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EN LOS LIMITES DE LA REALIDAD

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jueves, 16 de abril de 2009

Ambrose Bierce - Diagnóstico de Muerte

Ambrose Bierce - Diagnóstico de Muerte



- No soy tan supersticioso como algunos de tus doctores de ciencia, como
tu te complaces en decir - dijo Hawver, replicando una acusación que no
había sido hecha - Algunos de ustedes, solo algunos, confieso, creen en la
inmortalidad del alma, y en apariciones que tu no tienes la honestidad de
llamar fantasmas. No voy decir más que tengo la convicción que los vivos
algunas veces son vistos donde no están, en lugares donde han estado,
donde ellos vivieron tanto tiempo, quizás tan intensamente, como para
dejar sus impresiones en todo lo que los rodea. Lo se, en efecto, puede
ser que un ambiente pueda ser tan afectado por la personalidad de una
persona como para impresionar, mucho después, una imagen de uno mismo a
los ojos de otro. Indudablemente la personalidad impresa tiene que ser el
tipo justo de personalidad y los ojos perceptores tienen que ser el tipo
justo de ojos, los míos por ejemplo.
- Si, el tipo justo de ojos, sensaciones convincentes del lugar erróneo
del cerebro - dijo el Dr. Frayley, sonriendo.
- Gracias; uno gusta tener sus espectativas gratificada; esto es en
réplica de lo que yo supongo que haría alguien civilizado.
- Perdón, pero tu dices que lo sabes. Es algo facil de decir, ¿no crees?
Quizás tu no pensarás en el problema de decirme como lo supiste.
- Tu lo llamarás una alucinación - dijo Hawver, - pero no es tal cosa - y
le contó la historia.
El último verano, como tu sabes, fui a pasar la temporada de calor a la
ciudad de Meridian. Los parientes cuya casa intentaba habitar estaban
enfermos, así que busqué otros cuartos. Luego de algunas dificultades
renté una de las habitaciones vacantes que había sido ocupada por un
excéntrico doctor llamado Mannering, quien se había ido varios años atrás,
no se sabía adonde, ni siquiera su agente. Él había construído una casa y
había vivido allí durante diez años, acompañado por un viejo sirviente. Su
práctica, no muy extensa, lo tuvo ocupado durante algunos años. Él también
se vio abstraído de la vida social y se convirtió en un recluso. Me lo
contó un doctor del pueblo, que fue la única persona que tuvo alguna
relación con él, que durante su retiro, se hizo devoto de una única línea
de estudio, el resultado de lo que él expuso en un libro que no fue
recomendado a la aprobación de sus colegas médicos, quienes, sin embargo
le consideraron no enteramente sano.
No he visto el libro y no puedo recordar su título, pero me dijo que
exponía una extraña teoría. Él decía que era posible que una persona de
buena salud pudiera pronosticar su propia muerte con precisión, varios
meses antes del evento. El límite, creo, eran dieciocho meses. Hubo
cuentos locales sobre que había ejercido sus poderes de pronóstico, que
quizás tu llames diagnóstico; y que las personas a las que advirtió el
deceso, murieron súbitamente en el plazo fijado, sin causa conocida. Todo
esto, por cierto, no tiene nada que ver con lo que te dije; pienso que
puede divertir a un médico.
La casa estaba amueblada, como él había vivido ahí. Era una oscura morada
para alguien que había sido un recluso más que un estudiante, y creo que
me dio algo de su carácter, quizás algo del carácter de su anterior
ocupante; siempre sentí una cierta melancolía que no estaba en mi
disposición natural, según creo, debido a la soledad. No tenía sirvientes
que durmieran en la casa, pero siempre tuve la adicción, como tu sabes, a
la lectura. Cualquiera que fuera la causa, el efecto fue un rechazo y un
sentido de mal inminente; esto fue especialmente en el estudio del Dr.
Mannering, a pesar de que esta habitación era una de las más luminosas y
aireadas de la casa. El retrato de tamaño real del doctor parecía
dominarlo completamente. No había nada inusual en la foto; el hombre
evidentemente lucía bien, unos cincuenta años de edad, con un cabello gris
metalizado, una cara recién afeitada y unos ojos oscuros y serios. Algo en
la imagen siempre acaparaba mi atención. La apariencia del hombre se
convirtió en familiar para mí, hasta me 'hechizó'.
Una tarde estaba paseando a través de esta habitación para ir a mi
dormitorio, con una lámpara (no había gas en Meridian). Me paré, como era
usual, frente al retrato, que parecía a la luz de la lámpara cobrar una
nueva expresión, no fácilmente descriptible, pero realmente escalofriante.
Me interesé pero no me inquieté. Moví la lámpara de un lado a otro y
observé los efectos de alterar el punto de iluminación. Mientras estaba
tan absorto sentí un impulso en voltearme. Y cuando lo hice ¡vi a un
hombre que se movía a través de la habitación y se dirigía hacia donde yo
estaba! Tan pronto como él se acercaba a la lámpara su rostro se iluminó,
y vi que era el Dr. Mannering en persona; ¡era como si el retrato
estuviera caminando!
'Le pido disculpas', dije, algo fríamente, 'pero si usted golpeó no lo
escuché'.
Él me pasó, dentro de una braza, extendió su dedo índice como en
advertencia, y sin una palabra, se marchó de la estancia, a pesar de que
observé su ida no más que lo que vi su entrada.
Por supuesto, no necesito decirte que esto puede ser lo que tu llamarías
una alucinación y lo que yo llamo una aparición. Esta habitación tiene
solo dos puertas, una de las cuales estaba cerrada; la otra llevaba al
dormitorio, desde donde no había otra salida. Mi sentimiento sobre esto es
que no es una parte importante del incidente.
Indudablemente esto te parecerá un lugar común "el cuento de fantasmas"
algo que uno construye sobre las líneas dejadas por los viejos maestros
del arte. Si así fuera, no te lo habría contado, aún si hubiera sido
verdad. Pero el hombre no está muerto; lo conocí hoy mismo en la Calle
Unión. Me cruzó entre una multitud.
Hawver finalizó su historia y ambos hombres se quedaron callados. El Dr.
Frayley distraídamente golpeó la mesa con sus dedos.
- ¿Te dijo algo hoy, - preguntó - alguna cosa que te haya hecho inferir
que no estaba muerto?
Hawver lo miró fijamente y no replicó.
- Quizás - continuó Frayley - él hizo alguna señal, un gesto, alzó un
dedo. Es un truco que él tenía, un hábito cuando decía algo serio,
anunciando el resultado de un diagnóstico, por ejemplo.
- Si, lo hizo, su aparición lo hizo. Pero, ¡por Dios! ¿Lo conocías?
Hawver estaba poniéndose aparentemente nervioso.
- Lo conocí. Leí su libro, como todo médico de hoy en día. Es una de las
más importantes contribuciones del siglo a la ciencia de la Medicina. Si,
lo conocí; lo traté en su enfermedad durante los últimos tres años. Él
murió.
Hawver buscó una silla, visiblemente incómodo. Dio un par de zancadas y se
sentó. Luego se dirigió a su amigo, y en una voz no muy clara, dijo:
- Doctor, ¿tiene usted algo para decirme como médico?
- No, Hawver; tu eres el hombre más saludable que conocí. Como amigo te
recomiendo que vayas a tu habitación. Tocas el violín como un ángel.
Tócalo, toca algo alegre y jovial. Ten este maldito asunto fuera de tu
mente.
Al siguiente día Hawver fue hallado muerto en su habitación, el violín en
su cuello, el arco sobre las cuerdas, su música se escuchó antes de la
Marcha Fúnebre de Chopin.

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