Meister Eckhart
En cierta ocasión le preguntaron a un enfermo
por qué no le pedía a Dios que le curara de su aflicción.
Aquel respondió:
“En primer lugar estoy seguro de que el
amoroso Dios no me habría afligido si eso no fuera lo mejor para mí.
En segundo lugar, sería erróneo desear mi
voluntad y no lo que Dios quiere para
mí.
En tercer lugar, ¿por qué habría de pedirle al
rico, amoroso y generoso Dios algo tan insignificante?
PRIMER
DÍA
Al
comenzar el día
OBEDIENCIA
VERDADERA
La verdadera obediencia es la virtud que está
por encima de todas las virtudes.
Sin ella no puede realizarse ninguna obra
grande.
Todas las obras, grandes o triviales, se
perfeccionan por la obediencia.
Ser obediente es estar libre de libre de cuidados y colmado de
bendiciones.
Cuando nos purificamos, de manera natural Dios
fluye dentro de nosotros y cuando sometemos nuestra voluntad, invitamos a Dios
a querer para nosotros lo que el quiere para sí mismo.
Dios debe querer en mi lugar, y si no lo
hiciere me descuidaría a mí y a sí mismo.
Cuando nada quiero para mí, Dios quiere en mi
lugar.
Y ¿qué es lo que Él quiere para mí
Dios quiere que yo no quiera por mí mismo.
Cuando me despojo de mi yo el querer de Dios
se asemeja a mi propio querer.
Una persona obediente jamás dice: “Esto es lo
que quiero”.
Una persona obediente sólo buscar renunciar a
sí misma, no pedirá que se le haga virtuosa o que se le dé la vida eterna;
pedirá conocer solamente lo que Dios quiere.
Esa clase de oración es infinitamente superior
a cualquier otra forma de oración.
El verdadero discípulo de Dios no se siente
satisfecho cuando alguien le da cosas o le dice lo que quiere oír.
Lo único que anhelamos es hacer lo que más le
gusta a Dios.
En el curso del día.
Cuando nada quiero para mí, Dios quiere en mi
lugar.
Al
terminar el día.
Dedica
unos minutos a revisar tu día.
¿Puedes recordar momentos en que sometiste tu
voluntad?
¿Cómo fueron?
¿Hubo momentos en que te resististe?
Oración
de la noche.
Señor, ayúdame a entregarme completamente a
Ti.
Haz que mi voluntad siempre siga tu voluntad.
Guíame por tus caminos y dame la fuerza de
seguirlos.
SEGUNDO
DÍA
Al
comenzar el día.
LA
MEJOR ORACIÓN.
La oración más poderosa que puede realizarlo
todo, y la mayor acción que una persona puede hacer, proceden de un corazón
puro.
Cuanto más puros sean nuestros corazones, más
poderosas, preclaras, útiles, dignas de alabanza y perfectas serán nuestra
oración y nuestra acción.
Un corazón puro es capaz de hacerlo todo.
Pero ¿qué es un corazón puro?
Es aquél que no perturba por nada, ni está
atado a nada; no tiene preocupaciones, no desea seguir su propio camino sino
que se siente feliz de estar inmerso en la amorosa voluntad de Dios.
Un corazón puro se olvida de sí mismo.
No hay obra tan insignificante que no pueda
crecer en poder y en importancia, gracias a un corazón puro.
Que nuestra oración sea hecha de tal modo, que
todas las partes de nuestro ser –nuestra mente, ojos, oídos, boca, corazón,
miembros y sentidos- se esfuercen en conseguirnos la pureza de corazón; no
dejemos de orar hasta encontrarnos unidos a Dios, hacia quien se dirigen todas
nuestras oraciones y nuestra atención.
Una mente entregada completamente a Dios es la
base del bien de la naturaleza humana y del espíritu.
Esfuérzate para que Dios sea grande en ti, ten
el celo de Dios en todas tus idas y venidas.
Aférrate a Dios y Él efectuará todo lo bueno.
Lo que antes buscaste, ahora te busca.
Lo que antes perseguiste, ahora te persigue.
Lo que antes dejaste, ahora te deja.
Quien realmente se aproxima a Dios, trae
consigo todo cuanto es divino y hace que huya de él todo cuanto le es ajeno.
En el
curso del día.
Si buscas a Dios lo encontrarás junto con todo
lo bueno.
Al terminar
el día.
Relájate por un momento y abandónate.
Recuerda algún momento o algún incidente de
hoy en que estuviste ansioso o preocupado.
Revive ahora ese incidente, e imagínate a ti
mismo sin ansiedades ni preocupaciones.
Oración
de la noche.
Dios,
ayúdame a encontrar un corazón puro con el cual te ame a ti y a toda la
creación.
Que en tu servicio me olvide de mí mismo.
TERCER
DÍA
Al
comenzar el día.
SOLEDAD
O SOCIEDAD.
En cierta ocasión alguien me dijo que algunas
personas prefieren la soledad y consideran que de ella depende la paz de su
espíritu; luego me pregunto si el mejor lugar para ello no sería la iglesia.
Le respondí que no.
Mi explicación fue ésta:
Si obras bien, obras bien en dondequiera que
estés y en cualquier lugar.
Si obras mal, obras mal dondequiera que estés
y en todas partes.
Si aciertas en verdad llevas contigo a Dios y
Dios te acompaña en todas partes: en la plaza pública, en la iglesia o en el retiro.
Si tienes verdaderamente a Dios y sólo a Él,
nada podrá perturbarte.
¿Por qué?
Porque tienes puesta tu mirada en Dios y solo
en Él.
Sólo Dios es todo para ti; en cada acción y en
cada situación revelas a Dios y todas tus actividades se orientan hacia Él.
De Dios y no a de ti depende el valor de tus
obras, pues tu eres simplemente el agente.
Si tu objetivo es Dios y sólo Él, entonces
Dios realiza tus obras y nada puede perturbarte, ni la sociedad, ni las
situaciones, i persona alguna; porque no ambicionas, ni buscas, ni deseas nada
fuera de Dios, a quien te entregas con exclusividad.
Y así como la multiplicidad de las cosas no
puede distraer a Dios, tampoco a ti, pues estás en Él en quien todas las cosas
se unen y logran su perfección.
En el curso del día.
Que todas mis acciones se orienten a Dios.
Al
terminar el día.
¿En qué momento te sentiste hoy más cerca de
Dios?
Revive ahora ese momento.
¿Cuándo te sentiste hoy más lejos de Dios?
Al hacerlo, imagina que en este momento estás
lo más cerca posible de Dios.
Oración
de la noche.
Señor, haz que todas mis acciones hablen de
Ti.
Haz que i corazón sólo te muestre a Ti, y que
mis palabras sólo te proclamen a ti.
CUARTO
DÍA.
Al
comenzar el día
LA UNIDAD DE PENSAMIENTO LO ES TODO.
Aprehende a Dios en todas las cosas, y
acostumbra a tu mente a tenerlo siempre presente en tus sentimientos,
pensamientos y deseos.
Fíjate cómo piensas en Dios. Trata de pensar
en Él en todas partes, de la misma manera como lo piensas cuando lo sientes
particularmente cercano. Lleva a Dios contigo en las multitudes y en los avatares
del mundo secular.
No quiero decir con esto que los lugares
públicos sean más importantes que la iglesia, o que los negocios sean más
importantes que la meditación.
Conserva, sin embargo, en todos tus asuntos el
mismo espíritu, la misma confianza y el mismo celo por Dios.
Si mantienes está ecuanimidad en todas las
cosas, nada podrá separarte de su presencia.
Pero si no eres consciente de la presencia de
Dios y tienes siempre que estar leyendo libros sobre Él, escritos por este o
aquel autor, o tienes que encontrarlo gracias a métodos, personas, lugares o
técnicas especiales, ciertamente no has aún encontrado a Dios.
Te desviarás con facilidad, pues aún no buscas
ni piensas ni amas sólo a Dios. De este modo, todo puede volverse un tropiezo
para ti: las buenas y las malas compañías, la iglesia o el mercado, y no sólo
las palabras y obras malas, sino también las palabras y las obras buenas.
Tu dificultad radica en que Dios no es todavía
para ti.
Si Dios fuese todo para ti, te sentirías a
gusto dondequiera que estuvieses y en medio de todo el mundo.
Estarías en Dios y nadie podría perturbarte o
detener la obra que Dios realiza en ti.
En el
curso del día.
Si Dios fuese todo para mí, nada podría
perturbarme.
Al
terminar el día.
Dedica un momento para recordar cuándo te
sentiste hoy más cerca de Dios. Deja que tu experiencia se ensanche a
recordarlo. Ahora imagínate teniendo ese mismo sentimiento de cercanía en otros
momentos del día.
¿Cambian las cosas?
Oración
de la noche.
Señor, Tú siempre estás cerca de mí, aunque yo
no esté cerca de Ti ni sienta tu presencia.
Con la certeza de que Tú me guías a donde Tú
quieres lo mejor para mí, déjame estar contento con mi actual condición
espiritual.
QUINTO
DÍA.
Al comenzar el día.
POSEER VERDADERAMENTE A DIOS.
¿Qué significa poseer verdaderamente a Dios?
Esa posesión se fundamenta en el corazón y
supone una conversión interior e intelectual hacia Dios. No depende de ningún
método específico de contemplación; esto
sería para la naturaleza una aspiración imposible; sería muy difícil y además
no sería ni siquiera lo mejor de todo. No te sientas satisfecho con el Dios de
tu pensamiento, porque cuando ese pensamiento desaparece de tu mente, también
desaparece el Dios que has concebido.
Lo que quieres tener no es tu idea de Dios,
sino más bien la realidad de Dios tal como es, que está por encima de todo
pensamiento humano y de toda criatura. Cuando nos abrimos a Dios tal como es,
Dios no se desvanece, a no ser que voluntariamente nos separemos de Él.
Cuando te abres a la divinidad de Dios y a su
trascendencia, cuando permites que la realidad de Dios entre en ti, Él lo ilumina todo. Todo tiene el sabor de Dios y
lo manifiesta. Él brilla continuamente en tu corazón. Llegarás a tener parte en
el desasimiento, en la indiferencia y en la visión espiritual de quien
constituye el gozo de tu corazón: el Dios siempre presente,
Sufrirás de verdadera sed y aunque tengas
otras preocupaciones querrás beber. Mientras estés sediento desearás beber, no
importa dónde estés, ni con quién estés, ni cuáles sean tus intenciones,
pensamientos o actividades. Cuanto mayor sea la sed, más fuerte y profunda sea
la esperanza de beber.
En el
curso del día.
Todo tiene el sabor de Dios.
Dios brilla en todas las cosas.
Al terminar
el día.
Descansa por uno o dos minutos. Imagina que,
con cada exhalación, el día se va acabando.
Imagina que Dios entra en ti con cada
inhalación.
Hoy ¿cómo has saboreado a Dios?
¿Dios cómo ha brillado hoy para ti?
Oración de la noche.
Dios bondadoso, toda tu creación brilla con tu
esplendor.
Que yo pueda respirar esa gloria de manera que
sea transformado por Ti y me sumerja completamente en tu esplendor.
SEXTO
DÍA.
Al
comenzar el día.
EL ARTE
DE LA ORACIÓN.
Supón que amas algo con todo tu ser, de modo
que nada ni nadie fuera de ello pueda darte alegría. Lo que amas siempre estará
en tu pensamiento, dondequiera y con quienquiera que estés. Por doquier lo
verás y cuanto más crezca tu amor, más intensamente lo verás en todas partes y
en todas las personas. Nunca pensarás en descansar porque nunca estarás cansado
de amarlo.
De la misma manera, cuanto más vemos en Dios
todas las cosas, más se complace Dios con nosotros.
Ver las cosas de esta manera exige disciplina
y amor, interés por el camino espiritual y un examen honesto y vigilante de la
forma como percibes a las personas y a las cosas. Esta disciplina no puedes
aprenderla apartándote del mundo; sin embargo, debes aprender a cultivar una
soledad interior dondequiera y con quien te encuentres. Debes aprender a mirar
profundamente las cosas y a descubrir a Dios en ellas. Debes fijar en tu mente
una fuerte imagen de Dios y conservarla allí siempre. Todo esto se parece al
que quiere aprender un arte como la escritura.
Constantemente debes ejercitarte en ella por
difícil que parezca, quiéraslo o no. Mediante una práctica asidua aprenderás a
escribir y a adquirir el arte de la escritura. Con el tiempo aprenderás a
escribir de corrido y con estilo.
El escriba perfecto no tiene permanente conciencia
de su destreza, pero gracias a ésta crea su obra. Del mismo modo tú debes
estar, sin esfuerzo alguno, compenetrado de la presencia divina. Sumérgete en
la esencia de la creación pero déjala en paz.
En el curso del día.
Mira profundamente las cosas y descubre a Dios
en ellas.
Al terminar el día.
Deja que las preocupaciones del día se alejen.
Concéntrate en tu respiración y simplemente
ponle atención.
¿Cómo encontraste a Dios hoy en tu vida?
¿Cómo hubieras podido encontrarlo en ella?
Oración de la noche-
Bondadoso
Dios, dame la disciplina de buscarte en todas las cosas y en todos aquéllos a
quienes encuentro.
Enséñame que ningún minuto se pierde si
reconozco que me acerca a Ti.
DÍA
SÉPTIMO.
Al comenzar el día.
ESPERANDO
AL SEÑOR.
Jesús nos dijo: “Estad siempre en vela,
esperando al Señor”.
La gente vigilante siempre está lista, lista
constantemente a recibir al esperado, siempre preparada para descubrirlo en
todo lo que sucede, y nada sería tan extraño como no esperarlo allí.
Tener conciencia de esto exige un esfuerzo muy
grande a nuestras facultades. Queremos encontrar a Dios presente en todas las
cosas de igual modo; en la misma medida en una cosa como en otra. Es cierto que
una obra se diferencia de otra, pero si adoptamos la misma actitud en cada una
de nuestras obras, todas serán iguales. Ninguna obra es menos sagrada que otra.
Brillaremos con la luz divina tanto en el
mundo secular como en el mundo sagrado.. Esto no significa que tengamos que
actuar de una manera mundana, sino que debemos ver todo lo que nos suceda a la
luz de Dios.
En la vida espiritual puedes adoptar dos
opciones: aprender a tener a Dios en tu vida diaria y mantenerte en su
presencia, o abandonar enteramente mundo. Pero puesto que esto último no es una
opción real, debemos aprender a poseer a Dios en todo lo que hagamos, en
cualquier obra y en cualquier circunstancia. Que nada te obstaculice esto.
Cuando estés empezando a recorrer este camino
y tengas que relacionarte con otras personas, entrégate con todas tus fuerzas a
Dios y colócalo firmemente en tu corazón.
Une todo tu ser a Dios y que nada te separe de
él.
En el
curso del día.
Trata de encontrar a Dios presente, de la
misma, en todas las cosas.
Al
terminar el día.
Hoy ¿dónde sentiste presente a Dios?
Ahora reproduce en tu imaginación aquellos
momentos de ausencia como momentos de presencia.
¿Dios cómo se hace presente aun en la aparente
ausencia?
Oración
de la noche.
Señor, te doy gracias por haber estado
presente hoy en mí.
Haz que llegue a sentir tu presencia en todo
lo hago.
Haz que vea todas mis actividades llenas de
Ti, y que comprendas que nada es ajeno a Ti.
DÍA OCTAVO.
Al
comenzar el día.
EL
SIGNIFICADO DE LA BUENA VOLUNTAD.
Mientras tengas buena voluntad es imposible
perder a Dios. Ciertamente nos es fácil pensar que hemos perdido a Dios. Cuando
piensas esto ¿qué debes hacer? Actúa con plena confianza y seguridad. Sigue
obrando de esta manera aunque te halles en la más extrema desgracia, y mantén
la misma actitud en todas las situaciones de tu vida. El mejor que puedo darte
es asegurarte que encontrarás a Dios allí donde lo perdiste. Recuerda cómo te
sentiste cuando lo poseíste por última vez y obra de la misma manera ahora,
cuando crees que lo has perdido, y lo encontrarás de nuevo.
Hay gente que dice tener buena voluntad, pero
no tiene la voluntad de Dios; quiere hacer su voluntad y llegar a enseñarle al
Señor lo que él debería hacer. Ésto no es buena voluntad.
Busca en Dios su amantísima voluntad. Él
quiere que renunciemos a nuestra voluntad.
San Pablo habló mucho con Dios, pero sólo
cuando renunció a su voluntad y dijo: “Señor ¿qué quieres que yo haga?” Dios
pudo hacer lo que necesitaba hacer.
Cuando el ángel se apareció a María, nada de
lo que hablaron los dos pudo convertirla en la madre de Dios, pero tan pronto
como ella renunció a su voluntad, llegó a ser la madre del Verbo eterno, quien
se hizo su hijo por naturaleza.
Tú no puedes ser tu mismo si no renuncias a tu
propia voluntad; y no puedes encontrar realmente a Dios a menos que renuncies a
ella.
En el curso del día.
Señor, ¿qué quieres que yo haga?
Al terminar el día.
¿Cuándo estuviste hoy más lleno de ti mismo?
¿Cuándo estuviste más lleno de Dios?
Trata de recordar y explicar estas dos
experiencias.
¿Cuál fue más satisfactoria para ti?
¿Cómo habría sido estar lleno de Dios en el
momento en que estuviste lleno de ti mismo?
Oración
de la noche.
Señor, ayúdame a entregarme totalmente a Ti.
Sé que mi felicidad se halla en Ti.
Ten paciencia conmigo y guíame.
Tengo plena confianza de que Tú estás en mí en
todo momento.
DÍA
NOVENO.
Al
comenzar el día.
SOMETER
LA VOLUNTAD.
Tú has oído de muchas personas que quieren
tener grandes experiencias. Quieren que suceda esto o aquello y desean lo
bueno. Pero esto no es otra cosa sino querer seguir la propia voluntad.
Entrégate totalmente a Dios y alégrate con lo
que Dios hace.
Miles de personas han ido al cielo sin haber
renunciado efectivamente a su voluntad.
La única verdadera voluntad es la que se
confunde con la voluntad de Dios, sin que quede nada de la propia.
Cuanto más suceda así, más unido estás a Dios.
Dar un
paso para someterse a la voluntad divina vale más que atravesar el mar
prescindiendo de ella.
Cuando te confundes con Dios, si alguien te
toca debe tocar primero a Dios. El se convierte en tu ropaje. Para tocarte a ti
es preciso tocar primero tu vestido. Por grande que sea la dificultad, si viene
a través de Dios, Él es el primero en ser afectado por ella.
Nunca mortal alguno llegó a sufrir, poco o
mucho, si que Dios no se sintiera afectado.
Si
Dios sufre algo, previendo el bien que de ahí te resulta; y si tu estás
dispuesto a soportar lo que Dios soporta y aceptar lo que te llega de Dios,
entonces lo que recibes se vuelve divino.
La vergüenza se vuelve honor, la amargura,
dulzura, y la oscuridad se transforma en luz.
En el curso del día.
Dar un paso para someterse a la voluntad
divina vale más que atravesar el mar prescindiendo de ella.
Al
terminar el día.
Dedica unos pocos minutos para descansar y
recuerda tu jornada.
¿Recuerdas momentos de renuncia?
¿Momentos en que podrías haber renunciado a ti
mismo?
¿Qué te impidió hacerlo?
¿Te hubiera ayudado haber renunciado a ti
mismo?
Oración
de la noche.
Señor, ayúdame a fundir mi voluntad con la
tuya.
Protégeme y sé mi ropaje.
Que yo sea tu propiedad.
DÍA
DÉCIMO
Al
comenzar el día.
TODO
CONTRIBUYE PARA EL BIEN.
Todo recibe de Dios su sabor y se vuelve
divino. Pero cuando tu mente está trastornada todo traiciona a Dios. Todo
participa del mismo sabor, y Dios es el mismo para ti en medio de los momentos
más amargos o de los placeres más dulces.
La luz brilla en las tinieblas y allí la
percibimos.
¿Para qué sirven la luz y el entendimiento si
no se utilizan?
La gente tiene que ver la luz cuando sufre o
se halla en las tinieblas. Cuánto más somos nosotros mismos, tanto mas estamos
despojados de nuestro yo. Quien se niega a sí mismo nunca se aparta de Dios en
lo que hace. Si cometes, errores, si mientes, si haces el mal pero te apoyas en
Dios, Él cargará con la culpa. Tales cosas no deben impedir nuestra acción.
Nunca podremos en esta vida escapar de tales flaquezas y faltas. No puedes
rechazar el buen trigo porque a veces las ratas lo invaden.
Para los amigos de Dios, el sufrimiento y las
calamidades inesperadas pueden ser fructíferas, pues todas las cosas, incluso
el pecado, pueden redundar en bien.
En el
curso del día.
Para quien se apoya en Dios, todas las cosas,
incluso el pecado, redundan en bien.
Al
terminar el día
Después de descansar un poco y dejar atrás los
problemas del día, mirar los momentos penosos de tu vida.
¿Qué significó Dios para ti entonces?
¿Viste la luz en medio de tu oscuridad?
¿Sólo más tarde pudiste reconocer la luz?
Oración de la noche
Bondadoso Dios, ayúdame a reconocer que Tú
estás conmigo en la luz y en la oscuridad, en la anchura y en la estrechez, en
los buenos y en los malos momentos.
Quiero celebrar tu presencia en mi vida.
DÍA UNDÉCIMO
Al
comenzar el día
EL
PECADO COMO OPORTUNIDAD
Haber cometido pecado no es pecado si hay
arrepentimiento.
Sin embargo, no aceptes cometer pecado, por
ningún motivo.
Quien se apoya en Dios sabe que Dios, leal y
amoroso, ha sacado al hombre de una vida pecaminosa y lo ha llevado a una vida
divina; ésta es la motivación de quien busca a Dios. Cuando te niegas
totalmente a ti mismo, renuncias completamente a ti mismo y tu renuncia
multiplica el poder del amor.
Si estuviese bien afianzado en la voluntad de
Dios, no hubieras querido que el pecado hubiese ocurrido. Ciertamente el pecado
ofendió a Dios, sin embargo, al haberlo cometido te has comprometido a
acrecentar tu amor. La humillación que experimentamos al pecar aumenta en
nosotros el amor de Dios. Sólo para obtener del pecado lo mejor para ti, Dios
permite que el pecado se atraviese en tu camino. Cuando te das cuenta del
pecado y lo abandonas y te levantas, el Dios leal te mira como si nunca
hubieras caído en él. Ni por un instante Dios permite que tus antiguos pecados
pesen contra ti, y no le importa ni su número ni su tamaño. Dios no te los hace
pagar aunque fuesen todos los pecados del mundo, y confiará en ti como lo hace
con cualquier otra criatura. Si Dios te encuentra preparado, no se fija en los
que fuiste antes.
Dios es un Dios del presente. Tal como te
encuentra ahora, te acepta; no por lo que fuiste sino por lo que eres ahora.
Dios soporta todo el mal, el pecado y la violencia que ahora y en adelante
puedas cometer, con tal de hallar la ocasión de convencerte de su amor, de
ganar tu afecto y gratitud y dee hacer más ferviente tu lucha, todo lo cual
suele ocurrir después del pecado.
En el
curso del día.
Dios me acepta, tal como ahora me encuentra.
Al
terminar el día.
Esta noche al concluir tu día, reflexiona
sobre tus faltas o pecados.
¿Cómo te sientes con respecto a ellos?
¿Te desalientan?
¿Puedes pasarlos por alto?
¿Puedes verlos como formas de acercarte más a
Dios?
Oración de la noche.
Señor, todo lo que me acontece en la vida
puede ser un medio y una enseñanza para acercarme más a Ti.
Dame la confianza y la esperanza necesarias
para que todo lo que me suceda me acerque a tu amor y a tu voluntad.
DÍA DUODÉCIMO.
Al
comenzar el día.
DEL
PECADO AL ARREPENTIMIENTO.
Dios tolera y permite el pecado y con
frecuencia nos permite pecar, porque sabe que por el pecado podremos superar
nuestra presente condición. ¿Con quién tuvo el Señor más intimidad y a quien
amó más que a sus discípulos? Sin embargo, ninguno de ellos se salvó de caer en
pecado mortal. Todos fueron graves pecadores. Por las Escrituras sabemos que
los mayores pecadores son quienes llegan a amar con más sinceridad a Dios.
Incluso hoy día no oyes hablar de alguien que haya realizado grandes obras que
no haya cometido antes grandes errores. A través de esa experiencia Dios quiere
enseñarnos la inmensa compasión que tiene por nosotros y nos quiere exhortar a
ser más humildes y leales.
Siempre que nos arrepentimos el amor se
renueva y crece en nosotros.
¿Qué
es arrepentirse? Hay una forma de arrepentimiento que es terrenal y que nos
sumerge en mayor aflicción, nos lleva al lamento y nos entrega a la duda. Ese
arrepentimiento nos hunde en la miseria y no conduce a ninguna parte. En
cambio, el arrepentimiento divino es completamente distinto. Insatisfechos con
nosotros mismos, nos volvemos hacia Dios y damos la espalda a todos los pecados
con inquebrantable voluntad. Al elevarnos hacia Dios ganamos en seguridad y
disfrutamos de una alegría espiritual que nos eleva por encima de toda miseria
y nos une con Dios. Y cuanto más débiles y pecadores somos tanto más sentimos
el deber de vincularnos a Dios mediante un puro amor.
En el
curso del día.
Siempre que nos arrepentimos el amor se
renueva y acrecienta en nosotros.
Al
terminar el día.
Cuando hayas descansado de tu jornada de trabajo,
dale una mirada a las dos clases de arrepentimiento. ¿Cuál se acomoda mejor a
tu modo de ser?
Imagínate a ti mismo arrepintiéndote de
acuerdo con la segunda forma, con alegría y confianza.
Oración
de la noche.
Dios de amor, todos los caminos y los
acontecimientos sólo conducen a Ti. Enséñame a ver todas las cosas como un
regalo tuyo y a acercar a Ti toda la creación.
DÍA TRECE
Al
comenzar el día.
CONFIANZA
Y ESPERANZA.
Cuanto más graves consideres tus pecados,
tanto más dispuesto estará Dios a perdonarlos y a entrar en tu alma para
expulsarlos; porque cada uno se preocupa por extirpar lo que le parece odioso.
Cuanto mayores sean tus pecados tanto más feliz estará Dios en perdonarlos y
cuanto más desagradable le sean más rápido los perdonará. Cuando tu
arrepentimiento llegue hasta Dios, tus pecados se hundirán en el abismo de Dios
con mayor rapidez que en un abrir y cerrar de ojos. Si tienes gran esperanza y
confianza en Dios demuestras un amor perfecto y verdadero.
La confianza es la mejor prueba de que se
tiene un amor pleno. Tú tienes confianza cuando amas al otro con todo tu
corazón. Si pones toda tu confianza en Dios, Él se convierte en tu mejor
garantía y tu confianza será mil veces recompensada. Así como tú nunca puedes
amar demasiado a Dios, tampoco podrás jamás confiar demasiado en Él. Lo mejor
que puedes hacer es poner toda tu confianza en Dios, quien nunca abandona a
quien se le entrega con confianza. Él, por medio de ti, realiza grandes cosas.
Cuando tenemos una gran confianza comprendemos que ella es fruto del amor, el
cual no sólo la produce sino que posee además un saber real y una seguridad
absoluta.
En el
curso del día.
La confianza es lo que mejor prueba la
plenitud del amor.
Al
terminar el día.
Después de reposarte piensa qué tanto confías
en Dios.
¿Qué te ha servido para aumentar tu confianza?
¿Qué obstaculiza ahora tu confianza?
¿Cómo se transmite la confianza a otras
personas?
¿En qué confías?
Oración
de la noche.
Gran Dios,
Tú eres mi esperanza,
Tú eres mi confianza,
Tú eres mi amor.
Mi vida está en tus manos.
Muéstrame cómo
Quieres que yo viva
Para estar más cerca de Ti.
DÍA
CATORCE.
Al comenzar el día.
SEGURIDAD
EN LA VIDA ETERNA.
Podemos tener dos formas de conocer lo
relativo a la vida eterna. Una consiste en el conocimiento que deriva de lo que
Dios mismo nos revela, esto ocurre raras veces. La otra es más útil y más
frecuente entre las personas que aman plenamente: se apoya en el amor que le
tenemos a Dios y en nuestra intimidad con Él que de tal manera nos unen a Dios
que nos hacen confiar plenamente en Él y amarlo en todas las criaturas sin
distinción alguna.
El amor implica confianza en el bien, y cuando
descubres que Dios es tu amigo sabes lo que es bueno para ti y lo que te hace
feliz. Tienes que estar seguro de que por más que ames a Dios, Él te amará
infinitamente más y confiará mucho más en ti, porque Él mismo es la confianza
que nos permite confiar en Él. La confianza perfecta y el amor no pueden
coexistir con el pecado, antes bien lo ocultan completamente. El amor no sabe
nada de pecado. El amor lo borra y lo hace desaparecer como si nunca hubiese
existido. Lo que Dios hace lo lleva a cabo totalmente, como una copa que
rebosa. Él siempre prefiere perdonar mucho que perdonar poco, y ni el pecado ni
cosa alguna puede ser un obstáculo para su amor. Además, Dios valora de la
misma manera a quienes lo aman, aunque sus pecados sean muchos o pocos. Al que
mucho ama, mucho se le perdona, como lo dijo nuestro Señor.
En el
curso del día.
Dios es la confianza que nos permite confiar
en Él.
Al
terminar el día.
Revisa hoy tu día y en tu imaginación duplica
la confianza que tuviste. ¿Cómo hubiera sido entonces tu jornada?
Oración
de la noche.
Señor, condúceme por la senda de la confianza
en Ti.
Ayúdame a ver que la confianza que tengo en Ti
no es otra cosa sino Tú mismo que te entregas amorosamente a mí y a toda la
creación.
DÍA
QUINCE
Al
comenzar el día.
LA
VERDADERA PENITENCIA.
Muchas personas piensan que para hacer
penitencia deben realizar cosas extraordinarias como ayuna, caminar con los
pies descalzos y cosas por el estilo. Sin embargo, la mejor penitencia es huir
completamente de todo lo que no es Dios ni divino ya sea en ti mismo o en las
criaturas. La verdadera penitencia es mirar a Dios de frente con amor
constante, de manera que todo lo que pensemos y nos produzca gozo esté lleno de
Dios.
Cuanto más actúas así, más real es tu
arrepentimiento; ésa es la conversión verdadera y se aprecia mejor a la luz de
la pasión de Nuestro Señor. Cuanto más a imites, tanto más desaparecerán tus
pecados, junto con el dolor que le producen.
Que el proyecto de tu vida sea imitar a Jesús,
hacer lo que Él hizo y no hacer lo que se negó a hacer, imitar su vida y su
pasión. Piensa siempre en Él, tal como Él ha pensado constantemente en
nosotros. Esta penitencia no es sino un estado de ánimo que pone sólo a Dios
por encima de todas las criaturas. Practica con fidelidad cuantas técnicas o
ejercicios te ayuden a hacer eso. Ponle término a cuanto impide este estado de
ánimo y no te preocupes si tienes que descuidar tu penitencia. A Dios no le
interesa lo que tú haces sino la calidad de tu amor y la disposición de ánimo
que apoya tus acciones.
En el curso del día.
La verdadera penitencia consiste en mirar a
Dios de frente con amor constante.
Al
terminar el día.
Dedica un tiempo para reflexionar sobre
aquellas cosas que en tu vida te acercan más a Dios.
¿Qué cosas te separan de Dios?
¿Cómo podrías incrementar las cosas que te
acercan a Dios?
Oración
de la noche.
Señor, ayúdame a dejar todo lo que me hace
sentir lejos de Ti.
Acércame cada vez más a Ti.
Que todas mis acciones estén llenas de amor y
entrega, de modo que los demás puedan conocer tu gloria.
DÍA DIECÍSEIS
Al
comenzar el día.
HALLANDO
TU CAMINO.
A veces las gentes se angustian y descorazonan
cuando contemplan las vidas de Jesús y de los santos; piensan que no son tan
santas como ellos y que ni siquiera se sienten movidas a serlo. Al no
considerarse dentro de ese grupo piensan que están muy alejadas de Dios y no
confían en poder ser discípulos.
Jamás pienses de esta manera.
Nadie, nunca, está separado de Dios, ni por
sus imperfecciones ni por sus debilidades ni por cualquier otra razón.
Y si por alguna circunstancia te sientes rechazado
por los demás, piensa entonces de manera especial que Dios está cerca de ti y
que te hace mucho daño pensar que Dios está lejos. Sea que te apartes de Él o
que te acerques a Él, nunca te abandona. Dios siempre está presente, y si no ha
podido entrar aún en tu vida, no está muy lejos de tu puerta.
Consideremos ahora la vida ardua y difícil del
discipulado. En primer lugar, mira exactamente lo que Dios te pide hacer. Él no
llama a todo el mundo a recorrer el mismo camino. Puede ser que tu camino más
corto no sea el de las obras o de las privaciones; que, después de todo, pueden
carecer de importancia, a no ser que Dios te las exija particularmente. En este
caso te dará la fuerza para recorrer ese camino sin perjuicio para tu vida
espiritual. Pero si ése no es tu camino tranquilízate y sigue adelante. Puedes
admirar la vida de los guerreros espirituales, pero de nada te sirve
envidiarlos o desear ser como ellos. Simplemente no es tu camino.
En el
curso del día.
Nadie, nunca, está separado de Dios.
Al
terminar el día.
Dedica un tiempo a reflexionar si alguna vez
dejaste de acercarte a Dios porque no pudiste asemejarte a alguien a quien
consideraste santo.
Ahora reflexiona sobre el camino que Dios te
pide seguir.
¿Puedes transitar por ese camino?
De ese camino ¿qué te atrae y qué te produce
temor?
Oración
de la noche.
Soberano Dios, te doy gracias porque me das la
seguridad de que nunca te alejarás de mí. Ayúdame a encontrar el camino que me
has señalado y dame el coraje para seguirlo.
DÍA
DIECISIETE
Al
comenzar el día
NECESIDAD
DE INTELIGENCIA.
Quizás piensas que el camino de Jesús es el
mejor y que siempre debemos seguirlo. Es cierto, pero debemos seguirlo con
inteligencia y no simplemente imitando sus acciones. Por ejemplo: Jesús ayunó
durante cuarenta días y cuarenta noches. A nadie se le pide imitarlo
literalmente. Como en muchas cosas que hizo, tenía la intención de que lo
siguiéramos según el espíritu, no según la letra.
Siempre debes usar tu inteligencia en tu
camino espiritual. A Jesús le interesa más tu amor que tus obras.
A Cristo debes seguirlo a tu manera. Pero,
¿qué significa esto?
Que cada persona debe determinar
individualmente las técnicas específicas y el régimen que es preciso adoptar
para seguirlo. La acción acompañada de inteligencia es preferible a la
imitación literal.
Jesús ayunó cuarenta días. Imítalo
concentrando la atención en algún mal hábito tuyo, esforzándote en no caer en
él. Pero ¡ten cuidado! Es preferible que abandones ese hábito sin lamentarlo
que abstenerte totalmente de la comida. No olvides que a menudo es más duro
reprimir una palabra airada que dejar de hablar, más duro estar solo entre la
multitud que en un desierto, más duro terminar una tarea pequeña que una
importante. A través de tus debilidades puedes seguir a Jesús y no debes pensar
que Él se halla lejos de ti.
En el curso del día
Debo seguir a Cristo a mi manera.
Al
terminar el día.
Descansa por unos pocos minutos y reposa lo
que has hecho en el día. ¿Dónde tuviste hoy ciertas ideas de cómo deberías
seguir a Jesús?
¿De qué mal hábito has querido liberarte?
¿Cómo podrías ir despojándote de ese hábito?
¿De qué manera podrás evaluar tu progreso?
Oración
de la noche.
Dios, ayúdame a ver el camino que has trazado
para mí.
Abre mis ojos a lo que está ocurriendo en mi
vida.
Dame la profundidad para ver lo que me retiene
y la gracia para dejarlo.
DÍA DIECIOCHO
Al comenzar el día.
ENTRÉGATE
A DIOS.
No te preocupes por el vestido o la comida,
pues pueden volverse demasiado importantes para ti. Educa, más bien, tu mente y
tu corazón para estar por encima de ellos de modo que, a excepción de Dios,
nada mueva tu espíritu.
¿Por qué?
Sólo un espíritu débil se deja mover por
apariencias externas. Deja que tu interior guíe tu exterior, sólo así
encontrarás contento.
Si eres rico, alégrate por ello, pero acepta
de buena gana lo contrario.
Adopta la misma actitud con respecto a la
comida, los amigos, la familia, la salud o con todo aquello que Dios te dé o te
quite.
Entrégate a Dios y deja que Él te dé lo que
quiera. Acepta con alegría y gratitud lo que te den y tómalo como un don de
Dios, sea que lo hayas escogido o no. Reconoce que al recorrer ese camino estás
siguiendo lo que Dios quiere de ti. Aprende gustosamente de Dios en todos los
acontecimientos. Seguir sólo a Dios es andar por la senda recta.
Con tal espíritu de ánimo puedes saborear fama
y comodidades, y aceptar la infamia y la miseria si llegasen a atravesarse por
tu camino. Come con alegría y pura conciencia, y si quieres ayunar mantén el
mismo espíritu.
Ésta es probablemente la razón por la que Dios
llena de molestias y sufrimientos a quienes más quiere, de otro modo su inmensa
bondad no lo podría permitir. Las bendiciones que brotan del sufrimiento son
muchas e inmensas.
En el curso del día.
Aprende de Dios en todos los acontecimientos.
Al terminar el día.
Una vez más piensa esta noche en el camino que
Dios te ha propuesto.
¿Cuáles son los problemas que debes trabajar
ahora mismo?
¿Cómo crees que puedes trabajar esos problemas?
Oración
de la noche.
Señor, ayúdame a contentarme con lo que soy y
con lo que hago en la vida.
Líbrame de toda preocupación ajena a lo que
quieres de mí.
Déjame ver mis faltas y ayúdame a superarlas.
DÍA
DIECINUEVE
Al comenzar el día
CONFORMASE
A CRISTO
Si bien Dios no quiere privarte de las cosas
buenas, a veces las retiene de modo que te quedes solamente con la buena
voluntad de Dios. Con tal que Dios esté contento, alégrate con lo que sucede.
En tu vida interior únete de tal manera a la voluntad de Dios que no te
preocupen ni los métodos ni las obras. Cuídate de toda peculiaridad en la ropa,
en la comida y en las palabras. No uses palabras grandilocuentes ni adoptes
gestos extraños que ciertamente no sirven para nada.
Ser discípulo de Jesús significa no buscar
atraer la atención sobre sí mismo. Tú estás llamado a mostrar al mundo a
Cristo, no tus propios atributos, sin embargo, habrá ocasiones en que te destaques en medio de la muchedumbre. Después
de todo tú debes asemejarte en todas las cosas a Cristo de manera que los demás
vean en ti la imagen divina, que es hoy el reflejo de Dios en el mundo. En todo
lo que hagas busca asemejarte lo más posible a Jesús. Tu siembras, Cristo
recoge la cosecha. Trabaja con gran esmero y con plena convicción y educa tu
corazón y tu mente para presentar a Cristo al mundo siempre.
En el curso del día.
Hoy soy para el mundo el reflejo de Dios.
Al terminar el día.
Descansa por un momento respirando lenta y
profundamente. Mira tu día ¿Cómo manifestaste a Cristo al mundo?
Recuerda alguna situación en la que no
manifestaste a Cristo.
Imagina cómo podrías cambiarla, de manera que
pudieras mostrarlo.
¿Qué te impidió hacerlo?
¿Qué ventajas traería hacerlo?
Oración de la noche
Bondadoso Dios, quiero ser tu imagen para los
demás de manera que todos conozcan tu gloria, tu amor y la paz que Tú otorgas.
Muéstrame con mayor claridad a Jesús y ayúdame
a conformarme a la imagen de Cristo.
DÍA
VEINTE
Al
comenzar el día.
DIOS,
NUESTRO FUNDAMENTO
Aunque Dios siempre es fiel, algunas veces
permite que sus amigos padezcan y que el apoyo sobre el cual descansan se
derrumbe.
Los que aman a Dios se deleitan mucho en
vigilias, ayunos y cosas parecidas porque en ello encuentran alegría, sostén y
esperanza. De este modo las obras se convierten en su soporte.
Dios quiere, sin embargo, remover todo apoyo
para convertirse en la única esperanza. Lo hace movido exclusivamente por la
misericordia y la bondad, pues lo que Dios quiere no es otra cosa sino su
propio bien, y ninguna acción nuestra podrá ejercer sobre Él la mínima
influencia.
Los amigos de Dios deben abandonar todas las
ideas de ayunos y vigilias y cosas parecidas y remover todo apoyo, para que
sólo Dios seas su sostén.
Dios quiere proporcionar los bienes abundantemente,
pero sólo como prueba de su libre bondad, de modo que sólo Él sea para nosotros
el ancla, y que al sentir nuestra nada podamos experimentar la extraordinaria
generosidad del Señor.
Cuanto más inermes y pobres seamos al pedir la
ayuda de Dios, más profundamente nos internaremos en Dios y más sensibles
seremos a sus preciosos dones.
Sólo Dios debe ser nuestro apoyo. Dios y sólo
Dios, nuestra esperanza.
En el
curso del día.
Sólo Dios es mi ayuda y mi sostén.
Al
terminar mi día.
Recuerda un momento o un acontecimiento de tu
vida en el que te hayas sentido sin piso. Revívelo en tu memoria. ¿Cómo te
sentiste en ese momento?
Mirando hacia atrás y a partir de tu situación
actual ¿puedes sentir en aquel acontecimiento la presencia de Dios.
¿Puedes ver cómo esa terrible experiencia te
acercó a Dios y te hizo depender más de Él?
Oración
de la noche.
Señor, tu eres mi ancla y mi esperanza.
Acércame a Ti
Y permite que sólo me adhiera a Ti.
En tu bondad ayúdame a liberarme de todos los
apoyos que tengo y a unirme sólo a Ti, esperanza mí.
DÍA
VEINTIUNO
Al
comenzar el día.
LA VOLUNTAD DE DIOS Y LA NUESTRA.
Tenemos que aprender a no buscar en nada
nuestro propio interés; el interés de Dios es lo único que debe preocuparnos.
Dios no nos da los dones para que nos
apeguemos a ellos y encontremos en eso nuestra satisfacción. Dios concede todos
los dones, los celestiales y los terrestres, con el propósito de que sea mejor
recibido el don por excelencia. Y ¿cuál es ese don?
Es Dios mismo.
Con los dones que nos concede, Dios sólo trata
de prepararnos para el don que es Dios mismo. Cuanto Dios ha realizado en el
cielo o en la tierra fue hecho con miras a ese único don: la plenitud de
nuestra felicidad.
Tú tienes que aprender a ver a Dios detrás de cada
favor y de cada acontecimiento y nunca debes encontrar tu satisfacción en las
cosas mismas. En este mundo no existe lugar de descanso para nadie ni par los
más santos. Siempre debes estar listo a recibir los dones de Dios que se
renuevan continuamente. Que sus dones te despojen del egoísmo y te ayuden a
despreocuparte de lo que te pertenece. No desees nada para ti, nada, ni
placeres, ni espiritualidad, ni el reino de Dios, ni nada que satisfaga tu
voluntad. Dios nunca se da a aquél cuya voluntad está en desacuerdo con la
suya.
Cuanto más te apartes de tu voluntad más
penetrará Dios en ti. No basta entregarse una vez, debes hacerlo siempre, sólo
así encontrarás la libertad.
En el
curso del día.
Yo veo a Dios detrás de todas las cosas.
Al
terminar el día
Descansa por unos minutos y revisa tu día.
Recuerda las veces en que viste a Dios en
todas las cosas y percibiste lo que Dios quería para ti.
También recuerda aquellos momentos en que las
cosas y los acontecimientos te envolvieron y no pudiste verlos como lo que Dios
quería para ti.
Oración
de la noche.
Señor, ayúdame a liberarme de mis propios
planes y deseos. Enséñame a quererte sólo a Ti y a desear tu voluntad.
DÍA
VEINTIDÓS
Al
comenzar el día.
LA
PRÁCTICA DE LA ENTREGA
No te sientas satisfecho con sólo pensar en
las virtudes de la pobreza, la obediencia o la bondad. No. Muestra más bien sus
frutos en tus acciones. Mira frecuentemente tu interior con el fin de que otros
puedan también escudriñarte y ponerte a prueba. Tampoco es suficiente obrar
virtuosamente siendo pobre o humilde o renunciando a ti mismo. Estas acciones
deben volverse habituales. Practícalas hasta lograr la esencia de la virtud de
modo que te sea natural obrar virtuosamente. Sólo serás completamente virtuoso
cuando vivas sin ninguna prevención y realices grandes cosas sin pensar que
ellas son importantes, cuando obres sola y simplemente porque amas el bien.
Practica el olvido de ti mismo hasta el punto
de no retener nada como tuyo. Entrégate en cuerpo y alma a deshacerte
totalmente de tu voluntad. Cuando te sientas desalentado y deprimido piensa si
en ese momento eres tan fiel a Dios como cuando lo experimentas cercano. ¿Obras
del mismo modo cuando sientes que Dios está cerca y te apoya que cuando te
sientes abandonado y sin consuelo? Al amigo fiel cuya voluntad es constante,
ningún tiempo le resulta demasiado breve. Pues cuando deseas hacer cuanto
puedes –no sólo ahora sino por todo el tiempo de tu vida- tu voluntad equivale
a todo lo que pudieras lograr en mil años: a los ojos de Dios ya lo has hecho
todo.
En el
curso del día.
Que yo viva y actúe movido por el amor al
bien.
Al
terminar el día.
Descansa por algunos minutos y revisa tu día.
Piensa en aquellos momentos en que fuiste consciente de obrar movido sólo por el
bien. ¿En qué momento dejaste de obrar así? ¿Puedes percibir qué se interpuso
en tu camino? ¿Qué te hizo olvidar tu intención primera? No te culpes al hacer
este ejercicio, sólo estás buscando examinar tu comportamiento.
Oración
de la noche.
Soberano Dios, ayúdame a ver todo lo que se
interpone entre mi voluntad y lo que quieres para mí.
Líbrame de cuanto me separa de Ti y haz que
sólo me una a Ti.
DÍA
VEINTITRÉS
Al
comenzar el día.
ADHERIRSE
A UN CAMINO
Cuando emprendas algo nuevo –un nuevo trabajo,
una nueva vida- ponlo en las manos de Dios. Pídele con toda tu fuerza y tu amor
que te ayude a llevarlo a buen término de la forma que te parezca más adecuada
y mejor. Asegúrate de no estar buscando tu propio interés sino tan sólo la
voluntad de Dios. Entonces considera como respuesta lo que Dios disponga. Ello
será lo más conveniente para ti y por eso deberás estar totalmente satisfecho.
Quizás más tarde se te presente una nueva solución. Si eso sucede considérala
como un nuevo camino que Dios te presenta. Confía en Dios en todo lo que haces,
y emplea todas las cosas para unir tu voluntad a la suya. Dios siempre nos
envía lo que es bueno y óptimo para nosotros, pero nos lo da de múltiples
formas.
En el
curso del día.
Todo lo que hago hoy se conforma con la
voluntad de Dios.
Al
terminar el día.
Eckhart habla de la necesidad de escoger un
camino y de apropiárselo.
Oración
por la noche.
Dios de mi esperanza, todos los caminos
conducen a Ti.
Ayúdame a escoger mi camino y dame la
paciencia para perseverar en él, en medio de todos los obstáculos, hasta que
sólo pertenezca a Ti.
DÍA
VEINTICUATRO
Al
comenzar el día.
EL CAMINO NO TOMADO
Cundo adoptes una práctica espiritual o un
camino, no te preocupes de que al hacerlo vas a perder algo. Si estás con Dios
nada te faltará. Así como es improbable por naturaleza que Dios carezca de
algo, es improbable también que nos falte algo cuando estamos unidos a Dios.
Sigue, pues, tu propio camino tal como te lo
da Dios y confía en que ese camino incluirá todos los buenos caminos. Pero si
no eres capaz de reconciliar un camino con otro, tómalo como signo cierto de
que uno de los dos no es de Dios.
Un bien no entra en conflicto con otro cuando
un bien mayor choca con uno menor, uno de ellos no es de Dios. Dios construye,
no destruye. Lo cierto es que Dios siempre da lo mejor a todos y nunca acepta
que una persona esté caída cuando puede estar erguida. La sabiduría divina
discierne lo que es mejor para cada uno.
Tú podrías preguntar: Si Dios sabe lo que es
mejor ¿por qué no se lleva a una persona en la infancia si sabe que más tarde
ella caerá en pecado? Ciertamente Dios no destruye nada que es bueno por el
contrario, Dios perfecciona y lleva a plenitud la naturaleza, nunca la
destruye. La gracia no reemplaza la naturaleza sino que la perfecciona. Somos
libres de escoger entre el bien y el mal. Dios nos señala las consecuencias del
bien del mal, de la vida y de la muerte, pero mantiene nuestro libre albedrío.
En el
curso del día.
Dios construye, no destruye.
Al terminar el día.
Sigue reflexionando sobre el camino que Dios
quiere que recorras. ¿Existe algún conflicto entre los diferentes caminos, o es
asunto de escoger uno u otro?
Si hay conflicto, trata de discernir cuál te
lleva realmente a Dios.
Oración
de la noche.
Señor, muéstrame el camino que quieres para mí
y haz que en él encuentre mi alegría. Cuando esté en peligro de descarriarme,
hazme entender que ése es mi camino y que sólo si lo sigo fielmente llegaré a
casa.
DÍA VEINTICINCO
Al comenzar el día
EL MUNDO INTERIOR Y EL MUNDO EXTERIOR.
Si te retiras a tu mundo interior, empleando
todas tus potencias, puedes llegar a un estado en el cual no tengas ideas ni
restricciones, en el cual existas sin actividad alguna interior o exterior.
Cuando suceda esto, pregúntate si quieres
regresar a la misma antigua vida. Si no lo deseas sal de este estado y vuelve a
algún tipo de trabajo, mental o físico. Nunca cedas a este deseo por agradable
que parezca. Tales estados no son naturales, no estás actuando tú sino que
estás siendo actuado. No se trata, pues, de un trabajo espiritual ya que éste
supone aprender a cooperar con Dios.
Esto no significa tener que abandonar la vida
interior, no. Más bien debes aprender a trabajar en el crecimiento espiritual
de modo que la unidad conseguida se convierta en acción en el mundo y que esa
acción externa te conduzca a la unidad interior. Siguiendo este programa
aprenderás a ser libre, no tendrás que apegarte a nada ni huir de nada.
Concentra tu atención en tu vida interior y desde allí sal al exterior. Si, por
algún motivo, tu vida en el mundo entra en conflicto con tu trabajo interior,
dedícate a tu interior. Idealmente ambos mundos deberían marchar juntos, en ese
caso estrías trabajando con Dios.
En el
curso del día.
Trabajar espiritualmente es aprender a coopera
con Dios.
Al
terminar el día.
Esta tarde, tras el descanso, considera las
dimensiones interna y externa de tu vida y de tu trabajo. ¿Olvidas una
dimensión a expensas de la otra? ¿Te das cuenta de que el movimiento hacia
delante y hacia atrás que aconseja Eckhart es el ritmo verdadero de la
espiritualidad? ¿Cómo funciona en tu vida espiritual ese entrar y salir?
Oración
de la noche.
Amoroso Dios, ayúdame a sentir tu presencia
sea que mi atención se dirija a mi interior o hacia el mundo exterior. Enséñame
el ritmo para entrar en casa y salir de ella. No me dejes caer en una vida
parcializada.
En todas las cosas acércame a Ti.
DÍA
VEINTISÉIS
Al
comenzar el día.
EL SER
Y LA NADA
Exactamente ¿de qué manera alguien “trabaja
con Dios”?
Lo logras desprendiéndote de tu yo y de tus
propios esfuerzos. La única acción del camino espiritual es anular el yo; sin
embargo sin la ayuda de Dios no es posible lograrlo. Si no es con ella la
anulación siempre será imperfecta. La humildad logra su objetivo sólo cuando
Dios nos humilla por medio de nosotros mismos. Sólo entonces encontramos la paz
y la real felicidad. Esa humillación de la humanidad es, al mismo tiempo,
exaltación de Dios. “El se humilla será ensalzado”.
La humillación no es algo separado de la
exaltación. La altura máxima de exaltación se halla exactamente en los más
profundos abismos de la humillación. Cuanto más profundos los valles más
elevadas las montañas circundantes. Altura y profundidad son efectivamente la
misma cosa. Cuanto más te humillas más serás exaltado. Jesús dijo: “ El mayor
entre vosotros que sea el servidor de los demás”. Quien quiera ser lo primero
debe ser también lo segundo. Para ser aquello, debes ser esto. Servir es llegar
a ser grande, de modo que el servidor es realmente el más grande de todos. De
ese modo se cumplen las palabras del evangelista: “El que se humilla será
exaltado”. Nuestro ser en plenitud depende de nuestro dejar de ser.
En el curso del día.
Ser plenamente depende de dejar de ser.
Al terminar el día.
Después de haber descansado algunos minutos
respirando lentamente, reflexiona sobre la tensión que existe entre humillación
y exaltación, ser y no ser, esclavitud y dominación. ¿Qué sentido tiene esto
para ti? ¿Confías en esto aunque por el momento no tenga sentido para ti? ¿Qué
experiencias te ayudan a confiar en ello?
Oración
de la noche.
Querido Dios, ayúdame a servirte en todo.
Hazme entrar en las paradojas del camino espiritual y consuélame cuando mi fe sea
débil, así como me llenas de esperanza cuando mi fe es fuerte.
DÍA VEINTISIETE
Al comenzar el día
LA POBREZA ESPIRITUAL
La Escritura dice: “Se han enriquecido con
todas las virtudes”. Esto es imposible conseguirlo a menos de ser pobres en
todas las cosas materiales. Para poder llegar a poseerlo todo, debes, en primer
lugar, despojarte de todo. Esto es un trato justo, hermoso, y, cuando
reflexionas en ello, es efectivamente una verdadera ganga.
Si Dios se nos da como don y, además, nos da
todas las cosas para que sean libre propiedad nuestra, debe privarnos de todas
nuestras posesiones. No es correcto conservar ni siquiera la brizna de polvo
que pueda entrar en nuestros ojos.
Todos los bienes de Dios ya sean dones de la
naturaleza o de la gracia, o fueron creados para ser considerados como
exclusiva propiedad privada. Ni tu madre ni ninguna persona fueron excepción. A
menudo y para darnos una lección, Dios nos priva tanto de los bienes físicos
como espirituales. Debemos considerar que lo que tenemos no nos ha sido dado
sino tan solo prestado. No tenemos derecho de propiedad sobre nada: ni el
cuerpo, ni el alma, ni la mente ni las potencias, ni los bienes o la fama, ni
los amigos o parientes, ni los bienes materiales. ¿Por qué obra Dios de esta
manera? Porque quiere que seamos exclusivamente suyos. En esto reside su
principal alegría y su mayor gozo y cuanto más vivimos sólo par Él, más gozo
experimenta. Cuanto más cumulamos para nosotros, tanto menos lo poseemos a Él y
cuanto menos sea nuestro apego a todas las cosas, tanto más lo tendremos a Él y
con Él todas las cosas.
En el
curso del día.
Todo lo tengo, es prestado, no dado.
Al
terminar el día.
Después de un breve descanso piensa en tu
actitud con respecto a las posesiones, al talento, a la salud y a la vida
misma.
¿Le crees a Eckhart? ¿Por qué dudas de sus
enseñanzas en este punto? ¿Qué te llama la atención de su enseñanza?
Oración
de la noche.
Maravilloso Señor, Tú eres cuanto yo deseo,
tengo y busco. Me pongo en tus manos con la confianza de que me conducirás al
lugar en el que Tú eres todo en todas las cosas.
DÍA
VEINTIOCHO
Al comenzar el día.
POBRE DE ESPÍRITU
Si te niegas a ti mismo Dios será tuyo más de
lo que te puede pertenecer cualquier cosa. Dios será tuyo con todo lo Él te puede
ofrecer ni más ni menos. Te pertenecerá mil veces más que cualquier propiedad
que hayas poseído y guardado en una caja fuerte. Dios y todo cuanto es suyo te
pertenecerá a ti como nunca cosa alguna te ha pertenecido. Esta propiedad
divina la ganamos simplemente rechazando en este mundo todo lo que no sea Dios.
Cuanto más completa y perfecta sea nuestra
pobreza espiritual, tanto más aumenta nuestra posesión de Dios. No pienses, sin
embargo, que esto es una especie de recompensa, como si se tratase de u
beneficio o de un premio para ti. Todo se busca por el amor a la virtud, como
lo dice Pablo: El que no tiene nada, lo posee todo”. No tienes propiedad cuando
no quieres nada ni pretendes adquirir nada, ni en ti mismo ni con respecto a
las cosas del mundo. Cuando ni siquiera deseas poseer a Dios.
¿Qué es entonces ser verdaderamente pobre de
espíritu?
Es vivir prescindiendo de todo lo que no es
esencial. Si puedes prescindir de todas las cosas porque no las necesitas,
serás más feliz que si las posees y las consideras necesarias. Alguien entra
realmente al reino de Dios cuando tiene la suficiente sabiduría para dejar todo
por causa de Dios.
En el
curso del día.
Quien nada posee, lo tiene todo.
Al terminar el día.
Descansa por unos minutos y empieza luego a
examinar cuál es tu actitud hacia las cosas. ¿Eres posesivo? ¿Con las cosas,
con las personas, con la salud? ¿Hay aspectos de tu vida con respecto a los
cuales adoptas una actitud de desprendimiento semejante a la que describe
Eckhart? ¿Te imaginas qué sería tomar una actitud de desprendimiento?
Oración
de la noche.
Señor, haz que tenga sed sólo de Ti.
Líbrame de cuanto me ata, de modo que confíe
en que sólo en Ti puedo hallar la plenitud y la felicidad.
DÍA
VEINTINUEVE
Al
comenzar el día.
Tú podrías decir que tus debilidades te
impiden seguir este camino. Pues bien, pídele al Señor que retire de ti esas
flaquezas y debilidades, si ésa es su voluntad. No puedes escapar de su
alcance. Si las retira, dale gracias a Dios, pero si no, sopórtalas por Dios.
No las consideres faltas, sino míralas como un ejercicio que te permitirá
crecer y adquirir la paciencia.
Alégrate con lo que Dios te da. Confía en que
Dios nos da a todos lo óptimo y lo que más necesitamos.
Un vestido no le queda bien a todo el mundo,
es necesario que corresponda a las medidas de cada cual. Así sucede también con
nuestro camino hacia la santidad. Si confías en Dios te darás cuenta de que
tienes lo suficiente tanto en tiempos de escasez como en tiempos de abundancia.
En toda circunstancia conténtate con la voluntad divina, y agradece que su
voluntad se haga, de modo que para ti esto sea más importante que cualquier
otra cosa que pudiera darte.
Al vivir así todo se convierte en un don y
todo es Dios para ti. Conténtate con todo lo que Dios hace, tanto cuando te da
algo como cuando te lo quita, de modo que no exista diferencia alguna entre lo
que eres ahora y la situación ideal que podrías imaginar para ti.
En el curso del día.
Para mí, todas las cosas son un don.
Para mí, todas las cosas son de Dios.
Al terminar el día.
Después de descansar, sigue pensando sobre la
actitud de aceptación que empezaste ayer. ¿En qué aspecto de tu vida encuentras
dificultad para aceptar tu situación?
¿Qué te gustaría cambiar?
¿Lo que ahora eres cómo podría ser la forma
escogida por Dios para sacarte adelante?
Trata de ver tu vida presente como el camino
especial que te conduce a Dios.
Oración
de la noche.
Señor, que sepa contentarme con la vida que me
has dado.
Muéstrame el camino en mi actual situación.
Dame fe para creer que Tú me has llamado tal
como soy, y que esto basta para seguirte.
DÍA
TREINTA
Al comenzar el día.
¿ES DE DIOS?
Quizás temes no entregarte lo suficiente a tu
trabajo espiritual y ser indiferente con respecto a tu camino. Tómalo como un
ejercicio, ten paciencia contigo mismo y tranquilízate. Dios es comprensivo y
fácilmente tolera el fracaso con tal de que nosotros como amigos suyos nos
sintamos en paz.
¿Por qué no habríamos de encontrar la paz con
todo lo que Dios nos da o con todo lo que debemos dejar de lado? Por
equivocados o indolentes que seamos, si aceptamos recibir de Dios lo que hace o
no hace, precisamente porque viene de Él, entonces puede decirse que sufrimos
por causa de la justicia y por ello somos bienaventurados. No te quejes, pero
si insistes en quejarte hazlo sabiendo que aún no estás contento con tu suerte.
Sólo si tienes demasiado, puedes lamentarte. La persona espiritual aprecia lo
mismo las pérdidas que las ventajas. Pero ¿acaso Dios no obra especialmente a
través de algunas personas más bien que a través de otras? ¡Alaba a Dios por
eso! Si tú eres una de esas personas escogidas, acéptalo. Pero si no lo eres
también debes alegrarte. Considera solamente a Dios y no te preocupes si Dios
obra en ti o si lo haces tú, por tu cuenta. Si tu mente está en Dios. Dios obra
en ti. No te pongas a hacer comparaciones. A la larga de nada sirve que alguien
sea mejor en una cosa y que otro se destaque en otra cosa. Deja que Dios obre a
través de ti y déjalo actuar. No te preocupes si la obra es tuya o de Él;
naturaleza y la gracia son de Dios. ¿Qué te importa a ti cómo quiere Dios
obrar?
Deja que Dios obre donde, cuando y como le
plazca.
En el
curso del día.
Tanto la naturaleza como la gracia son de
Dios.
Al
terminar el día.
Esta noche repasa los treinta días
transcurridos.
¿Qué te ha enseñado Eckhart sobre la vida
espiritual?
¿Cómo puedes poner en práctica esta enseñanza?
¿Cómo es tu vida un camino suficiente para
llegar a Dios?
¿Cómo puede esta vida presente volverse una
practica espiritual más consciente?
Oración
de la noche.
Señor, te agradezco el don de la vida y te doy
gracias por aceptarme como soy en mi camino hacia Ti.
Acompáñame en el viaje y siempre acércame a tu
amor.
Una
palabra final.
Este libro fue escrito para ser sólo una
puerta. Una puerta hacia la sabiduría espiritual de un maestro preciso y una
puerta que conduzca a tu propio camino espiritual.
Puedes llegar a la conclusión que Meister
Eckhart es alguien cuya experiencia de Dios quieres seguir más de cerca y con
mayor profundidad, en cuyo caso deberías conseguir el texto de sus obras
completas. Recientemente se han publicado varias traducciones de ellas. Léelas
y ora con ellas pues son una puerta a su mundo espiritual.
También puedes pensar que su experiencia no te
ha ayudado.
No hay problema con esta conclusión. Existen
muchos otros maestros. En alguna parte debe existir el maestro preciso para tu
viaje del espíritu, que es especial y absolutamente único.
Una y otra vez durante estos treinta días,
Eckhart te ha recordado que no existe un camino, que cada uno de nosotros tiene
que hacer su propio viaje y que cada camino es de igual valor y utilidad.
“Fíjate sólo en lo que Dios te pide hacer. No
todos son llamados a Dios por el mismo camino.
FIN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario