El origen del mundo
Introducción
El
continente africano es un vasto territorio, en el cual hallamos una gran
variedad de pueblos y culturas. Entre ellas, destaca, sin duda, por su especial
protagonismo histórico, la egipcia. Por ello, la cultura del Nilo será
estudiada aparte en nuestra web, en una sección exclusiva. Teniendo en cuenta
esta particularidad, podríamos realizar una primera diferenciación entre la
región del norte del Sahara, caracterizada por el predominio de la lengua y la
cultura árabes y la religión musulmana, y la zona sursahariana, el «África
Negra». En el presente apartado analizaremos la cosmogonía de esta peculiar
región; una zona poblada por pueblos con diferentes lenguas y culturas (los
batusi, los tutsi, los pigmeos, los zulúes, los mandinga, los masai, etc.),
que, sin embargo, coinciden en un rasgo común, es la piel negra.
Dentro
de esta diversidad hallamos también otros rasgos comunes que otorgan a este
extenso territorio cierta homogeneidad. El matiz más destacable -y al mismo
tiempo preocupante- de los pueblos que viven en el África Negra es su
integración en el «Tercer Mundo»; salvo contadas excepciones, se trata de
pueblos que no han alcanzado los niveles mínimos de desarrollo económico
(tienen una base agropecuaria) y de modernización, y la mayor parte de sus
componentes viven por debajo del umbral de la pobreza. Este subdesarrollo se
manifiesta principalmente en la escasez de alimentos y en carencias sanitarias
y educacionales, y ha llevado actualmente a dichos pueblos a depender en gran
medida de las ayudas humanitarias exteriores.
Desde
el punto de vista histórico, dos han sido los procesos que más han marcado el
devenir africano: la colonización, primero, y después la descolonización. A
finales del siglo XIX, las grandes potencias europeas se reunieron en la
Conferencia de Berlín para realizar el «reparto de África». Dichos países
únicamente tuvieron en cuenta sus intereses, de manera que a la hora de dividir
el territorio separaron pueblos y etnias, del mismo modo que agruparon a tribus
tradicionalmente enfrentadas. Tras la Segunda Guerra Mundial, una serie de
acontecimientos dieron inicio a la descolonización y desencadenaron el proceso
de independencia de las colonias, que culminó con la aparición de la mayor
parte de los estados africanos actuales. La configuración de dichos países ha
venido causando tensiones políticas y tribales más o menos frecuentes, que han
derivado en inestabilidad política e, incluso, en endémicos conflictos armados.
Así,
los dos factores apuntados, los problemas económicos y los políticos, han
tenido una gran influencia social, que se ha traducido en la formación de
grandes flujos migratorios; corrientes que hoy en día siguen afectando considerablemente
tanto a las áreas emisoras de población como a las receptoras.
Explicación
En
el «África Negra», se hace difícil distinguir claramente las distintas tribus y
pueblos y sus tradiciones. Así, diferentes nombres se utilizan para definir a
un mismo dios o a una entidad con las mismas atribuciones, y los distintos
mitos se entremezclan.
El
origen del mundo, así como la vida, están siempre en manos de algún dios, igual
que sucede entre muchas otras religiones de cualquier continente. Vamos a
exponer varios ejemplos de cosmogonías de estos pueblos, destacando la
mitología yoruba (Nigeria) y la de los boshongo.
El
relato de los yoruba
Los yoruba está
asentados en el territorio que actualmente conocemos como Nigeria y en la república
de Benin desde el siglo XI. La religión yoruba es, como la de muchos pueblos
nativos africanos, politeísta; cuenta con 400 dioses o más. Tradicionalmente
los yoruba se centran en torno al panteón de deidades llamadas «Orisha». Cuando
nace un bebé, un adivino o «babalawo», es consultado para que indique a la
familia y al niño qué «orisha» debe seguir el niño. De adultos, los yoruba
adoran a varias de estas divinidades. Según cuenta la mitología yoruba, los
primeros reyes de su pueblo fueron los descendientes del dios creador Oduduwa.
Un objeto principal en la mitología yoruba es la corona del rey yoruba. La
corona identifica su status y además da al rey el poder de conectar con el
espíritu de la tierra para ayudar a su gente. Un velo de pedrería, una cara
grande y un grupo de pájaros son los símbolos que normalmente aparecen en la
corona de un rey yoruba.
Hemos
encontrado dos versiones distintas del relato yoruba del origen del mundo, que
coinciden en cuanto a personajes, pero tienen algunos matices distintos. En la
primera interpretación hallada, el gran dios Olorun, pidió a Orishala que
bajase del cielo y crease la primera tierra en Ile-Ife. Orishala se retrasó y
fue su hermano Oduduwa quien cumplió esta tarea. Afortunadamente, más tarde
otros dieciséis orisha descendieron de los cielos para crear al ser humano y
vivir con él en la Tierra. Entre ellos, Obatala, uno de los dioses más
importantes para los yoruba; Obatala es el creador del cuerpo humano, en el
cual su padre Olorun introdujo el alma. La tradición señala además que son los
descendientes de cada una de esas divinidades (orisha) los que se encargaron de
difundir la cultura y los principales elementos de la religión yoruba por el
resto del territorio yoruba.
En
la segunda versión, Olorun, el dios del cielo, lanzó una gran cadena desde el
cielo hacia las antiguas aguas. Por esa cadena descendió su hijo Oduduwa.
Oduduwa en llevó consigo un puñado de tierra, una gallina especial con cinco
dedos y una simiente. Entonces Oduduwa arrojó el puñado de tierra sobre el agua
original y colocó a la gallina de cinco dedos sobre la tierra; la gallina
comenzó a rascar la tierra y la esparció y dispersó hasta que formó el primer
espacio de tierra seco. En el centro de este nuevo mundo, Oduduwa fundó el magnífico
reino de Ife y plantó la simiente que creció hasta convertirse en un estupendo
y gran árbol con 16 ramas, que simbolizan los 16 hijos y nietos de Oduduwa.
Parece
que en el caso de la cosmogonía yoruba estamos ante un mito compuesto por
varias fases, en una de las cuales fue creado el ser humano. También aparece el
agua como la materia primitiva existente antes de nuestro mundo y es la
intervención divina la que permite la aparición de Universo tal y como lo
conocemos. Oduduwa, hijo del dios primigenio, fue el primer gobernante del
reino y el padre de todos los yoruba. A lo largo de los tiempos, él coronó a
sus 16 hijos y nietos y los envió a fundar sus propios reinos yoruba. Como
descendientes del dios del cielo, estos primeros gobernantes de los yoruba y
sus descendientes inmediatos, fueron reyes divinizados. Solamente ellos podían
portar coronas veladas que eran símbolos de su poder sagrado.
Respecto
a la primacía ritual de la ciudad sagrada de Ife, es necesario indicar que
legitima, al mismo tiempo, la jerarquía real y el panteón básico de las
divinidades yoruba, que se estima puede llegar hasta los 400 dioses, más o
menos. Algunas divinidades son las principales que ya existían cuando Oduduwa
creó la primera tierra; otras divinidades son héroes y heroínas que dejaron una
huella muy importante en estas gentes. Las divinidades de los yoruba también
pueden ser fenómenos naturales, como por ejemplo colinas, ríos... que han
influenciado de forma decisiva en la historia y vida de este pueblo. De los
cientos de dioses mencionados por los yoruba, los más conocidos son Sango (dios
del trueno y del relámpago), Ifa (también conocido como Orunmila, dios de la
adivinación), Ogun (dios del hierro y de la guerra) y Eshu (el mensajero de los
dioses conocido como Exu en Brasil, Eleggua en Cuba y Esu en el oeste de
África).
El
relato de los boshongo
Los
boshongo son una tribu del actual Zaire y en su cosmogonía está también
presente la idea de la oscuridad preexistente y el agua original. En este mito
es nuevamente la voluntad de un dios, Bumba, la que permite la aparición del
mundo. También podemos considerar que este mito se desarrolla en varias fases,
ya que son los hijos de este dios los que finalizan la creación.
Según
el relato de los boshongo, al principio, sólo había oscuridad y Bumba estaba
sólo. Un día Bumba se sentía atormentado por su terrible dolor de estómago. A
continuación sintió nauseas y al realizar un esfuerzo vomitó el sol; y así la
luz se difundió por todas partes. El calor del sol hizo que parte de las aguas
primitivas se secasen, de manera que en algunas zonas empezó a aparecer tierra
seca. Después Bumba vomitó la luna y las estrellas, de forma que la noche tuvo
también su luz.
Nuevamente
Bumba se sintió mal y realizó otro esfuerzo, tras lo cual aparecieron nueve
criaturas vivas: el leopardo, el águila, el cocodrilo, un pez, la tortuga, el
rayo (llamado Tsetse), la garza blanca, un escarabajo y un cabrito. Por último
apareció el ser humano; había muchos hombres, pero sólo uno era blanco como
Bumba: Loko Yima. Esas criaturas crearon a su vez nuevas criaturas.
Entonces,
los tres hijos de Bumba (Nyonye Ngana, Chongannda y Chedi Bumba) dijeron a su
padre que ellos terminarían de hacer el mundo. De todas las criaturas solamente
Tsetse, el rayo, creaba problemas. Tanto mal hizo que Bumba lo atrapó y lo
encerró en el cielo. La humanidad se quedó entonces sin fuego, hasta que Bumba
enseño al hombre cómo sacar fuego de los árboles.
Cuando
finalmente la obra de la creación estuvo acabada, Bumba se paseó entre los
pueblos y dijo a los hombres: «Mirad todas estas maravillas. Os pertenecen».
Del dios Bumba, el creador, el «Primer Antepasado», proceden todas las cosas y
todos los seres.
Lista
de pueblos africanos
En
este apartado incluimos una breve lista de pueblos y tribus de los cuales no
hemos podido recopilar más datos. Esperamos ampliar la información y ofrecer
las cosmogonías completas. Todos estos pueblos cuentan con divinidades
creadoras y la creación, en la mayoría de los casos, parece haberse realizado
en varias fases. En estos mitos, o en la referencia que de ellos tenemos, el
dios creador, lo es también del ser humano.
Entre
las tribus alur
de Uganda y Zaire está arraigada la creencia de que el mundo está lleno de
espíritus, djok, y consideran que sus antecesores se les manifiestan en la
forma de serpientes y de grandes rocas. Cuando los alur necesitan lluvia
realizan un sacrificio en honor a Jok. El significado literal de su nombre es
«creador»; él es conocido además como Jok Odudu, «dios del nacimiento».
Asa
es uno de los dioses principales para los akampa de Kenia. A este dios también se
le conoce como «Mulungu», que significa «creador». Este dios tiene un doble
aspecto; por un lado tiene el nombre de «el señor fuerte», por encima de los
espíritus, pero, por otro lado, también es considerado como un dios piadoso.
Faro
es el dios del cielo y del agua de los bambara
(Mali, en África occidental). Según narra la mitología bambara, Faro se quedó
embarazado por la roca del Universo, y dio a luz a varios gemelos, los
antecesores del ser humano. Además, Faro está continuamente revisando y
reorganizando el cosmos y cada cuatrocientos años vuelve a la Tierra para
comprobar que todo funciona con armonía. Faro dio agua a todas las criaturas
vivientes y enseñó a la humanidad a usar las palabras, las herramientas, la
agricultura y la pesca. Los espíritus omnipresentes le sirven como mensajeros y
representantes.
En
la mitología de los banyarwanda
el dios creador y el apoyo de toda la gente banyarwanda fue Imana, visto como
un dios generoso y piadoso. Los banyarwanda vivían en los viejos distritos de
Ankole y Kigezi, bordeando Ruanda. Su territorio es muy montañoso y frío. Él
gobernó sobre todos los seres vivos y les dio la inmortalidad, dando caza a un
ser conocido como «Muerte». Según cuenta la legenda banyarwanda, la Muerte era
un animal salvaje y despiadado que representaba el estado de la muerte.
Mientras Imana estaba de caza, todo el mundo se resguardaba o escondía, de
manera que la Muerte no encontrase a nadie a quien cazar o en quien refugiarse.
Pero un día, mientras cazaba, una mujer mayor fue hasta el jardín para recoger
algunas verduras. La Muerte se escondió rápidamente bajo su piel y fue conducida
al interior de la casa de la mujer, escondida en ella. La mujer murió; tres
días después del funeral, su hija política, que la odiaba, vio grietas donde
ella fue enterrada, como si hubiese salido y pudiese vivir de nuevo. La chica
rellenó las grietas con más tierra, golpeó el suelo con un pesado mortero y
gritó: «¡Quédate muerta!». Dos días después, hizo lo mismo al ver más grietas
en la tumba de la difunta. Tres días más tarde no había ninguna grieta para que
ella la sellase con tierra. Esto significó el final de la posibilidad para el
ser humano de volver a la vida. La Muerte se había convertido en algo siempre
presente. Otra leyenda dice que Imana castigó a la mujer dejando que la muerte
viviera con el hombre.
En
África occidental encontramos al pueblo basari
de Togo, cuya divinidad creadora es Unumbotte.
Kaang
es considerado como el creador de todas las cosas entre los bosquimanos
africanos. Pero según la mitología bosquimana, Kaang se marchó del mundo por la
oposición que encontró en él; así, recibiendo desobediencia de los primeros
seres humanos que creó, Kaang envió fuego y destrucción a la Tierra y se marchó
al final del cielo. Kaang es el dios de los fenómenos naturales y está presente
en todas las cosas, pero especialmente en la mantis religiosa y en el gusano.
Además este dios está relacionado con muchos mitos y figura como un héroe
mitológico en muchas ocasiones. Sin embargo, entre los bosquimanos herero de Namibia,
Mukuru es el dios primitivo y creador de su pueblo. El dios Mukuru se encontraba
solo, sin padres ni compañeros, y mostró su amabilidad dando la lluvia de la
vida, sanando a los débiles y sosteniendo a los ancianos. Los herero creen que
sus jefes son reencarnaciones de Mukuru y que continúan la obra de Mukuru.
El
pueblo dinka
es un pueblo nativo de la República de Sudán y actualmente se asienta en el
Valle del Nilo, en la zona sur de Sudán. El dios creador de los dinka es Deng
y, además, es el dios del cielo, al tiempo que la deidad de la fertilidad y de
la lluvia. Deng es hijo del dios Abuk.
Los
efik
se sitúan en el área sureste de Nigeria; su lengua, el «ef-ik», es utilizado
por cuatro millones de personas. En la mitología efik, Abassi es el dios
creador y la esposa de Abassi, Atai, le ordenó que permitiera vivir en la
tierra a una pareja humana, pero les prohibió procrear o trabajar, por miedo a
que pudieran superar a Abassi en sabiduría. Por algún tiempo la pareja respetó
esta regla, pero comenzaron a realizar algún trabajo y a tener hijos, por lo
cual Atai castigó al hombre y a su esposa, y causó discordia y luchas entre sus
hijos.
En
la zona oeste de Bantu se encuentra el pueblo fen. En la mitología fen Mbere es el
creador. Según cuenta la leyenda él creó al hombre del barro, pero
originalmente su creación fue un lagarto, a quien colocó en el gran mar de agua
durante cinco días. Al quinto día, Mbere miró y vio al lagarto; volvió a mirar
al octavo día y el lagarto había desaparecido. Pero cuando el lagarto emergió
del agua, era un ser humano, «Gracias» le dijo el hombre a Mbere.
El
pueblo ibo
se ubica en el distrito de Calabar, en la zona este de Nigeria; sin embargo el
reino ibo no desarrolló una administración tan avanzada y tan centralizada,
como la de otros pueblos de Nigeria, por ejemplo, los yoruba. En la mitología
de los ibo, Chuku es el dios supremo y su símbolo es el sol. Él es el creador y
los ibo creen que todo lo bueno procede de él. Chuku es el creador y el que
hace que caiga la lluvia que hace crecer a las plantas. Algunos árboles están
dedicados a este dios y debajo de los árboles se hacen sacrificios en su honor.
Su esposa es Ala, quien también es en ocasiones tenida por su hija. Es
interesante la leyenda que cuenta cómo Chuku envió a la tierra a un perro
mensajero para enseñar al hombre cómo, una vez muerto, podía regresar a la
vida. El mensaje indicaba que una vez muerto, el cuerpo debía de ser tendido en
el suelo y cubierto con cenizas, después de lo cual resucitaría. Pero el perro
se retrasó y Chuku envió entonces a una oveja. La oveja también se entretuvo
por el camino y al llegar, había olvidado el mensaje. La oveja comunicó al
hombre un mensaje equivocado: para volver a la vida, debían enterrar el cuerpo
en la tierra. Cuando el perro llegó con el mensaje correcto, ya era demasiado
tarde y la muerte se había instalado en la Tierra para siempre.
Al
sur de Nigeria hallamos al pueblo isoko.
La divinidad suprema del panteón isoko es Cghene. Es considerado como un dios
alejado de los acontecimientos humanos y, por lo tanto, es poco adorado y carece
de templos y sacerdotes.
Para
los kavirondo
(los vusugu) asentados en Kenia, Wele es el dios supremo de su panteón. Este
dios primero creó los cielos, el sol y la luna, así como los otros cuerpos
celestes. Finalmente creó la tierra y a la humanidad. El mito de creación del
pueblo kavirondo es claramente un mito desarrollado en varias fases. Nuevamente
nos encontramos ante un ejemplo de divinidad con doble aspecto, ya que Wele
aparece de dos maneras: como Omuwanga, el dios «blanco» bondadoso, y como
Gumali, el dios «negro» que trae el infortunio.
Para
los lugbara,
que moraron en la zona entre Zaire y Uganda, Adroa es el gran dios creador.
Este dios es el creador del cielo y de la tierra y tiene dos aspectos: el bien
y el mal. Según la mitología del pueblo lugbara, Adroa se aparecía a las
personas que estaban a punto de morir. Adroa era representado como un personaje
alto y blanco, con sólo medio cuerpo: un ojo, una pierna, un brazo, etc.
Originalmente
Kalunga fue el dios ancestral de los lunda
de Angola, Zaire y Zambia. Más tarde, se convirtió en un ser supremo, dios del
cielo y de la creación. Él es el que todo lo ve y el que todo lo sabe, y es el
juez de los muertos, cuyas decisiones se caracterizan por su compasión y
sabiduría. Como dios de los muertos está relacionado con el inframundo y el
mar.
El
dios creador y primitivo de los mongo
del norte de Zaire es Mbomba. Mbomba es también el señor de la vida y de la
muerte. Y el sol, la luna y la humanidad son sus niños. También se le conoce
con el nombre de «Nzakomba».
Entre
los mundang
del Congo, Massim-Biambe es el omnipotente dios creador.
Los
ovambo
se ubican en la zona norte de la sabana del suroeste africano, en concreto en
Angola y Namibia. En la mitología de los ovambo Pamba es el creador y el
sustento de la vida.
Los
pigmeos
son uno de los pueblos más conocidos del África Negra, mencionados en textos de
autores clásicos como Homero o Herodoto. Su principal rasgo, es su reducida
estatura, inferior a los 1'52 centímetros. En la actualidad los pigmeos
africanos se sitúan en los bosques tropicales de África central. Su población
oscila entre los 150.000 y 300.000 habitantes. En la cosmogonía de los pigmeos,
es Arebati el dios creador. Creó al hombre cubriendo al barro con piel,
proporcionándole sangre y vida. Es el dios del cielo y de la luna de los
pigmeos de Zaire. Sin embargo, entre los pigmeos de África central, Khonvoum es
el dios creador; Khonvoum gobierna sobre los cielos y durante la noche, recoge
trocitos de estrellas y los arroja al sol para que éste pueda emerger el día
siguiente con todo su esplendor. Además, Khonvoum creó al hombre blanco y al
hombre negro, a partir del barro blanco y del barro negro, y a los pigmeos los
creó del barro rojo. Khonvoum también es el gran cazador y lleva un arco hecho
con dos serpientes que se aparece ante los mortales como un arco iris. Para
ellos, además, creó la jungla con su abundante vegetación y vida animal.
En
Zimbawue encontramos a los shaona,
cuya divinidad creadora es Dziva. Esta deidad femenina es generalmente de
carácter benévolo, pero, como sucede en otras divinidades (dios Adroa de los
lugbara), tiene también un aspecto oscuro en su naturaleza.
Uno de los pueblos
africanos más conocidos es el zulú. Actualmente alcanza una población de ocho
millones de habitantes y la mayoría reside en la provincia de Kwazulu-Natal, en
el sur de África. De este pueblo es conocida la casa tradicional de forma
circular y hecha con cañas; sin embargo, la mayoría de la población zulú se ha
urbanizado. En su mitología, Umvelinqangi es el dios creador y omnipresente,
que se manifiesta en forma de trueno y terremoto. Él es el creador de los
primeros juncos de los cuales emergió el dios supremo Unkulunkulu.
Leza
fue el dios supremo de África central y es el dios que creó el mundo; la lluvia
fue también creada por Leza. El cielo era gobernado por él. Hacía viento cuando
él soplaba, y había truenos cuando él golpeaba. Leza dio a la gente del África
central sus costumbres.
En
todo el este de África, desde los kamba
en el norte hasta los zambesi
en el sur, Mulumgu es el nombre extendido del dios creador. Muchas personas,
como los nyamwezi
de Tanzania, le consideran el dios del cielo, cuya voz es el trueno.
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