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EN LOS LIMITES DE LA REALIDAD

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sábado, 3 de mayo de 2008

LA PRINCESA LILITH -- JULES LEMAÎTRE

LA PRINCESA LILITH

JULES LEMAîTRE

UN RELATO "ESTRAÑO"

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I

Nacido Jesús en Belén, en tiempo del rey Herodes, ciertos magos de oriente llegaron a Jerusalén ydijeron:

-¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Vimos su estrella en el oriente y liemos acudido para adorarlo. Al saber esto turbóse el rey Herodes, y reuniendo a los sacrificadores y los escribas inquirió dónde debía nacer el Cristo. Y dijéronle:

-En Belén. Entonces Herodes llamó secretamente a los magos e indagó la fecha en que habían visto la estrella, y mandándolos a Belén les dijo:

-Id, informaos exactamente acerca de ese pequeñuelo y cuando lo hayáis encontrado, hacérmelo saber para ir también a adorarlo. Pero luego que los magos, conducidos por la estrella, hubieron encontrado y adorado al niño, advertidos por un sueño de que no debían volver á ver a Herodes, regresaron a su país por otro camino. Herodes al verso burlado por los magos fue presa de gran irritación.

II

La princesa Lilith, hija del rey Herodes, recostada en un lecho de púrpura, soñaba, mientras la neura Ntini agitaba sobre su frente un abanico de plumas y su gato Astaroth dormía a sus pies. La princesa Lilith tenía quince años. Sus ojos eran profundos como el agua de las cisternas, y su boca igual a una flor de malvavisco.Pensaba en su madre, la reina Mariana, fallecida cuando Lilith era todavía muy pequeña. Ignoraba que su padre la había muerto por celos; pero sabía que conservaba en el fondo de una habitación secreta el cuerpo de la reina embalsamado con miel y plantas aromáticas, y que la lloraba aún. Pensaba en su padre, el rey Herodes, tan sombrío y siempre enfermo. Solía encerrarse en su cuarto y allí se le oía lanzar gritos. Era que creía volver a ver a los que hiciera morir: su cuñado Kostobar, su mujer Mariana, sus hijos Aristóbulo y Alejandro, hermanos de Lilith, su suegra Alejandra y el hijo Antipater, el doctor de la ley Bababen-Buta, y muchos otros. Y aunque Lilith ignorara aquello, su padre le inspiraba un gran terror.

Pensaba en el Mesías esperado por los judíos y del que le hablara frecuentemente su nodriza Egla, muerta ya. Y aunque el Mesías debiera ser rey en lugar de Herodes, decíase que, sin embargo, desearía mucho verlo: pues el lejano atractivo de ese acontecimiento maravilloso, la desviaba de indagar cómo podría realizarse. Pensaba, en fin, en el pequeño Hozael, hijo de su hermana de leche, Zebuda, que residía en Belén. Hozael era un varoncito que reía y comenzaba a hablar. Lilith lo amaba entrañablemente. Y casi todos los días hacía atar las mulas a su carro de cedro e iba a visitar al pequeño Hozael. Lilith pensaba en todo aquello, en que se encontraba muy solita en el mundo, y en que sin el pequeño Hozael se aburriría mucho.

III

Entonces Lilith bajó al jardín, a pasearse bajo los grandes sicómoros. Allí encontró al viejo Zabulón, en otros tiempos capitán de los guardias del rey. Herodes había reemplazado su guardia judía por soldados romanos, pero como confiaba en el viejo Zabulón, encomendábale la vigilancia de la parte del palacio en que habitaba la princesa Lilith. El viejo Zabulón, enfermo desde hacia algunos años, se calentaba al sol, sentado en un banco de piedra; la edad lo encorvaba de tal manera que su ancha barba le tocaba las rodillas.Lilith le dijo:

-¿Estás triste, viejo Zabulón?

-He sabido por un centurión que el rey ha dado orden de matar mañana, al amanecer, a todas las criaturas de Belén que tengan menos de dos años.

-¿Por qué?-Los magos han anunciado que ha nacido el Mesías. Pero no se sabe cómo reconocerle, y los magos no han vuelto a decir si lo habían encontrado. Matando todas las criaturitas de Belén, el rey está seguro de que el Mesías no se lo escapará.

-En verdad -dijo Lilith -eso está muy bien imaginado.

-Y después de un momento de reflexión:

-¿Se le puede ver? -preguntó

.-¿A quién? Mesías.

-Para verlo sería preciso saber dónde está. Y si se supiera donde está, el rey no necesitaría matar todas las criaturitas del pueblo.

-Es exacto -dijo Lilith. Y agregó en voz baja, como con miedo de sus propias palabras:

-Mi padre es muy malo.

-Luego, de pronto, exclamó:

-¿Y el pequeño Hozael?

-El pequeño Hozael -dijo Zabulón -morirá como los demás, pues los soldados registrarán todas las casas.

-Sin embargo, estoy bien segura de que el pequeño Hozael no es el Mesías. ¿Cómo quieres que sea el Mesías? Es el hijo de mi hermana de leche.

-Pide su gracia a tu padre -dijo Zabulón.

-No me atrevo -dijo Lilith. Y agregó:

-Voy a ir con Num, a traer yo misma al pequeño Hozael y lo ocultaré en mi cuarto. Estará seguro, porque el rey no va allí casi nunca.

IV

Lilith hizo atar las mulas a su carro de cedro, fue a Belén con Num, entró en la casa de su hermana de leche, Zebuda, y le dijo:

-Hace demasiado tiempo que no he visto a Hozael. Quisiera llevarlo a palacio y tenerlo una noche y un día. La criatura está despechada y no necesita ya de tus cuidados. Le daré mi vestido color de jacinto y un collar de perlas. Nada dijo a Zebuda de lo que supiera por Zabulón, tanto temía al rey. Pero notó que el semblante de Zebuda resplandecía con inusitada alegría.

-¿Porqué estás tan alegre? Zebuda, un instante indecisa, respondió:

-Estoy alegre, princesa Lilith, porque amas a mi hijo.

-¿Y tu marido, dónde está? Zebuda, nuevamente indecisa, contestó:

-Fue a reunir su majada en la montaña.

V

Num ocultó bajo sus velos al pequeño Hozael, y Lilith y la buena negra entraron en palacio a la hora en que el sol desaparecía detrás de Jerusalén. Cuando Lilith estuvo en su dormitorio, tomó a Hozael sobre las rodillas y la criatura reía y quería asir los largos pendientes de la princesita. Pero Num, que en la sala vecina preparaba un cocimiento de maíz, acudió presurosa y dijo:

-¡El rey! ¡Ahí está el rey! Lilith tuvo apenas tiempo de esconder a Hozaelen el fondo de un gran cesto y cubrirlo con un hacinamiento de sedas y lanas deslumbrantes. El rey entró con paso pesado, con los hombros encorvados y los ojos inyectados de sangre en su faz terrosa, haciendo entre chocar los collares y chapas de oro que llevaba encima. Su, barba se agitaba temblorosa. Dijo a Lilith:

-¿De dónde vienes? Ella contestó:

-De Jericó.Y levantó hacia el rey sus ojos tranquilos como el agua de las cisternas.

-¡Oh, cómo se le parece! -murmuró Herodes. En ese instante un gritito partió del cesto.

-¡Quieres callar! -dijo Lilith al gato Astaroth que dormía sobre los tapices. En seguida dijo al rey:

-Padre mío, parecéis afligido, ¿queréis que os cante una canción? Y tomando su cítara, cantó una canción sobre las rosas. El rey murmuró:

-¡Oh, esa voz! Y huyó como poseído de espanto, porque las miradas y la canción de Lilith, In, le habían recordado la voz y los ojos de la reina Mariana. Poco después Lilith fue al jardín y vio al viejo Zabulón que lloraba.

-¿Por qué lloras, viejo Zabulón?

-Ya lo sabes, princesa Lilith, lloro porque el rey quiere matar a ese pequeñuelo, que es el Mesías.

-Pero -dijo Lilith, -si fuera realmente el Mesías, los hombres no podrían matarlo.

-Dios quiere quese le ayude -contestó Zabulón.

-Princesa, tú que eres buena y compasiva, debías avisar al padre, y a la madre de ese pequeñuelo.

-Pero ¿dónde lo encontraré?

-Interroga a la gente de Belén.

-Pero, ¿debo salvar al que arrojará mi raza de este palacio, al que quizás un día me convertirá en una pobre prisionera o en una mendiga de las calles?

-Esos tiempos están lejanos -dijo Zabulón, y elMesías no es aún más que una criaturita, más débil que el pequeño Hozael. Por otra parte, el Mesías tendrá suficiente poder para ser rey sin hacer mal a nadie. Y si algún día tienes una hija, princesa Lilith, el Mesías, cuando sea grande, podrá tomarla por esposa.

-Pero, ¿es realmente el Mesías? -preguntó Lilith.

-Sí -dijo Zabulón -puesto que nació en Belén, en el tiempo señalado por los profetas, y puesto que los magos han visto su estrella.

-Aunque pequeño, debe ser hermoso, ¿verdad,Zabulón?

-Está escrito que entre los hijos de los hombres será el más hermoso.

-¡Iré a verlo! -dijo Lilith.

VII

Llegada la noche, Lilith envolvióse en velos negros, y los brazaletes y los aros de oro de sus brazos y de sus tobillos, y los collares de su garganta, y las piedras preciosas que la cubrían toda, resplandecían a través de sus velos , tan suavemente como las estrellas en el cielo, y así Lilith, asemejábase a la noche, cuyo nombre llevaba. Porque Lilith en lengua hebraica significa la noche. Salió secretamente del palacio con la negra Numy pensaba en el camino:

-No quisiera que el Mesías quitara la corona a mi padre: pues me sería muy penoso no seguir viviendo en un hermoso palacio, y no tener ya lindos tapices, bonitos vestidos, joyas y perfumes. Pero tampoco quiero que se haga morir a esa criatura recién nacida.

Entonces diré a mi padre que he descubierto su escondrijo y en recompensa de ese servicio, le suplicaré que perdone a esa criatura y que la tenga en su palacio. Así no podrá perjudicarnos; al contrario, si es el Mesías nos asociará a su poder.

VIII

Lilith encontró a Zebuda orando con su marido Méthuel. Ambos parecían rebosantes de alegría. Entonces Lilith, se sirvió de un ardid:

-Hozael va bien –dijo -os lo devolveré mañana. Pero ya que sabéis dónde está el Mesías conducidme hacia él. He venido para adorarlo. Méthuel era un hombre sencillo y poco inclinado a creer en el mal.

Contestó:

-Yo te conduciré, princesa Lilith.

IX

Cuando llegaron al lugar en que se encontraban la criatura, Lilith se admiró sobre manera, pues esperaba algo extraordinario, sin saber qué, y sólo vio una choza armada a la roca, y en ella un asno, un buey, un hombre que tenía aspecto de artesano, una mujer del pueblo, bella sin duda, pero pálida, débil y pobremente vestida, y en un pesebre, sobre pajas, una criaturita que en un principio le pareció igual a muchas otras. Mas, habiéndose aproximado vio sus ojos y en esos ojos, una mirada que no era la de un niño, de una dulzura infinita y más que humana, y notó que el establo no estaba alumbrado sino por la luz que de él emanaba. Dijo a la joven madre:

-¿Cómo te llamas?

-Miryem.-¿Y este varoncito?.

-Jesús.

-Parece muy juicioso.

-Llora algunas veces, pero nunca grita.

-Quieres permitirme que lo bese.

-Sí, señora -dijo Miryeni. Lilith se inclinó y besó a la criatura en la frente; Miryem se enfadó algo porque no se arrodillaba.

-De manera -dijo Lilith -que este pequeñuelo es el Mesías.

-Tú lo has dicho, señora.

-¿Y será rey de los judíos?

-Con ese objeto lo ha enviado Dios.

-Pero entonces liará la guerra, matará muchos hombres y destronará al rey Herodes o a su sucesor.-

-No -dijo Miryem, -pues su reino no es de este mundo. No tendrá guardias ni soldados; no tendrá palacios ni tesoros; no establecerá impuestos, y vivirá como el más pobre de los pescadores del lago de Genezaret. Será el servidor de los humildes, y de los pequeños. Curará a los enfermos, consolará a los afligidos. Enseñará la verdad y la justicia, y reinará sobre los corazones, no sobre los cuerpos. Sufrirá, para enseñarnos el valor del sufrimiento. Será el rey del amor, pues amará a los hombres, y a los que atormente un deseo de amar, a aquellos a quienes la tierra no baste, les dirá que sus pobres corazones hallarán su satisfacción y su alegría. Tendrá inagotable misericordia para todos los que, aun culpables, hayan conservado el don de amar y la virtud de sentirse hermanos de los demás hombres y de no preferirse a ellos, y sin duda tendrá un trono.

-¡Ah, ya lo ves! -dijo Lilith resistiendo aún.

-Pero -prosiguió Miryem, -ese trono será una cruz. Sobre una cruz morirá para redimir los pecados de los hombres y para que Dios, su padre, tenga piedad de ellos. Lilith escuchaba con admiración. Lentamente volvió la cabeza hacia el establo; vio que la criatura la miraba, y bajo la caricia de sus ojos profundos, vencida, arrodillóse murmurando:

-Nunca me habían dicho esas cosas.

Y adoró. Hacía tiempo que Num se había arrodillado y lloraba.

-Sé -dijo Lilith incorporándose, -que el rey Herodes busca al niño para hacerlo morir. Toma el asno (yo lo pagaré a su dueño) y huye con él.

X

Por los caminos estrechos que serpentean alre-dedor de las redondas colinas, Jesús y su madre,José y Lilith, y la negra, y el asno llegaron a la llanura.

- Aquí es -dijo la princesa -donde es preciso que os deje. Soy la princesa Lilith, hija del rey Herodes.Acordaos de mí.

Y mientras Miryen montada en el asno conducido por José y teniendo a Jesús en los brazos, sealejaba por el camino de la derecha, Lilith seguíacon los ojos la aureola que rodeaba la frente del pequeñuelo.Y precisa mente en el momento en que detrásde un bosque de sicómoros desaparecía la pálida luz misteriosa, por el camino de la izquierda oyóse un ruido de corceles, de entrechocar de acero, y rápidos fulgores de cascos bajo la luz de la luna; el escuadrón de guardias romanos marchaba hacia Belén...

XI

Y todos saben que la princesa Lilith fue una de,las santas mujeres que siguieron a Jesús el día de su sacrificio, y que el pequeño Hozael uno de los primeros discípulos del Cristo Salvador.

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