo por lo que concierne a los negocios de la Sociedad.
Los asociados libres no están obligados más que por un año desde su admisión, y su continuación en la sociedad debe ser ratificada al finir este primer año.
ART. 5º Para ser miembro titular, es menester al menos haber sido un año socio libre, haber asistido a más de la mitad de las sesiones, y haber dado durante este tiempo pruebas notorias de sus conocimientos y de sus convicciones respecto a Espiritismo; de su adhesión a los principios de la Sociedad y de su voluntad de obrar en todas circunstancias, con respecto a sus colegas, según los principios de la caridad y de la moral espiritista.
Los socios libres que hayan asistido regularmente durante seis meses a las sesiones de la sociedad, podrán ser admitidos como miembros titulares si además llenasen las otras condiciones.
La admisión se propone de oficio por la comisión, con el asentimiento del socio, y también es apoyada por otros tres miembros titulares. En seguida se publica, si hay lugar, por la sociedad en escrutinio secreto, después de una relación verbal de la comisión.
Los miembros titulares son los únicos que tienen voz deliberativa y sólo ellos gozan de la facultad concedida en el artículo 25.
ART. 6º La sociedad limitará sí lo juzga conveniente, el número de los socios libres y de los miembros titulares.
ART. 7º Los miembros corresponsales son aquellos que, no residiendo en París, están en relación con la Sociedad y le proporcionan documentos útiles para sus estudios. Pueden ser nombrados con sólo la presentación de un miembro titular.

CAPÍTULO II. - Administración
ART. 8º La sociedad está administrada por un Presidente-Director, asistido por los miembros de la oficina y por una comisión.
ART. 9º La oficina se compone de: 1 Presidente. - 1 Vicepresidente. - 1 Secretario principal. - 2 Secretarios adjuntos. - 1 Tesorero.
Además podrá nombrarse uno o muchos Presidentes honorarios.
A falta del Presidente y del Vicepresidente, las sesiones podrán ser presididas por uno de los miembros de la comisión.
ART. 10º El Presidente-Director debe poner todos sus cuidados en los intereses de la Sociedad y de la ciencia espiritista. Tiene la dirección general y la alta vigilancia de la administración, lo mismo que la conservación de los archivos.
El Presidente es nombrado por tres años y los otros miembros de la oficina por un año e indefinidamente reelegibles.
ART. 11º La comisión está compuesta de los miembros de la oficina y de otros cinco miembros titulares elegidos con preferencia entre aquellos que habrán trabajado activamente por la Sociedad, hecho servicios a la causa del Espiritismo o dado pruebas de su espíritu benévolo y conciliador. Estos cinco miembros son, como los demás de la oficina, nombrados por un año y reelegibles.
La comisión estará presidida de derecho por el Presidente-Director, en defecto de éste por el Vicepresidente o uno de sus miembros que se designe para este efecto.
La comisión está encargada del examen previo de todas las cuestiones y proposiciones administrativas y otras que tengan que someterse a la Sociedad.
Comprueba los recibos, los gastos de la Sociedad, y las cuentas del Tesorero; autoriza los gastos corrientes y adopta todas las medidas de orden que sean necesarias.
Examina además los trabajos y objetos de estudio propuestos por diferentes miembros, prepara otros por su parte y fija el orden de las sesiones de acuerdo con el Presidente.
El Presidente puede oponerse siempre a que se traten ciertos asuntos y sean puestos a la orden del día, salvo cuando se refieran a la Sociedad, la que decidirá. La comisión se reúne regularmente antes de abrirse las sesiones para el examen de los asuntos corrientes y además en todas las ocasiones que lo crea conveniente.
Los miembros de la oficina y de la comisión que estuviesen ausentes por tres meses consecutivos sin dar aviso, se considerará que han resignado sus funciones y se proveerá para que sean reemplazados.
ART. 12º Las decisiones sean de la Sociedad, sean de la comisión, serán tomadas por la mayoría absoluta de los miembros presentes; en caso de empate decidirá el voto del Presidente.
La comisión puede decidir cuando hay presentes cuatro de sus miembros.
El escrutinio secreto es de derecho cuando se reclama por cinco miembros.
ART. 13º Cada tres meses, seis miembros elegidos entre los titulares o asociados libres, son designados para llenar las funciones de "comisarios".
Los comisarios están encargados de velar por el orden y la buena compostura de las sesiones, y de examinar el derecho de entrada de toda persona extraña que se presente para asistir.
A este efecto, los miembros designados se pondrán de acuerdo para que uno de ellos esté presente a la apertura de las sesiones.
ART. 14º El año social empieza en 1º de abril.
Los nombramientos de la oficina y de la comisión se harán en la primera sesión del mes de mayo. Los miembros en ejercicio continuarán sus funciones hasta esta época.
ART. 15º Para subvenir a los gastos de la sociedad, se paga una cotización anual de 24 francos por los titulares y de 20 por los socios libres.
Los miembros titulares, cuando se reciben, pagan además por derecho de entrada 10 francos por una sola vez.
La cotización se paga íntegramente por el año corriente.
Los miembros admitidos durante el año, sólo pagarán los trimestres que estén por vencer, comprendiendo el de su admisión.
Cuando marido y mujer son recibidos como asociados libres o titulares, sólo se recibe una cotización y media por los dos.
Cada seis meses, el 1º de abril y el 1º de octubre, el Tesorero da cuenta a la comisión del empleo y la situación de los fondos.
Satisfechos los gastos corrientes y otras cosas obligatorias; si hay excedente, la Sociedad determinará su empleo.
ART. 16º Se entregará a todos los miembros recibidos, asociados libres o titulares, una carta de admisión haciendo constar su título. Esta carta o título se deposita en la tesorería, de donde el miembro nuevo puede retirarla pagando su cotización y el derecho de entrada. El nuevo miembro no puede asistir a las sesiones sino después que haya retirado su título. Cuando por su culpa no lo ha retirado un mes después de su nombramiento, se considera dimisionario.
Igualmente se considerará que ha hecho dimisión todo miembro que no hubiese pagado su cuota anual en el primer mes de la renovación del año social, después de un aviso del señor Tesorero, sin resultado.

CAPÍTULO III. De las sesiones
ART. 17º Las sesiones de la sociedad tendrán lugar todos los viernes a las ocho de la noche, salvo modificación si a ello hay lugar.
Las sesiones son particulares o generales; nunca son públicas.
Toda persona que forme parte de la Sociedad con un título cualquiera, debe en cada sesión, poner su nombre en una lista de presentación.
ART. 18º Se exige el silencio y el recogimiento rigurosos durante las sesiones y principalmente durante los estudios. Nadie puede tomar la palabra sin haberla obtenido del presidente.
Todas las preguntas dirigidas a los Espíritus deben serlo por medio del presidente, que puede rehusar el hacerlas según las circunstancias.
Están notablemente prohibidas todas las cuestiones fútiles, de interés personal de pura curiosidad, o hechas al objeto de someter a los Espíritus a pruebas, lo mismo que todas aquellas que no tengan un objeto de utilidad general con respecto a estudios.
Asimismo están prohibidas todas las discusiones que se separen del objeto especial que nos ocupa.
ART. 19º Todo miembro tiene derecho a llamar al orden a cualquiera que se separe de la decencia en la discusión o turbase las sesiones de cualquier modo que sea.
El llamamiento al orden se pone inmediatamente a votación; si se adapta, se inscribe en el proceso verbal.
Tres llamamientos al orden en el espacio de un año, producen el derecho de borrar de las listas de la Sociedad al miembro que los habrá ocasionado, cualquier que sea su título.
ART. 20º No podrá leerse ninguna comunicación espiritista recibida fuera de la Sociedad sin que se someta antes, bien sea al Presidente, o a la comisión que pueden admitir o negar su lectura.
Deberá depositarse en el archivo una copia de toda comunicación de fuera de la Sociedad, cuya lectura haya sido permitida.
Todas las comunicaciones obtenidas durante las sesiones pertenecen a la Sociedad; los médiums que las han escrito pueden tomar copia de ellas.
ART. 21º Las sesiones particulares están reservadas a los miembros de la Sociedad; tienen lugar el 1º, el 3º y si hay lugar, el 5º viernes de cada mes.
La sociedad reserva para las sesiones particulares todas las cuestiones que conciernen a los negocios de administración, así como los objetos de estudio que reclaman más tranquilidad y concentración, o que juzgue a propósito el profundizar antes de manifestarlas a personas extrañas.
Tienen derecho de asistir a las sesiones particulares, además de los miembros titulares, y los asociados libres, los miembros corresponsales que estén temporalmente en París y los médiums que prestan su concurso a la Sociedad.
Ninguna persona extraña a la Sociedad es admitida en las sesiones particulares, salvo los casos excepcionales y con el asentimiento previo del Presidente.
ART. 22º Las sesiones genciales tienen lugar el 2º y el 4º viernes de cada mes.
En las sesiones generales la Sociedad autoriza la admisión de oyentes extraños a la sociedad que pueden asistir a ella temporalmente sin formar parte de la misma. Podrá retirar esta autorización cuando lo juzgue oportuno.
Nadie puede asistir a las sesiones como oyente sin ser presentado al Presidente por un miembro de la sociedad, que garantizará su atención en no causar turbación ni interrupción.
La Sociedad no admite como oyentes, sino a las personas que aspiren a ser miembros, o que son simpáticos a sus trabajos y bien iniciados en la ciencia espiritista para comprenderlos. Debe negarse la admisión de una manera absoluta, a cualquiera que sólo fuese atraído por la curiosidad, o cuyas opiniones fuesen hostiles.
A los oyentes no se les concede la palabra excepto en casos excepcionales apreciados por el Presidente. El que turbase el orden de cualquier modo que fuese, o que manifestase malevolencia por los trabajos de la sociedad, podrá ser invitado a retirarse, y en todos los casos se deberá hacer de ello mención en la lista de admisión, y para lo sucesivo se le negará la entrada.
El número de los oyentes debiendo ser limitado a los puestos disponibles, los que podrán asistir a las sesiones deberán estar inscritos anticipadamente en un registro destinado a este efecto, con expresión de las señas de su domicilio y de las personas que les han recomendado. En consecuencia, toda solicitud de entrada deberá dirigirse al Presidente algunos días antes de la sesión, y sólo él expide los billetes de introducción hasta completar la lista.
Los billetes de introducción sólo sirven para el día indicado y para las personas designadas.
La entrada no puede concederse a un mismo oyente para más de dos sesiones, salvo la autorización del Presidente y en los casos excepcionales. El mismo miembro no puede presentar dos personas a la vez. Las
entradas dadas por el Presidente no son limitadas.
Los oyentes no son admitidos sino después de abierta la sesión.

CAPÍTULO IV - Disposiciones diversas
ART. 23º Todos los miembros de la Sociedad le deben su concurso. En consecuencia, están invitados a recoger en su círculo respectivo de observaciones, los hechos antiguos o recientes que puedan tener relación con el Espiritismo y anotarles.
Procurarán al mismo tiempo informarse, en cuanto les sea posible, de la notoriedad de los referidos hechos.
Son igualmente invitados a manifestar a la Sociedad todas las publicaciones que pueden tener relación más o menos directa con el objeto de sus trabajos.
ART. 24º La Sociedad hace un examen crítico de las diferentes obras publicadas sobre Espiritismo, cuando lo juzga a propósito. A este efecto, encarga a uno de sus miembros asociado, libre o titular, para que haga una relación que se imprimirá, si hay lugar a ello, en la "Revista Espiritista".
ART. 25º La Sociedad creará una biblioteca especial compuesta de obras que se la ofrezcan y de las que adquiera.
Los miembros titulares podrán consultar sea la biblioteca, sean los archivos de la Sociedad en los días y horas que se fijen a este efecto.
ART. 26º Considerando la Sociedad que su responsabilidad puede moralmente encontrarse comprometida por las publicaciones particulares de sus miembros, nadie puede tomar en ningún escrito el titulo de "miembro de la Sociedad" sin que se le autorice por la misma, y sin que con anticipación haya tenido ésta conocimiento del manuscrito. La comisión se encargará de dar cuenta sobre este asunto. Si la Sociedad juzga el escrito incompatible con sus principios, el autor, después de haber sido oído, será invitado, bien sea a modificarlo o bien a renunciar a su publicación o, finalmente, a que no se dé a conocer como a miembro de la Sociedad. En caso de no querer someterse a la decisión que se tome, podrá disponerse que sea borrado de la lista de los socios.
Todo lo escrito por un miembro de la Sociedad, bajo el velo del anónimo, y sin ninguna mención que puede hacerle conocer como a tal, entra en la categoría de las publicaciones ordinarias de las que la Sociedad se reserva la apreciación. Sin embargo, no queriendo poner trabas a la libre emisión de las opiniones personales, la Sociedad invita a aquellos de sus miembros que tuviesen la intención de hacer publicaciones de esta clase, de reclamar con anticipación su consejo oficial es interés de la ciencia.
ART. 27º Queriendo la Sociedad mantener en su seno la unidad de principios y el espíritu de una benevolencia recíproca, podrá disponer el que sea borrado de la lista todo miembro que fuese causa de turbación, o que se pusiese en hostilidad abierta con ella por medio de escritos que comprometiesen la doctrina, por opiniones subversivas o por un modo de obrar que no podría aprobarse. Sin embargo, no se dispondrá el que sea borrado de la lista sin que proceda una amonestación que no hubiese tenido efecto, y después de haber oído al miembro reputado culpable, si juzga conveniente dar explicaciones. La decisión será por escrutinio secreto y por la mayoría de las tres cuartas partes de los miembros presentes.
ART. 28º Todo miembro que se retire voluntariamente durante el uño, no puede reclamar la diferencia de las cotizaciones satisfechas por él; esta diferencia será reembolsada en caso de que la Sociedad disponga que sea borrado de la lista.
ART. 29º El presente reglamento podrá ser modificado si hay lugar a ello. Las proposiciones de las modificaciones no podrán hacerse a la Sociedad sino por conducto de su Presidente, a quien deberán transmitirse, y en el caso que fuesen admitidas por la comisión.
La sociedad puede, sin modificar su reglamento en los puntos esenciales, adoptar todas las medidas complementarias que juzgará útiles.

CAPÍTULO XXXI
DISERTACIONES ESPIRITISTAS

Hemos reunido en este capítulo algunas comunicaciones dictadas espontáneamente, que pueden completar y confirmar los principios contenidos en esta obra. Podríamos haber citado un número mayor, pero nos limitamos a aquellas que más particularmente tienen relación con el porvenir del Espiritismo, de los rnédiums, y de las reuniones. Las damos a la vez como instrucción y como tipos de la clase de comunicaciones verdaderamente formales. Terminamos con algunas comunicaciones apócrifas seguidas de notas a propósito para hacerlas conocer.

Sobre el Espiritismo
I
Tened confianza en la bondad de Dios, y sed bastante perspicaces para comprender los preparativos de la nueva vida que os destina. Verdad es que no os será dado gozar de ella en esta existencia, ¿pero no seréis felices, sino volvéis a vivir en este globo, considerando desde arriba la obra que habréis empezado y que se desarrollará a vuestros ojos? Estad animados por una fe firme y sin vacilar contra los obstáculos que parecen deber levantarse contra el edificio cuyos cimientos ponéis. Las bases sobre las cuales se apoya son sólidas: Cristo puso su primera piedra. ¡Ánimo, pues, arquitectos del divino maestro! Trabajad, edificad. Dios coronará vuestra obra. Pero no olvidéis que Cristo desconoce a cualquiera de sus discípulos que sólo tenga la caridad en los labios; no basta creer, sobre todo es menester dar el ejemplo de bondad, de benevolencia y de desinterés, sin esto, vuestra fe será estéril para vosotros.
- San Agustín.

II

El mismo Cristo preside los trabajos de toda clase que están en camino para abriros la era de renovación y de perfeccionamiento que os profetizan vuestros guías espirituales. Si en efecto, echáis una mirada fuera de las manifestaciones espiritistas, sobre los acontecimientos contemporáneos, reconoceríais sin duda alguna, las señales precursoras que os probarán de una manera irrecusable que han llegado los tiempos predichos. Las comunicaciones se establecen entre todos los pueblos; destruidas las barreras materiales, los obstáculos morales que se oponen a su unión, las preocupaciones políticas y religiosas se borrarán rápidamente, y el reino de la fraternidad se establecerá en fin de una manera sólida y duradera. Observad desde hoy a los mismos soberanos, empujados por una mano invisible, tomar, cosa nunca oída por vosotros, la iniciativa en las re formas, y las reformas que vienen de arriba y espontáneamente son mucho más rápidas y más duraderas que las que vienen de abajo y arrancadas por la fuerza. Yo, sin embargo de las preocupaciones de la infancia y de la educación, sin embargo del culto del recuerdo, había presentido la época actual; soy feliz por ello, y soy aun más feliz viniendo a deciros: "Hermanos, ánimo. Trabajad para vosotros y para el porvenir de los vuestros. Trabajad sobre todo por vuestro mejoramiento personal, y gozaréis en vuestra primera existencia de una felicidad de la que os es tan difícil el formaros una idea, como a mí el hacerla.
Chateaubriand.

III

Yo pienso que el Espiritismo es un estudio enteramente filosófico de las causas secretas, de los movimientos interiores del alma, poco o de ninguna manera definidos hasta ahora. Explica aun más que no descubre nuevos horizontes.
La reencarnación y las pruebas sufridas antes de llegar al fin supremo, no son revelaciones sino una confirmación importante. Me quedo absorto de ver las verdades que "este medio" pone en evidencia. Digo "medio" con intención, porque a mi parecer, el Espiritismo es una palanca que separa las barreras de la oscuridad. La preocupación de las cuestiones morales, está enteramente por crear; se discuten la política que remueve los intereses generales, se discuten los intereses privados, se toma pasión por el ataque o defensa de las personalidades; los sistemas tienen sus partidarios y sus detractores; pero las verdades morales, las que son el pan del alma, el pan de la vida, se han dejado en el polvo aumentado por los siglos.
Todas las perfecciones son útiles a los ojos de la multitud, menos la del alma; su educación, su elevación son quimeras, buenas todo lo más para ocupar los ocios de los sacerdotes, de los poetas, de las mujeres, sea por seguir la moda, o como enseñanza.
Si el "Espiritismo" resucita al "espiritualismo", volverá a la sociedad el aliento que da a los unos la dignidad interior y a los otros la resignación; a todos la necesidad de elevarse hacia el Ser supremo, olvidado y desconocido por sus ingratas criaturas.
J.J. Rousseau.

IV

Si Dios envía a los hombres Espíritus para instruirles, es con el fin de ilustrarles sobre sus deberes, enseñarles el camino que puede abreviar sus pruebas y por esto mismo activar su adelantamiento; además de la misma manera que el fruto llega a sazonarse, también el hombre llegará a la perfección. Pero al lado de los Espíritus buenos que quieren vuestro bien, hay también los Espíritus imperfectos que quieren vuestro mal; mientras los unos os conducen adelante, los otros os empujan hacia atrás; debéis poner toda vuestra atención para distinguirles; el medio es fácil: procurad sólo comprender que todo lo que viene de un Espíritu bueno no puede dañar a nadie, y que todo lo que es malo, no puede proceder sino de un Espíritu malo. Si vosotros no escucháis las prudentes amonestaciones de los Espíritus que os quieren bien, si os agraviáis de las verdades que pueden deciros, es evidente que os aconsejan los malos Espíritus; sólo el orgullo puede impediros el que os reconozcáis tales como sois; pero si no lo veis vosotros mismos, otros lo ven por vosotros; de manera que sois vituperados por los hombres que se ríen detrás de vosotros y por los Espíritus.
Un Espíritu familiar.

V

Vuestra doctrina es santa y hermosa. El primer jalón está plantado y con mucha solidez. Ahora ya no tenéis otra cosa que hacer sino marchar; el camino que se os ha abierto es grande, majestuoso. Bienaventurado el que llegará al puerto; cuanto más prosélitos habrá hecho, más le se rá tomado en cuenta. Pero por esto no abracéis la doctrina fríamente; es menester hacerlo con ardor, y este ardor será doble porque Dios está siempre con vosotros cuando hacéis el bien. Todos aquellos que conduciréis serán otras tantas ovejas que volverán a entrar en el redil; ¡pobres rebaños, medio descarriados! Creed bien que el más escéptico, el más ateo, el más incrédulo, en fin, tiene siempre un pequeño rincón en su corazón que quisiera ocultar a sí mismo. Pues bien, este es el pequeño rincón que debéis buscar, el que es preciso encontrar; este lado vulnerable es el que debe atacarse; es una pequeña brecha que se ha dejado abierta expresamente por Dios para facilitar a su criatura el medio de volver a entrar en su seno.
San Benito.

VI

No os asustéis por ciertos obstáculos y por ciertas controversias.
No atormentéis a nadie con ninguna insistencia; la persuación no llegará a los incrédulos sino por vuestro desinterés, por vuestra tolerancia y vuestra caridad para todos sin excepción.
Guardáos sobre todo de violentar la opinión, ni con palabras ni con demostraciones públicas. Cuanto más modestos seréis más conseguiréis haceros apreciar. Que no os haga obrar ningún móvil personal y encontraréis en vuestras conciencias una fuerza atractiva que sólo el bien procura.
Los Espíritus trabajan por orden de Dios para el progreso de todos sin excepción; vosotros espiritistas haced lo mismo.
San Luis.

VII

¿Cuál es la institución humana, aun divina que no ha tenido obstáculos que vencer, chismes contra los cuales ha sido preciso luchar? Si no tuviesen sino una existencia triste y moribunda, no se dirigirían contra vosotros, sabiendo bien que deberíais sucumbir de un momento a otro; pero como vuestra vitalidad es fuerte y activa, como el árbol espiritista tiene fuertes raíces, suponen que puede vivir largo tiempo y ensayan la segur contra él. ¿Qué harán estos envidiosos? Todo lo más cortarán algunas ramas que rebrotaran con nueva savia y serán más fuertes que nunca.
Channing.

VIII

Voy a hablaros sobre la firmeza que debéis tener en vuestros trabajos espiritistas.
Se os ha hecho una cita con este objeto, os aconsejo que a estudiéis de corazón y que os apliquéis el espíritu de ella; porque de la misma manera que San Pablo, vosotros seréis perseguidos no en carne y hueso, pero en espíritu; los incrédulos, los fariseos de la época, blasfemarán de vosotros y os abofetearán; pero no temáis, ésta será una prueba que os fortificará si sabéis sobrellevarla por amor a Dios y más tarde veréis coronados vuestros esfuerzos; éste será un gran triunfo para vosotros en el día de la eternidad, sin olvidar que, en este mundo, es ya un consuelo para las personas que han perdido parientes y amigos; sabed que son felices y que podéis comunicaros con ellos, es ya una dicha. Marchad, pues, adelante; cumplid la misión que Dios os ha dado, y os será tomada en cuenta en el día que compareceréis ante el Todopoderoso.
Channing

IX

Vengo yo, tu Salvador y tu juez, vengo como en otro tiempo, entre los hijos descarriados de Israel; vengo a traer la verdad y a disipar las tinieblas. Escuchadme. El Espiritismo, como otra vez mi palabra, debe recordar a los materialistas que sobre ellos reina la inmutable verdad: Dios bueno, el Dios grande que hace germinar la planta y que levanta las olas. Yo he revelado la doctrina divina; yo como un segador he atado en manojos el bien esparcido en la humanidad, y he dicho: ¡Venid a mí todos vosotros que sufrís!
Pero los hombres ingratos se han separado del camino recto y ancho que conduce al reino de mi padre y se han separado en los ásperos senderos de la impiedad.
Mi padre no quiere aniquilar la raza humana; quiere no ya por los profetas, tampoco por los apóstoles, quiere que ayudándoos los unos a los otros, muertos y vivos, es decir, muertos según la carne, porque la muerte no existe, os socorráis, y que la voz de aquellos que ya no están se haga oír aun para gritaros: ¡Rogad y creed! porque la muerte es la resurrección, y la vida la prueba elegida durante la cual vuestras virtudes cultivadas deben engrandecer y desarrollarse como el cedro.
Creed en las voces que os responde: éstas son las mismas almas de aquellos que evocáis. Yo me comunico rara vez; amigos míos, aquellos que asistieron en mi vida y en mi muerte son los intérpretes divinos de las voluntades de mi Padre.
Hombres débiles que creéis en el error de vuestras obscuras inteligencias, no apaguéis la antorcha que la clemencia divina coloca en vuestras manos para iluminar vuestro camino y conduciros, hijos perdidos, en el regazo de vuestro Padre.
Yo os lo digo en verdad, creed en la diversidad, en la "multiplicidad" de los Espíritus que os rodean. Estoy demasiado conmovido por vuestras miserias, por vuestra inmensa debilidad, para no tender una mano protectora a los infelices descarriados que, viendo el cielo, caen en el abismo del error. Creed, amaos, comprended las verdades que os son reveladas; no mezcléis la cizaña con el buen grano, los sistemas con las
verdades.
¡Espiritistas! amaos, he aquí la primera enseñanza; instruíros, aquí tenéis la segunda. Todas las verdades se encuentran en el cristianismo; los errores que en él han echado raíces son de origen humano; y ved que de la otra parte de la tumba que vosotros creéis la nada, voces os llaman: ¡Hermanos! nada perece; Jesucristo es el
vencedor del mal, seáis vosotros los vencedores de la impiedad.
Nota. - Esta comunicación, obtenida por uno de los mejores médiums de la Sociedad Espiritista de París, está firmada con un nombre que el respeto no nos permite reproducir sino bajo toda reserva, tan grande sería el insigne favor de su autenticidad y porque se ha abusado demasiado de él en las comunicaciones evidentemente apócrifas; este nombre es el de Jesús de Nazareth. No dudamos de ningún modo que pueda manifestarse; pero si los Espíritus verdaderamente superiores no lo hacen sino en circunstancias excepcionales, la razón nos impide creer que el Espíritu puro por excelencia responde al llamamiento de cualquiera; en todo caso habría profanación en atribuirle un lenguaje indigno de él.
Por estas consideraciones nos hemos abstenido siempre de publicar nada que lleve este nombre; y creemos que no se podría ser bastante circunspecto en las publicaciones de esta clase, que sólo tienen autenticidad por el amor propio, y que el menor inconveniente es de proporcionar armas a los adversarios del Espiritismo.
Como hemos dicho, cuanto más elevados están los Espíritus en la jerarquía, tanta más desconfianza debe haber en aceptar su nombre; sería menester estar dotado de una grande dosis de orgullo para vanagloriarse de tener el privilegio de sus comunicaciones y creerse digno de hablar con ellos como con sus iguales. En la comunicación antecedente, no hacemos constar sino una cosa: la superioridad incontestable del lenguaje y de los pensamientos, dejando a cada uno el cuidado de juzgar si aquel cuyo nombre lleva la desmentiría.

Sobre los médiums
X

Todos los hombres son médiums; todos tienen un Espíritu que les dirige hacia el bien cuando saben escucharle. Que unos se comuniquen directamente con él por una mediumnidad particular, que otros no le oigan sino por la voz del corazón y de la inteligencia, poco importa, no por esto deja de ser el Espíritu familiar que les aconseja.
Llamadle espíritu, razón, inteligencia, siempre es una voz que responde a vuestra alma y os dicta buenas palabras; sino que vosotros no las comprendéis siempre. No todos saben obrar según los consejos de la razón, no de esta razón que se arrastra y humilla más bien que marcha, de esta razón que se pierde en medio de los intereses materiales y groseros, sino de la razón que eleva al hombre sobre sí mismo, que le transporta hacia las regiones desconocidas; llama sagrada que inspira al artista y al poeta, pensamiento divino que eleva al filósofo, fervor que arrastra a los individuos y a los pueblos, razón que el vulgo no puede comprender, pero que eleva al hombre y le acerca a Dios, más que a ninguna otra criatura, entendimiento que sabe conducirle de lo conocido a lo desconocido y le hace ejecutar las cosas mas sublimes. Escuchad, pues, a esta voz interior a este buen genio que os habla sin cesar, y llegaréis progresivamente a oír vuestro ángel guardián que os tiende la mano desde lo alto de los cielos; lo repito, la voz íntima que habla al corazón es la de los buenos Espíritus, y bajo este punto de vista todos los hombres son médiums.
Channing.

XI

El don de la mediumnidad es tan antiguo como el mundo; los profetas eran médiums; los misterios del Eleusis estaban fundados sobre la mediumnidad; los Caldeos, los Asirios, tenían médiums; Sócrates estaba dirigido por un Espíritu que le inspiraba los admirables principios de su filosofía; él oía su voz. Todos los pueblos han tenido sus médiums, y las inspiraciones de Juana de Arco no eran otra cosa que la voz de los Espíritus bienhechores que la dirigían. Este don que se esparce hoy día, era más raro en la edad media, pero jamás ha cesado. Swedenborg y sus adeptos tuvieron una numerosa escuela. La Francia de los últimos siglos, burlona y ocupada con una filosofía que queriendo destruir los abusos de la intolerancia religiosa, ofuscaba bajo el ridículo todo lo que era ideal, la Francia debía alejar al Espiritismo que no cesaba de progresar en el Norte. Dios había permitido esta lucha de ideas positivas contra las ideas espiritistas, porque el fanatismo se había hecho una arma de estas últimas; ahora que los progresos de la industria y de las ciencias han desarrollado el arte de vivir bien, a tal punto que las tendencias materiales han venido a ser dominantes, Dios quiere que los Espíritus vuelvan otra vez a conducir los intereses del alma; quiere que el perfeccionamiento del hombre moral sea lo que debe ser, es decir, el fin y el objeto de la vida. El Espíritu humano sigue una marcha necesaria, imagen de la gradación sufrida por todo lo que puebla el Universo visible e invisible; todo progreso llega a su hora: la de elevación moral ha llegado para la humanidad; no se cumplirá en vuestros días; pero dad gracias a Dios de que asistáis a la aurora bendecida.
Pedro Jouty ("Padre del médium").

XII

Dios me ha encargado de una misión que debo cumplir con los creyentes a quienes favorece con la mediumnidad. Cuantas más gracias reciben del Altísimo, más peligros corren, y estos peligros son tanto más grandes porque toman origen en los mismos favores que Dios les concede. Las facultades de que gozan los médiums les atraen los elogios de los hombres, las felicitaciones, las adulaciones: aquí está su escollo. Estos mismos médiums que deberían tener siempre presente en la memoria su incapacidad primitiva lo olvidan; hacen más: lo que sólo deben a Dios lo atribuyen a su propio mérito.
¿Qué sucede entonces? Los buen os Espíritus les abandonan, vienen a ser el juguete de los malos, y no tienen brújula para guiarse; cuanto más capaces se hacen, más inclinados están en atribuirse un mérito que no les pertenece, hasta que por fin Dios les castiga retirándoles una facultad que sólo pudo serles fatal.
No sabría cómo recomendaros a vuestro ángel guardián, para que os ayude a estar siempre preparados contra vuestro más cruel enemigo que es el orgullo. Acordáos mucho los que tenéis la dicha de ser los intérpretes entre los Espíritus y los hombres, que sin el apoyo de nuestro divino maestro seréis castigados con más severidad, porque habréis sido más favorecidos.
Espero que esta comunicación dará sus frutos y deseo que pueda ayudar a los médiums a mantenerse en guardia contra el escollo que les entrellaría; este escollo ya os lo he dicho, es el orgullo.
Juana de Arco.

XIII

Cuando vosotros queráis recibir buenas comunicaciones de buenos Espíritus, conviene prepararos a este favor por el recogimiento, por sanas intenciones y por el deseo de hacer bien con respecto al progreso general; porque acordáos que el egoísmo es una causa de retraso para todo adelantamiento. Acordáos de que Dios permite a algunos de entre vosotros el que recibáis la inspiración de ciertos hijos suyos que por su conducta, han sabido merecer la felicidad de comprender su bondad infinita, es que quiere a solicitud nuestra y en vista de vuestras buenas intenciones, daros los medios de adelantar en su camino; así, pues, médiums sacad provecho de esta facultad que Dios quiere concederos. Tened fe en la mansedumbre de nuestro maestro; tened la caridad siempre en práctica; no os canséis nunca de ejercer esta sublime virtud así como la tolerancia. Que vuestras acciones estén siempre en armonía con vuestra conciencia, es un medio cierto de centuplicar vuestra felicidad en esta vida pasajera y prepararos a una existencia mil veces más dulce aun.
El médium de entre vosotros que no se sienta con fuerzas de perseverar en la enseñanza de los Espíritus, que abstenga; porque no sacando provecho de la luz que le ilumina, será menos excusable que otro, y deberá expiar su ceguedad.
Pascal.

XIV

Hoy os hablaré del desinterés que debe ser entre los médiums una de sus cualidades esenciales, de la misma manera que la modestia y la abnegación. Dios les ha dado esta facultad con el fin de que ayuden a propagar la verdad, pero no para hacer de ella un tráfico; y por esto no sólo entiendo aquellos que quisieran explotarla como lo harían con un talento ordinario, que se harían médiums como uno se hace cantor o bailarín, sino todos aquellos que pretendiesen servirse de ella con cualquier mira de interés material.
¿Es racional el creer que los buenos Espíritus y menos aun Espíritus superiores, que condenan la avaricia, consientan a entregarse en espectáculo, y que como las comparsas, se pongan a disposición de un empresario de manifestaciones espiritistas?
No lo es tampoco el suponer que Espíritus buenos puedan favorecer miras de orgullo y de ambición. Dios les permite comunicarse con los hombres para sacarlos del cenegal terrestre y no para servir de instrumentos a las pasiones mundanas. No puede, pues, ver con placer a los que desvían de su verdadero objeto el don que les ha hecho y os aseguro que serán castigados, aun aquí abajo por las más amargas decepciones.
Delfina de Girardin.
XV
Todos los médiums son incontestablemente llamados a servir la causa del Espiritismo según la medida de su facultad, pero hay muy pocos que no se dejan coger en el lazo del amor propio; es una piedra de toque que pocas veces deja de producir su efecto; así es que sobre cien médiums, apenas encontraréis uno por ínfimo que sea, que no se haya creído en los primeros tiempos de su mediumnidad, llamado a obtener resultados superiores y predestinado a grandes misiones. Los que sucumbem a esta vanidosa esperanza cuyo número es grande, vienen a ser la presa inevitable de los Espíritus obsesores que no tardan en subyugarles adulando su orgullo y tomándoles por la parte flaca; cuanto más se han querido elevar, más ridícula es su caída cuando no es desastrosa para ellos. Las grandes misiones sólo se confían a los hombres elegidos, y Dios mismo les coloca sin que ellos los busquen en el centro y en la posición en que su concurso podrá ser eficaz. No sé cómo recomendar a los médiums inexpertos que desconfíen de lo que ciertos Espíritus puedan decirles, tocante al pretendido papel que están llamados a representar; porque si lo creen así no recogerán sino defecciones en este mundo y un severo castigo en el otro. Que se persuadan bien que en la esfera modesta y obscura en que están colocados pueden prestar grandes servicios, ayudando a la conversión de los incrédulos o dando consuelo a los afligidos; si deben salir de este círculo serán conducidos por una mano invisible que preparará los caminos puestos en evidencia, por decirlo así, a pesar suyo. Que se acuerde bien de aquellas palabras: "El que se eleva será abatido, el que se abatirá será elevado".
El Espíritu de Verdad.

Sobre las sociedades espiritistas

Nota. - En el número de las comunicaciones siguientes algunas se han dado en la "Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas" o a su intención; otras que se nos han transmitido por diferentes médiums, contienen consejos generales sobre las reuniones, su formación y los escollos que pueden encontrar.

XVI

¿Por qué no empezáis vuestras sesiones por una invocación general, una especie de plegaria que prepararía al recogimiento? Porque es menester que sepáis que sin el recogimiento no obtendréis sino comunicaciones ligeras; los Espíritus buenos no van sino adonde se les llama con fervor y sinceridad. Esto es lo que no se comprende bastante; a vosotros, pues, toca el dar ejemplo; a vosotros que si lo queréis podéis llegar a ser una de las columnas del nuevo edificio.
Vemos vuestros trabajos con placer y los ayudamos, pero a condición de que secundaréis por vuestra parte y que os manifestaréis a la altura de la misión que estáis llamados a cumplir. Formad, pues, la unión y seréis fuertes y los Espíritus malos no prevalecerán contra vosotros. Dios ama a los sencillos de espíritu lo que no quiere decir a los necios, sino a aquellos que hacen abnegación de sí mismos y que vienen a él sin orgullo. Podéis llegar a ser un foco de luz para la humanidad; sabed, pues, distinguir el buen grano de la cizaña; sembrad sólo el buen grano y guardáos de esparcir la cizaña porque ésta impedirá al buen grano de crecer, y vosotros seríais responsables de todo el mal que haga, de la misma manera que seréis responsables de las malas doctrinas que podríais propagar. Acordáos de que el mundo podrá tener un día la vista sobre vosotros; haced, pues, que nada obscurezca el resplandor de las cosas buenas que saldrán de vuestro seno, por esto os recomendamos el que roguéis a Dios para que os asista.
San Agustín.

Rogado San Agustín para que diera una fórmula de invocación general, respondió:
"Ya sabéis que no hay fórmula absoluta. Dios es muy grande para dar más importancia a las palabras que al pensamiento. Además no creáis que baste el pronunciar algunas palabras para separar a los malos Espíritus; sobre todo guardáos de hacer una de esas fórmulas ligeras que se recitan para descargo de la conciencia; su eficacia está en la sinceridad del sentimiento que la dicta, está sobre todo en la unanimidad de la intención, porque ninguno de aquellos que no se asociasen a ella de corazón, no podría sacar beneficio ni hacer beneficiar a los demás. Redactarla vosotros mismos y sometedla a mi examen si queréis, yo os ayudaré."
Nota. - La fórmula siguiente de evocación general ha sido redactada con asistencia del Espíritu, que la ha completado en muchos puntos.
"Rogamos a Dios Todopoderoso que nos envíe Espíritus buenos para asistirnos y aleje aquellos que podrían inducirnos en error; dadnos la luz necesaria para distinguir la verdad de la impostura.
"Separad también a los Espíritus malévolos que podrían poner la desunión entre nosotros suscitando la envidia, el orgullo y los celos. Si algunos intentasen introducirse aquí en nombre de Dios, les conjuramos a que se retiren.
"Espíritus buenos que presidís nuestros trabajos, dignáos instruirnos y hacernos dóciles a vuestros consejos. Haced que todo sentimiento personal se borre en nosotros ante el pensamiento del bien general.
"Rogamos particularmente a ..., nuestro protector especial, para que tenga a bien prestarnos hoy su asistencia."

XVII

Amigos míos, dejadme que os dé un consejo, porque vosotros marcháis sobre un terreno nuevo y si seguís la ruta que os indicamos no os perderéis. Se os ha dicho una cosa que es mucha verdad y que queremos recordárosla; es que el Espiritismo sólo es una moral, y no debe salir de los límites de la filosofía ni un solo paso, si no quiere caer en el dominio de la curiosidad. Dejad a un lado la cuestión de las ciencias: la misión de los Espíritus no es de resolverlas ahorrándoos el trabajo de la investigación, sino el procurar el haceros mejores porque de este modo es como avanzaréis realmente.
San Luis.

XVIII

Se han burlado de las mesas giratorias, nunca se burlarán de la filosofía, de la sabiduría y de la caridad que brillan en las comunicaciones formales. Este fue el vestíbulo de la ciencia; entrando en él deben dejarse las preocupaciones como uno deja la capa. Nunca os instaré bastante para que hagáis un centro formal de vuestras reuniones. Que en otra parte se hagan demostraciones físicas, "que allá se vea, que acullá se oiga, haced que entre vosotros se comprenda y se ame". ¿Qué creéis que sois vosotros a los ojos de los Espíritus superiores cuando habéis hecho girar o levantar una mesa? Estudiantes; ¿acaso el sabio pasa el tiempo en repasar el a, b, c, de la ciencia?
Mientras que viéndoos buscar las comunicaciones formales se os considera como hombres también formales en busca de la verdad.
San Luis.

Habiendo preguntado a San Luis si entendía por esto vituperar las manifestaciones físicas, contestó:
"Yo no podría vituperar las manifestaciones físicas, puesto que si tienen lugar, es con el permiso de Dios y con un fin útil; diciendo que fueron el vestíbulo de la ciencia, las coloco en su verdadero puesto y afirmo su utilidad. Yo sólo vitupero a aquellos que hacen de ellas un objeto de diversión y de curiosidad, sin aprovechar la enseñanza que es su consecuencia; son para la filosofía del Espiritismo lo que la gramática para la literatura, y el que ha llegado a cierto grado en una ciencia no pierde el tiempo en repasar los elementos".

XIX

Amigos míos y fieles creyentes, soy siempre feliz de poderos dirigir por el camino del bien; es una misión dulce que Dios me da, de la que estoy contentísimo, porque el ser útil es siempre una recompensa. Que el Espíritu de caridad os reúna, tanto la caridad que da como la caridad que ama. Manifestáos pacientes contra las injurias de vuestros detractores; sed firmes en el bien, y sobre todo humildes ante Dios; sólo la humildad eleva; es la sola grandeza que Dios reconoce. Entonces sólo vendrán a vosotros los Espíritus buenos; sino el del mal se apoderaría de vuestra alma. Seáis bendecidos en nombre del Criador y os engrandeceréis a los ojos de los hombres, al mismo tiempo que a los ojos de Dios.
San Luis.

XX

La unión es la fuerza; debéis estar unidos para ser fuertes. El Espiritismo ha germinado, echado sus profundas raíces; y va a extender sobre la Tierra sus ramas bienhechoras. Es menester haceros invulnerables contra los tiros emponzoñados de la calumnia y de la negra falange de Espíritus ignorantes, egoístas e hipócritas. Para conseguirlo, que una indulgencia y una benevolencia reciprocas presidan a vuestras relaciones; que vuestros defectos pasen desapercibidos, que sólo vuestras cualidades sean notadas; que la antorcha de la amistad santa reúna, esclarezca y enardezca vuestros corazones, y resistiréis a los ataques impotentes del mal, como la inmóvil peña a la ola furiosa.
San Vicente de Paul.

XXI

Amigos míos, vosotros queréis formar una reunión espiritista y os lo apruebo, porque los Espíritus no pueden ver con placer que los médiums estén aislados Dios no les ha dado esta sublime facultad para ellos solos, sino para el bien general.
Comunicándose con otros, tienen mil ocasiones de ilustrarse sobre el mérito de las comunicaciones que reciben, mientras que solos, están mucho mejor bajo el imperio de los Espíritus mentirosos, maravillados de no tener comprobación. Esto es para vosotros, y si no estáis dominados por el orgullo, lo comprenderéis y de ello sacaréis provecho.
Vamos ahora para los demás.
¿Os habéis hecho bien cargo de lo que debe ser una reunión espiritista? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el fin de convencerlas. Desengañáos; cuantos menos seréis más obtendréis. Es sobre todo por el ascendiente moral que vosotros ejerceréis, que os atraeréis a los incrédulos, mucho más que por los fenómenos que obtengáis; si sólo atraéis por los fenómenos, os vendrán a ver por curiosidad y encontraréis curiosos que no os creerán y que se reirán de vosotros; si no se encuentran entre vosotros sino personas dignas de estima, puede ser que no se os crea en seguida, pero se os respetará, y el respeto inspira siempre confianza. Estáis convencidos que el Espiritismo debe conducir a una reforma moral; que vuestra reunión sea, pues, la primera en dar ejemplo de virtudes cristianas, porque en este tiempo de egoísmo, en las sociedades espiritistas la verdadera caridad debe encontrar un refugio (*). Tal debe ser, amigos míos, una reunión de verdaderos espiritistas. Otra vez ya os daré otros consejos.
Fenelón.

XXII

Me habéis preguntado si la multiplicidad de grupos en una misma localidad, podría engendrar rivalidades sensibles para la doctrina. A esto os responderé que los que están imbuidos de los verdaderos principios de esta doctrina, miran como hermanos a todos los espiritistas y no como rivales; los que mirasen a las otras reuniones con celos, probarían que hay entre ellos una segunda intención de interés o de amor propio, y que están guiados por el amor de la verdad. Os aseguro que si estas personas estuviesen entre vosotros, pronto sembrarían la turbación y la desunión.
El verdadero Espiritismo tiene por divisa "benevolencia y caridad" ; excluye toda rivalidad que no sea el bien que puede hacerse; todos los grupos que se inscribirán bajo su estandarte podrán darse la mano como buenos vecinos, que no son menos amigos aun cuando no habiten una misma casa. Los que pretendan tener los mejores Espíritus por guías, deberán probarlo enseñando los mejores sentimientos; que haya, pues, entre ellos lucha, pero lucha de grandeza de alma, de abnegación, de bondad y de humildad; el que echase al otro la piedra, sólo por esto probaría que está tentado por malos Espíritus.
La naturaleza de los sentimientos que dos hombres manifiesten el uno con respecto al otro, es la piedra de toque que hace conocer la naturaleza de los Espíritus que les asisten.
Fenelón.

XXIII

El silencio y el recogimiento son condiciones esenciales para todas las comunicaciones formales. Nunca obtendréis esto de aquellos que no sean atraídos a vuestras reuniones sino por la curiosidad; obligad, pues, a los curiosos que vayan a divertirse a otra parte, porque su distracción sería una causa de turbación.
No debéis tolerar ninguna conversación cuando se pregunta a los Espíritus.
Algunas veces tenéis comunicaciones que exigen réplicas formales por vuestra parte, y respuestas que no lo son menos de parte de los Espíritus evocados, que experimentan, creedlo bien, descontento por los cuchicheos continuos de ciertos asistentes; de aquí viene que nada hay completo ni verdaderamente formal; el médium que escribe, experimenta también distracciones muy perniciosas para su ministerio.
San Luis.

XXIV

Yo os hablaré de la necesidad de observar la más grande regularidad en vuestras sesiones, es decir, de evitar toda confusión, toda divergencia en las ideas. La divergencia favorece la substitución de malos Espíritus a los buenos y casi siempre son los primeros los que se apoderan de las cuestiones que se proponen. Por otra parte, en una reunión compuesta de elementos diversos y desconocidos los unos de los otros, ¿cómo se evitan las ideas contradictorias, la distracción y aun peor: una vaga y satírica indiferencia?
Este medio quisiera encontrarlo eficaz y cierto. Puede que esté en la concentración de los fluidos esparcidos alrededor de los médiums. Ellos solos, pero sobre todo aquellos que son estimados, retienen a los Espíritus buenos en la asamblea; pero su influencia apenas basta para disipar la turba de Espíritus ligeros. El trabajo del examen de las comunicaciones es excelente; no se sabrían profundizar bastante las cuestiones y sobre todo las respuestas; el error es fácil, aun para los Espíritus animados de las mejores intenciones; la lentitud de la escritura durante la cual el Espíritu se desvía del asunto que agota tan pronto como lo ha concebido, la movilidad y la indiferencia por ciertas formas convenidas, todas estas razones y muchas otras, os hacen un deber de no tener sino una confianza limitada y siempre subordinada al examen, aun cuando se trate de las comunicaciones más auténticas.
Georges ("Espíritu familiar")

XXV

La mayor parte de las veces, ¿con qué fin pedís comunicaciones a los Espíritus? Para obtener un buen escrito y enseñarlo a vuestros conocidos como muestra de nuestro talento, los conserváis preciosamente en vuestros álbums, pero en vuestros corazones no hay cabida. ¿Creéis que porque nos lisonjeáis venimos a tomar puesto en vuestras asambleas como en un concurso haciendo gala de elocuencia para que podáis decir que la sesión ha sido muy interesante? ¿Qué os queda cuando habéis encontrado una comunicación admirable? ¿Creéis que venimos buscando vuestros aplausos?
Desengañáos; no estamos dispuestos a divertiros de ningún modo; por vuestra parte, estáis aun en la curiosidad que en vano disimuláis; nuestro objeto es haceros mejores.
Además, cuando nosotros vemos que nuestras palabras no dan fruto, y que todo se reduce por vuestra parte a una estéril aprobación, vamos a buscar almas más dóciles;
entonces dejamos venir a nuestro puesto a los Espíritus que sólo quieren hablar, y de éstos no falta. Vosotros os admiráis de que dejemos tomar nuestro nombre. ¿Qué os importa, puesto que para vosotros es lo mismo? Pero sabed bien que no lo permitiríamos delante de aquellos por quienes realmente nos interesamos, es decir, con aquellos con quienes no perdemos nuestro tiempo: aquellos son nuestros preferidos y les preservamos de la mentira. No déis, pues, la culpa a nadie sino a vosotros si sois engañados tan a menudo; para nosotros el hombre formal no es aquel que se abstiene de reír, sino aquel cuyo corazón se conmueve por nuestras palabras, que las medita y se aprovecha de ellas. (Véase núm. 268, preguntas 19 y 20).
Massillon.

XXVI

El Espiritismo debería ser un escudo contra el Espíritu de discordia y desunión; pero este Espíritu en todo tiempo sacude su ponzoña sobre los humanos, porque está celoso de la felicidad que procura la paz y la unión. ¡Espiritistas! El podrá, pues, penetrar en vuestras asambleas y no lo dudéis, procurará sembrar en ellas la defección, pero será impotente contra los que están animados de la verdadera caridad. Estad preparados y
velad sin cesar en la puerta de vuestro corazón, como en la de vuestras reuniones para no dejar penetrar al enemigo. Si vuestros esfuerzos son impotentes contra el de fuera, siempre dependerá de vosotros el impedirle el acceso de vuestra alma.
Si nacen disensiones entre vosotros, sólo pueden ser suscitadas por malos Espíritus; que los que tendrán pues, en más alto grado el sentimiento de los deberes que les impone la urbanidad, lo mismo que el Espiritismo verdadero, se manifiesten los más pacientes, los más dignos y los más cariñosos; algunas veces los buenos Espíritus pueden permitir estas luchas para proporcionar tanto a los buenos como a los malos sentimientos, la ocasión de descubrirse, a fin de separar el mal grano de la cizaña y estarán siempre del lado que habrá más humildad y verdadera caridad.
San Vicente de Paul.

XXVII

Rechazad enérgicamente a todos estos Espíritus que se ofrecen como consejeros exclusivos, predicando la división y el aislamiento. Estos son casi siempre Espíritus vanidosos y medianos, que procuran imponer a los hombres débiles y crédulos, prodigándoles alabanzas exageradas con el fin de fascinarles y tenerles bajo su dominio.
Estos Espíritus están generalmente hambrientos de poder, y déspotas públicos o privados cuando vivían, quieren aún tener víctimas para tiranizar después de su muerte.
En general, desconfiad de las comunicaciones que llevan un carácter de misticismo y de extrañeza, o que prescriben ceremonias y actos ridículos; en tal caso hay siempre un motivo legítimo de sospecha.
Por otra parte, creed bien que cuando debe revelarse una verdad a la humanidad, se comunica instantáneamente, por decirlo así, a todos los grupos formales que posean buenos médiums, y no a unos con exclusión de los demás. Nadie es médium perfecto si está obcecado, y hay obsesión manifiesta cuando un médium sólo es apto para recibir las comunicaciones de un Espíritu especial, por alto que procure colocarse él mismo. En consecuencia, todos los médiums, todos los grupos que se crean privilegiados por comunicaciones que sólo ellos pueden recibir, y que por otra parte están sujetos a prácticas que rayan en superstición, están indudablemente bajo la obsesión más caracterizada, sobre todo cuando el Espíritu que domina se adorna con el nombre que todos, Espíritus y encarnados, debemos honrar y respetar, y no permitir que se comprometa a cada paso.
Es incontestable que sometiendo al crisol de la razón y de la lógica todos los dones y todas las comunicaciones de los Espíritus, será fácil el rechazar lo absurdo y el error. Un médium puede estar fascinado, un grupo puede ser engañado; pero la comprobación severa de otros y además la ciencia adquirida y la alta autoridad moral de sus jefes, las comunicaciones de los principales médiums que reciben un sello de lógica y de autenticidad de nuestros mejores Espíritus, harán rápidamente justicia a estos dictados mentirosos y astutos, emanados de una turba de Espíritus engañosos o malos.
Erasto ("discípulo de San Pablo").

Observación. - Uno de los caracteres distintivos de estos Espíritus que quieren imponer y hacer aceptar ideas ridículas y sistemáticas, es el pretender, aun cuando sólo sean solos en su opinión, tener razón contra todo el mundo. Su táctica es evitar la discusión y cuando se ven combatidos victoriosamente por las armas irresistibles de la lógica, rehusan desdeñosamente el responder y prescriben a sus médiums el que se alejen de los centros en que sus ideas no son acogidas. Este aislamiento es lo más fatal que hay para los médiums, porque sufren sin contraposición, el yugo de los Espíritus obsesores, que les conducen como ciegos, y les llevan a menudo por caminos perniciosos.

XXVIII

Los falsos profetas no están sólo entre los encarnados, están también y en mucho mayor número entre los Espíritus orgullosos que bajo falsas apariencias de amor y caridad, siembran la desunión y retardan la obra emancipadora de la humanidad, esparciendo sus sistemas absurdos que hacen aceptar por los médiums; y para fascinar mejor a los que quieren engañar, para dar más peso a sus teorías, toman sin escrúpulo los nombres que los hombres sólo pronuncian con respeto, los de los santos justamente venerados, de Jesús, de María y aun de Dios.
Estos son los que siembran las levaduras de antagonismo entre los grupos, que les conducen a aislarse los unos de los otros y mirarse con mal ojo. Esto sólo bastaría para descubrirles, porque obrando de este modo, ellos mismos dan el más formal mentís a lo que pretenden ser. Ciegos, pues, son los hombres que se dejan coger en una red tan grosera.
Pero hay muchos otros medios de reconocerles. Los Espíritus del orden al cual dicen ellos que pertenecen, deben ser no solamente muy buenos, sino que además eminentemente lógicos y racionales. Pues bien, pasad sus sistemas por el tamiz de la razón y del buen sentido y veréis lo que quedará. Convenid, pues, conmigo que todas las veces que un Espíritu indica, como remedio a los males de la humanidad o como medio de llegar a su transformación, cosas utópicas e impracticables, medidas pueriles y ridículas; cuando formula un sistema contradicho por las más vulgares nociones de la ciencia, no puede ser sino un Espíritu ignorante y mentiroso.
Por otra parte, creed bien que si la verdad no es siempre apreciada por los individuos, los es siempre por el buen sentido de las masas, y también esto es un criterio. Si dos principios se contradicen tendréis la medida de su valor intrínseco, buscando aquel que tenga más eco y simpatía; sería ilógico en efecto, admitir que una doctrina que viese disminuir el número de sus partidarios fuese más verdadera que aquella que vea aumentar los suyos. Dios, queriendo que la verdad llegue a todos no la señala un círculo estrecho y restringido, la hace brotar por diferentes puntos a fin de que en todas partes la luz esté al lado de las tinieblas.
Erasto.

Observación. - La mejor garantía para que un principio sea la expresión de la verdad, es cuando está enseñado y revelado por diferentes Espíritus, por diferentes médiums extraños los unos a los otros y en diferentes lugares, y cuando además está confirmado por la razón y sancionado por la adhesión del mayor número. Sólo la verdad puede poner raíces a una doctrina; un sistema erróneo puede reclutar algunos adeptos, pero como le falta la primera condición de vitalidad, sólo tiene una existencia efímera; por esta razón no es necesario inquietarse; él mismo se mata por sus propios errores y caerá inevitablemente ante el arma poderosa de la lógica.

Comunicaciones apócrifas
A menudo se reciben comunicaciones de tal modo absurdas, aunque firmadas por nombres los más respetables, que el buen sentido más vulgar, demuestra su falsedad; pero las hay que el error es disimulado bajo cosas buenas que ilusionan y algunas veces impiden el descubrirlas a primera vista, pero no podrían resistir a un examen serio.

Sólo citaremos algunas como muestra.

XXIX

La creación perpetua e incesante de los mundos es para Dios como un goce perpetuo, porque ve sin cesar que sus rayos dan todos los días más luz y felicidad. Para Dios no hay número, ni tiempo. Por esto las centenas o millares, para él son la misma cosa. Es un padre cuya felicidad está formada de la felicidad colectiva de sus hijos y a cada segundo de creación, ve una nueva felicidad venir a confundirse en la felicidad general. No hay alto, ni suspensión en este movimiento perpetuo, esta grande felicidad incesante que fecunda la tierra y el cielo. Del mundo no se conoce sino una pequeña fracción, y vosotros tenéis hermanos que viven bajo latitudes en las que el nombre no ha podido aun penetrar. ¿Qué significan esos calores terroríficos y esos fríos mortales que detienen los esfuerzos de los más atrevidos? ¿Creéis simplemente que allí está el fin de vuestro mundo, cuando no podéis adelantar más con vuestros pequeños medios? ¿Podríais acaso medir exactamente vuestro planeta? No creáis esto. Hay sobre vuestro planeta más lugares ignorados que lugares conocidos. Pero como es inútil propagar más todas vuestras malas instituciones, todas vuestras malas leyes, acciones y existencias, hay un límite que os detiene aquí y allá, y os detendrá hasta que tengáis que llevar las buenas semillas que ha hecho vuestro libre albedrío. ¡Ah, no!, vosotros no conocéis este mundo que llamáis Tierra. En vuestra existencia veréis un gran principio de pruebas de esta comunicación. Va a dar la hora en que habrá otro descubrimiento que el último que se ha hecho; mirar cómo va a ensancharse el círculo de vuestra tierra conocida, y cuando toda la prensa cantará este Hosanna en todas las lenguas, vosotros, pobres hijos, que amáis a Dios y que buscáis su camino, vosotros lo habréis sabido antes que aquellos mismos que darán su nombre a la nueva tierra.
San Vicente de Paul.

Observación - Al punto de vista de estilo, esta comunicación no puede resistir la crítica; las incorrecciones, los pleonasmos, las frases viciosas saltan a los ojos de cualquiera, por poco letrado que sea; pero esto nada probaría contra el nombre con el que va firmada, en atención a que estas imperfecciones podrían venir de la insuficiencia del médium, como lo hemos demostrado. Lo que es obra del Espíritu, es la idea: pues cuando dice que hay sobre nuestro planeta más lugares ignorados que lugares conocidos, que va a descubrirse un nuevo continente es para un Espíritu que se llama superior, probar la más profunda ignorancia. Sin duda se pueden descubrir más allá de los hielos algunos rincones de tierra desconocidos, pero decir que estas tierras están pobladas y que Dios las ha ocultado a los hombres con el fin de que no llevaran a ellas sus malas instituciones, es tener demasiada fe en la confianza ciega de aquellos a quienes divulga semejantes absurdos.

XXX

Hijos míos, nuestro mundo material y el mundo espiritual que tan pocos conocen aun, forman como dos platos de la balanza perpetua. Hasta aquí nuestras religiones, nuestras leyes, nuestras costumbres, y nuestras pasiones han hecho de tal modo caer el plato del mal para levantar el bien, que se ha visto el mal reinar como soberano en la tierra. Desde muchos siglos es siempre la misma queja que se exhala de la boca del hombre, y la conclusión fatal, es la injusticia de Dios. Hay quien llega hasta negar la existencia de Dios. Vosotros los véis todo aquí y nada allá; vosotros véis lo superfluo que choca con la necesidad, el oro que brilla al lado del cieno; todos los contrastes más patentes que deberían probaros vuestra doble naturaleza. ¿De dónde viene esto? ¿Quién tiene la culpa? Aquí tenéis lo que debéis buscar con tranquilidad y con imparcialidad; cuando uno desea sinceramente encontrar un buen remedio, lo encuentra. Pues bien, sin embargo de este dominio del mal sobre el bien, por vuestra propia falta, ¿por qué no veis el resto marchar derecho por la línea trazada por Dios? ¿Véis desarreglarse las estaciones? ¿Los calores y los fríos chocar inconsideradamente? ¿La luz del Sol olvidarse de alumbrar la Tierra? ¿La tierra olvidar en su seno la simiente que el hombre ha depositado en ellas? ¿Veis que cesan los mil milagros perpetuos que se producen a vuestra vista, desde el nacimiento de la yerba, hasta el nacimiento del niño, hombre futuro? Pero todo va bien de parte de Dios, todo mal de parte del hombre. ¿Qué remedio hay? Es muy sencillo: acercarse a Dios, amarse, unirse, entenderse y seguir tranquilamente el camino cuyos mojones se ven con los ojos de la fe y de la conciencia.
San Vicente de Paul.

Observación. - Esta comunicación fue obtenida en el mismo círculo; pero ¡qué diferencia con la precedente! No sólo por los pensamientos, sino por el estilo. Todo es justo en ella, profundo, sensato, y ciertamente San Vicente de Paul no la desconocería, por esto se le puede atribuir sin miedo.

XXXI

¡Vamos, muchachos, unid vuestras filas! es decir, que vuestra buena unión haga vuestra fuerza. ¡Vosotros que trabajáis en la fundación de un grande edificio, velad y trabajad siempre para consolidarlo por su base, y entonces podréis levantarlo bien alto, bien alto! El progreso es inmenso sobre todo nuestro globo; una cantidad innumerable de prosélitos se forman bajo nuestra bandera; muchos escépticos y aun de los más incrédulos se acercan, se acercan también.
¡Marchad, hijos, marchad con el corazón alto, lleno de fe, el camino que seguís es hermoso; no os paréis; seguid siempre la línea recta, servid de guías a aquellos que vienen después de vosotros, ellos serán felices, muy felices!
¡Marchad, hijos; vosotros no tenéis necesidad de la fuerza de tas bayonetas para sostener vuestra causa, sólo necesitáis la fe; la creencia, la fraternidad y la unión, estas son vuestras armas; con ellas sois fuertes, más poderosos que todos los grandes potentados del universo reunidos, a pesar de sus fuerzas vivientes, sus flotas, sus cañones y su metralla!
Vosotros que combatís por la libertad de los pueblos y la regeneración de la grande familia humana, marchad, hijos, ánimo y perseverancia. Dios os ayudará. Buenas noches, hasta más ver.
Napoleón.

Observación. - Napoleón era, cuando vivía, un hombre grave y formal como el que más; todo el mundo conoce su estilo breve y conciso; hubiera singularmente degenerado, si después de su muerte se hubiese vuelto hablador y burlesco. Esta comunicación puede que sea del Espíritu de algún soldado que se llamaba Napoleón.

XXXII

No, no se puede cambiar de religión cuando no hay una que pueda a la vez satisfacer el sentido común y la inteligencia que se tiene y que sobre todo pueda dar al hombre los consuelos presentes. No, no se cambia de religión, se cae de la inepcia y de la dominación en la sabiduría y en la libertad. ¡Marchad, marchad, nuestro pequeño ejercito! Marchad y no temáis a las balas enemigas: las que os deben matar, aun no se han hecho, si estáis siempre del fondo del corazón en el camino de Dios, es decir, si queréis siempre combatir pacífica y victoriosamente por la felicidad y la libertad.
San Vicente de Paul.

Observación - ¿Quién es el que conoce a San Vicente de Paul, por este lenguaje, por estos pensamientos disparatados y desprovistos de sentido? ¿Qué significan estas palabras: No, no se cambia de religión, uno cae de la inepcia y de la dominación en la sabido la y en la libertad, con sus balas que aun no están hechas? ; sospechamos mucho que este Espíritu no sea el mismo que ha firmado más arriba "Napoleón".

XXXIII

Hijos de mi fe, cristianos de mi doctrina olvidada por los intereses de los torrentes de la filosofía de los materialistas, seguidme por el camino de Judea, seguid la pasión de mi vida, contemplad ahora a mis enemigos, mirad mis sufrimientos, mis tormentos y mi sangre derramada por mi fe.
Hijos espiritualistas de mi nueva doctrina, estad prontos a soportar, a desafiar las olas de la adversidad, los sarcasmos de vuestros enemigos. La fe marchará sin cesar siguiendo vuestra estrella que os conducirá por el camino de la felicidad eterna, de la misma manera que la estrella condujo por la le a los magos del Oriente al pesebre, Cualesquiera que sean vuestras adversidades, cualesquiera que sean vuestras penas y lágrimas que habréis derramado sobre esta esfera de destierro, tened ánimo, estad persuadidos que la alegría que os inundará en el mundo de los Espíritus será mucho más grande que los tormentos de vuestra existencia pasajera. El valle de lágrimas es un valle que debe desaparecer para dejar puesto a la brillante morada de alegría, de fraternidad y de unión, en la que iréis a parar por vuestra buena obediencia a la santa revelación. La vida, queridos hermanos de esta esfera terrestre, todo preparatoria, sólo puede perdurar el tiempo necesario para vivir bien preparado para esta vida que nunca podrá acabar.
Amáos, amáos como yo os he amado y como os amo aun; hermanos, ánimo hermanos.
Os bendigo; en el cielo os espero.
Jesús.

De estas brillantes y luminosas regiones, a donde el pensamiento humano apenas puede llegar, el eco de vuestras palabras y de las mías, han venido a conmover mi corazón.
¡Oh! ¡De qué alegría me siento inundado viéndoos, a vosotros, los que lleváis adelante mi doctrina! No, nada se iguala al testimonio de vuestros buenos pensamientos!
Ya los veis, hijos, la idea regeneradora lanzada por mí en otro tiempo por el mundo, perseguida, detenida un momento bajo la presión de los tiranos, va a marchar para siempre sin obstáculos, iluminando los caminos a la humanidad tan largo tiempo sepultada en las tinieblas.
Todo sacrificio grande y desinteresado, hijos míos, tarde o temprano lleva sus frutos. Mi martirio os lo ha probado; mi sangre derramada por mi doctrina salvará a la humanidad y borrará las faltas de los grandes culpables.
¡Seáis bendecidos, vosotros que tomáis puesto en la familia regeneradora! ¡Marchar, ánimo hijos!
Jesús.

Observación. - Sin duda nada hay de malo en estas dos comunicaciones. ¿Pero Cristo tuvo nunca este lenguaje pretencioso, enfático y pomposo? Compárense con la que hemos citado más arriba, y que lleva el mismo nombre, y se verá de qué parte está el sello de la autenticidad.
Todas estas comunicaciones se han obtenido en el mismo círculo. Se observa en el estilo, un aire de familia, giros de frases idénticas, reproducidas a menudo las mismas expresiones, como por ejemplo, "marchar, marchar, hijos", etc. De donde se puede sacar en consecuencia que es el mismo Espíritu el que las ha dictado todas bajo nombres diferentes. En este centro, sin embargo, muy concienzudo por otra parte, pero un poquito demasiado crédulo, no se hacían ni evocaciones, ni preguntas; todo lo esperaban de las comunicaciones espontáneas, y se ve que ciertamente ésta no es una garantía de identidad. Con preguntas un poco precisas y de lógica cerrada, fácilmente se hubiese podido hacer que este Espíritu ocupara su puesto; pero él sabía que nada tenía que temer, puesto que nadie le pedía nada y que aceptaban sin comprobación y con los ojos cerrados, todo lo que él decía. (Véase núm. 269).

XXXIV

¡Qué hermosa es la naturaleza! ¡Qué prudente es la Providencia en su previsión! Pero vuestra ceguedad y vuestras pasiones humanas impiden el tomar paciencia en la prudencia y bondad de Dios. Os lamentáis de la más ligera nubecilla, del menor retardo en vuestras previsiones; sabed, pues, hombres impacientes que dudáis, que nada sucede sin un motivo siempre previsto, siempre premeditado en provecho de todos. La razón de lo que precede es para reducir a la nada, hombres timoratos e hipócritas, todas vuestras previsiones de mal año para vuestras cosechas.
Dios inspira a menudo la inquietud a los hombres por su porvenir para impulsarles a la previsión; y veis cuán grandes son los medios para hacer a vuestros temores sembrados con designio, y que lo más a menudo ocultan pensamientos ávidos más bien que una idea de una prudente previsión inspirada por un sentimiento de humanidad en provecho de los pequeños. Mirad las relaciones que se harán entre las naciones. Mirad qué transacciones deberán realizarse; ¡qué medios concurrirán para detener vuestros temores! Porque vosotros los sabéis, todo se encadena; grandes y pequeños concurrirán también a la obra. ¿Acaso no veis ya en todo este movimiento un origen de cierto bienestar, para la clase más laboriosa de los Estados, clase verdaderamente interesante que vosotros los grandes, vosotros, los omnipotentes de esta tierra, consideráis como gentes amoldadas a vuestro gusto, creadas para vuestras satisfacciones?
Además, ¿qué sucede con todo este vaivén de un polo al otro? Es que una vez bien previsto, muchas veces este tiempo ha cambiado; el sol obedeciendo al pensamiento de su creador, ha sazonado en algunos días vuestras cosechas; Dios ha puesto la abundancia donde vuestra codicia meditaba la escasez, y a pesar vuestro los pequeños podrán vivir; y sin que lo dudéis habéis sido sin saberlo la causa de una abundancia.
Sin embargo acontece - Dios lo permite algunas veces -, que los malos tengan suerte en sus proyectos de avaricia; pero entonces es una lección que Dios os da a todos; lo que quiere es estimular la previsión humana; es el orden infinito que reina en la naturaleza, es el valor que deben imitar y que deben soportar con resignación los hombres contra los acontecimientos.
En cuanto a los que por cálculo se aprovechan de los desastres, creedlo, serán castigados. Dios quiere que todos sus seres vivan; el hombre no debe jugar con la necesidad, ni traficar con lo superfluo. Justo en sus buenas obras, grande en su clemencia, demasiado bueno para nuestra ingratitud, Dios, en sus designios, es
impenetrable.
Bossuet. Alfredo de Marignac.

Observación. - Esta comunicación ciertamente no contiene nada malo; hay en ella ideas filosóficas profundas y consejos muy sabios que podrían engañar sobre la autenticidad del autor a las personas poco versadas en literatura. El médium que la obtuvo, habiéndola sometido al examen de la Sociedad Espiritista de París, sólo hubo una voz para declarar que no podía ser de Bossuet. Habiéndose consultado a San Luis contestó: "Esta comunicación en cuanto a ella es buena, pero no creáis que sea Bossuet el que la ha dictado. La ha escrito un Espíritu quizá poco o mucho bajo su inspiración, y ha puesto el nombre del gran Obispo para hacerla aceptar más fácilmente; pero debéis reconocer la substitución con el lenguaje. Es del Espíritu que ha puesto su nombre después del de Bossuet". Preguntado este Espíritu sobre el motivo que le hizo obrar de este modo dijo: Tenía deseos de escribir alguna cosa con el fin de que los hombres me recordaran; viendo que yo era débil, he querido poner en ella el prestigio de un gran nombre. - ¿Pero no veías que se reconocería que no era de Bossuet? - ¿Quién sabe lo que ha de suceder? Vosotros podríais engañaros. Otros menos lúcidos la hubieran aceptado.
En efecto, la facilidad con que ciertas personas aceptan lo que viene del mundo invisible, bajo la firma de un gran nombre, es lo que anima a los espíritus mentirosos. Es menester poner toda la atención en descubrir las astucias de éstos y esto no puede conseguirse sino con la experiencia adquirida por un estudio formal. Así repetimos sin cesar: Estudiad antes de practicar. por que es el sólo medio para no adquirir la experiencia a vuestras expensas.




* Nosotros conocemos un sujeto que fue aceptado para un empleo de confianza en una casa importante, porque era espiritista sincero y se ha creído encontrar una garantía de moralidad en sus creencias.

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