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EN LOS LIMITES DE LA REALIDAD

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sábado, 10 de marzo de 2007

ANGELES // DEMONIOS // DRAGONES 2


¿Qué son los Ángeles?
El interés por los Ángeles, por saber sobre su existencia y poder, realmente ha aumentado en los últimos años, aunque no hay disponible mucha más información ahora que antes. Desgraciadamente, algunos autores o supuestos investigadores actuales en realidad solamente han estado interesados en destruir las creencias de las personas en ellos, nunca en aportar datos más clarificadores.
Lo que se observa en seguida es que los datos que se aportan son extraordinarios y las experiencias vividas con estos seres superan la mayoría de las fantasías del ser humano. Si, como sus detractores afirman, todo es falso y generado para dar credibilidad a la existencia de Dios, el Cielo o la otra vida, habría que considerarla como la fábula más imaginativa de todas.
Aunque la Biblia se refiere a los Ángeles de muchas maneras, por ahora consideraremos tres formas de mostrar a los Ángeles.
Dios aparece con los Ángeles.
Los Ángeles son los mensajeros de Dios.
Todas las personas, poseen su propio Ángel.
Los nueve coros de Ángeles
· Serafines
· Querubines
· Tronos
· Dominaciones
· Virtudes
· Potestades
· Principados
· Arcángeles
· Ángeles
Primera tríada: Serafines, Querubines y Tronos.
Segunda tríada: Dominaciones, Virtudes y Potestades.
Tercera tríada: Principados, Arcángeles y Ángeles.
Querubines: Los Querubines, sabios o maestros celestiales, son igualmente criaturas celestiales aladas, aunque no tienen el aspecto humano de los Ángeles. Su misión no es pelear, sino guardar el árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Recogen la sabiduría de los Serafines y la distribuyen, delegando el trabajo concreto sobre otros Ángeles, los discípulos.
Estos seres celestiales que constantemente están en la presencia de Dios, no parecen tener una misión terrenal alguna.
Serafines: Los Serafines podrían ser la fuente de luz y calor para Dios, aunque no parecen gozar de un gran prestigio, pues solamente se les menciona en las escrituras en la visión de Isaías.
La palabra deriva de Serpa, que podría ser traducida como "serpiente", "quemar" o "ardiente", aunque también hay quien prefiere como "ruedas de fuego". Si existe una categoría en el Cielo, ellos podrían ocupar la máxima posición, la más próxima a Dios, pues es posible que no hayan sido creados a imagen y semejanza de Dios, como nosotros, sino que tengan parte o esencia de Él, como hijos o hermanos.
Tronos: Los Tronos controlan el orden universal, analizan los resultados y permiten que todo ocurra en el momento y lugar preciso. Son los consejeros personales de Dios, impasibles, serenos y equilibrados, cuya misión celestial es lograr la paz y la calma que el lugar y sus moradores requieren. También controlan el tiempo y el espacio para conseguir que cada cosa ocurra en el momento adecuado.
Dominaciones: Las Dominaciones conocen perfectamente la obra de la creación y por ello delimitan el lugar en el cual se van a desarrollar los acontecimientos y crean leyes dinámicas y físicas para que ello pueda ser posible. Con ellos todo el universo está perfectamente sincronizado y en plena actividad.
Virtudes: Las Virtudes materializan los deseos divinos y darán la forma, el color y el olor adecuado a cada cosa, y cuando esto sea así es cuando la incorporan al universo. Antes formaban parte de esa dimensión desconocida que no es el Cielo ni la Tierra y que espera su momento para manifestarse.
Potestades: Las Potestades proporcionan la energía a todos los seres vivos, eso que se menciona como el aura individual, y delimitan el tiempo que dispondrán de ella. A los elementos más sutiles, etéreos, les infundirán una energía especial "Prana" para que puedan manifestarse y efectuar su misión.
Arcángeles: Los Arcángeles son los oficiales del Cielo, los jefes del ejército de Dios, Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel. Estos cuatro dirigentes son los encargados de organizar el Apocalipsis, la batalla cósmica final entre las fuerzas del mal y del bien.
Ángeles: Son los más abundantes, las legiones como las denominada Jesús, y están divididos a su vez en dos grupos: los constructores y los custodios. Los primeros controlan todo lo referente al espíritu, el éter y los cuatro elementos básicos de la vida, mientras que los segundos se ocupan del ser humano y de la naturaleza.



Demonio, en las creencias hebrea, cristiana e islámica, nombra el espíritu supremo del mal que durante un tiempo inmensurable ha regido el universo de los espíritus del mal y es una oposición constante a Dios. La palabra viene, a través del término daeminium del latín eclesiástico, del griego daimonion, un adjetivo que significa ’calumnioso’ utilizado también en griego clásico como un nombre que identifica a una persona como un calumniador. El término se utilizó en la traducción griega de la Biblia, la Septuaginta, no para referirse a los seres humanos sino más bien como traducción del ha-satan hebreo (’el satán’), una expresión utilizada al principio como título de un miembro de la corte divina que actuaba de espía errante de Dios recogiendo información de los humanos en sus viajes por la Tierra. Como algunos aspectos de esta figura divina tal vez se formaron de la experiencia con los servicios secretos reales del antiguo Oriente Próximo, no es de sorprender que Satán también fuera visto como un personaje que intentara provocar la sedición punible allí donde no hubiera ninguna, actuando así como un adversario de los seres humanos para separarlos de Dios. En toda especulación en torno a Satán, el mayor problema que se presenta es el del origen y la naturaleza del mal.
En la tradición judía, y por ende en el primer pensamiento cristiano, el título se convirtió en un nombre propio. Satán empieza a ser considerado como un adversario, no sólo de los seres humanos sino también e incluso sobre todo de Dios. Esta evolución es probablemente el resultado de la influencia de la filosofía dualista persa con sus opuestos poderes del bien (Ormuz) y del mal (Ahriman). Pero tanto en el modelo judío como en el cristiano, el dualismo siempre es provisional o temporal, y el demonio en última instancia está sometido a Dios. En los escritos de la secta de Qumran recogidos en los Manuscritos del Mar Muerto, el demonio aparece como Belial, el Espíritu de la Maldad.
En algunas tendencias del pensamiento rabínico, Satán está ligado al "impulso del mal" que, de alguna manera, resulta así personificado. Esta personificación es una variante judía de la suposición antigua y generalizada de que los seres humanos pueden estar sometidos a fuerzas malévolas distintas a sus conciencias. Así, tanto en el judaísmo como en el cristianismo se cree que los seres humanos pueden estar "poseídos" por el demonio o por sus servidores, los diablos.
La esencia de las enseñanzas cristianas sobre el demonio es, tal vez, que Jesucristo rompió el poder que tanto él como sus diablos tenían sobre toda la humanidad (la "posesión" de algunos es un síntoma del dominio general sobre todos) y que en la crucifixión el demonio y sus secuaces, explotando lo peor de ellos mismos, fueron, por paradójico que resulte, llevados a su última derrota.
En la edad media, el demonio jugó papeles importantes en el arte y el folclore, siendo casi siempre visto como un animal humano perverso e impulsivo con una cola y cuernos, acompañado algunas veces por sus diablos subordinados. La idea de que estos últimos podían penetrar en los cuerpos y las almas de los seres humanos sirvió la mayoría de las veces para diferenciar al ser poseído del normal más que para indicar algo sobre el estado general de la humanidad.
La complejidad, el misterio y la naturaleza combinada del mal han llevado a algunos pensadores a creer que hay que encontrar un lugar para el demonio incluso en el pensamiento moderno. El islam, que acepta el judaísmo y el cristianismo como inspirados por Dios, extrae su concepto del demonio de las mismas fuentes. Se menciona a Iblis, el demonio, en el Corán, donde es el único ángel que se niega a inclinarse ante Adán. Por lo tanto, Alá le maldice pero le deja libre para tentar al incauto, como así hace en el relato coránico del Jardín del Edén.
El dragón (del latín draco, y éste del griego drakon, "víbora" o "serpiente") es un animal mitológico que aparece en diversas formas en varias culturas en todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados. Se le representa como una gran serpiente o lagarto escamado (o emplumado en América), parecido a un cocodrilo, provisto de alas de murciélago, y que escupe fuego por la boca, por lo que en Occidente suele adoptar la forma de un clásico monstruo con grandes garras e inmensa cola.

En cada civilización la figura del dragón juega un papel importante como dios, guardián, y en algunos casos como demonio, pero todos están de acuerdo en que era un ser muy poderoso y en algunas civilizaciones es reconocido también por su gran sabiduría. Pero no solo eso: los dragones a menudo pasan por tener un significado espiritual mayor en varias religiones y culturas del mundo.

El que tanto culturas occidentales como orientales haya imaginado reptiles gigantes alados se puede atribuir al hallazgo de fósiles de dinosaurios mezclados con otros de animales voladores como pteranodontes y avimimus. En Sudamérica en particular ha habido muchos descubrimientos de dinosaurios emplumados, lo que explicaría su versión de los dragones.

Los dragones chinos (o Longs), los japoneses (o Ryûs) y los coreanos son vistos generalmente como benévolos, mientras que los europeos son generalmente malévolos. Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa y ocurren también en la mitología persa y en las de otras culturas. Inversamente, entre los romanos, típicos representantes del Occidente antiguo, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.

En el Oriente Próximo simbolizaba el mal y la ruina.
En Enuma Elishak, una epopeya escrita hacia 2000 a.C., la diosa Tiamat es un dragón que simboliza los océanos y comanda las hordas del mal, y cuya destrucción previa era necesaria para crear un nuevo universo ordenado.
Según los antiguos egipcios, Apohis, el dragón de la oscuridad, era echado al amanecer por el dios del Sol, Ra.
En las Sagradas Escrituras hebreas el dragón representa el mal y la muerte.
En la mitología persa destaca el caso del Azi Dahaka, un dragón malévolo.

Las tribus paganas del norte de Europa asociaban su folclore con varios aspectos terroríficos del dragón.
La mitología germana incluye al dragón entre las fuerzas del inframundo. Se alimenta de las raíces de Yggdrasil, el fresno sagrado en el que moran los dioses. Los antiguos escandinavos (los vikingos, paganos), adornaban las proas de sus naves esculpiéndolas en forma de dragón. Usaban esta decoración en la creencia de que así asustarían a los espíritus (Landvaettir) que vigilaban las costas a las que llegaban. También los dragones aparecen en poemas germanos: en Beowulf, un poema épico anglosajón, el más antiguo que se conserva, se narra un combate con un dragón. Un hombre llamado Beowulf, que había librado a su pueblo de un monstruo mitad hombre y mitad diablo, luego, ya convertido en el rey, lucha contra un dragón, disputa en la que ambos mueren. En el Cantar de los Nibelungos, un poema épico medieval anónimo, Sigfrido mata a un dragón, y al ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal.
Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos. Entre los conquistadores celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar.
Entre los romanos, como se dijo más arriba, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.
Para la mitología eslava, el dragón era una de las formas que adoptaba el dios Veles, señor del Mundo Subterráneo, adversario de Perún, dios del trueno.
Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en otras tradiciones posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el pecado y al aparecer bajo los pies de los santos y mártires representa el triunfo de la fe sobre el pecado.
San Jorge y el dragón.En el simbolismo medieval los dragones eran a menudo también representaciones de la apostasía, la herejía y la traición, pero también de cólera y envidia, y presagiaban grandes calamidades. Varias veces significaban la decadencia y la opresión, aunque sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la fuerza. Los colores a menudo determinaron el simbolismo que un dragón tenía. En la pauta del viaje del héroe, los dragones representaron el temor. Muchos dragones se presentan también como la encarnación de la sabiduría, por lo que en esas tradiciones matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino también significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas. Otra faceta del dragón en la mitología clásica de la época caballeresca es el dragón como guardián que custodia princesas en sus castillos

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