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EN LOS LIMITES DE LA REALIDAD

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lunes, 20 de abril de 2009

VIAJE AL FONDO DE LA MENTE

VIAJE AL FONDO DE LA MENTE



Este mes hemos tenido acceso a los archivos del FORGOTTEN MEMORIAL, una institución mental norteamericana donde se encuentra recluido ROGER SAMMS tras haber hecho explotar por los aires un edificio de apartamentos y relatar a la policía que lo hizo siendo una cucaracha. El Doctor GLENN NICKS, psiquiatra de ROGER, nos ha proporcionado unas cintas con una de las sesiones que mantuvo con Samms antes de decidir recluirle de por vida.
ROGER SAMMS volvió a despertarse sudoroso y jadeante. Aquellas malditas pesadillas no cesaban de acosarle. Miró el reloj para darse cuenta un día más que ya era casi media mañana. Debía darse prisa si quería llegar a su cita de las 12,30. Se aseó un poco y cambió el pijama por unos pantalones de pana azul y un jersey gris. Abrió la puerta de su habitación y saludó a PETE, como todos los días. PETE era un buen hombre, aunque a ROGER no le caía muy bien porque le ataba cuando se ponía nervioso.
- ¿Tienes prisa, ROGER? -inquirió el corpulento hombretón con una estúpida sonrisa en su rostro.
- Tengo que darme prisa si quiero llegar a mi cita de las 12,30 -respondió el hombrecillo.
- Pareces algo nervioso
- N-no, de veras. Es sólo que me he quedado dormido y casi no llego a mi cita de las 12,30.
- Bien.
Roger aceleró el paso y recorrió el largo pasillo que le separaba de las escaleras que descendían hasta la planta baja, donde se encontraba la consulta de su psiquiatra. Por el camino, saludó con un gesto a varias enfermeras sin detenerse nunca para hablar con ellas. Miró el reloj de nuevo: las 12,29. A la carrera, llegó ante la puerta del despacho del Dr. NICKS y entró sin llamar.
NICKS: Buenos días ROGER -dijo NICKS sin levantar la vista de sus papeles.
ROGER: Hola doctor. Casi no llego a tiempo esta mañana -explicó ROGER tomando asiento.

N: No te preocupes por retrasarte si algún día tienes algo que hacer. Ya sabes que yo estoy aquí siempre.

R: Claro doctor, pero una cita es una cita, y es de mala educación llegar tarde a una cita.

N: Muy bien. ¿Has vuelto a tener pesadillas? -preguntó el médico aún sin abandonar el papeleo.

R: Sí, y esta vez ha sido desde el principio hasta el final. Casi no consigo salir del edificio.

N: ¿Alguna variación? Cuéntame cómo ha sido esta vez. Túmbate en el sofá y cierra los ojos. Relájate.
El paciente obedeció al médico y se recostó, algo nervioso por el retraso de 2 segundos que había sufrido su rutina diaria. Aquella fracción de tiempo aparentemente insignificante, había significado para él la diferencia entre la vida y la muerte.

R: Estoy en mi habitación, con el medallón de mi madre en las manos. Siento un cosquilleo en los dedos y un latigazo salvaje me recorre toda la espina dorsal. De pronto, me doy cuenta de que yo ya no soy yo. Estoy en una tubería, y mi percepción del mundo es diferente. Mi mente flota sobre mí, me acompaña como un ente ajeno a mí que me ayuda y me observa al mismo tiempo, con asco y curiosidad. Abandono la tubería y me encuentro en el suelo de mi habitación, y subo por la pata de la estufa. Dentro de ella encuentro a unas criaturas, los seres más perfectos de la creación. No han evolucionado apenas nada en los últimos 400 millones de años, y son capaces de adaptarse a cualquier medio ambiente. Hace mucho tiempo, fueron los seres que dominaron el mundo. A su modo, se comunican conmigo y me explican algo que no entiendo muy bien sobre un terrible monstruo que lo absorbe todo a través de su larga trompa. Entonces me doy cuenta de que he dejado de ser humano, de que he abandonado mi envoltura carnal para transformarme en lo que realmente siempre he sido: un ser odiado y repudiado, pisoteado y despreciado por la especie dominante en el planeta. En el fondo me alegro, ya que mis semejantes no engañan ni asesinan. Son francos y sinceros, y jamás traicionan a uno de su especie.

N: ¿Eres una cucaracha y te gusta serlo?

R: Sí. Los seres humanos me han maltratado siempre, y las cucarachas son mis amigas.

N: ¿Y cómo has podido convertirte en semejante criatura?

R: N-n-no lo sé, pero no importa. Ahora soy libre. Salgo de la estufa y alcanzo un cementerio, aunque en realidad parece un campo de exterminio. Mis congéneres yacen por todas partes, envenenados por el hombre. Tratando de no detenerme ante toda aquella obscenidad, prosigo mi camino.

N: ¿Hacia dónde te diriges?

R: Voy en busca del monstruo que todo lo absorbe para acabar con él. Es la misión que me han pedido que lleve a cabo.

N: ¿Por qué tú?

R: Porque está claro que soy superior a mis amigas en un aspecto fundamental, y es que conservo mi inteligencia humana, que combinada con mis instintos de cucaracha y mi fuerza y resistencia físicas, me convierten en un ser único y especial, posiblemente uno de los más perfectos de la creación. Llego junto a una rata atrapada, y mi instinto me dice que no me acerque demasiado a su boca porque aún está viva. Obedezco y paso por encima de ella para encontrarme con un depredador de mi especie: una araña. Por suerte para mí, mi forma humana había dejado caer un cigarrillo encendido justo ante su tela, así que no tengo más que empujar con mi fuerza superior para colocar la colilla de forma que las ascuas apunten hacia el arácnido. El ansioso octópodo salta hacia mí y encuentra un horrible e incandescente final. Esto demuestra mi superioridad y el porqué de la elección de mis congéneres.

N: ¿No crees que en cierta manera, tú también eres un monstruo para las otras cucarachas?

R: En absoluto. Yo soy su líder, el elegido que llevaban esperando tanto tiempo.

N: ¿Un Mesías?

R: Algo así. Con mi conocimiento del mundo de los seres humanos puedo hacer que el universo de las cucarachas sea más confortable y menos peligroso. Y además evito caer en las trampas enseñando así a mis semejantes la forma de no perecer en una simple caja llena de veneno. Para poder cruzar al otro lado de la habitación y subir por la pata de la mesa, tengo que atravesar una caja infestada de cadáveres blanquecinos por el veneno. Me veo obligado a utilizar una larva como puente para pasar la última barrera de mata-cucarachas. Al fin me acerco a mi objetivo. Cuando llego al tablero de la mesa, me dirijo hacia la izquierda hasta encontrar el enchufe y provoco un cortocircuito en el cable que despierta al monstruo. Para acabar con él tengo que encontrar un cable pelado, sigo el cable hacia abajo y después a la izquierda, bajo por la pata de la mesa y cruzo el travesaño hasta la lata de pintura. Me agarro a la parte izquierda del cable como buenamente puedo y mi peso hace que baje un poco. Repito la operación y el rugido del monstruo queda silenciado para siempre.

N: Este éxito habrá aumentado considerablemente su autoestima.

R: Realmente no. Lo cierto es que lo único que me preocupa es sobrevivir, y en cierta forma, encontrar a mi madre.

N: ¿Tu madre? No me habías hablado de ella hasta ahora

R: Mi madre se me aparece en numerosas ocasiones, y me da valiosos consejos sobre lo que tengo que hacer. Además, me está ayudando a encontrarme a mí mismo. Cuando consiga purgar todos mis pecados y reparar todas mis faltas, podré encontrarme con mi madre y conocer mi verdadera identidad.

N: ¿Cómo se te aparece tu madre? ¿Ocurre en situaciones concretas?

R: Cada vez que la encuentro va vestida de novia, con un traje blanco precioso. Su voz es cálida y acogedora, llena de cariño y preocupación por mí. Casi siempre la encuentro después de haber hecho algo bueno, como premio a mis logros y progresos hacia la liberación del tormento.

N: Pero antes has dicho que eres totalmente feliz bajo la forma de cucaracha. ¿A qué te refieres con el tormento? ¿De qué tienes que liberarte?

R: Mi mente es consciente del pasado que conoce, y sabe todos los errores graves que he cometido. Y ese peso me martillea incesante flagelando con el recuerdo todas y cada una de mis acciones. Cada vez que hago algo bueno, es como si uno de mis pecados desapareciese y no volviese jamás a castigarme.

N: Entonces te has convertido en cucaracha como penitencia

R: Quizás sigo el cable del monstruo hasta el cubo de basura, y allí me muevo sobre una manguera metálica hasta llegar a una mesa llena de pinturas, y cruzo un charco corriendo sobre una brocha. Junto a las cerdas hay un agujero en la mesa y me cuelo por él para salir por otro agujero al otro extremo de la mesa. Trepo por un palo que hay más abajo hasta la caja de fusibles, y examino los indicadores de la derecha. Marcan 7-2-2-3. Sin querer he pasado sobre un fusible y ha chisporroteado, produciéndose un avance en uno de los contadores. Repito esta acción sobre los tres fusibles hasta obtener la lectura en los fusibles 7-6-5-8. El fusible de la izquierda se funde, inutilizando algún aparato en algún lugar del edificio.

N: ¿Por qué esos números? ¿Forman parte de alguna fecha especial?

R: No lo sé, pero estaban en mi mente cuando llegué a los fusibles. Quizá mi madre.

N: Bien, dejemos el asunto de los números.

R: Bajo de la caja de fusibles por el palo de una fregona y voy hasta la cama del casero, trepando por las patas hasta encontrar una bandeja con comida que utilizo para llegar hasta la radio. Me cuelo por detrás del ingenio y provoco un corto en un cable para ponerla en marcha. El casero se pone a bailar y yo contemplo la escena embobado, incrédulo ante la impresionante demostración de sentimientos por parte de un hombre que ha sido una de mis pesadillas durante años. También me doy cuenta de la profunda pena que embarga a ese hombre por algún suceso pasado que desconozco. Necesito librarme de él para poder moverme sin riesgos, así que subo encima de la radio y golpeo el frasco de somníferos por detrás. Arrastro la pastilla hasta la lata de cerveza y la empujo para que caiga dentro. Bajo al suelo y encuentro una caja de puros cerca de la cama; está llena de monedas. Cruzando la tapa de la caja atravieso un enchufe y aparezco en el baño, dentro del dispensador de toallas. Activo el mecanismo y el papel cae hasta el suelo, permitiéndome bajar por él y moverme libremente por los baldosines. Cerca del lavabo hay una ratonera, y al acercarme a ella presencio como el rey de las ratas devora a uno de mis congéneres. Debo tener cuidado.

N: ¿El rey de las ratas? ¿Por qué un rey? Me parece que estás mitificando sin necesidad a algunas criaturas.

R: Para nada. Es el rey de las ratas, mi madre me lo ha dicho. Subo por la pared utilizando la zona sin pintar que hay junto a la ratonera, y al llegar al lavabo, trepo por el espejo y me cuelo por una rotura del cristal. Dentro del armario, en la parte superior, hay una ranura para tirar las cuchillas usadas. Entro por él y empujo una tuerca para provocar un alud que suena como música celestial para mis oídos. El rey de las ratas ha muerto. ¡Viva el rey! Deshago el camino andado y entro en la ratonera con cuidado de no acercarme a las cuchillas. Mi madre vuelve a ayudarme y abre para mí un pasaje en el muro que me lleva a la cocina a través de las tuberías de la nevera. Bajo hasta el suelo por la puerta del refrigerador y subo a la cocina por el palo de la fregona, recorriendo toda una selva de comida estropeada y criaturas torturadas hasta llegar a los fogones. Paso por entre las dos cacerolas y entro por el agujero del regulador del gas que falta. Cierro la válvula del gas y salgo de allí tan rápido como puedo. De alguna forma, sé que ha comenzado una cuenta atrás.

N: ¿Qué ocurrirá al final de esa cuenta atrás?

R: De alguna forma, tengo la certeza de que me reuniré con mi madre. Bajo por el mueble de la cocina y cruzo hasta el otro lado por el asa hasta encontrar a una pequeña cría que grita desesperada pidiendo ayuda porque no puede escapar de un cruel y accidental encierro. Me acerco y salta sobre mi espalda. Es maravilloso sentir que se ayuda a un semejante sin pedir nada a cambio.

N: ¿Es la primera vez que piensas en alguien que no sea en ti mismo?

R: Sí. Bueno, en realidad no. También pienso a menudo en mi madre.

N: ¿Pero no crees que el pensar en tu madre no es más que un puro acto de egoísmo? Creo que te acuerdas de ella porque la necesitas, y por tanto no piensas en nadie más que en ti.

R: Es posible, pero ahora eso ha cambiado. Con la pequeña cucaracha sobre mis espaldas, subo hasta la pila y trepo por el cuchillo hasta el final, provocando la caída de un cubierto dentro del triturador de basuras, con lo que la peligrosa y afilada hoja detiene su veloz giro. Bajo por la tubería y llego al bar, donde encuentro un bate de béisbol que me permite cruzar a otro mueble. Sigo el rastro de cacahuetes y la providencial ayuda de mi madre me transporta al otro lado de un charco etílico que podría haber significado mi muerte. Encuentro un recetario de bebidas alcohólicas, y empujo el deslizador hasta dar con la combinación necesaria para preparar un Bad Mojo.

N: ¿BAD MOJO? ¿No decías que era una maldición, lo que te había metamorfoseado en cucaracha?

R: Eso no tiene nada que ver. Las palabras no son más que palabras, y su significado es sólo el que nosotros queremos darle. Es uno de los grandes errores de la humanidad. Existen otras formas de comunicación mucho más puras y claras. En mi nuevo estado las he descubierto, y ahora veo que el lenguaje no es sino una perversión que han creado los humanos para poder mentir y engañar a sus semejantes. Memorizo el orden de los ingredientes y vuelvo al bar, subiendo por las botellas para ingerir un poco de cada una de las bebidas: granadina, curaçao, brandy y vodka. Mi madre me alienta cada vez que me acerco más a mi destino, y al probar la última bebida, siento que mi conciencia se desvanece y floto en medio de un vacío cósmico en el que estoy solo, pero limpio y puro. Bad Mojo ha sido mi bautismo, una confesión que ha purificado mi alma de todos sus pecados preparándome para la reunión final con el Hacedor.

N: Si esto fuese así, deberíamos sustituir a los sacerdotes por camareros, y los altares por barras de bar. Me parece que exageras un poco.

R: ¡No, no me comprende! Escuche. Abandono este vacío y aparezco en mi habitación. Subo por la mesa de despacho y provoco un corto en el cable del ventilador para ponerlo en marcha, y todos los papeles de la bandeja vuelan por los aires. Bajo hasta el fax y pulso el botón de copia para bajar por el papel hasta el mando a distancia del televisor. Empujo el cigarrillo para que la señal pueda llegar al aparato y me preparo para volar a lomos de una mariposa. Ya sobre mi mesa de trabajo, voy hacia la parte izquierda, donde tengo un acuario con uno de mis experimentos. Bajo por el cable de alimentación con suma precaución, y mi gato se encarga de provocar un desastre que me permitirá verme a mi mismo tal y como soy. Subo de nuevo a la mesa de trabajo y trepo por la pared hasta el ventilador que hay cerca del techo. Estoy otra vez en el sistema de tuberías del edificio. Entro por la del baño y subo por el urinario hasta el cenicero, y empujo la colilla encendida hasta hacerla caer al suelo. Bajo y acerco la colilla a la toalla de papel. Corro de vuelta a mi despacho por el sistema de tuberías y bajo hasta el medallón de mi madre que yace en el suelo junto a mi forma humana. Nuevamente siento el tirón del vacío, pero esta vez mi madre está allí para guiarme. Tras una emotiva efusión de sentimientos largo tiempo escondidos, me conduce entristecida por perderme de nuevo hasta mi envoltura carnal. Despierto entre convulsiones, cojo el medallón y el maletín del dinero y abandono el edificio. En el exterior encuentro al casero. Aquel hombre fofo y repugnante es mi padre.

N: ¿Cómo te sentiste al darte cuenta de que ese hombre que según tus propias palabras, había sido una de tus pesadillas en los últimos años, era tu padre?

R: Me sentí emocionado y frustrado, asqueado y agradecido, todo al mismo tiempo. En mi interior se produjeron unas emociones de tal calibre, que me quedé sin habla durante unos minutos. Sin duda fue el último obsequio de mi madre, que había estado sufriendo ante el distanciamiento del hombre que la había amado y su hijo.

N: Bien Roger, ya puedes levantarte.

El delgaducho hombre se incorporó y se quedó con la mirada perdida durante unos segundos. Después, consultó su reloj y dijo:
- Debo marcharme, son las 12:59 y tengo una cita las 13:00 con HELEN. Tengo que darme prisa o llegaré tarde.
- ¿Ajedrez? -preguntó el médico.
- No, hoy es martes. Toca damas
- Muy bien ROGER. Mañana a la misma hora.
- Perfecto doctor. Buenos días.
Mientras el hombrecillo abandonaba el despacho del doctor NICKS, el psiquiatra recopilaba todo el historial de su paciente para presentarlo ante la junta del hospital. Salió tranquilamente de su consulta y se dirigió a la cuarta planta, donde estaba emplazada la sala de juntas. Se sentó ante el comité de evaluación y tras los saludos de rigor, comenzó a exponer el caso de ROGER SAMMS ante los sesudos regentes de la institución.
- El señor SAMMS tuvo una infancia muy dura. Tras la muerte de su madre durante el parto, su padre le abandonó en un hospicio de religiosas donde sufrió lo indecible hasta su mayoría de edad. De mente brillante, el señor SAMMS consiguió acceder a la universidad gracias a las becas logradas con sus esfuerzos, y llegó a convertirse en un reputado entomólogo con un obsesivo interés por las cucarachas. Aunque aún no he lo grado averiguar el porqué de esta fijación, está muy claro que considera que este insecto es el ser más perfecto de la creación, si bien interiormente lo ve como una criatura tremendamente inferior y deleznable. Por esta íntima repugnancia, que al mismo tiempo produce en él una irresistible atracción hacia las cucarachas, está convencido de haberse transformado en una de ellas. Se trata por tanto de una degeneración fantasiosa de la metamorfosis de KAFKA complicada por la fijación de SAMMS por su madre y el desconocimiento total y absoluto de su pasado y sus orígenes. Al igual que GREGORIO SAMSA, ROGER SAMMS se transforma en cucaracha, pero en lugar de sufrir de forma continua, se erige en Mesías y salvador de su especie al mismo tiempo que purga sus inexistentes pecados. En el fondo cree que la muerte de su madre fue culpa suya, un tema ya clásico de la psicología moderna. Con las constantes apariciones de su madre y su casi divinidad para poder ayudar a su hijo en la forma en que SAMMS lo ve, demuestra que sus sentimientos hacia ella son terriblemente contradictorios, ya que a pesar de considerarse culpable de su muerte, la culpa a ella por haberle abandonado. Cuando después de todo su delirio, ROGER SAMMS descubre que por puro azar, el casero de su apartamento resulta ser su padre, sus esquemas se rompen por completo y aunque su torpeza incendiaria le salva la vida al activarse la alarma de humos, intenta hacer explotar el único mundo que él conoce bien desde hace años: el edificio de apartamentos donde vive y recoge las muestras de sus experimentos. No tiene tendencias suicidas, y por tanto el final de su fantasía diverge del de la obra de KAFKA, si bien su madre le aplasta al final con el poderoso mazazo de la identidad de su padre. Creo que el señor SAMMS debe permanecer aquí de por vida, ya que insiste en no abandonar su mundo de cucarachas e insectos y difícilmente podrá hacerlo debido al impacto psicológico que le ha producido el conocer su origen. Sólo me resta decirles que he bautizado esta obsesión con el nombre de Bad Mojo, debido a las repetidas alusiones de SAMMS a este término.







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