La pregunta
-Mamá... ¿Si Dios existe y es tan bondadoso, porque permite que ese señor de ahí
Carolina se detuvo en seco ante una
Contemplaba a su hija. Los grandes ojos de
-Cariño, a veces Dios no puede ocuparse de todo.
No pudo contestar mas que eso, porque no sabía que contestar a la pregunta que le hacía una inocente niña de ocho años.
- Vamos, hija. Llevemos la
La niña obedeció guiando débilmente el carro del supermercado, mientras su madre le imprimía la fuerza necesaria para mover 120
A pocos metros de las puertas automáticas que comunicaban con el parking, varios gritos provocaron que madre e hija se detuvieran a tan solo un metro de la salida.
Decenas de personas que también acudían a por la compra semanal también dirigieron su atención a la fuente de aquellos gritos.
En uno de los
Varios vigilantes del centro comercial corrían
Cada vez se congregaba más gente alrededor. Gente que salía de las cajas del supermercado, y gente que acababa de entrar a él.
Cuando uno de los vigilantes se le acercó, el individuo gritó más fuerte; estremeciendo a todos los espectadores de aquel improvisado espectáculo.
De repente, el vigilante salió corriendo despavorido, aullando.
En ese momento, todos vieron como aquella persona sostenía en una mano un dispositivo alarmantemente similar a un detonador.
Se despojó de la gabardina. Decenas de cartuchos de explosivos tapizaban el cuerpo de aquel individuo, que ahora se arrodillaba, mientras seguía mascullando palabras incomprensibles.
Uno de los vigilantes apuntó con su arma reglamentaria desde una veintena de metros.
Apretó el gatillo.
La bala salió,
Quince
Carolina tuvo
Su hija no estaba a su lado. Se puso en pié con dificultad. Cientos de restos humanos y cascotes tapizaban el suelo esmerilado del centro comercial.
Gritó. Había mas gente gritando. El pánico recorría su cuerpo.
Pronto encontró a su hija. Yacía en el suelo con la cabeza aplastada por un gran trozo de malaquita ornamental que antes formaba un
Carolina se desmayó y no volvió a despertar hasta treinta horas después.
El resto de sus días los pasó en un estado catatónico.
La última pregunta que le formuló su hija la atormentó hasta el día de su muerte.
1 comentario:
Vaya, muy buen relato, me compadezco de Carolina...sufrió todo el resto de su vida.
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